Old Thiess/a Livonian Werewolf. A Classic Case in Comparative Perspective | Carlo Ginzburg, Bruce Lincoln
El 28 de abril de 1691 el Viejo Thiess, diminutivo de Māttiss, habitante de Kaltenbrunn y vecino de Livonia (territorio actual de Estonia y Letonia), decidió hacer una declaración acerca de su capacidad licantrópica, es decir, su habilidad de transformarse en hombre lobo; lo anterior lo hizo ante un jurado en la Corte de Venden, que lo escuchó e interrogó profusamente con gran sorpresa y confusión. El juicio ganó gran notoriedad en su época, pues además el Viejo Thiess, quien gozaba de buena reputación entre sus vecinos, afirmaba haber luchado en contra de los seres del infierno y con el fin de recuperar los granos robados. Un año después de iniciado el juicio (1692), el Viejo Thiess fue condenado a veinte azotes públicos y al destierro; pero, debido a su avanzada edad, según los registros tenía más de ochenta años, fue perdonado de los golpes, aunque la expulsión de su terruño no pudo evitarse pues ésta también tendría que servir de escarmiento para otros pobladores quienes, de avivar dichas supersticiones, se harían acreedores a castigos y vejaciones similares.1
En el penúltimo de sus libros (el último se intitula Aún aprendo. Cuatro experimentos de filología retrospectiva, 2021),2 Carlo Ginzburg vuelve a uno de los temas que han sido transversales a lo largo de su vasta obra historiográfica, es decir, al tema de la persecución durante el Antiguo Régimen o la temprana época moderna, basado nuevamente en el análisis crítico de los juicios inquisitoriales. El tema de la monografía que, junto con Bruce Lincoln, prepara sobre el Viejo Thiess se concentra en un problema del que el historiador italiano ha seguido las huellas y pistas desde hace varias décadas y que se configuró desde la publicación de su artículo “Freud, el hombre de los lobos y los lobizones”, incluido en su libro Mitos, emblemas e indicios, donde elaboró una digresión en torno a este caso paradigmático del psicoanalista vienés. De igual modo, en este artículo ya se revela que desde el inicio de su investigación sobre los benandanti (los que llevan la camisa puesta, es decir, los que han nacido con la membrana que normalmente recubre al feto dentro del útero materno o saco amniótico) serán los elegidos para llevar a cabo batallas nocturnas contra las brujas y por la fertilidad de las tierras. Así, refiere que al principio de su investigación pudo detectar un solo caso paralelo [con los benandanti], en un proceso que a fines del siglo XVII se celebró en Livonia contra un viejo lobizón (designación para aquellos nacidos en los doce días que corren entre la Navidad y Reyes), en franca alusión al caso de Thiess y a su singularidad. Ginzburg reconoce características chamánicas en el caso del Viejo Thiess y los benandanti y en contraposición con la tesis central de Freud acerca de la neurosis de su paciente ruso de 27 años. Es decir, del caso recogido en su estudio “De la historia de una neurosis infantil (1918 [1914])”, mejor conocido como “El hombre de los lobos”,3 para Ginzburg el sueño de éste y, sobre el cual se basa todo el caso, va a ser reminiscencia de una herencia cultural ligada a las leyendas contadas por medio de su nana.
