En el último tiempo diversos grupos feministas han irrumpido con fuerza en Chile y el mundo, este fenómeno no es reciente, las mujeres desde hace décadas que se han erguido reivindicando sus derechos. Este llamado de atención es el que Miranda Leibe y Suárez-Cao recogen en el libro “La política siempre ha sido cosa de mujeres”, compilando la reflexión de destacadas académicas quienes además de poner el foco en la representación de las mujeres, destacan la necesidad de la participación directa de ellas en los espacios influyentes de decisión. El libro es un aporte en pro de la historia de lucha y reivindicación que las mujeres han defendido para lograr construir una sociedad más democrática, pluralista, inclusiva y humana. Los apartados de este libro coinciden y se estructuran desde un mensaje común: “sin mujeres, no hay democracia” (Freidenberg, 2015). Por lo tanto, lo que llamamos democracia, se vuelve una quimera si las mujeres siguen estando subrepresentadas y si como conjunto no comprendemos que la política se ennoblece, dignifica y enaltece no solo si es revolucionaria sino también si ellas la lideran.
Rosa Luxemburgo, ferviente representante del pensar y accionar revolucionario decía que quien no se movía, no sentía las cadenas. Las mujeres han sido uno de los sectores más discriminados, subyugados, dominados y explotados de nuestra historia. Este hecho no quiere decir que su protagonismo haya sucumbido al relato del “hombre”, la invisibilidad de “ellas” como sujeto político histórico, es uno de los capítulos más oscuros de la historia. ¿Es la invisibilización de las mujeres un hecho social relevante para nuestra historia? Sin lugar a dudas la respuesta es afirmativa, ellas son quienes más han sentido el peso y rigor de las cadenas y por lo mismo también ha llevado a que se movilicen por revertir esta opresión.
El libro se estructura en siete capítulos. Inicia con una introducción en que las editoras muestran las preocupantes cifras respecto a la incorporación masiva de las mujeres a la arena política, específicamente a las cámaras legislativas, esto a pesar del éxito que han tenido 6 presidentas electas en la Región. En el segundo capítulo Catherine Reyes-Housholderl muestra a partir de un trabajo comparado entre Chile y Brasil, como Bachelet al estar mejor conectada con los grupos feministas y redes personales dentro de su gobierno “haciendo la política”, generaron una probabilidad mayor de promover políticas pro mujer y cambios legislativos. A diferencia de Dilma Rousseff que, si bien tenía una historia política y de vida similar a Bachelet e intenciones positivas hacia políticas pro mujer, no pudo realizarlas debido a que su electorado personal no se distancio del electorado de Lula. El tercer trabajo de Carolina Guerrero e Ignacio Arana es un trabajo comparativo a nivel regional respecto al rol político que han tenido las ex primeras damas Latinoamericanas, identificando dos grandes grupos: “las herederas” cuyo capital se construye a partir del rol de primera dama y al alero del liderazgo presidencial y “las políticas” quienes tienen una larga trayectoria y experiencia previa a su rol como primeras damas. Carolina e Ignacio se enfocan en el gran éxito electoral y la ambición consistente que han tenido estas mujeres para conquistar un espacio en los diferentes puestos de representación del Estado. Concluyen que este ímpetu podría ser un impulso para que más mujeres se inmiscuyan en política y la participación política femenina genere aceptación social. Debido al éxito en las elecciones, los partidos debieran seguir interesándose en nominarlas. El cuarto capítulo de Margarita Batlle y Beatriz Roque destacan el lento pero progresivo aumento que las representantes femeninas en Chile han ido teniendo desde el retorno a la democracia hasta que entra en vigencia la ley de cuotas en la última elección, con esto Chile se convierte en uno de los últimos países de la región en aprobar dicha ley. Concluyen que la gran mayoría de las diputadas llegan al congreso con experiencia política y que sus trayectorias no han sufrido cambios drásticos en estos años. El quinto capítulo también se enfoca en la ley de cuotas en Chile, Javiera Arce evidencia que existieron coaliciones y partidos que se tomaron más enserio la aplicación de las cuotas de género, a pesar de esto, las restricciones y desigualdades siguen existiendo. La división sexual del trabajo partidario muestra como las mujeres pueden negociar siempre dentro pero jamás fuera del partido; no deciden cómo invertir el dinero; muchas se encuentran en las bases, pero no en los espacios de decisión y siguen existiendo prácticas excluyentes referidas a sesgos patriarcales. Estos factores, sumados a la falta de preparación de candidatas, la ausencia de una planificación de reclutamiento y la resistencia de los incumbentes a incluir desafiantes competitivas en las listas siguieron siendo la tónica de las primeras elecciones donde la cuota de género existió. En el sexto capítulo Carmen Le Foulon y Suárez Cao rompen con el sentido común que dice que las mujeres en política son “arrastradas”, término que se usa para señalar que las mujeres ganan elecciones gracias a que sus compañeros de lista (hombres) obtienen una gran cantidad de votos que les otorga un sitial en la cámara de representantes. Las autoras de hecho muestran que los “arrastrados” son ellos, en muchos casos son sus compañeras de lista quienes los arrastran. Finalmente, el último capítulo y epílogo de Jessica González Mahan muestra datos relacionados a la baja representación política de las mujeres en Chile, la tardía incorporación de la ley de cuotas, los distritos en donde más y menos mujeres lograron ser electas, y las diferencias existentes entre los partidos y listas de las candidatas electas. Leer “La política siempre ha sido cosa de mujeres” es una invitación a pensar que el futuro que nos espera se pronostica más inclusivo, democrático y feminista. Los datos, hallazgos y quiebres con el sentido común son una constante en estas páginas, una de esas constantes que favorecen los cambios. No solo la política ha sido cosa de mujeres, muchos de los pensamientos que nuestras sociedades atesoran y traspasa de generación en generación se los debemos a ellas, ellas son y seguirán siendo uno de los motores más influyentes de la humanidad. Tal como decía el pintor Francis Picabia, nuestra cabeza es redonda para permitir a los pensamientos cambiar de dirección, yo hace mucho tiempo estoy convencido que las mujeres tienen la cabeza más redonda que los hombres.
Resenhista
Alejandro Siebert
Referências desta Resenha
LEIBE, Lucía Miranda; SUÁREZ-CAO, Julieta (Eds.). La política siempre ha sido cosa de mujeres: Elecciones y protagonistas en Chile y la Región. Santiago: FLACSO Chile, 2018. Resenha de: SIEBERT, Alejandro. Revista Izquierdas, 49, 2020. Acessar publicação original [DR/JF]
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