Las masivas jornadas de protestas iniciadas en octubre de 2019 y la crisis económica de 2020, producto de los efectos de la pandemia del COVID-19, son acontecimientos recientes que al unísono han puesto en la palestra a la clase media chilena. La prensa escrita y televisada difundió notables reportajes sobre los grupos medios y las dificultades que atravesaban por la falta de trabajo, el endeudamiento y la desprotección social. Lo interesante fue que nuevamente, como cada vez que aludimos a la clase media, aparecía la pregunta: ¿Qué es ser de clase media? Variados estudios y estadísticas han identificado a la clase media como un grupo social con cierto ingreso económico, nivel educativo y acceso al consumo, pero la clase media comprende un importante componente cultural que la distingue de los demás sectores sociales según su capital simbólico. En esta línea, el trabajo de Alejandro Osorio es una contribución valiosa para la historiografía chilena, porque ofrece novedosas respuestas a esta pregunta a través de una investigación bien documentada, amena y elástica que se hace cargo de los aspectos culturales que han conformado la clase media chilena desde inicios del siglo XX. Let’s Misbehave ve la luz en un escenario nacional idóneo y propone un relato que revela la mayor riqueza de la disciplina histórica, invitando al lector a desplazarse desde la actualidad a los albores del siglo pasado, identificando características propias de los grupos medios y cómo ellos fueron construyendo su identidad en una trayectoria histórica que también integra elementos políticos y económicos, pero por sobre todo culturales.
La historia de la clase media en Chile ha sido estudiada por distintos historiadores, sociólogos y antropólogos que han realizado aportes innovadores para explicar el componente simbólico de este grupo social. Son destacables los aportes de Azún Candina, Larissa Adler y César Cerda Albarracín, en cuanto a la conformación de colectividades asociadas a la identidad de clase media como empleados públicos y profesores, además de la impronta pragmática de los sujetos medios en el ejercicio de la reciprocidad y favores, el asociacionismo, el valor por la apariencia, las aspiraciones y la práctica de pautas de comportamiento social que los diferenciaran de los sectores populares. En esta línea, Alejandro Osorio pone atención a la influencia de la cultura de masas desde los primeros decenios del siglo XX, ofreciendo una exploración sobre los usos de la radio, el cine y la prensa como canales que contribuyeron en el ascenso de las clases medias. Sin embargo, tuvieron que darse previamente tres fenómenos históricos fundamentales para el despliegue de la clase media a lo largo del siglo: 1) un nuevo discurso político modernizador que considerara las reivindicaciones de la clase media como punta de lanza; 2) la consolidación de una cultura de masas urbana y 3) una ampliación del consumo (p. 12).
El libro está dividido en dos capítulos y un acertado epílogo. La estructura está ordenada en una primera parte que explica cómo el proceso de modernización urbana en las principales ciudades del país, agilizó la conformación de una clase media, para luego avanzar a una segunda parte en que se caracteriza aquella clase media a partir del consumo y el entretenimiento como elementos relevantes en su identidad social.
El primer capítulo, titulado “Gente de esfuerzo, moderna y de ciudad, gente de clase media” relaciona el proceso de modernización urbana de Santiago, Valparaíso y Viña del Mar con la conformación de una creciente clase media chilena. A través de este capítulo, el autor sostiene su hipótesis planteando que la clase media chilena necesitó de un escenario urbano moderno para afianzar su identidad, porque “el ser de clase media” significaba “ser moderno” (p. 23). Es decir, se trató de la conformación de un grupo social particularmente citadino, propio de un centro urbano extenso y edificado con “rascacielos” que emulaban la Nueva York de los años veinte, con un centro histórico colmado de automóviles y comercio, además conectado a la electricidad, telegrafía y radiotelefonía. Estos servicios y productos de la vida urbana fueron rápidamente accesibles para la clase media, permitiendo a sus integrantes comprar vestuario de moda, electrodomésticos, ir al cine, obtener un automóvil y disfrutar de la vida nocturna al ritmo de un charleston o un osado shimmy.
