Latencias y sobresaltos de la memoria inconclusa (Chile: 1900-2015) es el libro que Nelly Richard lanzó en agosto de 2017. Este trabajo se encuentra constituido por diez ensayos más un prólogo, todos ellos atravesados por la temática de la memoria social y política de Chile durante los veinticinco años que transcurren entre 1990-2015, considerando el fin de la Dictadura y los periodos de transición y post-transición.
Los términos latencias y sobresaltos hacen alusión a procesos que vive la memoria, a un cierto aplanamiento que sufre en determinados momentos de la historia para luego ser revitalizada o reactualizada como resultado de las operatorias de asociación que realiza. En otro de sus libros Richard dice entender a la memoria como aquella “[…] zona de asociaciones voluntarias e involuntarias” (2010, p. 16), por tanto, es un lugar por definición dinámico, en que su fuerza expresiva quedaría de manifiesto en el momento en que el recuerdo del pasado entra en diálogo con los sucesos del presente. Es justamente este ejercicio asociativo el que intenta poner de relieve la autora, en mayor o menor medida en cada uno de los diez artículos que componen el libro. Así, el pasado aparece no clausurado, sino que lo muestra abierto y accesible para ser interpelado por un presente que lo cuestiona desde sus fracturas, desde sus dislocaciones, como una llamada para ser resignificado. En este sentido, el lenguaje de la crítica pareciese ser solidario para llevar a cabo tal proceso, razón por la cual Nelly Richard afirma que en su libro:
[…] identifica la crítica cultural con la práctica ensayística y su registro de la incertidumbre del pensar como un registro cuyas ambigüedades y paradojas buscan resistirse a las gramáticas funcionarias y utilitarias con que la política institucional y el mercado del reconocimiento le rinden un tributo experto al idioma neutro del consenso neoliberal que deja sin líneas de expresión cultural a las subjetividades molestas o disconformes (2017, p.11).
Sin embargo, la crítica no sólo la dirige hacia el marco oficial de la memoria y a su moral de reconciliación, moderación y resignación; sino que también interroga a la memoria misma, a su supuesta homogeneidad en las formas de reconfiguración pública del pasado, tratando de develar lo marginado que escapa de las lógicas dominantes de sentido.
Respecto del orden de los escritos, si bien éstos no se presentan de una manera cronológica si siguen un orden temático que va desde el contexto de transición, pasando por el tratamiento de las divisiones en la población, la imagen de los torturadores, los espacios de memoria, la figura de las víctimas, las prácticas artísticas y su potencial reparador, hasta el uso mediático de la memoria y el acercamiento al concepto de posmemoria.
En el primer ensayo, “Huellas de la violencia, retórica del consenso y dislocaciones subjetivas”, Nelly Richard se refiere a la neutralización y a los atributos de moderación y resignación que caracterizan a la memoria de transición, los que serían congruentes con el proceso de reconciliación que se esperaba llevar a cabo en el país. Pese al interés abarcativo de esta memoria, quedan al margen otras memorias fragmentarias y convulsas que no logran reconciliarse con el discurso hegemónico ni articularse a los discursos tecnocráticos –económicos, politológicos, sociológicos, comunicológicos– dominantes (Richard, 2017, p.11). En este escenario, el consenso parece ser la “ideología desideologizante”, la tendencia al aplanamiento de cualquier diferencia potencial de polarización. El pluralismo político se encarga de enfrentar la diversidad como no-contradicción, forjando pactos de entendimientos tendentes a garantizar la no-división. No obstante, Richard identifica el problema de este sistema cuando, parafraseando a Laclau, afirma que “[…] se olvidó de que toda objetividad social que se crea neutral es una objetividad amenazada porque «presupone necesariamente la represión de aquello que su instauración excluye»” (2017, p. 15). Una primera lectura de esta memoria conciliadora pareciera inofensiva; sin embargo, su violencia subyace en su negación y represión, aquello en lo cual se sustenta.
