En 1999 se publicó Las Derechas. The extreme Right in Argentina, Brazil, and Chile, 1890-1939 de la historiadora estadounidense Sandra McGee,1 obra que sintetizó una larga etapa de investigación y cuya sólida propuesta funcionaría como referente para trabajos subsecuentes, en especial porque no se centró en las izquierdas, resistencias o perseguidos, sino en sus contrapartes, se inclinó por el uso de los términos “derecha” y “extrema derecha” en lugar del ambiguo “fascismo latinoamericano”, se alejó del esencialismo mediante el análisis de las coordenadas históricas que permitieran ubicar a los actores, sus ideas y prácticas en contextos específicos y, a contrapunto de las tendencias historiográficas del momento, comparó tres casos nacionales.
Esta interpretación fue obteniendo carta de naturalización entre algunos investigadores latinoamericanos,2 cuya curiosidad académica adquirió tonos de preocupación política en buena medida por la emergencia de opositores -cada vez más radicales- a la llamada “oleada rosa” de gobiernos izquierdistas. Con el tiempo, la emergencia académica ha derivado en la conformación de grupos, redes y espacios de análisis que han promovido interpretaciones históricas con una agenda original y creciente: nuevos actores, mayor heterogeneidad y conflictividad, intercambios y préstamos ideológicos, circulación de ideas y sujetos, espacios de acción otrora desatendidos y el uso de categorías como culturas políticas, memorias e identidades,3 así como una incipiente conciencia historiográfica sobre trabajos precedentes y los que conforman este nuevo “campo de estudio histórico por agregación”.4 Por supuesto, tanto el crecimiento del fenómeno como los análisis no han sido privativos de América Latina, multiplicándose en otras latitudes y fomentando mayores redes de estudiosos y otros tantos trabajos trasnacionales y comparativos.
El cruce entre este impulso historiográfico y la Cátedra México-España5 dio origen al “Encuentro Iberoamericano: Prácticas y culturas políticas de las derechas, desde el final de la primera Guerra Mundial hasta la Gran Depresión”, realizado en marzo de 2018 en las instalaciones de El Colegio de México. El producto de ese esfuerzo colectivo es la obra que ahora reseñamos, conformada por diez capítulos en los que se analizan las derechas de ocho países -Argentina, Brasil, Chile, Colombia, España, México, Portugal y Uruguay- en el arco temporal flanqueado por el ocaso de la Gran Guerra y el inicio de los años treinta, a través de cinco ejes principales: la tensa relación entre “el régimen político y los intereses dominantes”; “las formas de diálogo, competencias y tensiones entre la Iglesia y sus voceros”; “las preocupaciones políticas de los actores de derecha”; “ideologías y prácticas políticas (formales o no, clandestinas o públicas)”; y la “violencia política” (pp. 11-12).
La elección de estas coordenadas se explica en la introducción, donde los coordinadores -Ernesto Bohoslavsky, Clara Lida y David Jorge- señalan los limitados estudios sobre las derechas del periodo -opacado por los años treinta considerados el preludio radical del segundo conflicto mundial-, a pesar de la reacción de diversos actores a procesos de impacto mundial como el triunfo de los bolcheviques rusos en 1917, que dio sustancia al fantasma del comunismo;6 el fin de la Gran Guerra, cuyas secuelas incluyeron importantes movilizaciones populares en distintas latitudes que alarmaron a las élites locales, y la crisis económica de 1929, que muy pronto derivó en una devaluación de la díada liberalismo-democracia y el consecuente ascenso de otras opciones como el comunismo y el fascismo (pp. 13-19).
Por otra parte, la buena selección y cuidadosa edición de los trabajos se evidencian en el equilibrio entre aquellos que presentan diversas posiciones de un escenario político y los que analizan un periodo mediante un solo actor, así como en la inclusión de una breve introducción a manera de antecedentes de la experiencia nacional, permitiendo a un lector no familiarizado una rápida ubicación en los distintos contextos.
