Laurent Danon-Boileau es profesor de Lingüística en la Universidad París Descartes, París V, Sorbonne e investigador del CNRS (Centre National de la Recherche Scientifique, Francia). Al mismo tiempo, trabaja como psicoanalista y terapeuta, colaborando en el Centro hospitalario Alfred Binet en París. Es autor de numerosas obras en colaboración y se especializa en el ámbito de los trastornos del lenguaje y el autismo. La obra Les troubles de la communication chez l’enfant, editada en francés por PUF (Prensas Universitarias de Francia), aporta precisiones sobre la diferenciación de nociones tales como Trastornos del lenguaje y trastornos de la comunicación. Este texto cobra actualmente una gran importancia para educadores, terapeutas, especialistas en trastornos del lenguaje y particularmente para especialistas de la comunicación, ya que entrega una visión actual y renovada de la clasificación de las diferentes patologías del lenguaje, su posible diagnóstico y eventual tratamiento. A través del texto, Danon-Boileau hace referencia principalmente a la necesidad de renovar las metodologías de análisis y diagnóstico de casos ligados a estos tipos de patologías. Paralelamente, propone una estrategia de terapia que movilice el interés del niño por el intercambio comunicativo y le provoque ganas de compartir, tomando en cuenta en dichas estrategias la dimensión emocional. El autor pone énfasis en la diferenciación de la clasificación de los trastornos del lenguaje y los trastornos de la comunicación, pues a través de la praxis ha observado que, durante mucho tiempo, no ha existido una línea que delimite claramente los procesos evaluativos y de reconocimiento de dichos desórdenes en el campo del diagnóstico y tratamiento.
En primer lugar, el interés de esta obra radica en la capacidad del autor para explicar y categorizar de manera sucinta los diferentes trastornos del lenguaje y la comunicación, exponiendo su propia definición y apoyándose en su trabajo como lingüista y terapeuta para ambos tipos de desórdenes. En segundo lugar, el autor logra exponer claramente las dos perspectivas de análisis imperantes hoy en día en el ámbito del estudio de las patologías vinculadas al lenguaje y la comunicación. Mediante una sólida argumentación interdisciplinaria, resultado de sus conocimientos tanto de la Psicología como de la Lingüística, Danon-Boileau demuestra que los trastornos del habla están relacionados con el lenguaje, mientras que los trastornos de la comunicación están ligados a los trastornos de la personalidad o comportamiento. Tomando en cuenta la clasificación internacional de los trastornos de la comunicación y aquellos del comportamiento (CIM-10/ICD-10), el autor explica de manera clara y precisa cómo hasta ahora los trastornos del lenguaje son estimados como una entidad individualizada y los trastornos de la comunicación son considerados como la consecuencia de una perturbación situada a otro nivel (psique). Haciendo la diferencia entre el punto de vista cognitivo y el punto de vista psicoanalítico, el autor se centra en el segundo, postulando una diferencia radical entre los trastornos disfásicos y los que son catalogados como trastornos de comunicación, ya que estos últimos son considerados, en la literatura especializada, como el resultado de disfuncionamientos en el conjunto de la personalidad del niño, y por lo tanto, son observados como la consecuencia o emergencia de un problema psico-afectivo global, entendido como desarmonía evolutiva (psicosis y autismo).
Otra de las características relevantes de esta obra corresponde a la noción de nosografía y su validación como elemento de diagnóstico. Danon-Boileau sostiene que es un contrasentido plantear desde el mismo punto de vista los trastornos de lenguaje llamados “puros” y los trastornos de comunicación, apoyándose justamente en la utilización de la nosografía como elemento de diagnosis. Desde su perspectiva, esta consideración es errónea ya que se hace de un trastorno de la comunicación una entidad nosográfica en sí y no el síntoma de otra entidad patológica. De acuerdo con lo anterior, se estaría postulando implícitamente que el peso y el estatus del instrumento son comparables en los trastornos de la comunicación y del lenguaje, lo que llevaría, en otros términos, a aproximarse a una perspectiva neuro-psicológica y cognitiva que se aleja de la perspectiva psicoanalítica, desarrollada por el autor, y que desde su punto de vista y su experiencia, ha posibilitado el desarrollo de estrategias ventajosas de tratamiento de las patologías analizadas en la obra. Uno de los elementos de la evidente renovación de postulados que realiza el autor, en este trabajo, se encuentra en la inclusión de los aportes del rol del lingüista, que no se reduce simplemente al análisis y tratamiento de los trastornos del lenguaje y la comunicación en clínica. Este terapeuta y lingüista explica a través del texto cómo la lingüística contemporánea aporta en este ámbito, al demostrar el nexo entre las diferentes formas de enunciados, los gestos y entonación que le acompañan, es decir, entre la comunicación verbal y la comunicación no verbal, y el rol del lingüista en la comprensión y articulación de estos elementos para el análisis de las interacciones comunicativas de los niños con trastornos. Esta obra preconiza la idea de que el intercambio oral es un todo y cómo durante el periodo de adquisición del lenguaje se produce una retroalimentación incesante entre la comunicación no verbal y la comunicación pre-verbal, evidenciando que los territorios neurológicos solicitados son diferentes. Gracias al conocimiento de estos hechos, se propone una perspectiva que engloba el trastorno del lenguaje y, al mismo tiempo, se testimonia con el trabajo clínico del autor, las posibilidades de progreso en el tratamiento de las diferentes patologías, tomando en cuenta las situaciones a las cuales se encuentran confrontados tanto los pedagogos como los profesionales de la medicina.
