Siegfried Kracauer: las ambigüedades del siglo XX/Historia y Grafía/2011
Siegfried Kracauer es conocido en el medio académico como lo es un personaje secundario en una novela.1 El personaje secundario de la literatura siempre aparece en segundo plano. Ése es el caso de Kracauer. ¿Pero quiénes son esos personajes principales que se encuentra en primer plano en la historia intelectual? Heidegger, por supuesto, Adorno, Walter Benjamin, Simmel, también Horkheimer, y no podemos olvidar a Gadamer y a Habermas y a muchos otros. Al pasar por la lectura de las obras de estas criaturas textuales de primer orden siempre nos topamos con una referencia a Kracauer. Siempre en algún pasaje o en una nota a pie de página aparece este personaje secundario. Podemos afirmar que hemos visto varias veces su nombre sin prestarle atención. Como se dice comúnmente, es sólo un ruido que nos estorba en nuestra lectura. Quizás una mosca que nos molesta un poco.
En este expediente intentamos invertir la relación entre personaje principal y secundario, es decir, nos enfocamos en el secundario y al hacer esto surge un nuevo relato de la historia intelectual de nuestro siglo. Vemos cómo Adorno –sí el famoso Adorno– afirma que el mejor profesor de filosofía que tuvo es Kracauer. El proyecto de Benjamin sobre los pasajes de París surge en comunicación con Kracauer. Simmel está sorprendido del estudiante de su seminario Kracauer.
Su presencia como personaje secundario se debe a que (algunos dirían que se trata del destino) las decisiones que va tomando a principios del siglo veinte parecen menores o de poca importancia. Entre la vida universitaria o el periodismo cultural elige el segundo. Abandona el comentario de los clásicos del pensamiento occidental y elige escribir sobre cuestiones menores: la novela policíaca, el cine de aventuras, la vida ordinaria de los empleados de oficina… Hoy, a principios del siglo veintiuno, nos damos cuenta de qué tanto la literatura popular así como la imagen en movimiento marcaron al siglo anterior y siguen marcando al nuestro. Kracauer es un autor de temas menores. Curioso, pues siempre estuvo consciente de que en esos temas menores estaba la comprensión del siglo que le toco vivir. No en un lugar seguro y homogéneo como la universidad, sino en un lugar inseguro y heterogéneo como las grandes capitales de principios del siglo veinte: Berlín, París, etcétera.
Alguien un poco despistado podría hacer la siguiente pregunta: ¿qué interés puede tener Kracauer para los historiadores? Primero hay que destacar que Carlo Ginzburg lo ve como el iniciador de la llamada microhistoria debido a su libro El hilo y la huella. Pero más allá de convertirse en una mito fundador de la microhistoria podemos afirmar que fue él quien hizo la crítica más profunda al historicismo o historismo del siglo xix (pero que lamentablemente sigue dominando a nuestro oficio en la actualidad). Kracauer estaría contra tres tesis del historicismo: 1. el pasado existe como algo cerrado y concluido; 2. las fuentes son ventanas transparentes que nos muestran los hechos pasado y, lo más importante, 3. el libro de historia no cuenta las cosas tal y como sucedieron.
Este expediente se compone de tres ensayos de los cuales dos de ellos tratan dos de sus obras más relevantes: la primero que publicó, La novela policial. Un tratado filosófico y la última, Historia. Las últimas cosas antes de las últimas. El otro ensayo analiza en detalle lo que podemos considerar como el tema de su vida: el cine.
La novela policial es una crítica al neokantismo de fines del siglo XIX. Su crítica central es al hecho de que el neokantismo reduce a Kant a una reflexión sobre la objetividad de la ciencia moderna. Kracauer piensa que en Kant hay una salida a ese mundo del cientificismo por medio de lo simbólico o analógico. Su obra Historia consiste en mostrar cómo nuestra noción de pasado historicista está sustentada en la aparición de la cámara fotográfica, y en función de esta tesis hace una crítica a la manera de escribir historia moderna. Por último, su reflexión sobre el cine destaca el trabajo de montaje cinematográfico, y nos muestra cómo siempre que escribimos la historia realizamos una edición casi cinematográfica del pasado. La historia como escritura es un artefacto producido a partir de una serie de procedimientos técnico-sociales.
Finalmente debemos señalar que estos tres estudios sobre Kracauer forman parte de proyectos de investigación originales que desean profundizar de manera reflexiva en la pregunta siguiente: ¿qué hacemos cuando investigamos y escribimos libros de historia?
Nota
1 En la última década las cosas han cambiado. Kracauer adquiere la importancia que merece. Pero fundamentalmente han sido los sociólogos los que le han prestado atención. Una vez más los historiados, como el búho de Minerva, llegan cuando las cosas ya han terminado.
Organizador
Alfonso Mendiola – Departamento de Historia/UIA.
Referências desta apresentação
MENDIOLA, Alfonso. Preliminares. Historia y Grafía, n.36, p.9-11, 2011. Acessar publicação original [DR/JF]