¿Realmente es necesario cortar la Historia en rebanadas? | Jacques Le Goff

En el 2014 Jacques Le Goff publica su última obra, en este libro vuelca varias ideas sobre un debate que llevan problematizando la mayoría de las humanidades, las ciencias sociales y demás áreas de conocimiento: el tiempo. Es entonces una cuestión que a la Historia concierne directamente, no solo por su clara relación al estudiar los procesos a corto, mediano o largo plazo, sino también porque estos mismos a través del tiempo se convierten en relatos y eventualmente quedan vestigios contados desde y como discursos particulares, que al final no son tan objetivos como se presumían. La Historia de un pueblo es contada por quien domine la escritura de esta, quien también puede imponer su forma de entender el tiempo. Es entonces posible ver también a la periodización y cómo se divide la Historia, como relatos que ahora pueden ser contrastados y evaluados, así como encontrar o vislumbrar discursos que antes eran solo ruido.

Le Goff en este libro propone ciertos objetivos claros desde el comienzo, se intenta problematizar el tiempo y su continuidad, ¿es realmente un acontecimiento o una coyuntura, capaz de alterar el tiempo y las mentalidades, como para afirmar el cambio de periodo, época o edad? También el autor sostiene y defiende un concepto que él denomina “Larga Edad Media” que consiste en ver desde la Antigüedad Tardía hasta el siglo XVIII como un solo tronco de procesos complejos y diversos. Esto pone en cuestión a El Renacimiento, nos permite leer y entender que el fenómeno de la Iluminación contra el Oscurantismo puede ser un discurso elaborado en ciertos tiempos posteriores, en ciertos lugares y con diversos fines en mente. El autor propone ver El Renacimiento como un invento, por consiguiente nuestro deber es cuestionarlo y renovar nuestra visión histórica sobre este. Además, en esta obra Le Goff cuestiona la periodización de la Historia, fomenta en el lector una visión que incita a considerar una Historia sin cortes ni periodos, solo con procesos de larga duración que se bifurcan paulatinamente y se desarrollan de forma continua.

En los primeros capítulos se desglosan diferentes problemáticas que se trabajan para introducirle al lector los enredos del tiempo y su organización, ya que este problema no solo afecta a las ciencias humanas y sociales, cada ciencia es alterada por el tiempo y su rápido correr. Le Goff se propone el objetivo de mostrar el uso, utilidad y aportes de la periodización que heredamos. Es claro que los procesos políticos, sociales, culturales y religiosos no empiezan en cierto año exacto y terminan justo cuando el siglo se acerca a su fin, esta concepción cándida no permite un estudio de los procesos reales de cada individuo o colectivo. El Ser Humano no está programado para cambiar y transformarse en una cronología calculable y predecible. Esto el autor lo aclara, además de sostener con argumentos este lugar común que aún se escucha, dejando prever en ellos que la periodización que utilizamos fue una de las elegidas entre miles de posibilidades. San Agustín y Daniel propusieron diversas formas de dividir el tiempo, que incluso llegaron a ser aceptadas y aplicadas. Este relato permite leer el tiempo como una escritura cualquiera, es decir, deja examinar y cuestionar algo tan permanente y que se creía neutral, como una herramienta discursiva adaptable a los mejores argumentos. Algo como el tiempo es susceptible a la retórica, a la percepción de un grupo de personas. Lo material puede afectar el tiempo y cómo lo percibimos. La teoría de la relatividad de Einstein unió tiempo y espacio permitiendo pensar que es posible que se toquen y transformen entre sí.

Luego Le Goff intenta argumentar que ambos conceptos, el de Edad Media y Renacimiento, fueron inventados, creados o definidos entre los siglos XV y XVIII, siendo pulidos en el XIX. Los italianos como ejes influyentes y su territorio como epicentro de la cultura y la política renacentista se encargaron de construir un periodo de esplendor que ellos patrocinaron, contrapuesto a un periodo soso, miedoso, supersticioso y retrasado que ellos rescataron del abismo con las Humanidades. Personajes específicos como Petrarca en el siglo XIV se encargaron de adjetivar los tiempos anteriores como oscuros, insulsos y lánguidos en comparación a la Antigüedad. También se señala explícitamente a Michelet y a Buckhardt, quienes son traídos al debate ya que son impulsores a posteriori de una imagen enaltecida de la Italia después del Quattrocento; sus obras sirvieron para la naturalización de las generalizaciones ya arrastradas, que imposibilitaron ver a la Edad Media como poseedora de cultura, arte y conocimiento.

Un argumento que a mi parecer el autor maneja implícitamente o no trabaja a gran profundidad, es que la construcción de un Renacimiento elevado sobre el Medioevo tuvo que ver con el rechazo a la religión vista como un ente dominante y retardante. Pero contradictoriamente el Renacimiento estuvo más dominado e influenciado por la iglesia que una Edad Media que lentamente debatió su camino hasta el dogma en el periodo tardío, es en el Renacimiento donde el dogma cristiano ya está consolidado, gracias al terreno de prueba del Medioevo. El Renacimiento fue un periodo que se vio (y todavía se cree) en contraposición al Oscurantismo, un periodo donde ya no se debatía sobre los misterios de Dios, su trinidad ni la divinidad de Cristo. Fue un periodo que se dedicó a revisitar y a leer a la Antigüedad y a los hombres que sí cuestionaron y definieron la Iglesia desde la medievalidad, como San Agustín. En el Renacimiento se cambió el sujeto de estudio, se miró a quienes se habían encargado de pensar a Dios: se enfocaron en el humano.

