La sociedad del salitre. Protagonistas, migraciones, cultura urbana y espacios públicos | Sergio González Miranda
El desierto de Atacama ha sido caracterizado comúnmente como un espacio hostil, inhóspito, un anecúmene, donde las posibilidades de habitarlo quedan reducidas por sus agrestes características geográficas. Bajo este presupuesto La Sociedad del Salitre de Sergio González, es una compilación de una serie de artículos que buscan desmitificar la injusta visión de Atacama como la de un “descampado”, o como territorio despoblado.
Esta obra propone ampliar la problemática y las discusiones en torno al ciclo salitrero desde una perspectiva que rechaza observar este periodo como mero enclave económico. Mediante un diálogo interdisciplinario esta apuesta historiográfica apunta a explorar y profundizar aún más en las investigaciones sobre la explotación del nitrato de sodio, desde nuevos enfoques y perspectivas teóricas que amplían temporal y teóricamente el debate en torno al ciclo del salitre.
El autor y compilador Sergio González sostendrá que a partir de la explotación y desarrollo del ciclo salitrero en la zona no solo se dio origen a un desarrollo económico de relevancia para Chile, sino que también derivó en un fenómeno socio-cultural.
Para González se desarrolló en territorio pampino un proyecto de sociedad emanado de la diversidad, la coexistencia y la interacción de los actores que allí habitaron. Lo pampino convivió y se complementó con otras identidades (étnicas, nacionales) forjando un sentimiento de significación de la vida en los años del salitre a la que el autor denomina “identidad pampina”; derivada de identidades que compartieron y crearon una experiencia en común que se fundió en el territorio. Una “comunidad imaginada” en términos de Benedict Anderson (1993).
La sociedad salitrera observada bajo estos postulados es abordada en cinco capítulos que dan cuenta tanto de los protagonistas de la sociedad del salitre, como de sus dinámicas cotidianas, el trabajo, la cultura, la convivencia, la organización de la sociedad y el territorio, entre otros aspectos, que invitan a observar el ciclo y la sociedad salitrera desde nuevos enfoques para este campo de estudio.
El primer capítulo guarda relación con quienes fueron los protagonistas de aquello; alejado de los grandes, o siempre citados, personajes del periodo, este capítulo busca trabajar con aquellos sujetos que han sido descuidados por la historiografía, esos que sin llenar páginas de libros e investigaciones fueron protagonistas y actores sociales de relevancia en la cotidianeidad de la pampa salitrera. Así es como, por ejemplo, Pablo Artaza trabaja la vida de Pedro Regalado Núñez, el “Ronco Núñez” como lo llamaban. Un comerciante que sin ser parte de las gruesas filas del movimiento obrero salitrero jugó un papel importante en la agitación social y las causas obreras, será un reconocido y activo personaje en las distintas huelgas y luchas populares de los obreros salitreros de Agua Santa. Con el ejemplo del “ronco Núñez” Artaza busca esclarecer que los vínculos entre los pequeños comerciantes y los trabajadores salitreros no fueron solo comerciales, sino que se explicarían más bien porque todos eran parte de ese mismo mundo pampino, un tejido social que solidarizaba y se mantenía por lógicas de mutua dependencia y colaboración, a propósito de la desigual y precaria vida que se llevó a cabo en las salitreras.
En una iniciativa similar Manuel Fernández presenta el informe del cónsul Británico Charles Noel Clarke al Foreign Office sobre la matanza de la Escuela Santa María en 1907. Este personaje detalla lo acontecido en la tragedia obrera de aquel año, intentando justificar lo sucedido a partir de las motivaciones que le dieron origen. Fernández rebate y desmiente con Censos y fuentes del periodo la visión y argumentos del cónsul británico acerca de que la Gran Huelga habría carecido de apoyo obrero, que no tenía motivos de ser; siendo a los ojos de esta autoridad de la época un acontecimiento de fines políticos, más bien revolucionarios, encabezada por agitadores y desestabilizadores del régimen social.
El último artículo del capítulo a cargo de Carolina Figueroa expone el papel jugado por la Iglesia chilena a su llegada a territorio salitrero. Presentada así, como un agente que desarrolló una ocupación moral y civilizadora del territorio tarapaqueño, el cual era observado a los ojos de esta institución como Sodoma y Gomorra. La Iglesia en lo planteado por Figueroa será entonces un protagonista de la chilenización compulsiva que vivirá la pampa tras la anexión de los territorios que realizó Chile producto de la Guerra del Pacífico; ahora cómo se concretó en praxis esta misión civilizadora en Tarapacá es lo que la autora deja en el aire exponiendo más el proyecto que su ejecución.
