A pesar de que concluyendo el siglo XX, los apologistas del “fin de la historia” se apresuraron a decretar el ocaso del pensamiento de Karl Marx, en las últimas décadas asistimos a una notable reemergencia de su legado. En el marco de la actual crisis mundial y el recrudecimiento de las contradicciones de la sociedad capitalista, proliferan tanto en ámbitos políticos como académicos, las lecturas que recuperan los aportes de la crítica marxiana para el análisis de los fenómenos sociales en curso. Trabajo, valor y capital. De la crítica marxiana de la economía política al capitalismo contemporáneo, de Guido Starosta y Gastón Caligaris, integrantes del Centro para la Investigación como Crítica Práctica, se sitúa dentro de esta revitalización del pensamiento de Marx demostrando su relevancia para el reconocimiento de las determinaciones más generales del modo de producción capitalista.
Frente a la tendencia constante, tanto fuera como dentro del marxismo, a ver en la realidad fenómenos cualitativamente “nuevos” que invalidarían parcial o totalmente los aportes expuestos en El capital, las diversas elaboraciones reunidas en esta obra vuelven a colocar en el centro a la “ley del valor” de Marx como la base más sólida para la comprensión de la naturaleza y la dinámica del capitalismo mundial en sus distintas facetas. De esta manera, a lo largo de diez capítulos, al tiempo que reconstruyen los debates existentes en el marxismo clásico y contemporáneo, brindan una sistematización exhaustiva del aporte marxiano a la crítica de la economía política, presentando su propio punto de vista tributario del enfoque desarrollado por Juan Iñigo Carrera. En esa dirección, el recorrido propuesto por los autores se organiza en tres partes. En primer lugar, se abocan a la discusión acerca del método para el conocimiento científico de la realidad. Luego, recorren algunos debates en torno a las determinaciones generales de la sociedad capitalista. Por último, a partir del análisis de distintos fenómenos actuales, demuestran la relevancia y vigencia de la ley del valor para la explicación de las manifestaciones concretas de la realidad social contemporánea. La primera parte, dedicada a cuestiones relacionadas a la especificidad del método dialéctico, se compone de dos capítulos. En el capítulo 1, se examina la conexión entre el método dialéctico utilizado por Hegel en la Ciencia de la lógica y el utilizado por Marx en El capital. Se considera que más allá de las diferencias existentes entre estos clásicos del pensamiento alemán, un punto que innegablemente une a ambos es “haber reconocido y enfatizado la necesidad de dar cuenta de la unidad inmanente entre el contenido y la forma de las determinaciones que constituyen los fenómenos concretos, cualquiera sea el objeto de investigación del que se trate” (p. 12). En el capítulo 2, en contraposición a algunos análisis del marxismo contemporáneo que proponen remover todo curso histórico de la exposición presentada en El capital, se postula que si bien esta última es primordialmente sistemática, en algunos puntos precisos, el factor histórico tiene un rol que desempeñar que va más allá de lo ilustrativo. La explicación del origen del dinero en el proceso de intercambio mercantil es una de las partes en que esto queda en evidencia. La segunda parte, reúne cuatro capítulos que examinan una serie de determinaciones generales del proceso de acumulación de capital, cuya exposición por parte de Marx aún genera grandes controversias al interior del marxismo y que son claves a la hora de establecer los límites y potencias de la acción de la clase obrera en la sociedad capitalista. Así, a partir de la reconstrucción de los debates suscitados por temas como el trabajo complejo y la producción potenciada de valor, la determinación del “elemento histórico moral” del valor de la fuerza de trabajo, la definición de Estado y su relación con la lucha de clases y, por último, las determinaciones de la subjetividad revolucionaria; los autores presentan posiciones propias poniendo de relieve la vitalidad de El capital y otras obras de Karl Marx para la comprensión científica de estos aspectos . La clave para estos autores consiste en no pensar la determinación de ninguna de estas dimensiones, inclusive la de la subjetividad revolucionaria, por fuera del alcance del despliegue dialéctico de las formas sociales capitalistas. En esta línea, uno de los principales aportes de la crítica marxiana a la economía política recuperados por este enfoque es que el capital no es una cosa, una unidad productiva, ni un grupo social de características e intereses comunes compartidos: “[e]n su determinación más simple y general como valor que se valoriza, el capital es en realidad la relación social materializada a través de la cual los poseedores de mercancías –diferenciados en clases sociales- se vinculan para reproducir su vida. En su forma desarrollada como capital social global, esta relación social cosificada se constituye en el sujeto (enajenado) de la unidad del proceso de reproducción de la sociedad” (p. 251). En base a esto, uno de los aspectos más originales y a la vez controvertidos de su planteo es el de que en la exposición marxiana de las formas de la “subsunción real” del trabajo en el capital –en particular, del sistema de maquinarias de la gran industria– encontramos la presentación dialéctica de las determinaciones de la subjetividad revolucionaria: “[m]ientras que el sistema de maquinaria conlleva la descalificación progresiva de los trabajadores que realizan lo que queda de trabajo directo – al punto de vaciar su trabajo de todo contenido distinto de la repetición mecánica