En cuanto al contenido de los capítulos, destaca la contención del fascismo en Portugal y Brasil, al menos hasta los años treinta, cuando surgieron líderes carismáticos y se ejecutaron golpes de Estado. En el país europeo, presentado por António Costa Pinto, una “derecha autoritaria” heterogénea, conformada por sectores de la Iglesia, el ejército y los propietarios, copó el espacio político, mientras que, según Joäo Fábio Bertonha, las derechas brasileñas más duras -como las ligas patrióticas- carecieron de base social, así como de articulación entre sí. Esto último fue muy parecido a lo ocurrido con las uniones cívicas españolas -entre las que sobresalió el Somatén Nacional-, analizadas por Eduardo González Calleja, y las ligas chilenas que, de acuerdo con Verónica Valdivia, al carecer de un proyecto político sólido fueron utilizadas ocasionalmente por la derecha tradicional oligárquica, cuya estrategia para enfrentar a la “amenaza roja” -principalmente el movimiento obrero- se mantuvo dentro de la vía institucional, promoviendo leyes y fomentando la política de partidos.
En esa línea, como muestra Magdalena Broquetas, el conservadurismo decimonónico uruguayo -habitado por partidos políticos y corporaciones empresariales- derivó en una derecha antirreformista, diversa, laica y defensora de una versión de la democracia en la que no cabían los migrantes, alcanzando un punto radical hacia 1929. De manera similar, como propone Ernesto Bohoslavsky, la mayoría de las élites conservadoras argentinas pasaron del optimismo por una democracia controlada a la decepción por la irrupción de las masas en la vida política, por lo que decidieron buscar una solución fuera de los límites institucionales y legales en 1930. En contraste, según Norberto Ferreras, los capitalistas argentinos aglutinados en la Asociación del Trabajo -surgida en 1918 para reprimir las movilizaciones obreras- muy pronto abandonaron la vía de la violencia física y comenzaron a invertir en mecanismos pedagógicos y de control social -en buena medida por la guía de su secretario general Atilio Dell’Oro Maini-, lo que los distanció de la Liga Patriótica y las simpatías fascistas.
Las filias radicales, por su parte, se desarrollaron en ambientes disímiles. En Colombia, el periodo conservador 1914-1930 fue el escenario ideal para que, según Ricardo Arias Trujillo, cuatro jóvenes conocidos como Los Leopardos condensaran el catolicismo integral, el fascismo italiano y los postulados de la Acción Francesa en diversas publicaciones, destacando El Nuevo Tiempo. En contraste, como muestra Ricardo Pérez Montfort, la disputa por el proyecto de nación en el marco de la posrevolución mexicana dio cabida a tímidos ecos de la “reacción”, expresados a través de agrupaciones como el efímero Partido Fascista Mexicano, el Partido Reconstructor Nacional, la Liga Política Nacional que luego se integraría al Sindicato Nacional de Agricultores y la Asociación Nacional de Padres de Familia.
Para cerrar la obra, Sandra McGee ofrece un sugerente ejercicio en el que cruza las variables “derechas latinoamericanas” con “mujeres y género” para presentar algunos debates de militantes progresistas y contrarrevolucionarios en Brasil, Uruguay, Chile y México durante los años veinte y treinta. Como resultado, lejos de mostrar una frontera infranqueable, la autora apunta encuentros y desencuentros, algunos previsibles como la supeditación de la agenda política de las mujeres y otros sintetizados en una frase provocadora: “el feminismo tuvo simpatizantes inesperados” (p. 342).
Aunque se extrañan reflexiones sobre el uso de la categoría “derecha” y las tipologías abordadas -excepción hecha del capítulo sobre Brasil-, el libro contribuye al estudio del fenómeno en un periodo poco atendido y que, lejos de ser mero antecedente, podría considerarse como bisagra entre las posturas de derechas tradicionales oligárquicas y las radicales o “nuevas”. Además, muestra particularidades, similitudes y vínculos entre derechas del universo iberoamericano cuestionando una relación mecánica con sus pares del resto de Europa. En síntesis, se inscribe con éxito en una tendencia historiográfica en expansión, abonando a una visión más compleja sobre las dinámicas sociopolíticas iberoamericanas y, por supuesto, visto con un filtro de preocupación política, también nutre una agenda de reflexión sobre el convulso presente.
Resenhista
Mario Virgilio Santiago Jiménez – Universidad Nacional Autónoma de México, México.
Referências desta resenha
BOHOSLAVSKY, Ernesto; JORGE, David; LIDA, Clara E. (coords.). Las derechas iberoamericanas. Desde el final de la Primera Guerra hasta la Gran Depresión. Resenha de: SANTIAGO JIMÉNEZ, Mario Virgilio. Historia Mexicana. México, v.72, n.1 (285), jul./sep. 2022. Acessar publicação original.
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