L’épistémologie historique. Histoire et méthodes | Jean-François Braunstein, Iván Moya Diez e Matteo Vagelli

Desde hace poco más de dos décadas, puede constatarse un crecimiento de la epistemología histórica; primeramente, un desarrollo de su versión anglosajona: la “nueva” historical epistemology y luego, una revitalización de su versión francesa: la “vieja” épistémologie historique. A lo largo de estos años, se han multiplicado los eventos académicos, las publicaciones, las tesis, los proyectos de investigación y los espacios de formación dedicados a este “estilo”2 en epistemología.3

Al interior de este campo plural en expansión, la importancia del libro que aquí reseñamos reside en que, aún sin proponerse como tarea principal el definir qué es la epistemología histórica, sin embargo, al brindar en cada capítulo testimonios claros, matizados y originales de este estilo de pensar y hacer en epistemología inseparable de la historia de las ciencias, por añadidura nos permite arribar a otra definición de la epistemología histórica. Así, como intentaremos mostrar a continuación, las contribuciones de las dos secciones de este libro nos llevan a entender y a valorar, de manera renovada y recurrente, la historia, los métodos y los objetos propios de la epistemología histórica, lo que esta ha sido, su devenir presente y su actualidad.

En este libro se reúnen trabajos de las dos primeras Jornadas de Estudio “Epistemología Histórica” realizadas en la Universidad de París I Panthéon-Sorbonne en los años 2015 y 2016.4 Tal como lo expresan los directores de esta edición, aquellas Jornadas “tuvieron por objetivo comprender no solo lo que la epistemología histórica había sido, sus ‘comienzos’, sino también lo que ella es hoy, las formas y direcciones que está tomando, sus ‘desafíos actuales’” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 7).

Se reserva un lugar especial para François Delaporte5 , autor de la Apertura titulada: “La clínica y las fuentes de la historia arqueológica”. Una cita clásica de Foucault –aquella en la que este destaca que la historia de las ciencias cultivada en Francia “sirvió de soporte” a la cuestión filosófica de la Aufklärung 6 –, constituye el punto de partida de un singular recorrido. Al cabo del mismo, Delaporte afirma sin ambages: “El desconocimiento de axiomas metodológicos que han sido aplicados por Bachelard, Koyré y Canguilhem bloquea el acceso a El nacimiento de la clínica” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 19). Filósofos e historiadores de las ciencias podrían tomar esta afirmación como una invitación a volver sobre aquel texto de Foucault para acceder a otra interpretación del mismo, estudiando ahora en detalle aquellos “axiomas metodológicos” del estilo francés en historia de las ciencias que Foucault extrae de Comte, Bachelard, Koyré y Canguilhem para la elaboración de su propia arqueología de la mirada médica. Consideramos que se podría generalizar dicha afirmación de Delaporte, hasta llegar a decir que el desconocimiento de tales axiomas metodológicos bloquea el acceso a prácticamente toda la producción foucaultiana. En ese sentido, retomamos la cuestión que queda abierta hacia el final de esta Apertura: acaso Foucault habría sido “mejor comprendido” si se hubiera entendido que “él sostuvo, a su manera, métodos, conceptos y palabras clave que caracterizan a la historia de las ciencias” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 20).

A continuación, los diez capítulos de la primera sección, titulada: “Historicidades, objetividades, racionalidades”, nos permiten reconstruir una compleja historia de la epistemología histórica, en la que se exponen convergencias y divergencias entre diversos representantes y momentos. Los seis capítulos de la segunda sección: “Objetos epistémicos, saberes, ciencias”, nos brindan trabajos sobre la constitución histórica de objetos, conceptos, saberes y regiones científicas. A lo largo del libro, se irán problematizando cuestiones de métodos y se irá poniendo de manifiesto un singular estilo en epistemología, que se distingue claramente de otros abordajes de las ciencias.

