Enseñar Historia. Temas y problemas | Gonzalo A. de Amézola

La enseñanza de la Historia es un tema que ocupa hace un tiempo a distintos autores que desde sus investigaciones intentan echar luz al complejo proceso de conformación de la Historia como asignatura escolar, para comprender por qué es tan difícil la renovación tanto de los contenidos curriculares como de las prácticas de enseñanza en las aulas. Esto implica reflexionar en torno a los elementos que se ponen en juego en las decisiones que tomamos cuando armamos una propuesta didáctica, decisiones que implican no solo definir el marco teórico y la metodología que estructuran nuestras clases, sino además ubicar nuestras prácticas dentro del complejo entramado social que no escapa a la escuela como institución con una finalidad específica. Es aquí donde podemos ubicar el libro “Enseñar Historia. Temas y problemas”, producción que recoge años de trabajo de la cátedra de Planificación didáctica y prácticas de la enseñanza en Historia de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata.1 Sus autores nos invitan a reflexionar sobre los problemas de la enseñanza de la historia a partir de la experiencia de una cátedra dedicada a la formación de profesores y al trabajo de investigación colectivo. Para avanzar sobre los temas y problemas de la enseñanza de la Historia vale preguntarse: cómo enseñar historia en la escuela y cómo enseñar a enseñar historia. Las reflexiones que condensa este libro están atravesadas por esas preguntas. De estas se desprenden distintos problemas que serán abordados por les autores en cada capítulo, algunos de ellos son: historia enseñada- historia investigada; las reformas educativas y sus límites; renovación – tradición; la complejidad de los conceptos de tiempo y espacio; los sujetos de la historia; la propuesta didáctica como hipótesis de trabajo; el trabajo en el aula a partir de talleres, planteo de problemas y la evaluación. Otras cuestiones que van a estar presente en los ocho capítulos que forman este libro son: enseñar a pensar históricamente, la relación entre la enseñanza y la investigación, los manuales y sus usos, didáctica específica-saberes específicos y la relación compleja entre los Diseños Curriculares prescriptos y la planificación de las prácticas en la escuela media. Estos temas son abordados desde múltiples perspectivas y con un sólido anclaje teórico y práctico, dándole coherencia interna al libro. Al mismo tiempo son tratados y puestos en diálogo con las experiencias recogidas de profesores en oficio encuestados,2 las narrativas de estudiantes secundarios3 y las experiencias de los practicantes4 en el armado de sus propuestas didácticas, dialogo que nutre el abordaje de la complejidad de la práctica docente, dándole al texto un rico andamiaje empírico. En el primer capítulo, el profesor-investigador Gonzalo de Amézola realiza un recorrido por la historia escolar y la enseñanza de la historia en Argentina, evidenciando cómo en nuestro país la Historia como asignatura escolar se constituye a la par de la construcción del relato histórico nacional y de la Historia como ciencia, dando como resultado una larga existencia a la historia patriótica en la escuela. En el segundo capítulo, el autor pone el foco sobre las transformaciones educativas impulsadas por la Ley Federal de Educación de 1993 y la Ley de Educación Nacional del 2006, unos de los límites de estas reformas, según el autor, es que se tratan de reformas “desde arriba” que no contemplan las opiniones de los especialistas ni de los docentes en oficio, como tampoco parten de un diagnóstico certero del estado de la educación. Además, nos dice el autor, que en periodos cortos los profesores tuvieron que afrontar nuevas leyes educativas y nuevos diseños curriculares, sin que se les brindara las herramientas o la formación necesaria para llevar adelante los nuevos objetivos de sus materias. En el tercer capítulo Gonzalo de Amézola se pregunta qué cambió realmente en las aulas con las reformas, y sobre esto nos dice que el resultado de este largo periodo de reformas “…es una mezcla de algunas innovaciones con otras tantas permanencias [y] que la fuerza de la tradición tiene a ser más resistente y efectiva en las prácticas pedagógicas que en los contenidos…” (p. 65). En el cuarto capítulo, las profesoras-investigadoras Virginia Cuesta y Milagros Rocha abordan la complejidad de dos conceptos: tiempo y espacio. Ponen en diálogo la didáctica de la historia y la didáctica de la geografía. Y nos proponen pensar nuevas periodizaciones y nuevas formas de entender el espacio desde la de-colonización y la lectura de autores no europeos. Las autoras avanzan sobre cómo abordar el espacio y la temporalidad para no reproducir aquello que no queremos. Sus aportes nos dan una pista de cómo romper con la historia lineal –cronológica, que como se sabe es una concepción muy arraigada en la enseñanza de la historia. Las discusiones sobre cómo replantear las categorías de tiempo y espacio tienen que llegar a los espacios de formación docente, de otra forma se diluyen en los diseños y no se logra una renovación de su tratamiento en las aulas. En el quinto capítulo, las profesoras-investigadoras María C. Garriga y Viviana Pappier, indagan sobre los sujetos en la historia y toman de narrativas de estudiantes secundarios elementos que nos permiten problematizar la construcción de la identidad nacional en la escuela, y estudiar la forma en que los jóvenes se apropian del conocimiento histórico que circula en las aulas y fuera de ellas, como también conocer qué sujetos reconocen en sus narrativas.