Siguiendo la progresión de contenido de la obra, hallamos una descripción de las etapas de la adquisición del lenguaje y la presunción de que el estudio de las interacciones debe remitirse, inicialmente, a la relación entre el bebé y su entorno, principalmente el vínculo inicial con su madre, destacando en primer lugar el desarrollo de la comunicación de emociones a través de la mímica y la mirada y, posteriormente, la aparición de la comunicación de intenciones que estaría marcada por el uso de la gestualidad, pues la mímica constituye un primer estado de comunicación (los primeros elementos de comunicación del niño son la mirada y la sonrisa). Uno de los temas centrales que aporta un aire innovador y expande los horizontes disciplinarios de esta obra concierne al tratamiento de la comunicación no verbal y su relación con eventos psicosociales que experimenta el niño a temprana edad. El autor expone una nueva reflexión y perspectiva, ya que mediante el análisis de la gestualidad y el paralenguaje en el proceso de la adquisición del lenguaje verbal y el aporte de estos elementos, entrega una nueva interpretación a la evaluación de patologías de la comunicación y el lenguaje.
Tomemos como ejemplo la alusión al cambio decisivo, que se realiza hacia los seis meses de vida del niño, de la utilización de fonemas. Alrededor de los seis meses, el niño es capaz de producir fonemas cuya diversidad sobrepasa ampliamente la gama de fonemas que escucha. Su producción vocal hasta ese momento es una especie de juego. Entre los seis y ocho meses, el bebé restringe la extensión de su producción fonética solamente a los fonemas que escucha de su madre. Es igualmente en este momento que la duración de las sílabas emitidas se estabiliza y alcanzan una extensión similar a aquellas producidas por un adulto. Existe entonces un contraste entre las sílabas de duración normal y las sílabas de mayor duración, que toman un valor de comunicación expresiva (de esfuerzo o queja). Una de las explicaciones que este autor nos aporta radica esencialmente en asumir esta transformación como una maduración del sistema nervioso, permitiendo así un ajustamiento más estrecho de la producción y la percepción. En otros términos, alrededor de los seis meses el niño ya utiliza la lengua que habla su madre de una manera particular. Repetir sus sonidos se convierte para él en una forma de identificarse con ella, lo que le permite hacerla presente en su ausencia, reproduciendo los fonemas que ella le dirige. El niño hace revivir el recuerdo de su madre y de eso que él ha vivido con ella. Alrededor de los ocho meses, el niño ya es capaz de expresar sus intenciones, dando claramente a sus mímicas expresivas espontáneas el valor de un signo. Emociones como la sorpresa, el placer, la excitación y la irritación toman una suerte de forma canónica y son destinadas a significar el estado interno del niño a otro. Asimismo, el autor esboza un análisis sobre la aparición de los primeros gestos convencionales y los primeros ritos sociales en la adquisición del lenguaje. En este sentido destacan, además de la emergencia del signo, la multiplicación de los juegos de intercambio con la madre, suerte de práctica gratuita del gesto significante y de entrenamiento de la dimensión pragmática del lenguaje. Lo interesante de este trabajo, en relación con el tratamiento de estos temas, es la introducción que hace el autor; desde la perspectiva psicoanalítica, de la hipótesis sobre la prefiguración de la alternancia de roles en el diálogo. También hace énfasis dentro de los elementos no verbales que analiza en esta etapa de desarrollo del niño al punteo (indicación con el índice) y el conjunto de juegos por intermedio de los cuales el niño designa a su madre los elementos de la realidad que le interesan (atención conjunta).