La primera sección se abre con el texto de Sandra Pravica: “Relaciones entre lógica, matemáticas y lenguaje. Bachelard y el empirismo lógico”. A diferencia de otros abordajes que subrayan la oposición entre el empirismo lógico y la epistemología bachelardiana, Pravica nos ofrece una lectura culturalmente situada de textos de Bachelard de los años 1930, ubicándolos en el contexto de corrientes y problemas de la filosofía de la ciencia de aquellos años –particularmente, el empirismo lógico y los problemas de la lógica, las matemáticas y el lenguaje. Pravica muestra a un Bachelard fino lector de Reichenbach y de Hahn –entre otros–, dispuesto a valorar el aporte de la nueva lógica para la filosofía de las ciencias. Ahora bien, a partir de estas lecturas, Bachelard irá poniendo de manifiesto su propia posición diferenciada: despreocupado de la problemática de la fundamentación de los conocimientos científicos, Bachelard criticará la reducción logicista de las matemáticas a la lógica, entenderá que las matemáticas no son solo un lenguaje bien hecho, criticará la distinción entre forma lógica y contenido empírico y principalmente, destacará el papel creativo y “realizador” de las matemáticas en las ciencias naturales.

En “Natura constructa y fenomenotécnica. Spinozismo y pensamiento de las matemáticas en Gaston Bachelard”, Gerardo Ienna comenta un texto “casi olvidado y desaparecido” del corpus bachelardiano: “Physique et métaphysique” –del año 1932–, en el que Bachelard retoma la filosofía de Spinoza para pensar la ciencia contemporánea. Ienna señala que “por esta referencia precisa, ese texto nos permite esclarecer ciertos aspectos, por una parte, del pensamiento de Bachelard y, por otra parte, del pensamiento de las matemáticas en Francia” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 48). Particularmente en cuanto a la primera cuestión, Ienna destaca que el texto mencionado muestra la “raíz spinoziana” del concepto de fenomenotécnica; concepto aún no suficientemente estudiado, a pesar de ser fundamental en la epistemología bachelardiana.

En “Jean Cavaillès, de la lógica de Husserl a la dialéctica del concepto”, Gabriele Vissio se detiene en el último trabajo de Cavaillès: Sobre la lógica o la teoría de la ciencia, del que destaca su filosofía del concepto. En primer lugar, Vissio se refiere a la “doctrina de la ciencia” de Husserl y luego, a la evolución de la lectura de dicha doctrina por parte de Cavaillès, quien en su último período llega a criticar la filosofía de la conciencia de Husserl y a reformular el proyecto de una “doctrina de la ciencia”. Vissio reflexiona finalmente acerca del legado que deja la filosofía del concepto de Cavaillès –filosofía de la dialéctica histórica de los conceptos matemáticos, del progreso indefinido a través de revisión y de superación de errores, del devenir imprevisible en el que se producen tanto los problemas y los objetos científicos, como la razón misma y sus actos– para el programa de la epistemología histórica.

En “El reflejo y la resistencia. Canguilhem y el poder del concepto”, Samuel Talcott nos brinda su lectura del libro de Canguilhem La formación del concepto de reflejo en los siglos XVII y XVIII (1977, 1955), en el que subraya la filosofía canguilhemiana del concepto. A contrapelo de historiografías mecanicistas y de leyendas establecidas, Canguilhem muestra que no fue René Descartes sino Thomas Willis quien formuló el concepto de movimiento reflejo, poniendo así de manifiesto que dicho concepto no surgió “de una teoría mecanicista original y verdadera, sino de una metáfora animista y vitalista que es científicamente falsa” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 81). Canguilhem reconstruye la compleja historia de este concepto en su propia duración, pasando por “su formulación, su análisis experimental, su aplicación a la práctica médica, y su vulgarización como categoría de la experiencia” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 81). Y comprometido con problemas de su presente, Canguilhem destaca “el poder del concepto” de movimiento reflejo en la organización de la vida humana en las sociedades industriales: sus diversas valorizaciones, los límites de su empleo en los intentos de gestión científica del trabajo, así como las resistencias y críticas que estos intentos suscitan en los obreros.

