Segunda obra colectiva dirigida por los académicos e investigadores franceses Luc Capdevila y Frédérique Langue1, Le passé des émotions. D’une histoire à vif, Amérique Latine et Espagne busca acercar la reflexión a una región que, salvo raras excepciones, aún permanece opaca a la mirada de los historiadores. Con el aporte de investigadores americanistas de diversas nacionalidades el libro aborda distintos contextos de estudio en el espacio iberoamericano y más aún, nos muestra cómo las ciencias sociales se han ido abriendo a la reflexión en torno a la subjetividad de los actores sociales y políticos, dándole un lugar cada vez más importante dentro de la práctica historiográfica.
Podríamos sostener que este interés por las emociones se manifiesta de distintas maneras y comprende una amplia gama de estudios y corrientes teóricas. La emoción como objeto de análisis no sólo permite un punto de entrada a un tema de estudio, sino que además permea el relato y vehicula la memoria, formando parte esencial de la experiencia “vivida”. Se manifiesta visiblemente en las fuentes escritas u orales, en los gestos y manifestaciones corporales, y al mismo tiempo tiene un uso político, discursivo y retórico innegable. En este sentido, el libro reivindica el rol de la “emoción” como categoría de análisis histórico.
Es problemática la traducción del concepto francés de “emotion” y puede discutirse. Existe en su versión castellana la “historia de las emociones” (equivalente a histoire des emotions), sólo que al analizar las “emociones” trabajadas en esta obra colectiva –rabia, odio, resentimiento, miedo– estaríamos mas bien hablando de una “historia de los sentimientos”, la categoría “emoción” correspondería, más bien, a una noción más superflua y menos densa antropológicamente. Es esta definición conceptual que no queda clara, y por lo tanto “historia de las sensibilidades”, “historia de las emociones”, “historia de los sentimientos”, surgen como corrientes disciplinarias un poco difusas para un lector que no maneja al detalle la teoría y sus principales autores. Esta heterogeneidad de corrientes se encuentra presente en los distintos artículos que componen la obra, por lo que los marcos de análisis, la metodología y las definiciones conceptuales se tornan un tanto difusas de un capítulo a otro.
Esto no impide sin embargo el análisis de una literatura que desde fines de los años 80 gana terreno en las ciencias sociales, y que aquí figura como un elemento central común a los autores. Con la consolidación de la noción de “representaciones sociales”, la historia de las sensibilidades y la historia de las emociones dan en efecto un paso más allá en el campo de la historia cultural, sobrepasando los objetos representados y concentrándose en la manera de verlos, de percibirlos y de sentirlos (Estrada Urroz, p.71). De este modo, una parte de las experiencias dejadas de lado por las prácticas historiográficas tradicionales, como las emociones, los valores y las percepciones, permiten resituar la subjetividad de los actores.
El libro se divide en dos partes, la primera trata sobre la memoria del cuerpo. El primer capítulo de Javier Moscoso nos presenta un panorama teórico desde la historia cultural en torno a la conceptualización de las “emociones”, permitiendo al lector introducirse al tema. El cruce entre antropología e historia está en el centro del estudio sobre las emociones y el autor enfoca su atención en la necesidad de observar de qué manera las emociones cristalizan en unidades estructuradas que permean el ámbito de las ciencias, el arte o el derecho; de esta manera, su enfoque está puesto en la reconstrucción de las condiciones que permiten una modelación histórica de la experiencia. Los capítulos que continúan esta primera parte giran en torno a la dimensión emocional, ya sea a partir de los cuerpos “discapacitados” en Argentina, Brasil y España y sus manifestaciones públicas de rabia (Gildas Brégain); en la violencia contra los cuerpos femeninos durante la guerra civil española (Maud Joly); en el uso de muros como ocupación material y simbólica del espacio público durante los años previos al golpe de Estado de 1976 (Moira Cristiá); en la conmoción ante los cuerpos de mujeres asesinadas en Juárez a fines del siglo XIX y las nociones del “crimen pasional” (Rosalina Estrada Urroz); o finalmente en el uso político de las emociones que provoca la muerte de dos personajes públicos en la Argentina de los años 30 (Sandra Gayol). Todos los artículos de esta primera parte participan en la discusión centrada en una historia “encarnada” en el cuerpo como materialidad de las emociones.
