Razones para ser anticapitalistas | David Harvey
David Harvey es uno de los académicos más importantes dentro del campo de la geografía humana del siglo XX, su obra se centra principalmente en el estudio de la materialización urbana del capitalismo y en el imperialismo como forma de dominación a partir de los planteamientos de la teoría marxista. Razones para ser anticapitalistas es la transcripción y traducción al español de la exposición de David Harvey en la conferencia internacional “The Future is Public” organizada por el Trasnational Institute (TNI), en diciembre de 2019, en Ámsterdam. La edición del libro estuvo a cargo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) en colaboración con el TNI y forma parte de la Biblioteca Masa Crítica, la cual reúne aportes de intelectuales de diversas tradiciones teóricas que permiten interpretar los dilemas de nuestro presente histórico. Precisamente, el autor se propone brindar algunas pistas sobre cuáles son los problemas actuales del capital, sus contradicciones y adaptaciones. El libro está estructurado en cinco capítulos, aunque esta división no fue hecha por Harvey en su exposición, sino que es propuesta por el editor y responde a ejes conceptuales. En su exposición, David Harvey recurre nuevamente a Marx para desentrañar e interpretar los problemas del mundo contemporáneo. Incluso, destaca que Marx de alguna manera es más relevante hoy que en el contexto de escritura de su obra, cuando el capitalismo industrial solo era dominante en Gran Bretaña, parte de Europa occidental y la costa este de los Estados Unidos, porque en la actualidad las relaciones sociales capitalistas dominan prácticamente el mundo entero. En este sentido, Harvey no solo extrae lecciones de Marx, sino que señala el carácter premonitorio de los análisis del genio de Tréveris quien anticipó en el Manifiesto Comunista que, para sobrevivir, el capital debía crear un mercado mundial, lo que implicaba una expansión y circulación a escala global. La tendencia a la aniquilación del espacio a través del tiempo, señalada por Marx, es acompañada por Harvey con la tesis de la acumulación infinita de capital, que supone que el mismo perdurará y se expandirá constantemente. Este crecimiento acumulativo sin fin, según el autor, se basa principalmente en el interés compuesto, o capitalización de los intereses, el cual al principio crece lentamente, pero que después aumenta exponencialmente; generando un rendimiento descomunal. Además, el autor destaca que la forma del capital que posibilita esta expansión sin límites es la forma dinero que, desde la eliminación del patrón oro en agosto de 1971, se halla liberada de cualquier limitación física. Esto último, convirtió a los bancos centrales en los árbitros fundamentales de la circulación mundial de dinero. Esta condición de infinito negativo, es decir, de crecimiento en forma de espiral constituye hoy, según Harvey, una contradicción extremadamente peligrosa, porque se vuelve insostenible asegurar la reproducción de la tasa de ganancia a través de la inversión en producción y el desarrollo de mercados y, por tanto, el capital recurre a la emisión monetaria, a la compra de activos y al mercado bursátil como modo de adaptación. Irónicamente, el autor señala que la salida del capital no puede ser una desaceleración del crecimiento porque eso en el marco de una economía capitalista es una contradicción lógica, debido a que la principal motivación perseguida es la ganancia. De esta concepción del beneficio se desprende una forma de entender el mundo donde hasta la crisis se define como ausencia de crecimiento. Harvey no se detiene en desarrollar minuciosamente las formas de adaptación del capital frente al hecho de que debe crecer de manera perpetua y sus consecuencias, sino que avanza en otras dos direcciones: En primer lugar, postula la necesidad de construir una alternativa al capitalismo que bajo la premisa de la libertad individual construyó un mundo “de esclavitud salarial, peonaje de deudas y desigualdad”. (2020: 36). Sostiene, junto con Marx, que la emancipación colectiva no puede depender de la libertad individual, sino, por el contrario, que la emancipación de los individuos solo puede venir con un proyecto colectivo. Y agrega que la libertad individual en el mundo actual es una ficción porque el sistema solo funciona para una minoría. Esto hoy se manifiesta en la multiplicidad de estallidos sociales que se producen alrededor del mundo y que atestiguan la necesidad de algo diferente. Sin embargo, según Harvey, aun no hay claridad sobre cómo debería ser un sistema alternativo, solo es evidente la necesidad de una nueva alternativa. En segundo lugar, vuelve sobre el concepto de interés compuesto. Sin embargo, se aleja del problema de la caída de la tasa de ganancia y se centra en la masa de capital acumulada. Harvey advierte que, a pesar de la reducción la tasa de reproducción del capital, la masa total acumulada sigue aumentando y esto también genera dificultades. Señala que “Hay un problema de consecución, ya que si hay una masa de capital en aumento también existe una masa de mercancías, nuevos productos básicos que serán absorbidos”, y añade: “¿Qué tendría que ocurrir en la economía para absorberlos? Tendrían que modificarse las necesidades y los deseos de la sociedad” (2020: 48). Además, explica que la masa como tal es toxica, porque consecuentemente el aumento de la producción de mercancías genera una cantidad preocupante de desechos que provocan un considerable deterioro medioambiental. Entonces, tanto la tasa como la masa generan problemas relevantes.