En “Normatividad de los vivientes y adaptación. De Canguilhem a Lewontin”, Fiorenza Lupi propone un recorrido a través de Goldstein, Canguilhem, Simondon, Gould, Lewontin y Vrba en torno al concepto de medio y su relación con el viviente – cuestiones en las que se pone de manifiesto una crítica al determinismo. Lupi se detiene en distintos aportes brindados por dichos referentes, a partir de los cuales puede llegar a concebirse al medio “a la vez como operador de presión selectiva y como coconstrucción de los habitantes (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 87) y al viviente como creador de su medio. En este recorrido ocupa un lugar especial Canguilhem, para quien el viviente puede recortar, centrar sobre sí y en definitiva crear su medio a partir de una normatividad vital. Estas ideas canguilhemianas son puestas en diálogo con las contribuciones en biología de Gould, Lewontin y Vrba, quienes “invitan a reflexionar sobre el hecho de que no hay creatividad en la ausencia de normas, no hay invención sin reglas y no hay evolución sin coacciones” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 101).

En “La epistemología histórica en herencia. Althusser, Foucault y la fábrica conceptual de la historia”, Audrey Benoit establece un “parentesco” entre Althusser y Foucault a partir de un vínculo en común: Canguilhem, cuya epistemología histórica ha proporcionado a ambos un “materialismo discursivo”. Al respecto, Benoit sostiene que la concepción canguilhemiana de la relación del viviente con su medio “es exportable, por analogía, a la relación de constitución del objeto por el concepto” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 116) y que, más allá de sus divergencias, Foucault y Althusser convergieron en esta manera materialista de pensar el concepto. Epistemología e historia se articulan aquí en un abordaje que, preservando de los “escollos” tanto de teorías del conocimiento idealistas como de contextualismos historicistas y sociologizantes, es capaz de dar cuenta desde el presente de “la fábrica conceptual” de la historia: cómo emergen y se transforman los conceptos al interior del discurso, cómo los conceptos constituyen su campo de objetividad, cómo la materia del discurso brinda las condiciones históricas de producción de los objetos.

A continuación, Daniel Rodríguez-Navas nos ofrece su lectura acerca de “El cambio de actitud de Foucault hacia la psicología en 1953”. Si bien considera que la imagen que habitualmente se tiene de este cambio no es falsa (el joven Foucault pasó de una “actitud favorable” hacia la psicología, a una actitud “altamente crítica” hacia dicha disciplina a partir de 1953), sin embargo Rodríguez-Navas señala matices que nos muestran a un Foucault “ambivalente”, ni tan favorable antes ni tan crítico después de aquel año para con la psicología. Y particularmente en Enfermedad mental y personalidad, Rodríguez-Navas ubica el cambio en cuestión durante la redacción de dicho libro, en el paso de la primera a la segunda parte. Cambio que implicó varios “desplazamientos” (en el objeto de estudio, en la pregunta, el objetivo y el método), que en definitiva remiten a “uno solo”: no hay concepto general de enfermedad, y la enfermedad mental “no está basada en la naturaleza humana ‘como tal’, sino en sus varias, concretas e históricas formas” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 132).

En “El estatus del concepto en la epistemología histórica: de Cavaillès a Foucault”, Ferhat Taylan identifica desplazamientos y ampliaciones realizadas por Foucault a los análisis conceptualistas de Bachelard, Cavaillès y Canguilhem. Al desplazarse “del concepto a las formaciones discursivas, del discurso científico a las prácticas no discursivas, del problema a la problematización, de la razón a las racionalidades” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 135), Foucault transforma el programa de la epistemología histórica. La historia de los conceptos se extiende ahora hasta una historia de las racionalidades (científicas y políticas). Así, conceptos científicos que se forman y nacen en la época moderna tales como “población”, “raza” o “medio” pueden ahora entenderse como “efectos” y “operadores” de problemas sociales, como “índices” y “síntomas” de una racionalidad más general. Taylan sostiene que el registro “doble” y “complementario” de los conceptos y las racionalidades “constituye aún hoy el jalón principal de trabajos que se interesan en la elaboración histórica de categorías y formas de pensamiento que pertenecen a nuestra ‘razón’, sin que se sepa cómo ni por qué” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 148).

