Las elecciones 2019 en argentina en clave subnacional/PolHis/2020
El proceso electoral de 2019, que culminó la derrota de Juntos por el Cambio y el triunfo del Frente de Todos, llevando a Alberto Fernández a la presidencia y frustrando los objetivos reeleccionistas de Mauricio Macri, mostró como pocas veces la importancia que los procesos políticos provinciales tienen en la política nacional argentina. Ello en parte se debió a que durante este año se alcanzó uno de los mayores grados de desdoblamiento del calendario electoral[1]: sólo Buenos Aires, Ciudad de Buenos Aires, Catamarca, Santa Cruz y La Rioja celebraron elecciones simultáneas con las nacionales.
Un escenario político de alta incertidumbre en cuanto a quien resultaría la fórmula ganadora luego de cuatro años en el gobierno nacional de una nueva fuerza política como Cambiemos; favoreció las estrategias de los líderes provinciales de intentar “desengancharse” de la dinámica política nacional, tanto en el caso de quienes apoyaban a Mauricio Macri como quienes se encolumnaron con Alberto Fernández.
El peso de la política provincial se visibilizó principalmente en el período previo a las PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias), en el que tuvieron lugar elecciones en catorce de las diecisiete provincias que decidieron “desdoblar”. De este modo, la política provincial fue protagonista de las primeras planas nacionales.
La importancia de las dinámicas políticas propias del nivel provincial no constituye una novedad en el ámbito de los estudios políticos, en tanto existe un relativo consenso en torno al renovado protagonismo de la política provincial con el readvenimiento de la democracia. En Argentina, a partir de 1983, la legitimidad electoral volvió a ser central y con ella la capacidad de movilización electoral de los líderes territoriales. Luego, en la década de 90, quienes ocupaban cargos ejecutivos a nivel subnacional, sobre todo los gobernadores, vieron incrementados sus recursos institucionales y políticos a partir de los procesos de descentralización. La revalidación de los oficialismos provinciales en las urnas ya no es un dato que nos sorprenda, sino que el dato llamativo es cuando los oficialismos provinciales pierden, como fue en los casos de Santa Fe, Tierra del Fuego y Buenos Aires en 2019.
En el trascurso de la primera mitad de 2019, la performance de los oficialismos tuvo un particular impacto público. Las elecciones provinciales funcionaron, o mejor dicho se interpretaron en los términos de un “termómetro” o como señales sobre los posibles resultados de las fuerzas nacionales en disputa. Se estableció una relación directa entre la performance electoral provincial y los posibles resultados del Frente de Todos y Juntos por el Cambio, a partir de los alineamientos provincia-nación.
Así, los resultados previos a las PASO se entendieron en los términos de una tendencia favorable al Frente de Todos, ya que sólo en tres distritos que se consideraban integrantes de Juntos por el Cambio los oficialismos resultaron triunfantes: Jujuy, donde tuvieron lugar elecciones generales, Mendoza, donde se celebraron las primarias provinciales y Corrientes, que eligió legisladores provinciales. El oficialismo nacional luego sumaría como triunfo propio la reelección en Ciudad de Buenos Aires, pero perdería la decisiva provincia de Buenos Aires.
Al reconstruir las dinámicas propias de cada distrito, resulta posible poner en duda la interpretación de los resultados como triunfos del oficialismo nacional.
Tal como argumenta Vaca Ávila en el artículo sobre Jujuy en el presente dossier, el triunfo del oficialismo provincial debe explicarse “a pesar de formar parte del armado territorial de la Alianza Cambiemos”. Uno de los factores relevantes se encuentra en la fragmentación del peronismo a nivel provincial, sólo inteligible desde una perspectiva histórica como la que ofrece la autora. El contraste entre el triunfo provincial y la posterior derrota de Juntos por el Cambio en las elecciones nacionales en territorio jujeño, afirma Vaca Ávila, confirmaron la eficacia del gobernador de desacoplar las elecciones provinciales -a pesar del pedido presidencial de realizarlas de manera conjunta-; así como también evidenciaron el comportamiento diferenciado del electorado en ambas arenas.