El segundo artículo lleva por título “La guerra entre imágenes de las mujeres en la calle”. La esperada homogeneidad de la población a la que se apelaba desde la gramática de la moderación y resignación se vio trastocada por la detención del entonces senador vitalicio Augusto Pinochet, ocurrida en Londres en octubre de 1998. Este hecho dislocó la realidad, interrumpiendo la rutina de no memoria, lo que alcanzó incluso a los medios: las imágenes del pasado se tomaron la pantalla, particularmente, las marchas de mujeres durante el gobierno de Allende. Así, a partir de los sobresaltos de esta memoria se puede advertir en 2003 el mismo fervor nacionalista como base de la acción de las protestas protagonizadas por mujeres. Sin embargo, las luchas de sentido que tuvieron lugar en el 2000 ponen de manifiesto la asimetría subyacente a los campos de la estética, del territorio y de los valores que participan en este fenómeno. En ello advertimos una reestratificación de la territorialidad y una modernización del espacio que no es menos significativo.
En el tercer ensayo, “Tormentos y obscenidades”, la autora tematiza algunas de las asociaciones que se pueden establecer entre historia, memoria y biografía. Para ello, escoge los casos de dos autobiografías publicadas en transición: la de Luz Arce y la de María Alejandra Merino. Ambas con un pasado de militancia en izquierda pero que, luego de ser detenidas y torturadas por la DINA, se convirtieron en colaboradores informantes. Las autobiografías por ellas construidas pueden ser interpretadas como un ejercicio de reapropiación de sus identidades antes borradas, donde a través de la escritura les es posible recobrar su voz, afirmar su yo, toda vez que en dicha acción confluye narrador, autor y personaje.
“Las confesiones de un torturador y su (abusivo) montaje periodístico” es el cuarto artículo del libro. En él, la ensayista se concentra en el análisis del libro Romo; recuerdos de un torturador (2001), de la periodista Nancy Guzmán. Richard identifica en el libro referido un claro ejemplo en que se confunde el interés informativo con la mercantilización de la memoria. Pero esta confusión no es inofensiva y tiene consecuencias, toda vez que las víctimas siguen siendo despreciadas, mientras los victimarios se jactan de que su memoria sea la única que vale ser escuchada.
En “Ir y venir”, el sexto escrito, Nelly Richard trabaja las experiencias de exilio y retorno de dos artistas y sus producciones cinematográficas: Patricio Guzmán con su documental La memoria obstinada (1997) y Carmen Castillo con Calle Santa Fe (2007). En ambas obras, el sentimiento de desarraigo y extrañeza –política, social y emocional– cobra un lugar preponderante. El diálogo entre pasado y presente deja a la vista los cambios en el Chile actual, en su población, donde emerge como una necesidad la integración dinámica de los recuerdos que les permita a los protagonistas –y a quienes se identifiquen con ellos– obtener una mejor visión de conjunto pues, como señala Castillo, “[m]i pelea es contra una memoria rígida que podía quedarse pegada” (en Richard, 2010, p. 95).
En el sexto ensayo, “Arquitecturas, escenografías y narrativas del pasado”, Richard proyecta una dura crítica hacia diferentes espacios de memoria construidos en postdictadura. Para ello, se fija la tarea de revisar las estrategias estéticas, simbólicas, políticas e institucionales que hay detrás de las composiciones escénicas (lenguaje, forma y significación) para así dilucidar los tipos de ejercicio de la memoria de cada espacio conmemorativo. Se desplaza desde Villa Grimaldi al Memorial del Cementerio General, desde el mural fotográfico del Fuerte Bulnes a Londres 38 para terminar, luego, en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. En términos generales, su crítica apunta a las tendencias decorativas y de rigidización de la memoria, lo que es distinto en aquellos espacios que entran en diálogo con la ciudadanía, que suponen propuestas abiertas y dinámicas, lo que les permite tener una mayor incidencia en la cotidianidad de la ciudad.
En el séptimo artículo, “Dos puestas en escena del recuerdo de la campaña del SI y del NO”, la autora realiza un ejercicio de remembranza de las imágenes del pasado pertenecientes a la franja electoral del SI y el NO, a propósito de la película NO de Pablo Larraín y de la campaña presidencial de 2013 entre Evelyn Matthei y Michelle Bachelet. En ambas propuestas es relevante el espacio ganado por la publicidad en el contexto del neoliberalismo chileno. Sin embargo, en su análisis distingue entre una función del recuerdo deshistorizadora, como ocurriría en el caso de la película NO, que entrega todo el protagonismo a la publicidad sin considerar el papel de los movimientos sociales para la apertura de la salida plebiscitaria –pese a quienes abogan por una lectura paródica de la película respecto del sistema neoliberal de mercado–; y una función rehistorizadora en la campaña presidencial de las candidatas, dado su potencia actualizadora a los 40 años del golpe de estado, en que Matthei parece reencarnar la opción del SI y la continuidad del proyecto político de dictadura.
