Profundidad en la investigación, rigurosidad en el análisis y originalidad de perspectiva definen a Antes de la Ikurriña. Banderas, símbolos e identidad vasca en América (1880-1935). Autor prolífico centrado en el examen de los movimientos de población entre el País Vasco y el Nuevo Mundo durante el período de inmigración masiva, Óscar Álvarez Gila presenta en esta ocasión un trabajo que efectúa aportaciones centrales a los estudios socioculturales sobre las estrategias de construcción y reproducción de la identidad nacional desde la distancia. El libro encuentra en su concepción formal el primer acierto. La prosa científica es ágil pero cuidada; la extensión es la oportuna para desplegar de manera fructífera la información, el aparato crítico y las fuentes gráficas con la profundidad requerida, y la organización interna enlaza la presentación y el prólogo con los capítulos, el epílogo y los anexos documentales con coherencia, lucidez y con vocación docente: llama a continuar su lectura hasta el final. En el prólogo, Álvarez Gila reconoce que su estancia como profesor visitante en la Universidad de Reno (EE.UU.) le abrió un espacio de concentración que ayudó a la etapa de búsqueda en archivos y análisis de los hallazgos parciales, y este hecho se nota en los resultados del libro, que descubre una investigación rigurosa y detallada.
El segundo acierto de la obra es su perspectiva: Antes de la Ikurriña se centra en el examen de la identidad nacional vasca en el exterior a partir de los casos de Argentina –con un acento central en Buenos Aires-, Cuba, Estados Unidos de América, Filipinas y Uruguay y, en menor medida, México y Chile. El análisis emprende el estudio de la identidad nacional desde lo simbólico, con especial énfasis en la Ikurriña, o bandera vasca. La preocupación por lo simbólico en los estudios culturales es una perspectiva que ha despertado un interés creciente en los últimos años y que había sido poco explorada para el caso de Euskadi en general y para los vasco-americanos en particular. Parte de un breve pero profundo análisis del concepto de identidad y de su complejidad, que para el autor combina rasgos específicos individuales y elementos de adscripción colectivos, y conforma una categoría compuesta y dialéctica. El estudio de este punto es central porque sostiene científicamente el texto, al integrarlo en un sustrato teórico específico. Así, la investigación se enlaza con los estudios culturales y con la problemática de construcción del concepto de nación como un elemento clave en la conformación sociopolítica de la época contemporánea.
En este contexto teórico, el autor presenta la manera en que fueron creados y se fueron sucediendo los símbolos centrales de la identidad vasca en América –y cómo se vincularon con los que se creaban en Euskadi- desde las últimas décadas del siglo XIX hasta 1935. “Los vascos de América, por lo tanto, se pusieron, ya en la década de 1880, a buscar su bandera. Y la encontraron”: así define Antes de la Ikurriña, en la página 100, lo que Álvarez Gila denomina “fascinación simbólica” de la colectividad en el Nuevo Mundo. Esta afirmación, que por sí sola define el objetivo del libro, descansa en un profundo análisis del entramado sociocultural de la colectividad vasca en América, de su variada composición étnica vinculada a Francia y a España, y de sus características asociativas y simbólicas. El texto explica, ubica geográficamente y sitúa históricamente el universo simbólico vasco-americano, como por ejemplo la bandera Euskal-Erria de 1881, el modelo de ésta modificado por Carlota Aldazabal en Buenos Aires en 1882, el árbol de Guernika, el escudo de Euskal-Erria, la “bandera maiteia” de Montevideo o la “bandera euskaldun” diseñada por Florencio Basaldúa, que presentan la riqueza de su acervo pero, además, evidencian la pujanza y la complejidad del colectivo y su vinculación permanente con el quehacer cultural y político peninsular, que la investigación confirma como una pieza central en la plasmación y aceptación de los elementos representativos de la identidad nacional, tanto en América cuanto en el mismo País Vasco.
Ya en lo que hace al núcleo de su contenido, el libro expone otro punto medular que le otorga coherencia interna: su capacidad para efectuar una aportación distintiva a la historiografía sobre migraciones y sobre identidades nacionales contemporáneas. En primer lugar, porque resalta, a partir de casos específicos, la importancia de la acción individual -pero también colectiva- de la élite intelectual y de las tareas de difusión masiva de los discursos identitarios modernos y, en este caso, del entramado simbólico que los representaron. En segundo término, porque pone de relevancia las repercusiones de la activa vida asociativa de las colectividades vasco-americanas que, aún desde la distancia, desempeñaron un rol fundamental en el proceso de construcción, reproducción y reafirmación de su bagaje simbólico identitario y, específicamente, en la adopción de la Ikurriña como su enseña definitiva. Estas dos características permiten que el texto supere lo que podría haber sido un análisis acotado y fragmentario, centrado en la mera enumeración y descripción de los artefactos simbólicos del universo identitario vascoamericano para convertirse en un ejercicio científico con proyección teóricometodológica específica, al combinar la historia cultural sobre identidades con la historia de la emigración vasca y con el estudio de su simbología nacional. La investigación se desarrolla de manera compacta, sin fisuras, y combina la contextualización general a escala local, regional e internacional con el estudio de cada caso de manera individual y comparada. Esta complejidad, lejos de presentar un panorama confuso, contribuye a plasmar directamente ante los ojos del lector un trabajo lucido: cada segmento de la investigación sostiene al siguiente y todos se integran en la reconstrucción de lo que se revela como una cosmovisión identitaria unívoca y múltiple a la vez.
