Historia de un vasco. Cartas contra el olvido | Iñaki Arteta
En Historias de un vasco. Cartas contra el olvido, el director, guionista y productor cinematográfico Iñaki Arteta nos ofrece una obra valiente y vivencial en la que aborda de manera crítica la forma en que tanto él como la sociedad vasca se enfrentó a ETA. El libro no se limita cronológicamente al tiempo en que la citada organización terrorista permaneció activa. Por el contrario, nos acerca el escenario presente en el cual se aprecia un rasgo que va contra todo parámetro ético y moral: “en esta tierra que piso, los que eligieron el mal lo practicaron sin ningún tipo de escrúpulo. Ahora, los que celebran las hazañas macabras con champán se confunden con los demás en las calles tranquilas de nuestros pueblos y ciudades. Como un cáncer imposible de extirpar” (p. 239).
Uno de los elementos que ha distinguido la extensa producción intelectual de Arteta ha sido su compromiso militante con las víctimas de ETA. A través de documentales como El infierno vasco o 1980… ha dado visibilidad a quienes fueron asesinados primero y estigmatizados después, por el entramado social, mediático y político del entorno etarra. Sin embargo, en la obra que tenemos entre manos no hace publicidad de su trayectoria profesional sino que pone por escrito aquellos comportamientos que detectó entre determinados sectores e instituciones vascas, como por ejemplo la Iglesia, que se convirtieron en aliados por acción o por omisión de ETA, con el consiguiente menosprecio para las víctimas: “desde que comenzó a existir el terrorismo de ETA, las iglesias han sido cedidas para encierros o huelgas de hambre a favor de los presos de la banda. Varios sacerdotes dieron cobijo a etarras heridos o huidos, o participaron expresamente en la información necesaria para cometer atentados” (p. 61).
Desde el punto de vista formal, la obra se estructura en 18 capítulos, a cada uno de los cuales titula con un nombre concreto que le sirve para identificar situaciones y hechos pretéritos que él presenció en primera persona. La escritura es ágil y la lectura dinámica, siguiendo una exposición cronológica que tiene como punto de partida el nacimiento del autor en 1959. Esto le permite enlazar dos etapas sucesivas en la historia de España y del País Vasco. Por un lado, la que corresponde a la dictadura, en la que nos retrata una Euskadi en la que la conflictividad social fue en aumento y donde el terrorismo de ETA hizo su aparición, contando con adeptos algunos de los cuales interpretaban que aquella constituía un puntal para combatir al franquismo. Por otro lado, la que se centra en la democracia, deteniéndose principalmente en el periodo 1975-1985 en el cual ETA se mostró particularmente activa, ampliando el perfil de sus víctimas, de las cuales nunca formó parte la comunidad nacionalista, aspecto que subraya el autor. En palabras de Arteta, “quedaba claro que asesinar en nombre de ETA era diferente y legítimo, y, por tanto, ni siquiera debía implicar la persecución de sus autores o colaboradores” (p. 228).
Este periodo también puso de manifiesto lo erróneo de determinadas premisas preconcebidas. En efecto, resultó común asumir que la aprobación de la Ley de Amnistía en 1977 o la concesión del Estatuto de Autonomía al País Vasco (Estatuto de Gernika) en 1979 pondrían fin al terrorismo de ETA. Sin embargo, “entre 1977 y febrero de 1981 -es decir, menos de cuatro años-, ETA había matado a doscientos cincuenta y siete personas, y sólo entre 1979 y 1980 asesinó a diecisiete militares, cincuenta guardias civiles y veintitrés policías nacionales” (p. 173).
Estos asesinatos suponían una provocación para el Estado español, pero también consiguieron que mucha gente se inmunizara, una cuestión que pone de relieve el autor en numerosas ocasiones a lo largo de la obra. En íntima relación con este argumento, el miedo se apoderó de la sociedad vasca, condicionando sus comportamientos. En efecto, formó parte del paisaje la tendencia a “mirar para otro lado” cuando se producían atentados, una postura acomodaticia y equidistante basada en expresiones como “yo no entiendo mucho de política”, algunas de ellas trufadas de notables dosis de buenismo, cabe apuntar, destacando entre las mismas “tanto sufrimiento es inútil” (p.234).
Iñaki Arteta comprobó en tiempo real esta atmósfera tan viciada, sobre todo tras iniciarse a mediados de los 80 en el mundo de la fotografía freelance, lo que permitió acudir a escenarios en los cuales ETA había atentado o sus acólitos jaleaban sus asesinatos, mientras exaltaban a los “gudaris” muertos. Todo ello le sirvió al autor para dejar atrás el tiempo en el que comulgó, aunque sin mostrarse excesivamente militante, con los dogmas impuestos por el nacionalismo vasco que, además de contener notables dosis de supremacismo identitario, legitimaban en última instancia la acción liberticida de ETA.
En este sentido, Arteta subraya un aspecto fundamental: los dos nacionalismos, el más radical representado por ETA y aquel otro más “moderado” cuyo paradigma es el Partido Nacionalista Vasco (PNV), muestran un nulo de deseo por revisar el pasado más inmediato y efectuar la debida autocrítica, entre otras razones porque comparten el proyecto político por el cual el terrorismo asesinó durante décadas. De hecho, se ha convertido en una constante la tendencia a blanquear desde instancias institucionales la existencia de la banda terrorista, sin olvidar la repetición subvencionada de ese mantra que alude a que fue la sociedad vasca la que acabó con ETA. Basta con leer esta obra para saber que no fue exactamente así.
Resenhista
Alfredo Crespo Alcázar – Universidad Antonio de Nebrija. Universidad Internacional de Valencia.
Referências desta Resenha
ARTETA, Iñaki. Historia de un vasco. Cartas contra el olvido. Barcelona: Espasa, 2021. Resenha de: ALCÁZAR, Alfredo Crespo. Estudios de Historia de España. Buenos Aires, v. 24, n. 2, p. 182-184, 2022. Acessar publicação original [DR/JF]