Este análisis nos hace preguntarnos cuáles son los sujetos históricos presentes en nuestras clases, cuáles visibilizamos y cuáles no. En el sexto capítulo, la profesora-investigadora Cecilia Linare reflexiona sobre la propuesta didáctica como hipótesis de trabajo que nos permite preguntarnos: “¿Qué historia(s) enseñar y a quiénes? ¿Para qué y cómo hacerlo? ¿Qué se evalúa, con qué sentido y cómo se hace? (p. 97). La autora sostiene que las decisiones que tomamos cuando programamos las clases representan el marco teórico y metodológico de nuestras clases y nos permite volver a ellas para revisar nuestras prácticas y evitar la improvisación. Los aportes de la autora nos permiten repensar la forma en que armamos nuestras clases para dejar de ver este proceso como una cuestión meramente burocrática y por lo contrario entender que el tiempo y el estudio que le dedicamos a nuestras propuestas didácticas potencian nuestras prácticas y nos acerca a nuestros objetivos de enseñanza. Los manuales de historia a pesar de ser un material fuertemente criticado son un material presente en las clases, y si bien cuando comenzamos a enseñar tenemos la fuerte convicción de que es un material que es mejor no usar y apostamos a usar producciones propias. La alta carga horaria que caracteriza nuestra profesión no nos deja mucho tiempo para producir material y recurrimos a los manuales. La temática del séptimo capítulo, toma el taller como metodología para presentar los problemas en la enseñanza de la historia y relata una experiencia en la que se problematiza el uso de los manuales a partir de un juego de roles. Esta experiencia, entre otras cosas, modifica la mirada negativa que tienen los practicantes sobre los manuales y nos permite pensar nuevos posibles usos. En el último capítulo, se problematiza la evaluación, poniendo en diálogo las concepciones que los practicantes tienen sobre la misma con la propuesta de la cátedra. Durante la cursada de las prácticas se realiza un espacio de comunicación en donde se acuerdan y reflexionan los criterios de evaluación con los alumnos y se hace hincapié en que el armado de la clase implica observación e investigación de las prácticas en el aula. Y se propone pensar la evaluación como una herramienta que posibilita obtener información para orientar las decisiones que tomamos cuando planificamos nuestras clases. La pregunta que atraviesa la reflexión de este libro es: cómo enseñar a enseñar historia, y se trata, como dicen las autoras, “… de una pregunta que, desde un enfoque etnográfico, intenta entretejer la singularidad de nuestra experiencia cotidiana con la de los estudiantes universitarios, los docentes y los alumnos de las escuelas secundarias” (p. 128), esa búsqueda se manifiesta en un diálogo entre múltiples voces en torno a la práctica de enseñar historia, logrando que este libro sea un gran aporte teórico y práctico para pensar nuestras prácticas en el aula y repensar los usos que le damos y el lugar que ocupan en nuestro trabajo diario los registros, las memorias, la planificación, la investigación, los manuales, las salidas escolares, los talleres, etc.

Estas últimas son herramientas que conocemos cuando cursamos las prácticas como estudiantes en la Facultad y que luego en nuestras prácticas no ocupan todo el espacio que quisiéramos.

El trabajo de este equipo docente nos recuerda y nos muestra a partir de sus propias prácticas, como estas herramientas potencian los procesos de aprendizaje y es ese el gran aporte que hace este libro. Muchas veces no logramos que nuestras clases sean el reflejo de lo que pensamos y queremos enseñar. Sentimos y creemos que la enseñanza de la historia puede hacer una diferencia, pero nos genera frustración no lograr materializar en nuestras clases nuestros propósitos. A todo eso se le suma la soledad de nuestra profesión y la falta de formación para lograr esos objetivos, es decir enseñar a pensar históricamente. Este libro nos propone desandar el camino recorrido y repensar nuestras prácticas, pero no en soledad sino por el contrario retomando las experiencias de otros que se encontraron con las mismas peguntas y dificultades. Este libro nos recuerda que enseñar Historia es sin duda una tarea colectiva.


Notas

1 Libro de cátedra en formato digital disponible en SEDICI. Repositorio institucional de la Universidad Nacional de La Plata: http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/111427

2 Las encuestas fueron tomadas de la investigación “Los jóvenes frente a la Historia”, dirigida por Gonzalo de Amézola y Luis F. Cerri.

3 Las narrativas fueron tomadas del proyecto “Narrativas históricas y conciencia histórica en jóvenes de quinto año de escuelas secundaria de la ciudad de La Plata.”, dirigido por Gonzalo de Amézola.

4 Los practicantes a los que se hace referencia hicieron sus prácticas en la cátedra de Planeamiento didáctico y prácticas de la enseñanza en Historia de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la ciudad de La Plata.


Resenhistas

Ana Ruth González – Universidad Nacional de La Plata, Argentina. E-mail: gonzalez.anaruth@gmail.com https://orcid.org/0000-0003-2364-977X

Andrés Dragowski – Universidad Nacional de La Plata, Argentina. E-mail: andresdragowski@gmail.com  https://orcid.org/0000-0003-1180-6870


Referências desta Resenha

AMÉZOLA, Gonzalo A. de (Coord.). Enseñar Historia. Temas y problemas. La Plata: Universidad Nacional de La Plata, 2020. Resenha de: GONZÁLEZ, Ana Ruth; DRAGOWSKI, Andrés. Clío & Asociados. La historia enseñada. La Plata, n. 32, ene./jun. 2021. Acessar publicação original [DR/JF]

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