A continuación, Eugenio Petrovich enuncia en el título la cuestión principal de su trabajo: “¿La historia de una norma epistémica puede tener valor normativo? Algunas reflexiones sobre el estatus y las tareas de la epistemología histórica”. En su examen, Petrovich parte del texto de Daston y Galison Objectivity 7, clásico ejemplo de un estudio en la línea de la historical epistemology. Encuentra allí tres significados de normatividad: “guía”, “idealidad” y “evaluación”, a partir de los cuales se pregunta si el relato histórico de una norma epistémica “puede proporcionar ideales válidos para guiar y evaluar prácticas reales” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 151). Luego, se detiene en dos pasajes de la historia de la filosofía de la ciencia: el empirismo lógico de Reichenbach y algunas críticas efectuadas a Kuhn, en los que fue central la cuestión de la normatividad. Tras ello, vuelve sobre algo señalado por Kant: la diferencia entre la génesis y la validez de una norma. Petrovich concluye que la tarea de la epistemología histórica no es positiva sino negativa; en tal sentido, no consiste en establecer una normatividad –dado que las normas epistémica se producen al interior de las prácticas científicas–, sino en proponer una crítica, capaz de brindar a la ciencia actual “una auténtica conciencia de la contingencia histórica de sus prácticas, conceptos y aún normas epistémicas” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 158).8

En “Ian Hacking, de la arqueología de la probabilidad a la ‘configuración de personas’”, Matteo Vagelli brinda un análisis de la filosofía de Hacking, orientado a esclarecer su relación con la epistemología histórica (especialmente, en la versión contemporánea de la historical epistemology) y su impacto sobre ella. De los tres proyectos que Hacking distingue en su actividad filosófica: filosofía de las matemáticas, estilos de razonamiento científico y making up people, Vagelli se detiene en estos dos últimos y señala que la intersección entre ambos “puede constituir la originalidad de las investigaciones hackinianas” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 160). En cuanto al proyecto “estilos…”, reconstruye las principales etapas del trabajo hackiniano en torno al estilo de razonamiento estadístico, mostrando que “después de un primer abordaje axiomático, a raíz de su ‘encuentro’ con Foucault, Hacking elabora de manera original un abordaje primero propiamente arqueológico, luego arqueo-genealógico del estudio de la probabilidad” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 166). En cuanto al making up people, subrayamos dos cuestiones en la lectura de Vagelli: su pregunta acerca de si este proyecto “representa un esfuerzo de comprensión de ese ‘haz intermediario de relaciones’ entre los dos polos, el de la anatomopolítica del cuerpo humano y el de la biopolítica de la población” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 167) que propusiera Foucault, así como su indicación de que el making up people es el resultado del estilo taxonómico y del estilo estadístico. Hacia el final, Vagelli destaca que la ontología histórica hackiniana, generalización de la homónima foucaultiana, nos brinda el concepto de “estilo”, que resulta adecuado para dar cuenta de un “rasgo fundamental” de la epistemología histórica: el “entrecruzamiento” entre procesos de constitución de objetos y de sujetos de conocimiento. Y que posiblemente por ser “un punto sobre la tangente” de la epistemología histórica, Hacking ha tenido y tiene sobre ella “una influencia estructurante y durable” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 170).

