Mujeres. Historias Chilenas del Siglo XX | Julio Pinto Vallejos

Esta obra que vamos a presentar se puede ver como una de las contribuciones más reciente a la temática de la historia de las mujeres en Chile, que junto a otras (Montecinos (Comp., 2008) entrega un panorama que disminuye la ausencia que presentaban las mujeres como objetos del estudios de las disciplinas sociales y humanas. El estudio que compila el destacado historiador Julio Pinto Vallejo que se encarga de agrupar los trabajos de una Pléyada de destacadas autoras cuya producción ha sido significativa en el mundo de la historiografía nacional.

El libro surge desde las reflexiones y autocríticas que los(as) cientistas sociales se han efectuado por motivo de un nuevo centenario de vida independiente. Como señala el compilador el último siglo de vida nacional fue un periodo feraz de enjuiciamiento y cambio social, tanto en Chile como en el mundo, que se manifestó, entre otros fenómenos, en la aparición de la mujer en espacios sociales que anteriormente fueron vedados para ellas. Contribuyendo a una reconfiguración de los lugares en donde el patriarcalismo era la fuerza imperante a lugares en donde distintas hegemonía estaban en disputas.

Sin embargo lo anterior no estuvo exento de avances, retrocesos y tensiones. El libro se propone entre uno de sus objetivos hacer un balance matizado y profundo de esa diversa experiencia. Tarea que la publicación cumple a cabalidad.

El texto se compone por seis contribuciones que exploran diversas facetas de las mujeres desde la segunda mitad de siglo haciendo hincapié en las paradojas que los procesos de modernización, cambio social y restauración del orden desencadenan en la construcción del ser mujer durante esos años en Chile.

La división de los capítulos se puede leer en base a las ideas que se circunscriben al rol de la mujer y en los tiempos que se insertan los estudios. Estas son desde un asistencialismo laico tutorado por la enseñanza de la iglesia, entre los años 1940 a 1960 (en los cuales destacan los trabajos de María Angélica Illanes y Elizabeth Quay Hutchison) que van decantando, motivamos por los tiempos agitados de cambio social, entre los 60`s y 70`s en formas más autónomas y problematizadores de los campos de disputadas de la mujeres, que al poco tiempo avanzando se experimenta un retroceso de los espacios ganados y en las nuevas conductas construidas, reacción que muestras ciertas paradojas (acá toman lugar las propuestas de Heidi Tinsman y Verónica Valdivia) y finalizando con los indicios de una recomposición de las fractura al reconstitución de un quehacer ( acá se agrupan los trabajo de Ximena Valdés y Elizabeth Lira).

Illanes en su apartado dedica con especial énfasis al devenir desde las década de 1920 a 1970 de un grupo de mujeres que formaron el cuerpo de asistentes sociales, que en los primeros años del siglo pasado se vieron motivadas en constituir un nexo y una forma de cultivar los cuerpos desvalidos de las capaz desposeídas. En ese primer momento social las mujeres se impregnaban de un feminismo maternal que se fundaba en un mutualismo asimétrico que buscaba recomponer el amor hacia los otros en el cuerpo que acudían a sanar e integrar. Visión que permaneció indeleble en varias de la primeras generaciones de asistentes sociales. Cuestión que solamente cambio cerca de la década de los setenta, en la cual las mujeres parte de este cuerpo asistencial, ya no querían curar y reintegrar por medio del amor a ese cuerpo desvalido que búsqueda vías de escape o de autonomías por medio de un mutualismo asimétrico. Ahora ellas querían vivir la historicidad y saber la razones del comportamiento de eses cuerpos desvalidos por medio de una reciprocidad horizontal, simétrica, por medio de la que se podría lograr una nueva forma de reconstituir lo social y lo mutual. En concomitancia a lo anterior el texto de Quay Hutchison viene a complementar este panorama, desde las agrupaciones de las juventud de obreras católicas y su vinculación con las empleadas de casa particular, que establecen una relación simbiótica que sigue igual trayectoria que las asistentes sociales; pero con una impronta más clara desde algunos sectores de la iglesia. En las dos experiencias se puede seguir el desarrollo desde el asistencialismo femenino a nuevas formas de práctica que conlleva las décadas que viene posterior a los años cincuenta.

