Este libro es fruto de la tesis doctoral de la autora, realizada en la Università di Pisa, bajo la tutela del destacado historiador Cesare Letta, actualmente profesor emérito del Ateneo Pisano y cuyo referato estuvo a cargo del historiador británico Nicholas Purcell y de los historiadores italianos Giovanni Salmeri y Gianluca Gregori. Posteriormente, siendo becaria en la Universidad de Neuchâtel (Suiza), profundizó los lineamientos para este trabajo.
El libro se organiza en seis capítulos que dan cuenta de las distintas realidades urbanas y agrestes del Norte de Italia y la relación centro-periferia desde los reinados de Nerón hasta Trajano (60-110 d.C). Estos capítulos se titulan «Plinio y la Cisalpina», «Italia del Norte en la era de los alimenta», «Roma en la Cisalpina», «La Cisalpina en Roma», «La Cisalpina en la Cisalpina» y «Conectividad en la Cisalpina».
Este libro no está dedicado a la vida de Plinio el Joven; es por el contrario un muy cuidado análisis de lo que significa vivir en el norte de Italia, cómo se organiza el mundo de las villas y sus élites y finalmente una aproximación hacia los espacios que están profundamente conectados en su propia diferencia, incluso desde antes de su romanización en la Tardo-República. Esta Cisalpina compuesta por macro y microrregiones tales como la Transpadania, Venetia (interna y oriental) y Aemilia es parte del mundo de la autorrepresentación de Plinio, en donde posee sus lazos familiares, políticos e intelectuales.
La autora lee el epistolario pliniano como un inventario de la mentalidad de los notables del siglo II d.C. Siendo el estudio de las redes de la élite el marco metodológico de Guadagnucci, la Cisalpina y la ciudad de Como aparecen como la pequeña patria de Plinio, cuyo análisis no puede ser leído con un objetivo campanilista, sino por la estrecha relación política con el Imperio, en donde esta pequeña patria es una realidad administrativa de tipo oligárquica y autónoma gracias a las noblezas locales. La autora intenta prescindir de la idea planteada por Emilio Gabba de una Italia imperial como un todo no integrado de municipios y como una identidad incompleta propuesta por Andrea Giardina, para sustentar la noción del norte de Italia como una red interconectada e integrada.
Plinio el Joven muestra abiertamente en sus cartas el orgullo provincial que siente por su Cisalpina natal, la belleza de sus parajes, la alcurnia de sus habitantes y familias y sus modos de vivir. Es un verdadero mecenas de la cultura local al ayudar permanentemente a sus compatriotas con regalos y donativos. Gracias a sus propias cartas es posible conocer su ámbito familiar y su estrecho círculo intelectual que le rodea desde su niñez. Su tío Plinio el Viejo y su tutor Virginio Rufo, quien rechazó en dos oportunidades el Imperio, marcan su infancia junto a un selecto grupo de poetas que confluyen en la Italia septentrional, tales como Catulo, Marcial y Virgilio. Aún cuando el poeta de la Eneida es marginado por Plinio del modelo literario y de patria que desea realzar, ceñidos por el otium, negotium, studia y honestum otium.
La Cisalpina que construye Plinio está marcada por una idea central, la severidad de las costumbres cisalpinas y la superioridad moral. Esta idea que Plinio la desarrolla notoriamente en el caso de las mujeres, dan cuenta de aquellos antiguos valores republicanos tales como la gravitas, severitas, prudentia y fides en Arria mayor, Arria menor y Fania. Estas costumbres se ven representadas en valor del estudio como elección de vida, el valor de la amistad como espacio de interacción intelectual y la propia autorrepresentación de Plinio y su cisalpinitas como evergeta (benefactor) y patrono, quien no tuvo hijos durante sus probables tres matrimonios, dando a sus libertos la posibilidad de proyectar el nomen de la familia Caecilii al no haber herederos legítimos.
Los alimenta fueron una de las medidas sociales más importantes de la dinastía Antonina, destinada a alimentar a niños e infantes en el contexto de los terribles episodios de peste y las guerras marcomanas. Esta medida se aplicó en toda Italia durante el reinado de Nerva y de Trajano, aun cuando existían desde el siglo I d.C. iniciativas alimentarias privadas que sirvieron de modelo para que el Estado romano impulsara esta iniciativa política.
Las ciudades cisalpinas y otras de la periferia tales como Industria, Ticinum (Pavía), Brixia (Brescia), Acelum (Asolo), Veleia y Ariminum (Rimini) fueron beneficiarias de los alimenta. Las redes políticas eran fundamentales en este sistema de beneficios, pues no bastaba con el hecho de que alguna ciudad solicitara la ayuda alimenticia: los notables cisalpinos debían echar mano a sus redes políticas en Roma y luego a través de los praefecti alimentorum enviados por el príncipe, que acercan Roma a las distintas realidades periféricas de la península.