Emoción-cuerpo-memoria. Como su antecedente, esta segunda parte comienza con la interrogación de Alejandro Gómez sobre la relación entre historia y ciencias cognitivas y los posibles aportes de estas últimas al oficio del historiador. Le sigue un artículo de Fréderique Langue sobre el resentimiento y el mesianismo como “emociones” o categorías de estudio de la historia reciente venezolana, abordando no sólo el chavismo sino que también sus antecedentes, junto con la instrumentalización política de ambas. Por su parte, Sophie Milquet aborda el traumatismo y la ritualidad como puntos de entrada para comprender la historicidad de la literatura basada en una memoria femenina de la guerra civil española, convirtiéndose estas últimas en espacios de “partage emotionnel”. Esta segunda parte continúa con tres capítulos sobre el Cono Sur y la construcción de la memoria en tres tiempos históricos. Manuel Gárate analiza el momento de “conmemoración” de los 40 años del golpe militar en Chile en el 2013, bajo el prisma del registro emocional de las imágenes en medio del reclamo de una nueva generación postdictadura y el surgimiento de una nueva sensibilidad –o “régimen emocional”– frente a la dictadura y sus consecuencias. María Laura Reali trabaja en torno a la dimensión emocional de los discursos y prácticas políticas a principios del siglo XX en la naciente “patria” uruguaya. En este mismo periodo en Paraguay, Luc Capdevila muestra la importancia de un régimen emocional en torno al pasado (Guerra de la Triple Alianza), su transformación y su continuidad en la historia presente. Estos últimos capítulos permiten comprender de qué manera la carga emocional de la historia –que toma forma de pasiones políticas, patriotismos, nacionalismos– es parte esencial de la construcción de los estados-nación latinoamericanos, donde se encuentran tanto gobiernos civiles como militares.
La lectura de esta segunda parte nos lleva a concluir que la rememorialización porta una carga de significación en cuanto lugar de construcción de la memoria colectiva, donde se juegan las “batallas de la(s) memoria(s)” y donde las emociones ocupan un rol central. Para los autores, América Latina es un lugar de observación privilegiado para trabajar este campo de lo humano, así como también un lugar de constantes cuestionamientos y relecturas a proyectos historiográficos hegemónicos.
El libro es un aporte en tanto discusión teórica sobre el rol del historiador y su capacidad analítica al momento de trabajar una dimensión central como lo son los regímenes emocionales y de qué forma, éstos son instrumentalizados en distintos contextos sociales, económicos y políticos. Si bien a veces los puntos de vista teóricos y las formas de análisis son un poco heterogéneos y dispersos, el mosaico general de la zona cultural (“aire culturelle”) América Latina–España se encuentra bastante representado. Habría faltado quizá un ejemplo de trabajo sobre América Central, entendiendo que los procesos sociopolíticos de esta parte de América difieren bastante de la historia del Cono Sur. Sería interesante además, en tanto allí los procesos de configuración de memoria histórica han sido particularmente difíciles y se han encontrado con fuertes obstáculos, con institucionalidades frágiles e intervenciones, necesarias o no, de organismos internacionales.
Es además un llamado a revisitar la naturaleza de la experiencia “viva” de los sujetos y de sociedades en continuo movimiento y movilización, en el marco de contextos sociopolíticos específicos –guerras, dictaduras, regímenes autoritarios, transiciones democráticas– donde las emociones hechas cuerpo se manifiestan, ya sea a través de voces individuales como colectivas.
Nota
1 “Ambos han trabajado historia de América Latina. Su primer libro en conjunto se titula Entre mémoire collective et histoire officielle. L’histoire du temps présent en Amérique latine, Rennes, PUR, 2009 y en él participan algunos autores de este segundo libro. Luc Capdevila tiene una producción interesante en torno a la historia paraguaya mientras que Fredérique Langue es especialista en historia de Venezuela. Ambos retoman dichos países en esta obra colectiva con un capítulo cada uno”.
Resenhista
Daniela Durán Cid – Licenciada en Lingüística, Universidad de Chile. Magister en Antropología, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. E-mail: daniduran81@gmail.com
Referências desta Resenha
CAPDEVILA, Luc; LANGUE, Frédérique. (Dir.). Le passsé des émotions. D´ une histoire à vif Amérique Latine et Espagne. Rennes: Editorial Presses Universitaires de Rennes, 2014. Resenha de: CID, Daniela Durán. Tiempo Histórico. Santiago, n.9, p. 171-174, 2014. Acessar publicação original [DR]
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