La idea de las elecciones provinciales como “termómetro”, que se reactualiza frecuentemente en las coyunturas electorales, merece ser cuestionada o al menos relativizada.
El triunfo del peronismo en Santa Fe, a partir de la derrota del Frente Progresista Cívico y Social; difícilmente pueda atribuirse a una “ola” que presagiaba el triunfo del Frente de Todos en octubre. El artículo de Vaschetto y Ramos justamente muestra la lógica propia de las elecciones provinciales de 2019, exclusivamente comprensibles en el marco de la historia previa de las organizaciones partidarias santafesinas en una perspectiva de largo plazo.
Sin embargo, este caso provincial también nos ilumina sobre la imposibilidad de pensar la política provincial de manera autónoma del escenario nacional, como argumentan los autores. El devenir del Frente Progresista Cívico y Social que culminó en su derrota en 2019, no sólo fue producto de factores provinciales, sino que tampoco fue ajeno a la conformación de una coalición política nacional integrada por el PRO y la UCR, que complicó la alianza entre los principales socios del frente provincial, el socialismo y el radicalismo.
Asimismo, en cuanto al peronismo los autores hacen un interesante planteo en torno al territorio provincial como “ensayo” de la unidad peronista. En contraste con el caso jujeño, el dato saliente en Santa Fe fue la posibilidad de la unidad peronista, la cual -al igual que la fragmentación peronista en Jujuy- debe entenderse mirando el trabajo político realizado por sus dirigentes de manera previa. Fue entonces la unidad entre sectores kirchneristas y otros sectores refractarios al liderazgo de Cristina Kirchner, que de algún modo señalaron el camino, siempre según los autores, hacia la estrategia de unidad peronista a nivel nacional que finalmente se corporizaría en la fórmula Alberto Fernández-Cristina Kirchner.
En 2019, algunos distritos escaparon relativamente a las mencionadas “lecturas nacionales” de los resultados provinciales. Se trata de aquellos en los que gobernaban partidos provinciales como Misiones, Chubut, Río Negro y Neuquén. Las elecciones donde reelegían el Movimiento Popular Neuquino y Juntos Somos Río Negro despertaron un particular interés, a partir de su visible influencia en las estrategias de los líderes nacionales, sobre todo en el caso del Frente de Todos. Es decir, visibilizaron la influencia de la política provincial en la arena política “nacional”.
Las derrotas de los candidatos apoyados por el Instituto Patria, en Neuquén -Ramón Rioseco- y Río Negro -Martín Soria-, influyeron en la decisión del espacio peronista de “bajar” candidatos kirchneristas y promover la unidad peronista nacional posterior. Se visibilizó así cómo los líderes nacionales fueron hilvanando sus estrategias políticas al calor de los resultados provinciales, algo que es recurrente en los procesos políticos pero que no siempre alcanza una dimensión pública tan relevante como en esta ocasión.
En el caso de Juntos por el cambio, cuyos candidatos estaban lejos de la victoria en estos distritos, festejaron el triunfo de los líderes provinciales, en tanto que al menos no implicaban una nueva victoria para el espacio peronista opositor.
En el artículo de Camino Vela sobre Río Negro, encontraremos importantes claves para comprender no solamente la emergencia de un nuevo partido provincial como Juntos Somos Río Negro, sino para analizar el fenómeno de los “provincialismos” como tal. Partidos provinciales que se caracterizan por mantener un vínculo pragmático con los gobiernos nacionales del signo político que sean -como se observó en el caso del oficialismo rionegrino con respecto al gobierno encabezado por Mauricio Macri-; privilegiando antes que nada los intereses y la identidad provincial. Como se advierte en el caso de Río Negro, ello no es producto de una coyuntura, sino de una tendencia profunda en la historia política provincial. La importancia de reconstruir y situarse en la temporalidad específicamente provincial, se revelan ineludibles en casos como el de Río Negro.