En el tercer capítulo, la autora presenta la inscripción de Vardacate, pequeña ciudad piamontesa en donde se encuentra este edicto imperial que da cuenta de las dinámicas de las ciudades y la relación entre Roma y cada centro urbano. En la inscripción emerge la figura de Clodius Secundus, hombre de confianza del príncipe y posible curator rei publicae, institución que, privada de título y llamada solo en caso de necesidad, se transforma hacia el siglo II d.C. en frecuentes comisarios imperiales no fijos ni titulares para funciones muy precisas, distintas a los curatores alimentorum, curatores kalendarii y curatores viarum. Estos curatores, que en muchos casos son originarios de la ciudad en donde ejercen su curatoría, se transforman en personajes de gran influencia política. De esta forma Brescia, que no tuvo una influencia a nivel regional, si logró posicionarse en la Cisalpina gracias a estos ciudadanos ilustres. Otro cargo importante de vital importancia para la consolidación de las redes y beneficios es el iuridicus, cuyo rol sobrepasa las cuestiones judiciarias, siendo sus competencias y el poder ligado a su ciudad una vía de acceso al patronazgo. Personajes como Arrio Antonino, que ocupa una figura intermedia a través del cargo de curator civitatum per Aemiliam, y otros notables como Cornelius Priscus o Pompeius Saturninus se transforman en nuevos interlocutores de rango senatorial y utilizan estos cargos para ampliar sus propias redes y representar la dimensión periférica en las instancias de mediación. Esta renovación en las funciones de representación regional cumple un rol aglutinador ante la desaparición de delegados tales como los consulares, que Antonino Pío decide abolir debido a la poca influencia que ejercían en las élites locales. La autora parangona el caso de Plinio, enviado en Ponto-Bitinia para resolver situaciones administrativas y financieras, quien utiliza sus redes políticas y su conocimiento administrativo en vez de la coerción para resolver los asuntos de Apamea, a solicitud de la misma ciudad. De la misma forma, las ciudades de la Italia septentrional se relacionaban con los curatores y confiaban en ellos funciones de organización.
El cuarto capítulo analiza la comunicación directa que tiene la Cisalpina con el emperador. Ya fuera a través de embajadores de las ciudades, senadores y equites de las ciudades cisalpinas en Roma, Guadagnucci coloca el énfasis en la importancia de un conciudadano septentrional en la curia romana, como instrumento de intercesión en la capital y un canal privilegiado para apoyar las distintas instancias de las ciudades.
Un quinto capítulo está dedicado a delinear los vínculos entre las familias de distintas ciudades cisalpinas, así como las relaciones de enemistad y rivalidad entre municipios. San Ambrosio da cuenta de conflicto interno en el norte de Italia recién a partir de la edad Tardoantigua. Las fuentes del siglo II d.C. en cambio están menos atentas a las luchas civiles como ámbito histórico. Ni Plinio ni Frontón aportan información relevante para este propósito. Las fuentes epigráficas en cambio dan cuenta de facciones y rencores en contra de la curia de Concordia. Para Guadagnucci la carestía y la peste crearon tensiones internas en las ciudades itálicas, pero también contribuyeron a establecer una nueva solidaridad entre las mismas, atenuando en parte las luchas civiles durante el segundo siglo. El capítulo se desarrolla con ejemplos epigráficos que evidencian la competencia y movilidad social a través de la haesitatio; la situación de los libertos, las mujeres, la munificencia, el cambio de mentalidad y la inseguridad que adviene a partir del siglo III d.C., en particular durante el reinado de Galieno y las invasiones bárbaras al norte de Italia a través de Milán.
El sexto capítulo, «Conectividad en la Cisalpina», es un repertorio muy bien documentado que da cuenta de numerosos ejemplos de movilidad vertical regulada al interior del tejido ciudadano, redes de amistad con Roma y sus notables, beneficios filantrópicos, pero también de cierto atraso y perifericidad. De esta forma coexistían y se relacionaban microrregiones tales como el Piamonte occidental y meridional, la Transpadana (Como, Milán, Bérgamo), la microrregión ubicada entre Transpadana y Venetia (Brescia, Verona, Trento), Vicenza y Venetia interior, Venetia oriental y finalmente la Aemilia costera con Rimini y Ravenna. Si bien existía una coherente unidad regional, la Cisalpina no fue un área homogénea.
De todas estas ciudades, Como se presenta como la quintaesencia de la Transpadanitas. Para la autora, la ciudad lacustre se diferencia de las demás micro y macrorregiones debido a sus afortunadas condiciones: pocas ciudades tienen un Plinio que las cuida amorosamente y ninguna ofrece testimonios tan ricos como su epistolario. Como es en sí misma un caso excepcional. Milán, por el contrario, no se convertirá en sede imperial debido a su posición geográfica, sino porque poseía condiciones urbanas y económicas, y por sobre todo una élite capaz de recibir de manera estable a un emperador y ser un centro del imperio.
El libro no posee conclusión, pero el último capítulo señalado logra articular de manera muy detallada los aspectos centrales de la conectividad y el rol supino que las élites cumplían en la Italia septentrional del siglo II d.C.
Este libro, publicado el 2018, pero leído el 2020, cobra una especial relevancia, toda vez que la experiencia de la peste antonina, la guerra y sus traumáticas consecuencias obligaron a las élites provinciales y locales a establecer nuevas formas de relación política, provincializando la Urbe y trasladando las influencias de la capital al norte de Italia, convirtiéndola en un nuevo espacio económico relevante y también de cultura y de ocio.
Resenhista
Paulo Donoso Johnson – Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. E-mail: paulo.donoso@pucv.cl
Referências desta Resenha
GUADAGNUCCI, Anna. L’Italia del Nord nell’impero romano. Regioni e connettività. Pisa: Edizioni ETS, 2018. Resenha de: DONOSO JOHNSON, Paulo. Grecorromana. Revista Chilena de Estudios Clásicos. Santiago, v. 2, p. 156- 160, 2020. Acessar publicação original [DR]
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