Escribir sobre narcotráfico en Colombia no es una tarea fácil. En primer lugar, tener acceso a fuentes primarias o secundarias puede ser un reto en muchos casos insuperable. En segundo lugar, dos literaturas dispares, pero que comparten ciertos rasgos, han dominado las descripciones sobre el fenómeno. Ya frente a lo primero, Andrés López Restrepo y Álvaro Camacho Guizado llamaban la atención sobre la poca literatura académica que existe en torno a la producción de drogas.1 En contraste, predomina una literatura para públicos amplios, con autobiografías y biografías de exnarcotraficantes, en las que por supuesto destacan la figura de Pablo Escobar y los llamados carteles de Medellín y Cali. En esta literatura, se entiende a los “carteles” como grupos que producen acciones racionales muy a la manera del Homo economicus, teoría que los economistas que han dominado la discusión sobre el tráfico de drogas han impuesto a la interpretación de dicho fenómeno. Por otra parte, el llamado periodo de los carteles tiene un lugar preponderante en los relatos sobre el tráfico de drogas en Colombia, mientras que pocos autores se han propuesto conocer su “prehistoria”.2 Paradójicamente, pese a su importancia en el imaginario popular, hasta ahora pocos trabajos se han propuesto investigar a profundidad un periodo clave para el desarrollo de este delito en el país: la Bonanza Marimbera, la cual marcó sin duda un parteaguas en el involucramiento de los colombianos en el circuito transnacional de drogas ilegales, ya que hasta ese momento habían ocupado un lugar marginal, principalmente como “mulas”.3
La Bonanza Marimbera fue un periodo caracterizado por el aumento en el cultivo, la producción y el contrabando de marihuana que se extendió desde mediados de la década de 1970 hasta mediados de la década de 1980 en la península de La Guajira y la vecina Sierra Nevada de Santa Marta, con importantes consecuencias en la transformación de las relaciones socioeconómicas de la región. La historia de este antecedente del tráfico de cocaína en Colombia, sus transformaciones y su relación con las políticas agrarias de modernización fallida es contada por Lina Britto en su libro Marijuana Boom.
En los últimos años parece existir un resurgimiento del interés sobre dicho periodo, lo que ejemplifican la reedición del clásico de la literatura colombiana, La Mala Hierba (1981), de Juan Gossain, y la grabación de la película Pájaros de Verano (2018), de Ciro Guerra y Cristina Gallego. En este filme, los directores evitan muchos clichés de las películas y series de Hollywood sobre el narcotráfico, lo que permite apreciar otra dimensión, una más horizontal, del negocio del contrabando de marihuana. En su tratamiento estético del paisaje, la obra de Guerra y Gallego logra exponer el lado más prosaico del narcotráfico: en varias escenas, la cámara mira a lo lejos y revela el vacío absoluto del desierto, como para resaltar una ociosidad en la que no pasa nada, lo cual resulta bastante diferente al ritmo acelerado de una superproducción hollywoodense. Es esta historia la que el libro de Britto expone en gran detalle.
La genealogía del tráfico de drogas es histórica y geográficamente compleja. A lo largo del tiempo, los historiadores han notado su inherente relación con el tráfico legal, así como con la política de su tiempo.4 En Marijuana Boom, Britto invita al lector a considerar la Bonanza Marimbera como definitoria de lo que sería la posterior implicación de grupos de colombianos en el tráfico de cocaína y especialmente en relación con las formas que adquirió la llamada “guerra contra las drogas”. Más que atribuir a ciertos actores la responsabilidad sobre el cultivo y la producción de marihuana en La Guajira, Britto sitúa este fenómeno en la conjunción entre la larga historia de una región sin cultivos tradicionales destacables y de contrabando y los procesos de modernización agrícola impulsados por el gobierno nacional. En ese sentido, la Bonanza Marimbera no fue el resultado de las acciones particulares de algunos grupos al margen de la ley, sino que se inscribió necesariamente en la larga historia de formación y transformación de la región, al incorporarse en los mercados internacionales, lo que reveló las contradicciones del proceso modernizador. En el trabajo de Britto es central la dimensión productiva del tráfico de drogas, una perspectiva que, sin estar explícita en su libro, se aleja de la mirada del Estado, tan prevalente en los estudios sobre el tráfico de drogas.5 Para Britto, la