de tareas en extremo simples– también conlleva la expansión tendencial de la subjetividad productiva de los miembros del órgano intelectual del obrero colectivo” (p. 196-197). En esta línea, recuperan de manera complementaria a lo anterior, la exposición de Marx del sistema de maquinaria en los Grundrisse, “es en el despliegue histórico contradictorio de esta transformación material específica de la subjetividad productiva humana que reside la clave del límite absoluto del capital” (p. 198). De esta manera, el capital no sólo engendra la tendencia a la producción de trabajadores portadores de una subjetividad productiva universal. A medida que se expande dicha subjetividad y se torna capaz de organizar de forma científica el proceso de producción, esta “tendencia inexorable del capital a desarrollar «todos los poderes de la ciencia y de la naturaleza, así como de la cooperación y del intercambio sociales»” (p.200) engendra a la clase obrera como la clase cuya acción política porta la potencia y necesidad de la superación de la sociedad capitalista. Por último, los cuatro capítulos contenidos en la tercera parte recorren críticamente temas tan relevantes para la comprensión del capitalismo contemporáneo como los debates en torno a la nueva división internacional del trabajo, las cadenas globales de valor, las peculiaridades de las mercancías cognitivas y el rol de la renta diferencial de la tierra en espacios de acumulación de capital como el argentino. Así, y frente a la tendencia constante a poner en cuestión las leyes expuestas en El capital por la forma inmediata asumida por los fenómenos actuales (como lo hacen por ejemplo las teorías del capital monopolista, del imperialismo, de la dependencia, la corriente “posoperaísta”, entre otras), los autores consideran que estas manifestaciones no son más que la concreción actual de las determinaciones más generales del modo de producción capitalista en su despliegue concreto. En su naturaleza autoexpansiva, esta relación social fetichizada es global en contenido y nacional en su forma. Desde esta perspectiva, presentar a fenómenos o procesos como cualitativamente nuevos o a determinadas realidades como excepcionalidades de algunas geografías implica “invertir el curso de la determinación convirtiendo a dichas manifestaciones en causas del fenómeno a explicar” (p. 250). En este sentido, la labor del científico social más que apresurarse a dotar del carácter de hallazgo cada nuevo fenómeno existente, reside en esclarecer la relación entre estas manifestaciones concretas y la dinámica general del sistema en su conjunto determinada por el proceso de autoexpansión del capital. Teniendo en cuenta lo visto hasta aquí, consideramos que las contribuciones reunidas en esta obra no solo clarifican distintos elementos del aporte marxiano a la explicación científica de la realidad, sino que logran hacerlo sistematizando de manera clara y exhaustiva el complejísimo entramado de posiciones al interior del marxismo respecto a temas de suma relevancia. No obstante, lo más interesante de este libro no es su veta filológica o exegética, aunque ambas dimensiones las transita con excelencia, sino su consistencia con los fundamentos de la crítica de la economía política que demuestran la vitalidad del aporte de Marx y de la “ley del valor” para el análisis de lo que nos rodea. En los últimos siglos, los humanos hemos asistido a un desarrollo de conocimiento y tecnología incomparable con otros tiempos históricos sin poder con ello terminar con la pobreza, la miseria y la degradación que flagelan a la mayoría de los miembros de nuestra especie. Asimismo, mientras alcanzamos una capacidad inédita para la producción de bienes en variedad, cantidad y calidad, el catastrófico impacto ecológico sobre nuestro planeta se torna cada vez más evidente. Sin embargo, como evidenció Marx en el fetichismo de la mercancía, una de las características principales, sino la esencial de la sociedad capitalista, es la destrucción de la posibilidad de explicar las causas profundas de lo que nos sucede o comprender los mecanismos sociales que gobiernan nuestros destinos a espaldas nuestras. Esto último da cuenta de lo que probablemente sea el propósito y el aporte más significativo de este libro: demostrar que la discusión sobre las determinaciones generales del proceso de vida social y su vínculo con los fenómenos más concretos no surge de un abstracto interés científico o académico, sino que lo que está en juego es, nada más ni nada menos, que “la transformación consciente de la realidad social, la acción en nuestra condición como sujetos sociales en el capitalismo; en suma, la acción política.”(p. 14). En este camino, tomada la definición de no detenerse en la apariencia de los fenómenos y abandonadas las ilusiones de la irracionalidad voluntarista, este libro constituye una herramienta para la tarea tan incómoda como imprescindible de avanzar en el conocimiento de las determinaciones y potencias de nuestra acción. En definitiva, como sostienen los autores, “[e]n un modo de producción que se funda en la inconciencia respecto del modo en que nuestro ser social existe y se reproduce, el desarrollo de este conocimiento constituye, por su contenido mismo, una acción de carácter revolucionario” (p. 15).
Resenhista
Ana Beatriz Villar
Referências desta Resenha
STAROSTA, Guido; CALIGARIS, Gastón. Trabajo, valor y capital. De la crítica marxiana de la economía política al capitalismo contemporáneo. Bernal: Universidad de Quilmes, 2017. Resenha de: VILLAR, Ana Beatriz. Revista Izquierdas, 50, 2021. Acessar publicação original [DR/JF]
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