Se trata, entonces, de la prevalencia de ciertos mitos, leyendas e historias que han sobrevivido a partir de la historia oral y que tendrían una larguísima duración en el imaginario colectivo, como es el caso de las creencias de las sociedades eslavas que han perdurado hasta nuestros días. Sin embargo y, como queda de manifiesto a lo largo del estudio, nos es imposible conocer la raíz primordial del nacimiento de estas creencias o prácticas. Sólo hay inferencias relacionadas con ciertos indicios que, en el caso del análisis de Ginzburg, conducen a una reconstrucción cultural y simbólica; sobre la cual se basan dichas tradiciones o testimonios. En repetidas ocasiones a lo largo del texto, se concluye que tales tradiciones o testimonios son invenciones que surgieron de ciertas prácticas cotidianas, por ejemplo, el robo de ganado y grano por parte de los campesinos a los señores. Así, nos encontramos con el verdadero problema, es decir, “cuando hay ligeros indicios: pequeñas pruebas que son sugerentes pero no concluyentes”,4 en este caso relativo a ciertos grupos que guardan rasgos y prácticas de religiosidad precristiana, mismos que poco a poco van convirtiéndose en un peligro diabólico, y quienes finalmente serán estigmatizados y perseguidos por su ideas y conductas. Incluso y, como lo ha registrado Ginzburg, dichos grupos subalternos terminan introyectando una identidad ‘hereje’, es decir, hacen suyo el discurso hegemónico y estigmatizador que la clase dominante les impone.
De este modo, lo imprescindible para Ginzburg consiste en tomar en cuenta —en este tipo de referencias (arquetípicas diría Carl Gustav Jung)— las implicaciones culturales, a saber las transmisiones culturales que conllevan cambios morfológicos y que permiten la difusión extendida de este tipo de historias. Porque “lobizones y benandanti pueden ser consideradas figuras de un vastísimo y semiborrado estrato de creencias de fondo chamánico que bajo la presión de jueces e inquisidores, confluyó con la imagen del sábbat”.5
La obra intitulada Old Thiess, a Livonian Werewolf: A Classic Case in Comparative Perspective está escrita por Ginzburg en conjunto con Bruce Lincoln, actualmente profesor emérito de la Universidad de Chicago, Estados Unidos, y quien es un experto en religión indoeuropea. Ambos historiadores entablan a lo largo del texto una discusión académica, colegial y amistosa acerca de un documento único, como es la audiencia que sostuvo el Viejo Thiess ante jueces y el pastor y que fue dada a conocer por el especialista en historia premoderna de Letonia Hermann von Bruiningk (1849-1927). Ambos enfoques sostienen hipótesis distintas y por ende sus resultados difieren uno de otro y a pesar de ser un tema que existe en diversas latitudes del mundo y que encontramos ya registrado en sagas, mitos, leyendas y cuentos. El caso de Thiess se diferencia, principalmente de las voces y juicios que nos han llegado hasta ahora, en que Thiess se decía ser un “perro de Dios” y no un “sirviente del diablo”, como era lo normal pensar la figura de los hombres lobo durante el siglo XVII
Thiess confesó de manera casual y al encontrarse como testigo en otro juicio que, veinte años atrás, había sido un hombre lobo y que, junto a sus camaradas —otros veinte o treinta hombres lobo—, había combatido en contra de brujas y hechiceros para finalmente adentrarse en las entrañas del infierno, arrebatarle al diablo el ganado y los granos de centeno, avena y cebada que sus sirvientes habían robado para él. De hecho, las buenas cosechas dependían de la batalla librada por los hombres lobo en determinadas épocas del año; por ejemplo, en la víspera de Santa Lucía, uno de los días más cortos del año, durante el día de San Juan y las celebraciones del Pentecostés.