En Antes de la Ikurriña, sin embargo, se evidencian dos ritmos de discurso que están intrínsecamente vinculados al contenido del análisis. Hasta el capítulo cinco, la exploración es flemática y minuciosa. Esta moderación discursiva permite ponderar el devenir identitario de la colectividad a partir del análisis cultural y, desde allí, comprender la conformación del universo simbólico vasco-americano para entender la aparición y aceptación generalizada de la bandera o Ikurriña. La simbología vasca detallada en su forma y su significado, la construcción del imaginario de los inmigrantes en América, la reconstrucción cultural de los modelos simbólicos transoceánicos y su integración con el proceso de afianzamiento del nacionalismo vasco de finales del 1800, explicados con esta contención, permiten a Álvarez Gila presentar y describir detalladamente el transnacionalismo y la transnacionalidad vasco-americana y conectarlos con la vida sociocultural y política en Euskadi en el sensible momento de cristalización de su discurso identitario definitivo. Si bien el análisis parece descansar sobre todo en el caso argentino –la fundación de la Plaza Eúskara y el izamiento del primer diseño de la Ikurriña en noviembre de 1882 en Buenos Aires es en sí mismo un ejemplo de tratamiento científico de fuentes-, la profundidad de las observaciones descriptivas y comparativas de las experiencias uruguaya, filipina y norteamericana completan y sostienen las afirmaciones y las legitiman como hechos y procesos verificables en distintas geografías y experiencias de los inmigrantes vascos durante el último siglo y medio.
Los dos últimos capítulos, por otra parte, están construidos a partir de un ritmo de discurso vertiginoso que representa la plasmación de la coyuntura cultural e ideológica vasca en América durante las primeras décadas del siglo XX, justo antes del comienzo de la Guerra Civil Española: la vitalidad de la expansión del proceso de construcción simbólico de la identidad vasca y el papel que la colectividad vasco-americana desempeñó en la cristalización de esa cosmovisión. Discurso y análisis se integran para exponer y explicar la profusión y variedad simbólica que caracterizó al devenir ideológico vasco-americano durante esa época: los debates internos, las alternancias, las corrientes de pensamiento que conformaron el recambio generacional de las élites dirigentes y el avance paulatino pero firme de la influencia del pensamiento, el lenguaje y las representaciones de Sabino Arana en el seno de la diáspora vasca. Esta exuberancia aparece como el precedente necesario del proceso de cristalización identitaria que conllevó a la aceptación generalizada de la Ikurriña y a su adopción no ya como una insignia partidista sino como la enseña de una identidad nacional específica.
En este análisis, las fuentes son fundamentales. Por un lado, la documentación escrita: fuentes primarias, literarias y hemerográficas sostienen la investigación y comprueban -con material de repositorios institucionales y privados variados- hechos, afirmaciones y opiniones sobre el devenir asociativo de la colectividad vasca-americana. Pero, sobre todo, el libro descansa en las imágenes, que conforman el núcleo fundamental de la investigación. Fruto de una búsqueda escrupulosa y prolongada, Álvarez Gila presenta y explica de manera exhaustiva el aparato simbólico que conformó la cosmovisión de Euskadi en el exterior. No solamente en el ámbito institucional, sino también en la prensa étnica y en la publicidad, los símbolos son rastreados e identificados en cabeceras periodísticas, monedas, botellas de sidra, camisetas de equipos de pelota vasca, etc. El tratamiento de este corpus documental visual, sin embargo, no se agota en sí mismo, sino que nutre el análisis de las colectividades vascas en América en lo que hace a su cosmovisión en el contexto del devenir del nacionalismo vasco. En este aspecto, sin duda, el libro encuentra su acierto más relevante.
Antes de la Ikurriña. Banderas, símbolos e identidad vasca en América (1880-1935) es un libro ineludible. Es un texto original, lúcido, concebido y sostenido a partir de un corpus documental amplio, que resalta la necesidad de profundizar en la historia de los flujos de población entre España y América a partir de nuevos enfoques. A través de un trabajo consistente, Óscar Álvarez Gila se aleja del anquilosamiento científico. Su investigación contribuye a profundizar los estudios socioculturales sobre la diáspora contemporánea vasca en América en un trabajo central para las Academias a ambos lados del Atlántico, pues su perspectiva contribuye a considerar a la comunidad emigrada en su devenir vital en relación con Euskadi y con la experiencia migratoria y, desde esa perspectiva, explicar el proceso que culminó con la adopción de la Ikurriña como símbolo de la identidad nacional vasca.
Resenhista
Marcela Lucci – ISEM-Consiglio Nazionale delle Richerche PVEA-Universidad del País Vasco.
Referências desta Resenha
GILA, Óscar Álvarez. Antes de la Ikurriña. Banderas, símbolos e identidad vasca en América (1880-1935). Madrid: Sílex. Resenha de: LUCCI, Marcela. Estudios de Historia de España. Buenos Aires, v. 22, n. 2, p. 200-204, 2020. Acessar publicação original [DR/JF]
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