Historia conceptual en el Atlántico ibérico: lenguaje, tiempos, revoluciones | Javier Fernández Sebastián
Javier Fernández Sebastián | Imagem: Web UNSAM
En las últimas dos décadas, el campo de la historia intelectual en el mundo iberoamericano ha sufrido una renovación disciplinar impresionante. La recepción de una serie de novedosas metodologías para el estudio del pensamiento, conceptos y lenguajes políticos, como la escuela alemana de historia conceptual (Begriffsgeschichte), el enfoque contextualista de la llamada “Escuela de Cambridge” y la vertiente francesa de historia conceptual de lo político han sido claves en este sentido. En el ambiente académico iberoamericano, el historiador español Javier Fernández Sebastián ha desempeñado un rol decisivo en dicho proceso, especialmente a través del liderazgo de la red Iberconceptos (Proyecto Iberoamericano de Historia Conceptual), que aglutina a más de un centenar de investigadores e investigadoras y que ha sido el responsable de una obra de referencia clave en la disciplina: el monumental Diccionario político y social del mundo iberoamericano, publicado entre 2009 y 2014, donde se abordan en distintos ámbitos nacionales y comparados una veintena de conceptos políticos claves de la modernidad, tales como democracia, pueblo, nación, constitución, libertad, civilización, soberanía, etc. Dicha actividad, sumada a su diálogo permanente con proyectos y asociaciones europeas, le ha permitido construir una visión amplia de los problemas político-intelectuales del mundo iberoamericano en el tránsito del siglo XVIII al XIX, abordando patrones comunes y diferencias con el resto de Europa.
El libro que reseñamos, Historia conceptual en el Atlántico ibérico: lenguajes, tiempos, revoluciones, viene a coronar esa trayectoria y a sintetizar décadas de reflexiones en el campo de la historia intelectual. Esa vocación del libro permite entender la singularidad de su composición. En efecto, más que constituirse en un libro monográfico, el texto despliega un propósito doble, a saber: abordar un puñado de cuestiones teórico-metodológicas para el estudio del pasado, asociadas a los métodos de la historia conceptual, y examinar las singularidades del tránsito hacia la modernidad en el contexto iberoamericano en los ámbitos de sus mutaciones conceptuales y las percepciones sobre el tiempo. Para hacerlo, el libro se divide en tres partes: “Perspectivas teórico-metodológicas”, “El Atlántico ibérico en la modernidad euroamericana” y “Lenguajes, tiempos, revoluciones”, con temas que a veces se traslapan entre sí en el texto.
En la primera parte, compuesta de cuatro capítulos (“Voces del pasado”, “Significados en el tiempo”, “La historia conceptual como conciencia histórica” y “Las tradiciones electivas de los modernos”), el autor despliega un conjunto de reflexiones que permiten iluminar la comprensión de los estudiosos del pasado, especialmente desde la perspectiva del significado de los conceptos y los lenguajes políticos en el tiempo. El “cronocentrismo” que campea en la historiografía reciente, esa tendencia a diluir la especificidad del pasado y tratarlo como un presente generalmente imperfecto a la luz de los imperativos valóricos del intérprete de turno, es uno de los aspectos a criticar de manera más sistemática en esta porción del libro.
La reconstrucción de los significados del pasado –cuáles eran los verdaderos sentidos de los conceptos utilizados por los actores históricos– pasa necesariamente por un desdoblamiento temporal del historiador y su reconocimiento de la alteridad del pasado. Esto, sumado a la conciencia de la lingüisticidad del mundo –dimensión particularmente acentuada en la era de las revoluciones– debería hacer más sensible a los estudiosos del pasado de la extrañeza de aquellas sociedades, el carácter contingente de sus dilemas y las especificidades de sus imaginarios. Con estas consideraciones, el autor hace un llamado convincente a superar lo que llama una “historia intelectual no genealógica”, aquella que estiliza tradiciones intelectuales –con sus genealogías forjadas ad hoc– y las observa como el despliegue diáfano e ininterrumpido de ideas inalterables en el tiempo. Por el contrario, un abordaje historiográfico que procure rescatar los significados en el tiempo pasa, necesariamente, por “someterse a un protocolo de desaprendizaje conceptual que le permita desprenderse en parte de su bagaje categorial”1 y, desde allí, apreciar las discontinuidades en el ámbito de los lenguajes políticos, la polisemia de los conceptos, en escenarios intelectuales tensionados entre la permanencia y el cambio histórico, que configuran así contextos híbridos que cuestionan cualquier pretensión de establecer cánones intelectuales pulcros y de desarrollos lineales.