Bonanza Marimbera cumplió la promesa que la modernización promovida por el Estado no pudo cumplir, al generar procesos de aumento de “productividad agrícola, innovación empresarial, acumulación de capital, urbanización y proyección cultural”. En este último aspecto, Britto muestra cómo el vallenato coproduce complejas jerarquías de relaciones de masculinidad e intercambios económicos. Britto se mueve, entonces, más allá de binarios simplificadores de ilícito/lícito e inscribe su libro en la reciente producción teórica que entiende estas relaciones de una forma más compleja y, más aún, muestra cómo el boom fue el resultado de procesos de adaptación de los empresarios locales a los incentivos del capitalismo.6
Marijuana Boom se desarrolla en tres momentos: auge, apogeo y declive. En el auge, se centra en el lugar de La Guajira como “laboratorio de políticas agrarias”. La parte dos, el apogeo, muestra los procesos de adaptación de los empresarios locales frente al colapso de las políticas agrícolas y la posterior acumulación de capital como resultado del cultivo y tráfico de marihuana. Finalmente, en el declive, Britto presenta los aspectos geopolíticos de las intervenciones en las “dos penínsulas”, La Florida y La Guajira, y cómo la cuesta abajo de la bonanza abrió paso al tráfico de cocaína. En el libro, Britto expone con claridad cómo la Bonanza Marimbera se enmarcó en complejos procesos de negociación entre la región de La Guajira y el centro político en Bogotá desde los primeros momentos, cuando la exportación de la marihuana era un apéndice del contrabando de café. Esta imbricación resulta apropiada para explicar una nación simultáneamente exportadora de café y de drogas ilícitas.
Britto logra una descripción pocas veces alcanzada del día a día en la producción y el tráfico de sustancias ilegales. La autora muestra las múltiples relaciones, jerarquías y valores culturales entre cultivadores, intermediarios, exportadores, contrabandistas, políticos, entre otros, pues es heredera de desarrollos teóricos que estudian la importancia de las relaciones de compadrazgo, amistad y familiares en el desarrollo de industria ilícita.7 En esta obra, la historiadora también se aleja de explicaciones que definen al tráfico de drogas como un fenómeno inherentemente violento y expone cómo la violencia tuvo en muchos casos un carácter performativo de las masculinidades y solo se hizo presente como resultado de las intervenciones estatales. En este sentido, no era la ausencia del Estado lo que marcaba la violencia, sino su presencia en la forma de acciones antinarcóticas.
Como se mencionó, el estudio de fenómenos asociados al narcotráfico generalmente se considera limitado, dadas las dificultades de acceso a las personas involucradas a esta actividad y a sus trazas; no obstante, el trabajo de Britto logro tener un acceso privilegiado a fuentes de primera mano, a través de entrevistas con protagonistas y personajes cercanos. Esto le brindó la posibilidad de desmitificar ciertos aspectos del origen y la expansión de los cultivos de marihuana, tal como el hecho aceptado de que los cuerpos de paz desplegados en La Guajira fueron actores importantes para el cultivo y posterior tráfico de marihuana. Sin embargo, Britto no parece consciente de lo que Pierre Bourdieu llamó “la ilusión biográfica”,8 y terminó aceptando los relatos de los actores como el suceso histórico. En este sentido, lo que es un avance metodológico apreciable en la historia del narcotráfico, es también una de las principales debilidades del libro, debido a una ausencia de crítica a las fuentes.
En resumen, el libro de Britto es un importante aporte a la historia global del narcotráfico, pues reproduce una realidad que tradicionalmente permanece a la sombra de acontecimientos más espectaculares. Es también un libro que muestra las posibilidades de construir una historia reciente del fenómeno mediante el acceso a fuentes primarias y secundarias, al comprobar que es posible y necesario explicarlo dentro de debates y narraciones más amplios.
Notas
Resenhista
Javier Guerrero Castro – Instituto Tecnológico Metropolitano (ITM), Medellín, Colombia.
Referências desta Resenha
BRITTO, Lina. Marijuana Boom. The Rise and Fall of Colombia’s First Drug Paradise. Oakland: University of California Press, 2020. Resenha de: CASTRO, Javier Guerrero. Trashumante. Revista Americana de Historia Social, n.19, p. 262 – 265, ene./jun. 2022. Acessar publicação original [DR]
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