El segundo capítulo, titulado “Nuevos deseos, anhelos y esperanzas: consumo y medios masivos de comunicación” explora los canales que sirvieron a la clase media para aspirar al American Way of Life, un modo de vida que imitaba el bienestar estadounidense reflejado en buena parte de las estrellas del cine. Según Osorio, durante los “locos años veinte” la clase media chilena consumió productos como cigarrillos, rasuradoras, radios, vestidos, tónicos y cutex promocionados por las estrellas de Hollywood. Las mujeres llevaban el corte de pelo garçon, al estilo de las flappers Clara Bow y Greta Garbo, aspirando a un estatus social moderno y distinguido respecto a los sectores populares. Por su parte, los hombres aspiraban a un mejor pasar inspirados por el self made man, a punta de esfuerzo y búsqueda de oportunidades para ascender en la escala social.
La metodología que emplea el autor se enmarca en el análisis de los medios de comunicación masivos como la prensa y las revistas de la época. Entre ellos, destacan las revistas Zig-Zag, Sucesos y Corre Vuela. Osorio hace un uso interesante de los avisos publicitarios, artículos de opinión y humor sarcástico que representan a la clase media del periodo, dado que construye una lectura novedosa de la influyente cultura de masas, dejando al descubierto prácticas habituales en las clases medias como el valor por la buena apariencia y el consumo como un mecanismo para adjudicársela. Al tratarse de fuentes históricas de fácil conocimiento, la lectura se torna comprensible y afín al lector. Sin embargo, algunas fuentes suelen contener mensajes que no solo representan conductas propias de la clase media, sino de una sociedad completa que aspiraba al bienestar mediante el consumo y el decoro.
Con todo, esta obra tiene aspectos mejorables que podrían subsanarse en una eventual reedición. En cuanto al contenido, se echa en menos una revisión de las políticas específicas que posibilitaron de sobremanera la conformación de una clase media durante el periodo. Por ejemplo, los proyectos de seguridad social-laboral y el subsecuente asociacionismo que dieron cuerpo a diversas agrupaciones de clase media, para exigir derechos de acuerdo a su posición social y así, proveerse de una seguridad social estatal que, a la vez, ampliaba su capacidad de acceso al consumo no esencial, en el que se cuenta el consumo cultural. Desde lo más sustantivo, se observa una tendencia hacia la homogeneización de la clase media chilena, como si se tratara de un vasto segmento que practicó el consumo cultural de manera uniforme. Sobre esto, hizo falta transmitir acaso el componente más importante que da significado a la clase media: la heterogeneidad y, de acuerdo a aquella diversidad de sujetos que la componen, expresar la existencia de gradientes en cuanto al consumo masivo, pues en algunos grupos existía mayor capacidad económica, mientras en otros igualmente pertenecientes al segmento medio, este era probablemente menor. Sin embargo, la aspiración del ascenso social se conservaba inalterable y presente en el segmento medio total. De todas formas, la búsqueda del bienestar social también fue y sigue siendo un elemento propio de los sectores populares, cuyas reivindicaciones han estado históricamente afianzadas en la mejoría laboral, en el acceso a la educación y vivienda propia y demás derechos sociales. De aquí surge la pregunta: ¿Es la conquista de la dignidad un exclusivo sello de la clase media?
En suma, este estudio cobra relevancia en cuanto a su novedad y aproximación hacia la historia de la clase media chilena, ofreciendo respuestas desde una perspectiva cultural a la pregunta ¿Qué es ser de clase media? y proveyendo de una bibliografía indispensable a los especialistas del área, tanto desde la historiografía como de otras disciplinas afines. No cabe más que felicitar la iniciativa de Alejandro Osorio, desde luego este libro es fruto de un esfuerzo intelectual. Primero, por contribuir en la difícil tarea que es auscultar el significado histórico de la clase media y, segundo, por tratarse de una premiada adjudicación del Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura.
Resenhista
Alejandra Araya González – Instituto de Historia Pontificia Universidad Católica de Chile. E-mail: aparaya1@uc.cl
Referências desta Resenha
ESTAY, Alejandro Osorio. Let’s Misbehave. La naciente cultura de clase media. Modernización y cultura de masas en Chile 1919-1931. Valparaíso: Ediciones Universitarias de Valparaíso; Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, 2019. Resenha de: GONZÁLEZ, Alejandra Araya. Historia 396. Valparaíso, v. 11, n. 2, p. 393-396, jul./dic. 2021. Acessar publicação original [DR/JF]
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