Jesús Yoldi Bereau: un universitario al servicio del bien común | Pedro Luis Mateo Alarcón, Carmen Muñoz Morente e Rogue Hidalgo Álvarez

a la derecha el profesor Jesus Yoldi
Fotografía tomada en el Jardín Botánico de la Universidad de Granada, muy probablemente en 1928. A la izquierda, el profesor Gonzalo Gallas y a la derecha, el profesor Jesús Yoldi. En el centro, Pieter Zeeman y su esposa. El segundo por la izquiera es el profesor Juan Antonio Tercedor Díaz, decano de la Facultad de Ciencias | Imagem: Blogsaverroes

El libro que reseñamos está estructurado en cinco partes fundamentales, además de una presentación, un prólogo y una introducción. Pero no se busque un capítulo de conclusiones; tal vez los autores han preferido que sea el lector quien las saque tras su lectura. En realidad, el libro es mucho más que la biografía del que fuera catedrático de Química General de la Universidad de Granada desde 1924 hasta 1936. Es un análisis de las condiciones históricas que llevaron a la ciencia española desde el centro, Universidad Central de Madrid, hacia la periferia; de las transformaciones sociales y económicas que vivió la sociedad española durante las tres primeras décadas del siglo XX, de su reflejo en una universidad periférica como era la Universidad de Granada; del cambio de mentalidad que se operó en la élite intelectual española desde la pérdida de las últimas posesiones coloniales en 1898, y de la toma de conciencia de la pobreza generalizada en que vivía la mayoría de la población.

Como en una sucesión infinita de elementos van apareciendo las diferentes “cuestiones”. La cuestión universitaria, que reivindicaba la autonomía frente al Gobierno de turno para distanciarse de sus cíclicas crisis políticas, la cuestión social, con la aparición de una nueva clase social, el proletariado; la cuestión militar y la situación en Marruecos, que ponía de manifiesto todas las corruptelas del régimen oligárquico; la cuestión religiosa, que en sus múltiples formas subordinaba al Estado Español ante el Estado Vaticano; y la cuestión regional, dado que las élites y el Estado, a los ojos de los autores, obviaban que dentro de España había gentes que pensaban en cuatro lenguas diferentes y que la castellanización, y, por tanto, lo que consideran la “nacionalización”, habrían sido incompletas. Este era el mundo en que se crió Jesús Yoldi Bereau después de nacer en Arizkun, una pequeña aldea del Valle del Baztán, donde además existía un barrio, Bozate, habitado por los agotes, una minoria social marginada por razones que todavía hoy se continuan investigando. Yoldi abandonó pronto su pueblo para estudiar el Bachillerato en el Instituto General y Técnico de Zaragoza y la licenciatura en Ciencias Químicas en la universidad de la ciudad aragonesa, obteniendo el premio extraordinario en 1915, doctorándose por la Universidad Central de Madrid dos años después.

El joven Jesús quiso seguir los pasos de su hermano Francisco, que fue el primer catedrático de Química Inorgánica de la Universidad de Sevilla en 1912. Los hermanos vivieron distinto contexto científico, ya que Francisco era 11 años mayor que Jesús, quien había nacido en diciembre de 1894, pero ambos llegarían a ser catedráticos de Química en las dos universidades andaluzas que existían entonces. Jesús también fue catedrático, durante dos cursos académicos, de la Universidad de Sevilla en su sede en Cádiz, donde se realizaban estudios de medicina desde que en 1745 se creara el Real Colegio de Cirugia de la Armada. En 1924 por traslado pasó a ser catedrático de la Universidad de Granada.

Como se destaca en el libro, la enseñanza de la Química experimentaría profundos cambios desde que el ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, el conservador Gabino Bugallal y Araújo, en su breve mandato en 1903, propusiera una enseñanza más científica y menos memorística de esta ciencia. Con la lentitud que los cambios operaban en la España de principios del siglo XX, la nueva política educativa se reflejó en la creación de salas de estudios para enseñanzas prácticas que llegarían a ser laboratorios, humildes en medios, pero laboratorios al fin y al cabo. Para los autores, la falta de recursos económicos y la idea preconcebida de coste cero de cualquier reforma universitaria ralentizaron el proceso de modernización de la enseñanza de la Química y por extensión de todas las ciencias de la naturaleza. En el caso de la Universidad de Granada el nombramiento de Natalio Rivas Santiago, conocido cacique liberal de las Alpujarras, como subsecretario y después ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, le permitió obtener presupuestos especiales para esos fines; dentro de lo que consideran los autores “la más pura tradición caciquil dominante durante la Restauración Borbónica”.