La autonomía de la política provincial también se visibilizará en el caso de Santiago del Estero, analizado en el presente dossier. Se trata de una provincia gobernada por un mandatario de signo radical en el marco de un frente provincial integrado por redes políticas radicales y peronistas, con presencia en casi la totalidad del territorio santiagueño. Esta autonomía, en momentos electorales, se acentúa por el hecho de que, junto con Corrientes, esta provincia no vota a sus autoridades provinciales ni municipales junto con las nacionales. En el artículo correspondiente, Campos analiza al distrito santiagueño como un caso de predominio del oficialismo, que se destaca por su implantación territorial en casi toda la provincia. Es este rasgo el que permite calibrar la relevancia del apoyo del oficialismo provincial a la fórmula del Frente de Todos. En contraste, Campos destaca la inexistencia de una estructura política electoral de Juntos por el Cambio -sin ningún municipio de la provincia en su haber-, lo que se suma en 2019 a un factor de orden nacional como la “mala imagen” de la gestión nacional de Mauricio Macri luego de cuatro años de gobierno. Todo ello permitirá explicar los guarismos finales del Frente de Todos en esta provincia, entre los más altos del país.
Podríamos decir que los sorprendentes resultados de las PASO nacionales en agosto, con un inesperado resultado de una diferencia de 15 puntos porcentuales a favor del Frente de Todos, finalmente permitieron relativizar el peso de las elecciones provinciales como “termómetro”, sobre todo para Juntos por el Cambio, que perdió en distritos que consideraba propios. En particular, fue sorprendente la derrota en Jujuy y Mendoza, mostrando así la acertada decisión de sus gobernantes de buscar despegarse de la dinámica política nacional.
A pesar de ello, las lecturas provinciales de las elecciones nacionales siguieron estando al orden del día. La mayor parte de los lectores seguramente recuerda el famoso “mapa de Boca[2]” que se configuró para representar los resultados de las elecciones generales de octubre, en las que Juntos por el Cambio (amarillo) triunfó en la zona céntrica del país -Mendoza, San Luis, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y Ciudad Autónoma de Buenos Aires-, quedando el resto del mapa pintado de azul -color del Frente de Todos-. Mientras que en las PASO Juntos por el Cambio sólo había tenido una performance electoral mejor que el Frente de Todos en dos distritos -Córdoba y Ciudad de Buenos Aires-, la recuperación electoral que tuvo entre las PASO y las elecciones generales también fue interpretada territorialmente, destacando en qué provincias se había dado el avance amarillo.
No cabe duda del impacto político de dichos mapas. Sin embargo, su potencialidad para comprender la compleja dinámica de articulación de niveles territoriales en los procesos electorales es más que dudosa. O al menos en ese sentido queremos argumentar con la presentación de mirada de las elecciones 2019 en clave subnacional en el presente dossier.
La lectura de los procesos políticos en clave subnacional no sólo goza de creciente legitimidad en el campo académico, sino que se encuentra en plena expansión, como lo muestran recientes producciones tanto en el campo de la historia política (Ferrari y Mellado, 2016), la ciencia política (Behrend y Whitehead, 2016; Suárez-Cao, Batlle y Wills-Otero, 2017; Giraudy, Moncada y Snyder, 2019) y la sociología política (Mauro y Ortiz de Rozas, 2016; Sosa y Ortiz de Rozas, 2020). Se ha construido cierto consenso así sobre la relevancia de reconstruir la particularidad de los procesos políticos en sus especificidades territoriales, sin exportar sin más lecturas nacionales para dar cuenta de lo que sucede en los espacios provinciales, ni homogeneizarlos bajo una misma mirada nacional.
