Tratado breve de medicina y de todas las enfermedades. Estudio, selección y notas de Marcos Cortés Guadarrama | Agustín Farfán Fray
Tratado breve de Medicina, de Agustín Farfán (1610). Detalhe de capa.
Esta edición del Tratado breve de medicina y de todas las enfermedades, que publicara originalmente el médico y fraile Agustín Farfán, en México, allá por 1592, merece una bienvenida entusiasta. Sobre todo, merece celebrarse la concepción y el resultado del trabajo de su responsable, Marcos Cortés Guadarrama, profesor y estudioso de la literatura hispánica y actualmente investigador en la Universidad Veracruzana, en México. Celebración que hay que hacer extensiva a la editorial que ha hecho posible este empeño de publicar un grueso volumen de quinientas páginas. Y más en estos tiempos en que muchas editoriales académicas se espantan ante la idea de aprobar la publicación de cualquier cosa que sobrepase los dos centenares de páginas, pretextando la necesidad de no perder lectores ni una supuesta ganancia económica, que, en realidad, en la mayoría de los casos, se deriva del pago que efectúan los propios autores o sus proyectos de investigación y no del número de ejemplares vendidos. La edición que reseñamos tiene varios méritos indiscutibles. En primer lugar, se lleva a cabo una acertada selección de los textos de la edición original; selección que resulta imprescindible, dada la esencia última del Tratado, que pese a su estructura compleja no deja de ser, en gran medida, un recetario, lo que, forzosamente, da lugar a numerosas reiteraciones que harían tediosa la lectura. En segundo lugar, el autor ha anotado con esmero todo el texto, guiando la lectura contemporánea de un texto de medicina de hace más de cuatro siglos y ofreciendo al lector un mundo de sugerencias bibliográficas, itinerarios de lectura y aclaraciones conceptuales con las cuales el texto de Farfán adquiere todo su alcance y significado. Y en tercer lugar, la edición va precedida, además, de un estudio introductorio que, en realidad, es una auténtica monografía sobre la literatura médica en castellano, en España y en México, de los siglos XV y XVI: ciento setenta y cinco páginas densas de citas, de aparato crítico, de un completo análisis del texto, de su autor y del contexto histórico, científico y literario en el que se produjo. Así es que resulta muy grato para el lector encontrarse ante una edición generosamente anotada y una introducción que permite en todo momento una lectura contextualizada del texto original de Farfán. Baste citar aquí esta breve puesta en contexto de la obra de Farfán que, según su editor, se inscribe “dentro de un marco estructural para la misión agustiniana que siempre se esforzó por mantener a los encomenderos, perpetuarlos como único modelo social para el virreinato de la Nueva España” (p. 115).
La edición así planteada permite entender qué estaba ocurriendo en la producción intelectual de los médicos de formación universitaria enfrentados a la radical novedad de unas culturas médicas ajenas, no europeas, cuando desarrollaban su práctica en el mundo colonial, pero sobre cuando se ponían a escribir sobre ello. Y donde más y más tempranamente se pusieron a escribir fue en el mundo colonial ibérico en general y en novohispano en particular. De hecho, cuando Farfán, ese médico metido a fraile agustino al enviudar y cuya vida profesional se desarrolló durante cuatro décadas en la Nueva España, llevó a la imprenta de Pedro Ocharte en la ciudad de México su Tratado breve de medicina había transcurrido justo un siglo desde que las primeras tres naves europeas tocaran tierra insular caribeña bajo el mando de Cristóbal Colón. Durante ese tiempo, ya otras obras médicas se habían escrito e incluso en ocasiones impreso en ámbito colonial; entre ellas, una del mismo Farfán, especie de avanzadilla quirúrgica de la obra que nos ocupa: el Tratado breve de cirugía, impreso también en México, trece años antes.