El triunfo de los renacentistas es tomar como centro de estudio a los hombres, pero si esos hombres estaban influenciados y sumergidos en pensamientos medievales, no se puede permitir pensar que hubo un desarraigo completo de la idea de Dios. El laicismo se desarrolló en este enfoque que pretendía un distanciamiento de Dios, pero este nunca desapareció de la conversación. Es por esto que es incongruente pensar que el Renacimiento fue radicalmente diferente a la medievalidad, aunque sí presentó diversos cambios de perspectiva, no fueron cambios drásticos que ameritaran un nuevo periodo en la Historia; eso es lo que sostiene Le Goff.

Por otro lado, es importante poder racionalizar el tiempo, periodizarlo permite una comprensión cuantitativa; muchos historiadores también defienden el Renacimiento como un periodo separado y desde otras argumentaciones se puede entender esta perspectiva, pero se separe o no, es ingenuo pensar que los procesos humanos se detuvieron drásticamente desde la transición del siglo XV al XVI. Le Goff logra demostrar que la intervención del humano no solo transforma las formas de entender el espacio, sino que el tiempo tampoco se escapa de esta influencia.

El autor hace referencia a Braudel de quien toma parte de su trabajo para ayudar a argumentar sus tesis. Algo de Fernand que se ve implícito en todo el libro es su teoría de corto, mediano y largo plazo. Una Historia e historias que están en constante comunicación y que ve los procesos y sucesos no como hechos aislados aparte, sino que se pueden rastrear sus génesis y desarrollos a través del tiempo y conectarlos con lo que se intenta relatar. Esta forma de ver el tiempo también conversa de cerca con Lévi Strauss, quien desde el campo de la Antropología propuso ver las mentalidades como estructuras, y lo que cambia son los contenidos, es decir, nuestra forma de pensar es la misma, lo que cambia y se transforma paulatinamente son los pensamientos, esto lo entiendo así; la mente es una suerte de escaparate de libros, y todos los seres humanos tenemos dicha estructura, lo que cambia de persona a persona a través del tiempo y el espacio son los libros allí puestos.

Lo último lo relaciono con la “Larga Edad Media” ya que se propone una Historia a largo plazo donde no se cambia la estructura general, sino que a lo largo del tiempo cambian lentamente los procesos, las mentalidades y los acontecimientos, pero la estructura sigue siendo la misma. Esto genera una Historia que siempre está conectada y que se conecta con todo, ya que su estructura es estática. Hasta el hecho más insignificante guardaría relación con otro de un impacto más notorio. Las mentalidades y el tiempo como estructuras fijas que cambian lentamente en sus detalles. Procesos a larga duración en las que el tiempo es el que permite que el cambio se geste a sí mismo. Desde esta perspectiva ¿es realmente necesario o posible cortar la Historia en Rebanadas? Si se entiende el proceso humano como un conjunto aglomerado de cambios ¿Dónde se dibuja la línea para separar un periodo del otro?

Finalizando el libro Le Goff sostiene su tesis central, El Renacimiento y la Edad Media están unidas o son lo mismo, como se prefiera ver, pero son parte de un mismo proceso que no se interrumpió sino hasta el siglo XVIII con la revolución industrial. Como bases de esta afirmación muestra cómo son tratados ambos (Renacimiento y Edad Media) entre los historiadores contemporáneos, señala un cierto sesgo reminiscente de los siglos anteriores, pero además se encarga de tumbar los mitos, supuestos y lugares comunes de ambos periodos. Muestra a la Edad Media como un periodo de esplendor del arte, de la cultura, de técnicas de pintura como el retrato y de invenciones como la brújula, el timón, la vela cuadrada, el caballete. Se encarga el autor de tratar la escolástica como un saber que no era tan retrógrado como se creía, ya que permitía el estudio de la estética, de la belleza y la sensibilidad natural, esto desmonta a la Edad Media como una época sin saber, sin artes ni desarrollos en el conocimiento. El Renacimiento es visto con matices que lo complementan, se señala que la brujería como un crimen y una práctica condenable de forma violenta se desarrolló desde finales del Medioevo, pero tomó fuerza en los siglos XVI y XVII. Estas y otras aclaraciones permiten limpiar el parabrisas de las construcciones que nos llegaron de El Renacimiento sobre la Edad Media y poder ver con ojos menos sesgados un periodo crucial para la humanidad.


Resenhista

Jacobo Santos Gómez – Estudiante de Historia de la Universidad Nacional de Colombia (Medellín, Colombia). Correo electrónico: jsantos@unal.edu.co


Referências desta Resenha

LE GOFF, Jacques. ¿Realmente es necesario cortar la Historia en rebanadas?. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 2016. Resenha de: GÓMEZ, Jacobo Santos. Quirón, v. 6, n. 12, P. 106-110, ene./jun. 2020. Acessar publicação original [DR/JF]

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