Como lo han sostenido innumerables voces, lo tiempos que siguieron a esas prácticas asistenciales de comienzos hasta mediados del siglo XX tuvieron una fuerza que hacia avizorar una serie de cambios profundos y estructurales que se blandieron entre un quiebre profundo o un reordenamiento de las misma dimensiones; pero ambas tentativas presentando contrasentidos destacados. En estos vaivenes los roles de la mujeres en el ámbito rural y urbano se tensionaron. El artículo de Heidi Tinsman nos introduce en el ámbito familiar campesino en el contexto de la reforma agraria, en la zona del valle de Aconcagua, que por un lado nos muestra la idealización de la agencias del Estado en constituir una familia con roles bien definido, un hombre proveedor con espíritu de empresa acompañado de una mujer incondicional que sería su apoyo para esta iniciativa y la cual le proveería hijos a la familia. Sin embargo esta postal idealizada y participativa, era mucho más problemática. La autora norteamericana nos muestras las roturas que presentaba las unidades familiares, ya que entre más inmersos los campesinos se encontraban en la participación política por una nueva organización, el circulo interno y la critica desde el componente femenino por la ausencia y los nuevos roles que asumía, más se fragmentaba la convivencia de los hombres y mujeres nuevas que el gobierno de la Unidad Popular quería formar. Verónica Valdivia en cambio desde un ámbito más urbano nos muestra la respuesta autoritaria y militar a los procesos de cambios social de la década de 1970, colocando especial foco en el discursos de la dictadura hacia las mujeres, o mejor dicho las “mamitas de Chile” y la disímiles respuestas. El discurso hacia las mujeres, reimpuesto el orden y a portas de una refundación de lo social por parte del régimen militar, trataba de colocarle coto a la inmoralidad y la autonomía desatada en los nocivos años del gobierno de izquierda; pero a pesar de los esfuerzo y a los acicates del neoliberalismo las prerrogativas de independencia sexual en cuanto a la procreación y del disfrute del cuerpo se hicieron irreversibles, en alguna medida, llegando en ciertos casos a la banalización como una mercancía más del cuerpo de la mujer.

A pesar de los puntos de fugas, de respuestas y contra-respuesta, que presento la mujer urbana la dictadura fracturo diversos nodos sociales, que a medida que los hechos y la transición pactada hacia la democratización del país hizo que apareciera una recomposición y reclamación de lo social. En esta línea se enmarcan los trabajos de Ximena Valdés y Elizabeth Lira. Valdés, nos da pista sobre el trabajo femenino rural pauperizado y temporal que surge a merced de complejos agroindustriales y forestales que tiene su aparición con toda potestad durante el régimen militar y, la posterior, reconstitución de nuevas esperanza en la defensa de sus interés por grupos de presión con la creación de la organización social, denominada Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (ANAMURI) durante los primeros años de democracia. Por otra parte, Lira nos da las señales de la aparición de la desaparición de las victimas de la represión política de la dictadura militar mostrándonos las aptitudes del régimen en post de mantener un encubrimiento. La autora de este apartado nos relata la historia de un grupo de mujeres desaparecidas que nos sirven como fermento para la reconstitución de la memoria política reciente de nuestro país.

Todos los trabajo poseen un sólido uso de fuentes escritas y orales que hacen que sus planteamientos se encuentren bien sustentados. Al situar dentro del debate historiográfico podemos indicar que la propuesta ofrecidas en esta compilación que da luz y resignifica el posicionamiento de la mujer y las formas en que vivieron y viven sus vidas, tributa a la llamada Nueva Historia Política e Historia Cultural. Sin embargo, el examen de este texto por parte de las estudiosas del género, la propuesta puede ser considerado en deuda ya que aún se puede cuestionar y indagar más en las formas constructiva de los discursos de enunciación sobre lo que es ser mujer y su desenvolvimientos en las distintas facetas presentadas, sobre todo en la conjugación que tiene con la matriz masculina patriarcal. Pero considero que es indudable el aporte que hace a la reconstrucción de las historias de la mujeres chilenas hace este reciente libro.


Resenhista

Enzo Videla Bravo – Licenciado en Historia Universidad de Santiago.


Referências desta Resenha

VALLEJOS, Julio Pinto (Compilador). Mujeres. Historias Chilenas del Siglo XX. Santiago: LOM Editores, 2010. Resenha de: BRAVO, Enzo Videla. Tiempo Histórico. Santiago, n.3, p. 181-184, 2011. Acessar publicação original [DR]

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