Pero, el juicio en contra del Viejo Thiess ya había sido anteriormente abordado por el alemán y germanista Otto Höfler (1901-1987) en sus estudios acerca de los grupos de culto y el folclor germánico asociados a los mitos de Perséfone. Este estudio que fue traducido del alemán al inglés por el mismo Lincoln, también se incluye dentro de la monografía, con el fin de contribuir a la discusión y a la problematización de un mito que actualmente podría estar catalogado tan sólo como literatura fantástica. El análisis de Höfler debe ser tomado con mucha precaución, pues en su juventud fue un miembro muy entusiasta de la rama vienesa de los nazis e incluso más tarde fue reclutado por el mismo Heinrich Himmler para formar parte de las ss (Schutzstaffel), el círculo de élite del Canciller alemán, los denominados Herrenmenschen y quienes tendrían la responsabilidad de continuar con el Tercer Reich de Hitler. Como es bien sabido, el nacionalsocialismo echó mano de cualquier imagen que pudiera sostener el mito de la raza aria, de sus orígenes y dogmas. De este modo, la creencia de los hombres lobo fue vinculada a los Männerbunde o “asociaciones de culto masculina” que fungieron como instituciones germánicas de gran importancia, pues ejercían un poder religioso, político y moral tan fuerte que se llegó a afirmar que a partir de ellas se formó el Estado alemán.6
Por su parte, Carlo Ginzburg, compara el caso del Viejo Thiess con el caso de los benadanti del Friuli y con ritos chamánicos de diversa índole, tema que ha acompañado su producción historiográfica desde el inicio de su carrera como historiador. Resulta relevante mencionar que dos de los artículos compilados en su libro Mitos, emblemas e indicios son fuente para llevar a cabo su digresión en torno al caso del Viejo Thiess; éstos son: “Mitología germánica y nazismo. Acerca de un viejo libro de Georges Dumézil” y el ya mencionado “Freud, el hombre de los lobos y los lobizones”.
Bruce Lincoln elabora su tesis a partir de retomar el caso del Viejo Thiess para compararlo con los estereotipos de los llamados hombres lobo en la región de Livonia, así como con los benandanti estudiados por Ginzburg para finalmente presentar el caso desde el punto de vista de una resistencia religiosa y de clase. Livonia fue un enclave de los “Hermanos Livonios de la Espada” (Schwertbrüderorden), misioneros alemanes que permanecieron en la región desde el siglo xiii y quienes a lo largo de los siglos lograron controlar el poder y la economía de la región. De tal modo que los campesinos livonios quedaron supeditados no sólo política y económicamente, sino también de manera cultural, pues fueron tildados de ignorantes y supersticiosos, como ha quedado asentado en múltiples referencias de la época. Esta es la hipótesis que sigue Lincoln en su análisis y que, a ojos de Ginzburg, resulta una tesis demasiado sociológica, pues retoma el ámbito local y su contexto, pero no la perspectiva de transmisión cultural y cambios morfológicos que defiende el historiador italiano. Por ello, el microhistoriador concluye que su tesis “busca las similitudes entre casos tan distantes como los referidos en la región del Friuli y en Livonia”7 a partir de la perspectiva microhistórica, es decir, desde la profundización de los estudios de caso y su posible conexión con un macrocontexto. Para tal efecto, Ginzburg desarrolla su tesis basado en la metodología de la anomalía conjuntiva (conjunctive anomalies) la cual refiere, en los estudios literarios, a la repetición de un error que surge en segundas o terceras ediciones y desde donde se puede desprender una conexión plausible entre dos o más supuestas tradiciones de índole folclórica, incluso mediadas a través de diferencias espaciales y temporales.
Ambas visiones, la de Ginzburg y la de Lincoln, entran en un diálogo fructífero que abona a la pertinencia del método comparativo, máxime al tratarse el “hombre lobo” de una figura recurrente dentro de la historia religiosa y cultural de muchas sociedades indoeuropeas. La licantropía se encuentra asociada a la metamorfosis de hombres en lobo, ya sea de manera perenne o momentánea y muchas veces ligada a la ingesta de un brebaje mágico que lleva al éxtasis.8 El Viejo Thiess aporta un gran número de características compartidas por los hombres lobo de Livonia, tales como despojarse de sus ropas antes de llevar a cabo la transformación o incluso el robo de animales pequeños con el fin de alimentarse durante sus incursiones al infierno, en donde de manera muy precavida siempre cargaban con sal para sazonar sus alimentos.