El segundo capítulo dedicado a las migraciones es trabajado desde tres perspectivas. En primer lugar, la migración europea a la Provincia de Tarapacá entre 1860 y 1940 por Marcos Calle quién describe y busca explicar la incidencia que tuvo la inmigración europea en la estructura económica del salitre. En un análisis detallado y un trabajo cuantitativo de la ocupación y los grupos que llegaron a la pampa, el trabajo de Calle no establece una relación clara entre la inmigración europea y esta “comunidad imaginada” que creó la sociedad pampina, dejándonos la idea de que lo único que unió a extranjeros europeos y pampinos fue el territorio. El proyecto de sociedad que constituye la tesis del libro no se vislumbrará en este trabajo. En segundo lugar, encontramos el trabajo de Marcela Tapia quien trabaja la migración transfronteriza, la movilidad de trabajadores, los flujos de personas y vínculos creados entre peruanos, bolivianos y chilenos en torno al ciclo salitrero; mediante un trabajo censal, bibliográfico y de historia oral establece una discusión teórica sobre el concepto de migración y frontera, para luego analizar las implicancias de este fenómeno en la vida de quienes llegaron a territorio pampino cargados de expectativas y proyectos de un “sueño salitrero” que los hizo identificarse y ser parte de las dinámicas socio-culturales que ofreció la pampa.
Por último, encontramos el trabajo de Milton Godoy y Sergio González en el tratamiento de la migración regional, específicamente la que sucedió desde el Norte Chico hacia el Norte Grande entre 1860-1930. Este trabajo potencia la crítica hacia la idea del “despoblado” Atacama, generando una visión de norte como de relación e intercambio regional, entre lo que se denominó Norte Grande, a partir del proceso de modernidad que buscó implantar el Estado-nación chileno y su relevancia económica tras la explotación del nitrato de sodio. El Norte Chico como territorio olvidado tras el ciclo salitrero, revive para argumentar que la minería y el socavón características de la zona complementaron posteriormente a las oficinas salitreras no tan solo en la economía, sino que, en la creación de un imaginario compartido, una “nortinidad” derivada de quienes se aventuraron y arraigaron en la pampa, siendo articuladores y generadores se sociabilidad en territorio del nitrato.
El tercer capítulo denominado “Cultura urbana” tratará la urbanización, la cultura obrera y sus expresiones de arte. Este título se encuentra compuesto de seis artículos. El primero de ellos a cargo de Sergio González quien desarrolla una discusión en torno al concepto de Heterotopía en la pampa salitrera, para señalar que, muy lejos de las visiones que lo proponen como espacio homogéneo, este constituyó un territorio donde convivieron la industria, proyectos de urbanización y modernidad, con sus respectivas contradicciones, identidades compartidas y diferenciadas, un alto flujo de bienes y personas, entre muchos elementos, que dan vida a un espacio que no solo fue habitado durante el ciclo salitrero, sino también, pensado y resignificado durante el siglo XIX y XX convirtiéndolo en un espacio heterogéneo de lugares y complejo en sus relaciones.
De la mano del artículo de González, Diego Damm nos expondrá cómo desde la óptica del Estado chileno se configuró el espacio salitrero y los asentamientos humanos en la provincia de Antofagasta. Desde un estudio al Cantón Central o Bolivia entre (1880- 1930) ratifica uno de los postulados centrales del libro acerca de que existieron diversas formas de habitar la pampa. La urbanización, la infraestructura y el comercio en la zona serán los principales ejes del estudio de Damm para demostrar cómo se configuró el espacio de explotación y producción del salitre.
Un interesante campo de estudio nos presenta Pedro Bravo, quien desarrolla la temática del teatro obrero en Chile, y más específicamente el rol y despliegue que tuvo en tierras salitreras. El autor busca esclarecer las motivaciones y circunstancias por las cuales los obreros practicaron el teatro, pese a que tuvo lugar después de extensas jornadas laborales. La figura de Recabarren cobra vida en este capítulo, donde el teatro nortino en conjunto con el desarrollo de una cultura urbana por parte de los trabajadores establecieron una vinculación de esta práctica con la prédica revolucionaria, haciendo de éste un medio de entretención, sociabilidad, denuncia y reivindicación obrera.
La cultura en la pampa salitrera no solo estuvo marcada por la organización y la sociabilidad obrera o por los avances en el proceso de urbanización del desierto. Un elemento de consideración para analizar las complejas dinámicas de la sociedad del salitre, será pues, el estrecho y arraigado vínculo entre tradición y modernidad que convivieron en torno a las festividades religiosas y la figura de la Virgen del Carmen o la “chinita” como la llamaban los pampinos. Devoción, rituales y danzas se ligaron con la pampa dando paso a la incorporación y resignificación de lo pampino dentro de una cultura religiosa andina, será lo que nos proponen Alberto Díaz y Paulo Lanas.
Rigoberto Sánchez nos hablará de la comensalidad en tiempos del salitre. En un estudio acerca del sistema alimenticio de la sociedad salitrera expondrá las diferencias entre la cocina y las comidas, los banquetes, los bailes y veladas entre la elite y la clase trabajadora, explicando que desde las diferencias alimenticias es posible distinguir la estructura de clases y la diversidad cultural que caracterizó a la vida salitrera.