Esta producción en suelo colonial no se entiende -y esta es otra de las tesis fuertes que dan vuelo historiográfico al estudio introductorio- sin tener muy en cuenta la tratadística de los siglos XV y XVI en castellano. La tratadística médica (Marcos Cortés es un gran conocedor de la obra de Alonso de Chirino, entre otros), pero también la filosófico-natural (de la obra de Huarte de San Juan a la de Oliva Sabuco, por citar dos destacados tratados que conoce bien y que relaciona con el de Farfán), e incluso la procedente de otras “poéticas” solo en apariencia alejadas de la de Farfán, como el Flos Sanctorum, que en su día editó el propio Cortés Guadarrama, con el mismo rigor y originalidad con los que ahora edita el Tratado breve de medicina. Estas lecturas satelitales construyen un gran racimo de textos que se va desgranando a medida que avanza la lectura del tratado del médico-fraile en clave literaria, poniendo en primera línea la imaginación (la facultad “imaginativa” de Aristóteles, pero también de Huarte y de Sabuco) para interpretar la poética de Farfán, su vía de acceso al conocimiento médico, propio y ajeno, así como su modo de comunicarlo a sus lectores.
Cortés Guadarrama tiene un excelente conocimiento de la literatura de ficción castellana de los siglos XV y XVI, en especial la picaresca, pero también la dramática y la poética. Quizá, sin embargo, no domina tan bien otras producciones que, en algún aspecto concreto, hubieran resultado de gran ayuda para su lectura del Tratado. Así, cuando incursiona en temas como la anatomía de la época, por ejemplo, comete varios errores que, aunque no tienen gran trascendencia en el conjunto de su edición, deslucen algo el resultado final; en el mismo sentido, es poco afortunada la decisión de ilustrarlo con imágenes tomadas del tratado anatómico de Valverde de Amusco que poco o nada tiene que hacer aquí, si no es confundir al lector acerca de una inexistente relación con la obra que se edita. Sobre todo, porque ni una cosa ni la otra aporta nada a la ya de por sí suficientemente sólida base de sus novedosas tesis principales, mientras que el riesgo de mostrar una dependencia excesiva de una historia de la medicina a la antigua usanza, impostada en un discurso que opone tradición “medieval” y modernidad “humanista”; un discurso que cree tener que evaluar el grado de retroceso o progreso que un determinado texto supuestamente merece. Sin embargo, paradójicamente, nada resulta más alejado de esta deriva que lo que Marcos Guadarrama consigue con su provocador análisis de la poética de Farfán. Por eso estaba en buenas condiciones para haberse liberado definitivamente de esa rémora.
Hecha esta salvedad, que solo es detectable en algunos pasajes del estudio introductorio, la compleja arquitectura que Marcos Guadarrama nos propone para abordar la lectura de Farfán se salda con notable éxito, pues pone a disposición de lectoras y lectores de muy variados intereses un texto médico inteligentemente leído y explicado. La sensación final es que el Tratado breve de medicina debería formar parte a partir de ahora del bagaje histórico, científico y literario de la cultura hispánica global. Solo comprendiendo textos como el de Agustín Farfán en el sentido con que lo hace aquí Marcos Cortés se alcanzará a dar cuenta cabal de lo que esta cultura significó, de cómo se forjó con apropiaciones de otras culturas con las que entró en contacto o en colisión, y de cómo se encuadró en el mundo surgido de ese binomio inseparable formado por la modernidad y la colonialidad.
Resenhista
José Pardo-Tomás – (IMF-CSIC, Barcelona). E-mail: pepeprimo@gmail.com
Para citar esta resenha
FARFÁN, Fray Agustín. Tratado breve de medicina y de todas las enfermedades. Estudio, selección y notas de Marcos Cortés Guadarrama, Madrid-Fráncfort: Iberoamericana-Vervuert, 2020. 501p. Resenha de : PARDO-TOMÁS, José. Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia. Madrid, v.74, n.1, p594, enero-junio 2022. Acessar publicação original.