Sin embargo, las coyunturas electorales muestran la vigencia y la centralidad de las miradas nacionales de la política, como las que subsume la diversidad territorial en etiquetas como “oficialismo” y “oposición “nacional”, dejando que las estrategias de los actores políticos -especialmente interesados en construir o contrarrestar estas miradas-, dominen la inteligibilidad de los procesos políticos.
Sin negar el impacto en los escenarios provinciales de los procesos políticos nacionales y el peso de los actores políticos que actúan predominantemente en la esfera nacional y sus decisiones; en el presente dossier buscamos mostrar la importancia de reconstruir la compleja e intrincada relación entre los procesos políticos de diferentes escalas territoriales.
Este dossier intenta reponer así dicha complejidad, a partir de cuatro estudios de caso provinciales sobre cómo se vivieron y procesaron las elecciones 2019 en los distritos de Río Negro, Santa Fe, Jujuy y Santiago del Estero. En los cuatro artículos encontrarán una perspectiva histórica de los procesos y los principales actores que animan la vida política provincial, que contribuyen a la comprensión de los intrincados vínculos entre los procesos políticos de diferentes esferas territoriales, así como de la autonomía que prima en cada arena, ineludible para comprender nuestros procesos electorales en Argentina.
Notas
[1] Según el informe de CIPPEC “Elecciones 2019: Así llegamos a las PASO nacionales”, sólo en 2003 se registró un mayor grado de desdoblamiento que en 2019 (https://www.cippec.org/especial/elecciones-2019-asi-llegamos-a-las-paso-nacionales/). El período considerado es a partir de la reforma constitucional de 1994, que establece que gobernadores y presidentes se eligen en las mismas fechas.
[2] En referencia al equipo de fútbol argentino Club Atlético Boca Juniors.
Referencias
Behrend, J. y Whitehead, L. (2016). The struggle for subnational democracy. Journal of Democracy 27 (2): 155-169.
Ferrari, M. P., y V- Mellado, V. (Eds.). (2016). La renovación peronista: organización partidaria, liderazgos y dirigentes, 1983-1991. EDUNTREF, Editorial de la Universidad Nacional de Tres de Febrero.
Giraudy, A.; E. Moncada y R. Snyder (2019) Empirical and Theoretical Frontiers of Subnational Research in Comparative Politics, en Snyder, R. Inside countries: Subnational research in comparative politics. Cambridge University Press.
Mauro, S. y V. Ortiz de Rozas (comp.) (2016) Política subnacional en Argentina. Enfoques y problemas. Buenos Aires, CEAP-UBA.
Sosa, P. y V. Ortiz de Rozas (comps). (2020). El kirchnerismo en las provincias argentinas. En prensa.
Suárez-Cao, J., M. Batlle y L. Wills-Otero, L. (2017). El auge de los estudios sobre la política subnacional latinoamericana. Colombia Internacional, (90), 15-34.
Organizadora
Victoria Ortiz de Rozas – Es licenciada en Sociología (UBA). Magíster en Ciencia Política (IDAES-UNSAM). Doctora en Ciencias Sociales (Facultad de Ciencias Sociales-UBA). Investigadora Asistente del CONICET, con el proyecto “Trayectorias, actividad cotidiana y territorio. El Congreso Nacional Argentino, un abordaje sociológico del trabajo político de los diputados nacionales”. Investigadora Docente del Área de Política del Instituto del Desarrollo Humano (IDH), de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS). Docente del seminario “Política subnacional. Perspectivas teóricas y estudios de caso en Argentina”, Doctorado en Ciencias Sociales, UBA. Integrante de la Red de Estudios en Política Subnacional Argentina (REPSA).
Referências desta apresentação
ROZAS, Victoria Ortiz de. Introducción. PolHis. Revista Bibliográfica del Programa Interuniversitario de Historia Política, n. 26, p. 220-228, jul./dic. 2020. Acessar publicação original [DR/JF]