Para clarificar el agrupamiento de patologías que se derivan de los trastornos del lenguaje y los trastornos de la comunicación que hace el autor, tomamos el ejemplo del caso del trastorno semántico-pragmático revisado en esta obra. En primera instancia, Danon-Boileau expone la diferencia entre el punto de vista de la corriente de expertos cognitivistas, que plantean que el trastorno de la comunicación es una suerte de carencia en sí, en tanto que para los psicoanalistas es el efecto de una dificultad que compromete la psique del niño autista o psicótico en su totalidad. En una segunda instancia, analiza este trastorno con cierta reserva ya que al abordar el cuestionamiento sobre la pragmática, según sus observaciones, se abandona el registro del lenguaje; en sentido estricto, para abordar los límites de la comunicación. Del mismo modo, para el autor existe poca claridad a nivel semántico del término pragmática. Si se observa la pragmática como una rama de la lingüística que toma como objeto de estudio no el contenido del discurso, sino el uso que se hace de dicho discurso (la forma en que se da una orden, se hace una pregunta, cómo se ajustan las propias respuestas en función del interlocutor, etc.). Se alude más bien a la relación de influencia entre el locutor y auditor, y desde una determinada perspectiva, es esto lo que dentro de la disciplina pragmática está verdaderamente en juego, alejándose entonces de los eventos comunicativos de índole puramente verbal que en definitiva son los que se toman en cuenta al momento del análisis nosográfico de las patologías del lenguaje y la comunicación.
En relación con el síndrome semántico-pragmático, el autor realiza una crítica sobre la utilización de las nosografías para su diagnóstico, pues considera que la mayoría de las descripciones y clasificaciones analíticas de los trastornos no son siempre perfectamente coherentes. De esta manera, afirma que existen diferencias evidentes entre el discurso de un niño que sufre de síntoma pragmático-semántico y el discurso de un niño que presenta rasgos autistas, ya que en el primer caso se encuentran pocos o casi ningún estereotipo, y tampoco hay un lenguaje anclado a los detalles de una realidad minuciosamente inventariada. Por el contrario, la semejanza con el discurso psicótico es impresionante. En esta obra también se observan consideraciones neurológicas de los trastornos de la comunicación y se relacionan con la producción lingüística en interacción. Como toda puesta en práctica del lenguaje, implica un intercambio con el otro, y quien habla debe constantemente tener en cuenta las reacciones de a quien se dirige. Todo elemento lingüístico implica una articulación entre lo que el individuo produce y aquello que recibe del otro, tanto por el canal de la comunicación como por el canal del lenguaje. Por lo tanto, toda producción lingüística exige una doble puesta en relación: entre diferentes modalidades de la producción del discurso (gesto, mímica, entonación, fonología) y la adaptación de esta producción a la comprensión del otro, revelado a través de los signos que el otro emite.
Finalmente, el autor da a conocer una explicación sobre los trastornos de la comunicación no verbal y la relación con la pragmática en los niños autistas, entregando nociones como intercambio utilitario, y proposiciones de carácter global sobre la comunicación autística. Plantea la interrogante sobre la real dificultad de percepción de los niños autistas. Menciona los posibles problemas de comprensión de la comunicación no literal como las metáforas y el humor, enfatizando que el problema central de estos niños radica en la dificultad de integración de la diversidad del discurso y entrega pistas para posibles tratamientos que consideren todos los elementos que han sido analizados y evaluados en este trabajo. La obra finaliza con una observación del panorama internacional de tratamientos de los trastornos del lenguaje y la comunicación, específicamente en Canadá y Suiza, donde se trabaja en la relación madre-hijo. Asimismo, se utiliza la dimensión del juego, que toma en cuenta el conjunto del cuerpo como una unidad comunicativa, alejándose de la perspectiva tradicional de los diferentes tratamientos.
Esta obra propone algunos principios simples que permiten observar diferentes patologías pertenecientes a los distintos desórdenes de manera diferenciada, evitando confundirlas o vincularlas. Asimismo, se expone que la gran diferencia entre las patologías relacionadas con los trastornos de lenguaje y los trastornos de la comunicación radica en que en los primeros es el lenguaje el núcleo del trastorno y en aquellas que pertenecen al registro de trastornos de la comunicación, el lenguaje es una zona de turbulencia, pero las causas son externas.
Nota
Traducción para la reseña: Jéssica Barraza Bizama.
Resenhista
Jéssica Barraza Bizama – Universidad París Descartes, París V, Sorbonne, Laboratorio MODYCO.
Referências desta Resenha
DANON-BOILEAU, Laurent. Les troubles du langage et la communication chez l’enfant. París: PUF; Presses Universitaires de France, 2009 1. Resenha de: BIZAMA, Jéssica Barraza. Contextos – Estudos de Humanidades y Ciencias Sociales. Santiago, n.25, p. 135-139, 2011.
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