La segunda sección del libro se abre con el capítulo: “Cosas epistémicas y cosas políticas. Un marco analítico para una epistemología histórico-política”, de Laurens Schlicht y Martin Herrnstadt. Como lo expresan en el título, los autores se proponen brindar un marco de referencia que sirva en análisis micro-históricos para investigar de qué manera y en qué sentido se interrelacionan problemas políticos y problemas epistémicos, producción de normas sociales y producción de conocimientos científicos. Schlicht y Herrnstadt toman y recrean conceptos de Rheinberger y Epple para definir las cosas, técnicas y configuraciones políticas (political things, political techniques, political configurations) de manera “simétrica”, “análoga” o “equivalente” a las cosas, técnicas y configuraciones epistémicas (epistemic things, epistemic techniques, epistemic configurations), con sus respectivos procesos de “reproducción diferencial”. Desde este abordaje, que según los autores permite a la vez distinguir y conectar lo político y lo epistémico, muestran en el caso de Joseph-Marie de Gérando (1772-1842) “cómo la tarea científica de observar desigualdades existentes en diferentes personas, los así llamados ‘salvajes’, alrededor de 1800 migró al campo de la administración y a los sistemas de bienestar. Allí, la técnica epistémica de observar ‘salvajes’ llegó a ser una técnica política para hacer frente al problema de la pobreza” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 186) tras la Revolución Francesa.

En “La arqueología a prueba de los saberes formales. Matemáticas y formalización en el proyecto de una arqueología de los saberes”, en vistas a plantear la posibilidad de una arqueología de las matemáticas, Juan Luis Gastaldi critica los argumentos de Foucault en La arqueología del saber, mediante los cuales este justificaba la exclusión de hecho y de derecho de las matemáticas de su empresa arqueológica. En el núcleo de estos argumentos foucaultianos “se encuentra la idea de que las matemáticas constituyen un saber esencialmente formal” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 188). En esta perspectiva, los enunciados formalizados de las matemáticas y sus reglas sintácticas de construcción no se prestan para un abordaje arqueológico. Y si además las matemáticas son “inmediatamente formales”, ¿cómo hacer una historia arqueológica del devenir científico de sus discursos?

Al evaluar trabajos en filosofía e historia de las matemáticas de las últimas décadas, Gastaldi encuentra que estos en su mayoría están animados por una tendencia “antilogicista y antiformalista”, razón por la cual “evitan invariablemente la cuestión de la historicidad posible de la formalidad misma” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 192). Gastaldi, en cambio, sostiene la posibilidad de una historia arqueológica de las matemáticas, que mostraría “no que las matemáticas no son formales, sino que su formalidad no está clausurada” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 196). En este sentido, rescata otros trabajos centrados en torno a la cuestión del signo matemático y subraya que una semiología de las matemáticas “salvaguarda el espacio de (…) una positividad no empírica, que renueva las perspectivas de una epistemología histórica y torna de otro modo posible una arqueología de los saberes formales” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 200). En el último apartado, Gastaldi deja abierta una cuestión que encuentra ausente en “prácticamente todos” los trabajos actuales de filosofía e historia de las matemáticas, pero que considera decisiva para una arqueología de las matemáticas “indisociable de una arqueología de la arqueología” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 204): el lugar de la lógica en la constitución de una epistemología formal.