El capítulo siete, último del libro, resulta —para el gran espectro de historiadores, es decir, para aquellos que nada tienen que ver con estudios sobre hombres lobo— el más fascinante. En este capítulo, más allá del análisis comparativo de las obras de los dos historiadores en cuanto al caso singular del Viejo Thiess, éstos se adentran en un diálogo en donde dejan asomar el proceso y desenvolvimiento de sus tesis y resultados con base en sus reflexiones teórico-metodológicas. De esta discusión se desprende el desarrollo del análisis comparativo dentro de la disciplina histórica, haciendo hincapié en las ventajas y desventajas de llevar a cabo tal procedimiento. Ambos autores se saben herederos de una tradición que revela sus filias a diversas escuelas históricas. Por ello, difícilmente podrían no hacer referencia al clásico estudio de March Bloch Los reyes taumaturgos (Les rois thaumaturges, 1924), basado en la etnografía comparada y la psicología religiosa; o hablar acerca de uno de los peligros más latentes del método comparativo, es decir, la asimetría en cuanto a la calidad del material con el que se cuenta a modo de evidencia y que también debe tratarse como una supervivencia cultural, pero, ¡cuántos cientos de voces se habrán perdido para siempre!
Los dos historiadores concuerdan en un principio occidental —cultivado desde la Edad Media, cuando el filósofo Guillermo de Okham (1285- 1347) lanzó la tesis de que “a veces la teoría más simple resulta ser la más probable” (aunque no siempre la verdadera), denominada como “la navaja de Okham”—, pero también afirman que “cortar hipótesis puede resultar contraproducente”.9 Es decir, ambos historiadores, reconocen las diversas lecturas e interpretaciones derivadas de un solo caso a través del cual se reconocen mutuamente, siendo conscientes de sus trayectorias académicas y sus filias teóricas. Por ello, la conclusión deriva en abrir el debate a un público mucho más amplio, presentando las cartas con las que cada uno cuenta, esto es: desde los documentos en los cuales se han basado sus análisis, por ejemplo, el juicio de Thiess; el estudio de Höfler; sus propias digresiones y artículos ligados al caso y el diálogo en torno al método. De tal modo que la moneda está en el aire y el llamado está hecho a los/as historiadores/as de las generaciones presentes y futuras.
Notas
1 Carlo Ginzburg y Bruce Lincoln, Old Thiess, a Livonian Werewolf. A Classic Case in Comparative Perspective (Chicago; London: Chicago University Press, 2020), 32.
2 Carlo Ginzburg, Aún aprendo. Cuatro experimentos de filología retrospectiva (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2021).
3 Sigmund Freud, “De la historia de una neurosis infantil”, en Obras completas. Volumen XVII (1917-1919) (Buenos Aires: Amorrotu, 1975), 1-112.
4 Ginzburg y Lincoln, Old Thiess, 179.
5 Ginzburg, “Freud, el hombre de los lobos y los lobizones”, en Mitos, emblemas e indicios. Morfología e historia (Barcelona: Gedisa, 1989), 203.
6 Ginzburg y Lincoln, Old Thiess, 5.
7 Ginzburg y Lincoln, Old Thiess, 156.
8 Véase el Anexo A (“Commonalities between Thiess’s Testimony and Description of Livonian Werewolves in Learned Literature”), en donde se citan las referencias acerca de esta similitud en los casos de licantropía europea, Ginzburg y Lincoln, Old Thiess, 195-200.
9 Ginzburg y Lincoln, Old Thiess, 192
Resenhista
Lizette Jacinto – Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (México). Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”. E-mail: lizettejacinto@hotmail.com https://orcid.org/0000-0002-2539-5278
Referências desta Resenha
GINZBURG, Carlo; LINCOLN, Bruce. Old Thiess, a Livonian Werewolf. A Classic Case in Comparative Perspective. Chicago; London: Chicago University Press, 2020. Resenha de: JACINTO, Lizette. Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 64, p. 269-274, jul./dic. 2022. Acessar publicação original [DR/JF]