La descripción que se realiza de las asignaturas impartidas por Yoldi en la Universidad de Granada desde 1924 permite comprobar el carácter esencialmente docente que las universidades de la periferia practicaban en esos años. La innovación vendría de la mano de la renovación de los métodos de enseñanza y la aparición de nuevas materias como la Química Teórica, que después se denominaría Química Física, o la Química Técnica. La existencia en Granada de una potente y moderna industria azucarera, basada en la remolacha, le permitiría a Jesús Yoldi organizar un programa de visitas para sus estudiantes, en su nueva condición de catedrático de Química Técnica, a las azucareras y alcoholeras que se encontraban en el área metropolitana de la capital. Se rompía, por fin, con la vieja tradición memorística, modernizándose la enseñanza de la Química gracias a los buenos docentes como el que nos ocupa.

Por ejemplo, su discurso de apertura del curso académico 1929-30 sobre el elemento químico demostraría que los nuevos docentes tenían un profundo conocimiento de los últimos avances producidos en la Química durante el primer cuarto del siglo XX. La Química se enseñaba ya bien y se estaba más cerca de hacerla, es decir, de investigar.

En 1924 en España existía una dictadura militar con rey que había dejado en suspenso el regimen liberal parlamentario de la Constitución de 1876. El dictador era el general Primo de Rivera y Orbaneja, apoyado por un Directorio militar con representación de todas las regiones militares y la Armada. Como quieren destacar los autores, el descrédito del regimen oligárquico y caciquil era tan grande que el golpe militar y su retórica regeneracionista hizo creer a la mayoría de la población que la modernización que el país necesitaba desde hacía décadas se podía producir en un contexto autoritario; modernización autoritaria que se pensaba podía ser análoga a la que estaba ocurriendo en países europeos como Italia, por ejemplo.

Tal como podemos leer en el libro, cuando Yoldi llegó a Granada se encontró con una ciudad que en veinte años, había visto crecer su población casi un 40%, y que en 1921 ya superaba los 100.000 habitantes; una ciudad con serias carencias en vivienda, sanidad, educación y cultura. La integración de Jesús Yoldi en la sociedad granadina parece que fue total, y su casamiento con Beatriz Pérez Pérez en 1928 puso, al que fuera hijo de un médico rural, en relación con la élite provincial.

Los autores del libro se han esforzado en hacernos comprender cuáles fueron las causas y los procesos que influyeron en la toma de conciencia democrática de la élite intelectual de Granada y, por extensión, de toda España. Cómo fue el proceso vital para que esos intelectuales llegaran al convencimiento de que monarquía era igual a dictadura y república era sinónimo de democracia. Qué ocurrió para que abandonaran sus cómodas cátedras y se comprometieran con el cambio que debería realizar, en un tiempo mínimo, las auténticas reformas que se venían procrastinando desde las Cortes de Cádiz. Los autores de esta biografía, poco hagiográfica, sugieren que, en el caso de Jesús Yoldi Bereau, fue el abandono de la cultura por parte de la élite rectora, así como la vulneración continua de la autonomía universitaria, lo que le impulsó al compromiso democrático.

Por ejemplo, Granada en 1925 era una ciudad sin bibliotecas públicas. Este hecho llevó al biografiado, por primera vez, a unir su firma en un pliego petitorio y a apoyar una iniciativa de la Juventud de Acción Cultural para que el pabellón de baile de la Sociedad Casino Principal se convirtiera en la primera biblioteca pública. La petición no fue apoyada por el Ayuntamiento de la dictadura, que consideró que el estímulo de la lectura no estaba entre sus prioridades. Habría que esperar a 1932 para que dicha iniciativa fuera una realidad.

A partir de 1925 el Yoldi catedrático de Química empieza a ser un habitual en los manifiestos que criticaban algunas decisiones del Directorio civil, como el reconocimiento de las universidades privadas dentro del llamado plan Callejo y la represión violenta de las manifestaciones estudiantiles en 1929.

