Territorios Improbables. Historias y Ambientes | Germán Palacio Castañeda
Además de contribuir a la historiografía colombiana con un profundo análisis del período republicano 1850-1930, el libro de Germán Palacio también constituye una invitación a incorporar elementos ambientales dentro de las investigaciones históricas. Pero ¿qué sentido tiene incorporar elementos ambientales a ese tipo de investigaciones? ¿Por qué es importante contar historias desde una perspectiva ambiental? ¿Qué se logra con ese tipo de iniciativas intelectuales?
Según Palacio, el pasado que narra Territorios Improbables ya ha sido narrado antes desde perspectivas como la de la historia política, la de la historia económica, la de la historia social y la de la historia cultural. Sin embargo, su aproximación a ese mismo pasado desde la historia ambiental arroja nuevas luces sobre un contexto que no puede ser comprendido a cabalidad, si no se tienen en cuenta transformaciones ambientales y territoriales de gran amplitud. De ahí surge el sentido de la investigación contenida en la obra que será reseñada a continuación, así como también la importancia de la perspectiva analítica que la dirigió.
La tesis central del libro sostiene que las transformaciones materiales más significativas del paisaje colombiano, en el período 1850-1930, tuvieron lugar principalmente en la región andina y -en menor grado- en la región caribe. En otras regiones del país, como en el caso de la Amazonía, por ejemplo, las transformaciones fueron mucho más simbólicas que materiales.
En este punto inicial, es necesario mostrar la definición de dos conceptos que resultan relevantes para una comprensión adecuada del texto reseñado: los términos paisaje y territorio. Con ambas palabras Palacio se refiere a geografías físicas que “incluyen tejido humano”; aunque, a su modo de ver, “el territorio es un paisaje politizado” (p. 20). Esta clarificación conceptual es fundamental porque toda la obra está cimentada -como ya se dijo- sobre un análisis histórico-ambiental, que sería casi imposible de trazar sin un amplio conocimiento de factores geográficos que se relacionan con la vida humana.
Así pues, el libro se estructura en dos partes que concentran, en total, nueve capítulos. El primero de ellos destaca las diferencias del proceso de colonización y ordenamiento de los territorios que hoy corresponden a Perú y Colombia. Para eso, el autor se sirve de fuentes como la obra de Pedro Cieza de León, cronista oficial de la Corona española. A su juicio, esa obra es socioambiental en el sentido que retrata las interacciones entre fuerzas humanas (e.g. europeos, americanos, africanos) y extrahumanas (e.g. enfermedades, hambrunas, geografías) que confluyeron en los procesos coloniales de Perú y Colombia.
Reconstruidos estos antecedentes coloniales, el segundo capítulo se preocupa por los aspectos más relevantes de los intentos de apropiación-civilización del paisaje colombiano, que desembocaron en amplias transformaciones materiales. Un estudio detenido de los discursos de la élite colombiana, dividida en dos vertientes políticas tradicionales (la liberal y la conservadora), será el camino privilegiado por Palacio para discutir aquellos esfuerzos “civilizatorios” que aterrizaron sobre el paisaje del país desde la segunda mitad del siglo XIX. Para ello, parte de una perspectiva de ecología política que le permite mostrar cómo las ideologías políticas dominantes influyen en las transformaciones ambientales.
Luego, en el tercer capítulo, el autor aborda el sistema jurídico colombiano del período delimitado, con la finalidad de describir y evaluar la legislación en torno a la propiedad privada, y la legislación de baldíos. El objetivo principal de este acápite es sacar a la luz la manera como el Derecho incidió en el paisaje colombiano, a través de un Código Civil de Estado que promovió el predominio de la propiedad privada, en una época en que el Estado-nación colombiano se hallaba todavía en una condición de precaria construcción.
El cuarto capítulo, por su parte, se centra en una revisión de las percepciones de viajeros y viajeras sobre el territorio colombiano. En este segmento, Palacio inserta algunas voces como las de Victoriano de Rosa Carnegie-Williams, Edith Browne, Mary McCarthy, Santiago Pérez Triana y Rafael Reyes. Dichas voces, además de dar cuenta de ciertas percepciones subjetivas en torno al territorio colombiano que fueron traducidas a discursos particulares, “muestran cómo lo masculino y lo femenino se trasluce en las reflexiones sobre la naturaleza” (p. 125). Por eso son tan importantes para el autor.
Hasta aquí, estos cuatro capítulos que componen la primera parte del libro muestran una historia ambiental del contexto colombiano en cuatro dimensiones fundamentales: la de las narrativas coloniales y republicanas, la de las disputas entre conservadores y liberales, la del sistema jurídico colombiano, y la de las perspectivas de viajeros y viajeras que recorrieron el país en una época en que éste apenas se estaba gestando.
Posteriormente, en la segunda parte del libro, Palacio se preocupa por mostrar cómo surgieron, cómo se construyeron la capital, las regiones y las fronteras que configuran el territorio colombiano. Este segmento de la obra básicamente muestra la relación entre centro y periferia que tuvo lugar en la Colombia del período 1850-1930.