En el capítulo “Para terminar con el análisis conceptual. Los mecanismos patológicos y la filosofía biológica en Canguilhem”, Jonathan Sholl se propone mostrar las contribuciones que la filosofía biológica canguilhemiana puede brindar a debates actuales en filosofía de la medicina en torno a la salud y la enfermedad, así como esclarecer “la significación contemporánea” de la renovación de conceptos metodológicos propuesta por Canguilhem en su tesis doctoral de 1943. En tal sentido, Sholl comienza por destacar las críticas de Lemoine al uso de los análisis conceptuales de la salud y la enfermedad en el debate naturalismo-normativismo, así como la propuesta de este para superar dicho debate. Luego, Sholl presenta diversas posturas en el debate en torno a la especificidad de los mecanismos patológicos: la de Nervi, para quien el mecanismo patológico es una entidad teórica independiente con sus particularidades; la de Moghaddam-Taaheri, quien critica la distinción entre fisiología y patología postulada por Nervi y sostiene que los mecanismos patológicos constituyen lo “normal-broken”; la de Gross, quien sostiene un abordaje sistémico de las enfermedades, en una suerte de mediación entre las dos posturas anteriores. Tras ello, Sholl destaca la importancia de la filosofía biológica de Canguilhem –particularmente, su concepto de normatividad biológica–, que permite sortear los impasses de los debates antes referidos y que brinda una sugerencia metodológica aún vigente: construir una teoría filosófica que apunte a “explicar a posteriori lo que caracteriza la salud y la enfermedad en función de los datos fisiológicos y patofisológicos –siempre susceptibles de ser puestos en cuestión en el seno de la dinámica de la historia de las ciencias” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 226). Filosofía en incesante rectificación, atenta a las ciencias y a la normatividad biológica de los vivientes en el contexto de las condiciones en las que estos se encuentran.

En “La emergencia de la episteme computacional en medicina”, Mathieu Corteel retoma aquellas claves foucaultianas de La arqueología del saber que, a su juicio, “permiten la apertura de la arqueología de la mirada médica hacia la medicina contemporánea” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 229). A partir de tales claves, Corteel propone una historia de la formación, la emergencia y las transformaciones de lo que denomina “la episteme computacional” en medicina; historia larga que va desde el desarrollo de las estadísticas aplicadas a la epidemiología en el siglo XVII, hasta el desarrollo del data mining que posibilita el big data en medicina a partir del siglo XX. En este recorrido, Corteel se detiene especialmente en el “giro clínico” del siglo XIX, a partir del cual se va constituyendo una medicina clínica del individuo y de la población “en el doblete cognitivo y computacional que permite la formulación de diagnósticos y de pronósticos” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p 229) que buscan ser cada vez menos inciertos. Entre cognición y computación se va dando una dinámica de identidad y de diferencia, en la cual “La probabilidad subjetiva oculta la formalización matemática y la probabilidad objetiva borra la conciencia del médico” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 235). Al ubicar continuidades y discontinuidades desde entonces hasta la aparición del big data en medicina, el abordaje arqueológico permite mostrar de manera crítica que el big data no constituye un cambio revolucionario o un nuevo paradigma en medicina, sino más bien “el despliegue tecnológico de una multiplicidad de discursos médicos estratificados” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 241) o el “prolongamiento de modalidades de un saber anterior” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 242).

En el capítulo «Para una epistemología histórica de la genética de las poblaciones”, Nicola Bertoldi recurre a conceptos fundamentales de la epistemología de Bachelard para abordar la genética de las poblaciones y su importancia en la teoría de la evolución. Desde esta perspectiva, Bertoldi destaca en primer lugar que, para Bachelard, la “dialéctica del pensamiento científico consiste en un trabajo permanente de teorización, experimentación y rectificación” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 25) a partir y en contra de obstáculos epistemológicos, en una actividad de aplicación experimental y “trascendencia racional” que va instaurando regiones epistemológicas y objetos científicos en los que se entraman lo noumenal y lo fenoménico, según un vector epistemológico que va de lo racional a lo real. Bertoldi se vale de este abordaje dialéctico de la actividad científica para dar cuenta de la genética de las poblaciones; en tal sentido, sostiene “la hipótesis de la existencia de una suerte de ‘racionalismo genético’, que estructuraría la genética de las poblaciones en tanto disciplina científica” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 256) que articula lo formal y lo empírico en múltiples modelos, particularmente en el de Hardy-Weinberg.