Finalizando este capítulo en un trabajo conjunto Sergio González y Pablo Artaza retoman la temática de la configuración del espacio, ahora desde una discusión a fondo al concepto de “Cantón”, donde los autores sostendrán que pese a ser una forma de organización del espacio y la sociedad, no reconocido oficialmente como criterio de ordenamiento territorial, en praxis fue la forma espontánea mediante la cual las oficinas salitreras se agruparon a partir de un puerto en común, de flujos de bienes y servicios, de relaciones sociales que definieron las características de cada pueblo. Este análisis permite comprender de mejor manera el proceso de sincretismo cultural y de asentamiento humano en las tierras del nitrato.
Un nuevo capítulo en el libro se vuelca al estudio de los “espacios públicos”, el ordenamiento territorial-administrativo y las agencias estatales. De lo anterior, inaugura la temática el estudio de la reorganización administrativa de Tarapacá tras su anexión a la administración chilena entre 1880 y 1930 a cargo de Luis Castro. Se analizan las enormes dificultades que tuvo la implementación del ordenamiento administrativo chileno en territorio andino, traducido en el déficit de funcionarios públicos y de fuerzas de orden en las zonas altas de la región. Estableciendo causales y consecuencias de dicha situación a partir de documentos oficiales, denuncias y reclamas del periodo, Castro demuestra que la instauración del orden público y la presencia estatal en la zona no fue tan sencilla como pensó el gobierno central de aquellos tiempos.
El trabajo de carácter filosófico de José González transita entre los tópicos de los capítulos de cultura urbana y espacios públicos, pues define muy bien lo que significó la urbanización de Antofagasta y los procesos de institucionalización del Estado nacional chileno en esta ciudad, que fue considerada “ciudad letrada” o proyecto de asentamiento humano por parte del gobierno central. Este buscó consolidar la presencia estatal desde las actividades mercantiles que brindaba la zona y que requerían de un esfuerzo combinado de fuerzas sociales para generar orden y control en los territorios anexados.
La instauración de un orden y la organización político-administrativa para el caso de Tarapacá en los años del ciclo salitrero, es también trabajada desde el sistema de instrucción primaria. El trabajo de Benjamín Silva sobre este tema, aborda las dificultades y carencias del trabajo docente, así como, las falencias de la política estatal para generar un discurso nacional y ejecutar el rol chilenizador que se le asignó a la educación en esta provincia. Esta temática pudo haber sido explotada de mejor manera en este libro, pues plantea que la asimilación y legitimación de la normatividad pretendida por el Estado chileno dependía en gran parte del éxito de la consolidación de la instrucción primaria, contrariamente a lo esperado la complejidad por la que atravesó el discurso de orden y nación requerido, derivó de la ineficacia de sus mismas decisiones, asunto que Silva busca plantear, aunque sus reiterativos argumentos no nos permiten ir más allá, concluyendo que la política estatal habría fracasado solo por carencia de infraestructura y falta de un cuerpo docente.
En última instancia encontramos el trabajo de Carlos Donoso acerca del Instituto de Fomento Minero e Industrial de Tarapacá. Este será expuesto como intento fracasado por parte del Estado de responder a la crisis social y económica que afectó a Tarapacá tras la decadencia del ciclo del nitrato, pero que constituirá un antecedente de relevancia para comprender y justificar el surgimiento de la CORFO en los años posteriores.
Finalizando, el texto presenta un último capítulo en el cual se trabajan diversas temáticas referentes al uso de tecnologías, el desarrollo de la ciencia, la trayectoria del salario salitrero y por último lo que se denomina “arqueología del salitre” para la región de Antofagasta. Esta serie de artículos no pudieron ser agrupados en los capítulos propuestos, pero sí son de relevancia para complementar una visión general del desarrollo de la sociedad salitrera expuesta en los párrafos anteriores. Estudios por ejemplo, como el uso de la energía solar en la industria salitrera, la comparación e investigación del jornal salitrero, la importancia de la producción del salitre en la economía nacional y finalmente, cómo los obreros transformaron el paisaje del desierto, en un paisaje cultural pampino, donde la pampa los moldeaba y a su vez ellos la resinificaban y transformaban, complementan los postulados de que en territorio pampino no solo se desarrolló una economía de relevancia para Chile durante 50 años, sino que también, y a partir de esto, se desencadenó un fenómeno cultural propio, una dinámica e identidad salitrera o pampina, en palabras de González y compartida por el resto de los autores, que definió el habitar la pampa para quienes vivieron y se sintieron parte de este proyecto, entregándonos una nueva perspectiva de análisis para observar y estudiar el ciclo del nitrato en Chile.
Resenhista
Militza Flores Espinoza – Profesora de enseñanza media en Historia y Ciencias Sociales. Universidad Academia de Humanismo Cristiano. E-mail: mvflorese@gmail.com
Referências desta Resenha
MIRANDA, Sergio González (Comp.). La sociedad del salitre. Protagonistas, migraciones, cultura urbana y espacios públicos. Santiago: RIL Editores, 2013. Resenha de: ESPINOZA, Militza Flores. Tiempo Histórico. Santiago, n.5, p. 151-156, 2012. Acessar publicação original [DR]