En la segunda parte del libro, mucho más breve pues se compone de dos capítulos (“Vocabularios políticos modernos” y “Liberalismo, globalización, postcolonialidad”), Fernández Sebastián transita hacia la dimensión más empírica del libro, examinando algunas singularidades de la transición del Atlántico ibérico hacia la modernidad. En general, buena parte de las reflexiones que cruzan estas páginas son tributarias de los hallazgos del proyecto Iberconceptos. El léxico de la modernidad forjado en el marco de las guerras de Independencia da cuenta de su carácter heterogéneo y anfibio, donde conviven en su conformación las tradiciones clásicas y judeocristianas, la acentuada temporalización del léxico de la política y su orientación hacia el futuro. Así, siguiendo de cerca la clásica tesis koselleckiana, Fernández Sebastián asegura que el período independentista sería un “momento bisagra”, que evidenciaría en su lenguaje las mismas transformaciones que en el ámbito europeo, a saber: democratización, temporalización, ideologización y politización. A estas transformaciones, el autor añade otras constatables en el ámbito iberoamericano: una mayor “emocionalización” en el léxico de la política y su acentuada “internacionalización”.
Dentro de esta internacionalización el autor sitúa la experiencia iberoamericana y su contribución al léxico de la modernidad con conceptos tan gravitantes como “liberalismo”, acuñado en este escenario. El lenguaje del liberalismo fue utilizado por los sectores populares –traducido incluso en lenguas indígenas– lo que denota la amplitud de usos conceptuales en el período revolucionario, así como el alcance global de las transformaciones en el ámbito intelectual. Así, el libro se inserta como un ejemplo notable del llamado “giro transnacional” en el campo de la historia intelectual.
La tercera parte es la más extensa de todo el trabajo, y tiene como focos el análisis del nuevo lenguaje acuñado en la era de las revoluciones, los conceptos y mitos forjados en la época, las metáforas utilizadas por los actores para dar cuenta de problemas inéditos y los imaginarios políticos del período. También aborda novedosamente un conjunto de problemas asociados a la comprensión de la nueva temporalidad abierta por la era de las revoluciones en los actores de ese momento histórico, en particular, la experiencia de aceleración temporal y el advenimiento del futuro como horizonte de acción política.
La crisis político-social de la Monarquía hispánica a inicios del siglo XIX fue también una “crisis del lenguaje”, donde la eclosión de nuevos conceptos, la resemantización de vocablos antiguos y la incapacidad del lenguaje para describir con precisión el nuevo rumbo de los procesos políticos fue uno de los aspectos cruciales de la época. La era de las revoluciones debe ser vista, así como una revolución en el ámbito del lenguaje, pero también como particularmente prolífica en la invención de nuevos mitos políticos, que en circunstancias de incertidumbre radical vendrían a desempeñar una función compensatoria en la generación de significados, proveyendo narrativas comunes capaces de vehicular las emociones y expectativas de la revolución. Algo similar puede notarse respecto al intenso recurso a las metáforas en los debates públicos del período que más que ornamentos retóricos deben pensarse como novedosas formas de producción de significado. Entre estas destacan las constantes analogías lumínicas para describir a la verdad, referencias a las cadenas o yugos para ser contrapuestos a la libertad e independencia, alusiones a edificios, la familia o el cuerpo para representar a la sociedad, imágenes catastrofistas (volcanes, tormentas, incendios) para evocar los estragos de la revolución o, entre otras, las citaciones a figuras mecánicas para figurar los diseños institucionales y la ciencia del gobierno.
Uno de los aspectos más novedosos del libro son los dos últimos capítulos, donde el autor –uno de los pioneros en el estudio de las formas en las cuales los actores históricos han concebido la temporalidad– aborda el surgimiento de una nueva temporalidad asociada a la era de las revoluciones. Y es que las revoluciones no solamente son transformaciones radicales en los ámbitos políticos, sociales e ideológicos, sino también en las formas de pensar el tiempo e imaginar el futuro. Así, Javier Fernández Sebastián analiza la extendida sensación de aceleración temporal que los inéditos sucesos revolucionarios a escala global tuvieron en los contemporáneos, que conllevaron desde el desconcierto hasta el auge del pensamiento utópico, así como su contraparte de pavores apocalípticos. La era de las revoluciones incidió también en el declive del pasado como dispensador de sentido –bajo el paradigma de la historia magistra vitae– y el desplazamiento de esta función hacia el futuro. El “descubrimiento del futuro” desde fines del siglo XVIII, así como su pronta politización y secularización fueron algunos de los rasgos más destacables de este período.