En “Lo que cambia tener en cuenta el presente. ¿Cómo escribir la historia del concepto de célula cancerosa?”, a poco de comenzar su capítulo, Laurent Loison expresa: “Asumir la difícil cuestión de la validez de los conceptos científicos no es una modalidad entre otras de la historia de las ciencias, ella es según nosotros su condición de posibilidad” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 260). Asumiendo entonces esta “difícil cuestión” y considerando el estado actual de los conocimientos en cancerología, Loison ofrece otra historia de la formación del concepto de célula cancerosa en el siglo XIX. Desde esta apuesta, de hondas implicancias metodológicas, Loison señala los límites de las historias de las ciencias “historiadoras” –particularmente, la de Ann La Berge–; historias interesadas en “el contexto social de producción de conocimientos” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p.268), pero desinteresadas de la cuestión fundamental de la verdad científica. Asimismo, Loison muestra lo que nos enseña y las posibilidades que abre una historia de las ciencias epistemológica, juzgada y “presentista”, no solo para la historia del concepto mencionado, sino también para la historia de la teoría celular. Coincidimos con lo que afirman Braunstein, Moya Diez y Vagelli: aquí Loison “nos invita indirectamente a constituir no solo historias recurrentes de diferentes objetos científicos, sino también de la misma epistemología histórica” (Braunstein, Moya Diez y Vagelli, 2019, p. 11).

En definitiva, consideramos que este libro cumple con el objetivo declarado por los mencionados directores de su edición, expresado en términos canguilhemianos: más que “manifiestos” o “programas”, aquí se ofrecen claras “muestras” de la epistemología histórica. Muestras que dan cuenta de un estilo epistemológico fecundo, que puede ser aún más cultivado en nuestro medio académico argentino, para pensar y hacer de otro modo en nuestras prácticas de investigación, de enseñanza y/o de la profesión, comprometido con nuestra actualidad.

Notas

2 Véase Braustein, J-F. (2002). Bachelard, Canguilhem, Foucault. Le ‘style français’ en épistémologie. En: Wagner, P. (Dir.) (2002). Les philosophes et la science. Gallimard.

3 Para un panorama general de la epistemología histórica, véase Braunstein, J-F. (2002); Braunstein, J-F; Moya Diez, I. y Vagelli, M. (Dir) (2019, pp 5-11) y Vagelli, M. (2020). Che cos’è l’epistemologia storica? Recuperado en: https://www.philosophie.ch/it/raccolta-articoli/che-cos-e-l-epistemologia-storica , pp 1-6.

4 Hasta el presente se han realizado cinco Jornadas, en torno a diversos tópicos y con la participación de investigadores de distintas latitudes. Véase https://episthist.hypotheses.org

5 Para una valoración de su trayectoria y sus contribuciones a la epistemología y a la historia de las ciencias, véase Salomon, M. (2019). Obituary. François Delaporte (1941-2019). Transversal: International Journal for the Historiography of Science (6) June 2019, pp. 115-123.

6 Delaporte cita aquí “Introduction by Michel Foucault”, En: Canguilhem, G. (1978). On the Normal and the Pathological. Reidel, pp. IX-XX.

7 Daston, L. y Galison, P. (2007). Objectivity. Zone Books.

8 Sugerimos además tener en cuenta lo señalado por Vagelli: en la épistémologie historique puede identificarse una aproximación “normativa a posteriori”. Véase Vagelli, M. (2019). Historical epistemology and the ‘marriage’ between History and Philosophy of Science. En Kiprijanov, K., Sellers, L., Herring, E. y Jones, K. (Eds.) (2019). The Past, Present and Future of Integrated History of Philosophy of Science. Routledge, pp. 96-112.


Resenhista

Marcela Renée Becerra Batán – Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional de San Luis (UNSL). E-mail: mbatan2@gmail.com


Referências desta Resenha

BRAUNSTEIN, Jean-François; MOYA DIEZ, Iván; VAGELLI, Matteo (Dir.). L’épistémologie historique. Histoire et méthodes. Paris: Éditions de la Sorbonne, 2019. Resenha de: BATÁN, Marcela Renée Becerra. Epistemología e Historia de la Ciencia. Córdoba, v.5, n.1, p.118-126, 2020. Acessar publicação original [DR]

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