“Pasado-presente: los desplazamientos simbólicos de la figura de la víctima”, el octavo capítulo del libro es, a mi juicio, en el que la autora desarrolla con más fuerza la idea del poder actualizador de la memoria. Como afirma Richard: “[h]ace falta conjugar esa memoria del ayer en tiempo presente para alcanzar una reactivación transformadora del recuerdo que lo habilite en nuevas aventuras intersubjetivas en la comunidad social” (2010, p. 141). Para ello, toma como ejemplo la conmemoración del Día Internacional del Detenido Desaparecido organizada por Londres 38 en el año 2011, instancia en que diez artistas se reapropiaron del eje Alameda para, con motivo de la convocatoria, poner sobre la mesa un problema posterior: la desaparición del joven mapuche José Huenante en 2005, la primera desaparición forzada en contexto de democracia y que, por cierto, sigue impune.
En “La explosión mediática de la memoria en septiembre 2013”, Richard explota las implicancias de la conmemoración de los 40 años del golpe, entre las cuales destaca los efectos que tiene para el análisis del fenómeno la incorporación de una nueva generación a esta memoria colectiva y, con ello, las formas privilegiadas en que se han transmitido los recuerdos de dictadura a quienes no la vivieron directamente los hechos. Para ello, la autora analiza los programas exhibidos por televisión abierta y se concentra en los efectos de la borradura emocional que deja la reproducción del registro de un acontecimiento original, como también en el interés manifestado por los canales nacionales de transmitir testimonios biográficos singulares, en que se neutralizan las diferencias, en un intento de que las historias proyectadas sean representativas para la mayoría.
Por último, el artículo “La conmemoración de los 40 años del golpe militar… y después”, considero que se presenta como una síntesis de la idea central del libro, de la crítica al pasado fijo para entenderlo en términos dinámicos como “[…] el deshacer y el rehacer de los nudos de significación histórica que, bajo la curiosidad de un presente inquieto, no dejan que el pasado se congele en una imagen detenida sino que le otorgue a este pasado la movilidad y la plasticidad suficiente para que se reelabore críticamente” (Richard, 2010, p. 183). Como temática central se encuentra el reconocimiento social y la ampliación de la responsabilidad de los hechos exclusivamente desde el mundo militar al ámbito cívico-militar, particularmente, en lo que respecta al proyecto modernizador y económico implementado en dictadura. Así, no es posible discernir con claridad en la figura de Pinochet un aspecto negativo y otro positivo –el que generalmente se asocia a la doctrina neoliberal–, sino que ambos se encuentran íntimamente imbricados.
Para finalizar, me gustaría señalar que a través de este breve recorrido por los capítulos que constituyen el corpus del libro es posible advertir la gran diversidad de temáticas que la teórica feminista logra congregar alrededor de la cuestión de la memoria de postdictadura, en que otorga especial atención al dinamismo que le entregan estos sobresaltos, el potencial diálogo que es posible instalar con los recuerdos desde el presente y la forma en que la crítica puede contribuir en su expresión. Así, la lectura de este libro se convierte en una oportunidad para reactualizar la memoria en diálogo con un análisis en conjunto de los eventos más importantes vinculados a ella que han tenido lugar en el Chile desde 1990 hasta 2015.
Referencia
Richard, N. (2010). Crítica de la memoria. Santiago: Ediciones Universidad Diego Portales.
Resenhista
Paula González León – Magíster en Estudios Clásicos (UMCE). Universidad Andrés Bello, Chile. E-mail: gonzalez.leon.paula@gmail.com
Referências desta Resenha
RICHARD, Nelly. Latencias y sobresaltos de la memoria inconclusa (Chile: 1900-2015). Córdoba, Argentina: EDUVIM, 2017. Resenha de: LEÓN, Paula González. Contextos – Estudos de Humanidades y Ciencias Sociales. Santiago, n.46, 2020.
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