Para materializar el valor a través del consumo, Harvey indica que el capital necesita reducir la vida útil de los objetos, y acuña la noción de “temporalidad mínima como consumo perfecto” para definir la obsolescencia programada. “Si el capitalismo produjera productos duraderos, el capitalismo ya hubiese muerto hace mucho tiempo, ya que no hubiera tenido un crecimiento exponencial” (2020: 54), por eso debe producir objetos que desaparecen, que se rompen, que se desactualizan y que deben ser cambiados en poco tiempo. Asimismo, esta temporalidad mínima se ha vuelto instantánea a partir del desarrollo de bienes que desaparecen en el acto de consumo, como los espectáculos o las series a través de plataformas de streaming. A esta forma de consumo la denomina “economía Netflix”, la cual posee una increíble capacidad de comercialización porque no solo se consume en el acto, sino que además perdura en el tiempo en la plataforma y puede ser vista simultáneamente por millones de personas. A continuación, Harvey se encuentra en condiciones de expresar sus “razones para ser anticapitalistas” las cuales no solo constituyen claves interpretativas novedosas sobre las formas de dominación, sino que también implican una relectura contemporánea de Marx y oxigenan las discusiones en torno a las formas de resistencia contra el capitalismo. Primeramente, la insostenibilidad del crecimiento compuesto que tiende al infinito y sus consecuencias medioambientales y ecológicas. La consecución de la aniquilación del espacio a través el tiempo vaticinada por Marx, la cual implica un cambio en la temporalidad, una aceleración de los tiempos de producción y circulación del capital que nos transforma en sujetos menos emancipados porque tenemos menos tiempo libre desechable. En otras palabras, vivimos cada vez más para el trabajo y el consumo. Finalmente, el problema de la masa de capital acumulada, la acentuada y creciente diferenciación económica plantea una correlativa diferenciación de poder político y social que le confiere a una minoría un dominio completo sobre la mayoría. Concluye exteriorizando la contradicción interna del capital que resume sus ideas “el capital se ha vuelto demasiado grande para fallar, pero se ha vuelto demasiado monstruoso para sobrevivir” (2020: 66). La exposición de Harvey constituye un claro aporte para problematizar las nuevas formas de dominación del sistema capitalista y pensar modos alternativos de disputa y organización social. Sin embargo, queda pendiente por parte del editor una reflexión en torno al por qué publicar este libro en América Latina. Debemos pensar cuáles son las razones específicamente latinoamericanas para ser anticapitalistas en la actualidad. El punto de partida a tener en cuenta es que hace más de una década el continente se encuentra en una situación pendular donde los únicos extremos posibles son dos paradigmas capitalistas: el progresismo o el neoliberalismo. Pensar alternativas anticapitalistas en América Latina hoy significa pensar formas para salir de este empate.
Resenhista
Carlos Petralanda – Argentino, profesor en historia por la Universidad Nacional del Sur (UNS), Bahía Blanca, Argentina. Especialista en “Políticas públicas para la igualdad en América Latina” y en “Estado, Gobierno y Democracia” por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Miembro del GT: Anticapitalismos y sociabilidades emergentes de CLACSO. E-mail: carloscpetralanda@hotmail.com
Referências desta Resenha
HARVEY, David. Razones para ser anticapitalistas. Buenos Aires: CLACSO, 2020. Resenha de: PETRALANDA, Carlos. Revista Izquierdas, 50, 2021. Acessar publicação original [DR/JF]