En términos interpretativos, el libro moviliza en sus páginas dos tesis fuertes que me parecen pertinentes de destacar. La primera de estas es sintetizar las transformaciones más relevantes en el ámbito de la historia política-intelectual del mundo iberoamericano durante la era de las revoluciones. Entre los elementos claves según el autor se contarían la exaltación del lenguaje libertario, la modernización en las formas de comunicación asociadas al auge de la prensa en Hispanoamérica, la difusión masiva de nuevos conceptos políticos, la creación intensiva de metáforas, la eclosión de una “nueva noción de sociedad”, un cambio profundo en la experiencia del tiempo –vinculado tanto a la sensación de aceleración como en su orientación hacia el futuro–, los usos políticos del pasado y el surgimiento de dos actitudes frente al cambio histórico: la noción de que los individuos son agentes y constructores de los procesos sociales y, como una respuesta ante este acentuado voluntarismo, la creencia de que los contemporáneos forman parte de un drama histórico sobre el cual no poseen capacidad de agenda.
La segunda gran interpretación del libro, expuesta en un sugerente epílogo, es que, así como el tránsito del siglo XVIII al XIX implicó esta serie de transformaciones decisivas en la conciencia histórica, en la actualidad, en los inicios del siglo XXI estaríamos siendo testigos de cambios decisivos en ese ámbito que se caracterizarían por una paradoja. En efecto, la reflexión teórica y disciplinar ha posibilitado una mayor sofisticación en la comprensión de la conciencia histórica, signada por una historización radical de la misma en que, incluso, la triada básica para pensar el tiempo (la articulación entre pasado, presente y futuro) es objeto de cuestionamientos. Sin embargo, la extensión de esta conciencia histórica más sofisticada no está distribuida igualitaria en la sociedad. Irónicamente, el presentismo, la moralización de la historia y el anacronismo parecen ser las actitudes habituales para relacionarse con el pasado en las capas más amplias de la sociedad. Y esto implica, afirma el autor, “una especie de regresión a concepciones rudimentarias, anteriores incluso a la revolución historicista del siglo XIX, cuando las mayorías sociales, y también muchos ilustrados, eran incapaces de distinguir unos tiempos de otros”2.
En medio de este diagnóstico, que creemos más que acertado, el libro de Javier Fernández Sebastián se constituye en un aporte indispensable para paliar este déficit en la construcción de nuestra comprensión del pasado, por medio de este doble abordaje teórico y empírico. Con un despliegue de una erudición impresionante y una actualización en los debates actuales del campo historiográfico encomiable, así como sustentando sus reflexiones en un vasto repertorio de fuentes que van desde la prensa, panfletos, proclamas, libros, discusiones parlamentarias hasta fuentes iconográficas, Historia conceptual en el Atlántico ibérico es un libro indispensable para entender las mutaciones político-intelectuales del tránsito hacia la modernidad en el ámbito iberoamericano. Pero no solo es una contribución central para los especialistas en la época de las revoluciones atlánticas. En tiempos de hegemonía del “presentismo”, de proliferación de usos anacrónicos del pasado, de condenas morales banales hacia la historia por no ceñirse a lo que debería haber sido y otros ejemplos de la “borrachera de pseudohistoria” de quienes “solo tienen contemporáneos”, el trabajo de Javier Fernández Sebastián es un valiente alegato hacia la formación de una conciencia histórica más sofisticada, más atenta a la extrañeza de ese país lejano que es el pasado. Porque, como sentencia el autor en lo que constituye un verdadero motto de sus páginas, “historizar es básicamente despresentificar”3.
Notas
1 Javier Fernández Sebastián, Historia conceptual en el Atlántico ibérico: lenguaje, tiempos, revoluciones, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 2021, p. 89.
2 Ibid., p. 487.
3 Ibid., p. 28.
Resenhista
Gabriel Cid* Instituto de Historia, Universidad San Sebastián, Chile. Académico-Investigador, Instituto de Historia, Universidad San Sebastián. Doctor en Historia, Universidad del País Vasco, España. ORCID ID: https://orcid.org/0000-0001-7174- 8014. Correo electrónico: gabriel.cid@uss.cl
Referências desta resenha
SEBASTIÁN, Javier Fernández. Historia conceptual en el Atlántico ibérico: lenguaje, tiempos, revoluciones Madrid: Fondo de Cultura Económica, 2021, 571p. Resenha de: CID, Gabriel. Cuadernos de Historia. Santiago, v.56, p.439-442, jun. 2022. Acessar publicação original.