Así las cosas, el capítulo cinco reconstruye los aspectos territoriales y ambientales de la construcción de la capital colombiana: Santafé (hoy Bogotá). Situada en el centro geométrico del país, la ciudad se encuentra alejada de las rutas fluviales más importantes del territorio nacional. Esta condición hizo que las características coloniales de la ciudad permanecieran intactas por un buen tiempo. A juicio del autor, tres aspectos revelan más continuidad que cambio en el tránsito de Bogotá de ciudad colonial a ciudad republicana: 1) su estructura espacial colonial se mantuvo, 2) sus edificaciones coloniales se conservaron a pesar de que sus dueños cambiaron, y 3) su representación cartográfica continuó ubicando el oriente de la ciudad en la parte superior de los planos, como cuando el asentamiento recién se erigía en las laderas de los cerros orientales.
A continuación, el capítulo seis es una apuesta comparativa que busca resaltar las diferencias entre dos regiones: Cundinamarca y Valle del Cauca. En este acápite, Palacio presenta un caso en el que las transformaciones ambientales fueron materiales y no solo simbólicas, y otro caso en el que las transformaciones materiales fueron mínimas durante un buen tiempo. Para él, si bien los cundinamarqueses y los vallecaucanos surgieron en planicies con paisajes en gran medida domesticados, los primeros debieron bajar desde los Andes hacia el río Magdalena para organizar empresas basadas en productos tropicales (e.g. añil, tabaco, caña, café), y luego debieron crear rutas de conexión entre esa zona y Bogotá; mientras que los vallunos debieron escalar la Cordillera Occidental para luego descender hacia el Pacífico, en dirección a Buenaventura, atravesando las selvas que yacen al lado de los Andes.
En consecuencia, a diferencia de los cundinamarqueses, los vallunos solamente empezaron a transformar drásticamente el paisaje que va desde Cali hasta Buenaventura desde 1915, cuando terminaron de construir la carretera y el ferrocarril que conectaba ambos asentamientos de manera directa. Para el autor, empero, la Amazonía representa un caso particular de no-alteración drástica del paisaje, y por eso dedica los últimos tres capítulos de Territorios Improbables a reconstruir el pasado amazónico para reforzar su tesis central.
En el capítulo siete, Palacio señala que la integración de la Amazonía a la economía internacional -y en menor medida a la nacional- tuvo dos episodios destacables durante el período 1850-1930, que se materializaron en oleadas de extracción masiva de dos recursos específicos: la quina y el caucho. Al estudio de la manera como la quina reconectó a la Amazonía con los Andes, el autor dedica el capítulo ocho; donde además muestra cómo la labor geográfica de Agustín Codazzi, al igual que el rol desempañado por empresarios de la quina y misioneros católicos, contribuyó a que ese proceso de reconexión tuviera lugar por un tiempo. Y al estudio de la manera como el caucho desempeñó un papel similar al de la quina, en el sentido de que también permitió conectar por un tiempo a la Amazonía con los Andes, dedica el capítulo noveno.
En la última parte del libro, Palacio hace énfasis en que, si bien el paisaje amazónico no sufrió grandes alteraciones materiales durante la época de extracción masiva de productos como el caucho, las personas que habitaban el lugar tuvieron que padecer en carne propia las consecuencias de las ambiciones de quienes dependían de ese recurso para incrementar sus respectivas fortunas.
En efecto, esta parte de la historia de la Amazonía ya ha recibido una considerable atención, y de ella han derivado numerosas obras dedicadas a explicar y denunciar la masacre indígena a manos de la Casa Arana, la compañía cauchera peruana que llegó a tener su sede principal en Londres, Inglaterra. Por eso, Palacio se esfuerza por mostrar los aspectos ambientales de ese mismo proceso, llegando a argumentar que la especie de caucho llamada seringa puede ser “ordeñado” (p. 230), por lo que los árboles no debían ser derribados para extraer los recursos. Así mismo, debido a la diversidad biológica del territorio, los árboles se encuentran dispersos, lo que no obliga a talar grandes extensiones; sino a identificar los ejemplares. Luego, la recuperación de los ecosistemas amazónicos, posterior a la época de la explotación cauchera, se logró en un período de tiempo relativamente corto.
Así pues, si se contrasta la Amazonía colombiana del período 1850-1930 con los paisajes del país asociados a las economías tabacaleras o cafeteras del mismo período, se puede evidenciar que en estos últimos se presentaron fuertes alteraciones ambientales para construir paisajes muy diferentes a los originales, lo cual no sucedió en la Amazonía.
En conclusión, se puede decir con toda seguridad que Territorios Improbables ofrece una aproximación a la historia de Colombia que, además de novedosa por su perspectiva histórico-ambiental y eco-política, incluye una parte del país (el sur) que normalmente no ha sido considerada necesaria para contar su historia convencional (p. 238), pero que aún así la completa de manera formidable.
Resenhista
Paulo Tirso Córdoba Guzmán – Universidad Nacional de Colombia, Sede Amazonía. Leticia, Amazonas, Colombia.
Referências desta Resenha
CASTAÑEDA, Germán Palacio. Territorios Improbables. Historias y Ambientes. Bogotá: Editorial Magisterio, 2018. Resenha de: GUZMÁN, Paulo Tirso Córdoba. Historia y Espacio. Cali, v. 18, n. 58, p. 287-291, ene./jun. 2022. Acessar publicação original [DR]