Esta toma de conciencia democrática, según nos explican con detalle los autores, condujo a Jesús Yoldi a ser un activo militante del Partido Republicano Autónomo de Granada (PRAG) que se refundaba a comienzos de 1930, llegando a ser vocal de su comité ejecutivo. Pronto nos encontraremos al profesor Yoldi como concejal electo en las elecciones municipales que se celebraron el 12 de abril de 1931, y, unos días después, nombrado quinto teniente de alcalde con la delegación de abastos. Como destacan los autores, en dicho puesto, dado sus conocimientos de análisis químico, pudo resolver el viejo problema del fraude sistemático en la venta de leche y también establecer mecanismos eficaces en el control del precio y calidad del pan. Mucho más difícil parece que le iba a resultar acabar con las corruptelas que se producían dentro del Laboratorio Químico Municipal y que afectaban a su director, un conocido farmacéutico y catedrático de Química Orgánica en la Facultad de Farmacia, Juan Nacle Herrera. Eliminar los viejos vicios de la administración local y establecer usos y costumbres acordes con la ética profesional y la rendición de cuentas se mostraría desde el principio un objetivo inalcanzable.

Las circunstancias que rodearon al Ayuntamiento democrático durante su primer año de existencia, su eficaz labor como teniente de alcalde y el azar, nos explican los autores, llevaron a Yoldi a ser elegido alcalde de Granada el 27 de abril de 1932. Su programa tenía como lema «dinero, trabajo, sanidad y cultura». Para llevarlo a cabo contó como primer teniente de alcalde con delegación de Impuestos con el profesor de matemáticas del Instituto General y Técnico, y profesor auxiliar de análisis matemático de la Facultad de Ciencias, Ángel Saldaña Pérez. La circunstancia de poder contar con dos hombres de ciencias en la dirección del Ayuntamiento fue muy comentada en la época. Sin embargo, los problemas que la administración y el gobierno local de Granada arrastraban desde hacía décadas tenían poco que ver con las ciencias de la naturaleza. Ambos profesores, como el resto de la Corporación municipal, tenían que hacer compatible sus ocupaciones profesionales con sus deberes municipales, por los que no recibían ninguna remuneración.

Los autores describen con detalle, utilizando fuentes del Ayuntamiento y de la prensa local, la labor de Yoldi como alcalde de Granada. En esos meses tuvo que enfrentarse con: la disolución del PRAG y de la conjunción republicano-socialista, la negativa de los bancos a conceder prestamos al Ayuntamiento para continuar las obras iniciadas años antes, la permanente presión de los trabajadores en paro, un golpe de Estado que en Granada causaría la muerte de dos jóvenes trabajadores, la imposibilidad de sustituir el impuesto de Consumos por el del Inquilinato y una oposición municipal experimentada que había crecido en número e influencia dentro de la Corporación. El libro describe cómo Jesús Yoldi intentó solventar la soledad política. Para los autores, su decidida actuación durante el golpe de Estado de agosto de 1932, en defensa de la legalidad republicana, y su voto a favor de la moción de censura al Rector, Antonio Marín Ocete, en abril de 1936, lo situaron definitivamente frente a la clase ociosa que siempre estuvo a favor de la contrarreforma, ya fuera ésta religiosa (siglo XVI), política (siglo XIX) o social (siglo XX).

Jesús Yoldi Bereau sería fusilado frente a las tapias del cementerio municipal, junto a otras personas, el 23 de octubre de 1936. El 28 de noviembre, el Rector nombrado por las autoridades golpistas, Antonio Marín Ocete, “comunica a la Junta Técnica que (Jesús Yoldi Bereau) no se ha presentado a su destino…”

Para sus autores, este libro tiene como objetivo principal evitar su segundo asesinato: el provocado por el olvido. Para ellos, Jesús Yoldi, como buen profesor de Química que fue y como político con profundas convicciones democráticas, merece ser conocido como un ejemplo para las nuevas generaciones de universitarios comprometidos con el futuro de su país. La lectura de este libro, en cualquier caso, ayuda a comprender que, aunque como afirma David Lowenthal «el pasado es un país extraño», su olvido no te libra de que influya en el presente.


Resenhista

Francisco A. González Redondo – Universidad Complutense de Madrid. E-mail: faglezr@ucm.es


Referências desta resenha

MATEO ALARCÓN, Pedro Luis; MUÑOZ MORENTE, Carmen; HIDALGO ÁLVAREZ, Roque. Jesús Yoldi Bereau: un universitario al servicio del bien común. Granada, Editorial Universidad de Granada, 2021, 330 p. Resenha de GONZÁLEZ REDONDO, Francisco A. Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia. Madrid, v.74, n.1, p.598, enero-junio 2022. Acessar publicação original

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