La Comintern en América Latina: personas y estructuras/Historia Mexicana/2023
La apertura parcial de los archivos del ex Comité Central del Partido Comunista de la URSS y de la Tercera Internacional (la Comintern) en la década de los noventa del siglo XX permitió una reconsideración de muchos mitos historiográficos y la modificación de muchos paradigmas que se habían formado acerca de la historia de los comunismos latinoamericanos y la izquierda continental en general.
Nombraremos sólo dos problemas sin entrar en detalles historiográficos. Mientras los investigadores marxistas se sentían cada vez más limitados en el análisis de la lucha contra “el oportunismo” y “el revisionismo” dentro del comunismo internacional, tuvieron que dejar fuera del marco de sus estudios los asuntos organizativos de los partidos comunistas. Resultaba imposible analizar y discutir la historia del comunismo internacional (también en el ámbito regional y periférico) -sin tomar en cuenta la investigación del funcionamiento interno de su estructura organizativa. Y, como era de esperarse, este aspecto de la actividad de la Tercera Internacional fue inmediatamente seleccionado como la orientación central del análisis por aquellos historiadores que se consideraban parte de la otra historiografía, digamos, la “antiestalinista”. El punto más vulnerable de aquellos trabajos, a su vez, era la carencia de pruebas empíricas de aquellos procesos de penetración. Como el decano de esta corriente historiográfica Robert J. Alexander había escrito a manera de autocrítica, los historiadores estaban obligados a basar sus investigaciones en especulaciones y conjeturas.1
Este hecho no es de extrañar, puesto que los archivos de la Tercera Internacional permanecieron largo tiempo cerrados incluso para muchos investigadores comunistas. Sólo el derrumbe del sistema estatal-partidista soviético en 1991 permitió entreabrir el “telón de acero” de los archivos. Queda claro, además, que el estudio del movimiento de izquierda no puede basarse únicamente en documentos oficiales, en los que rara vez se ven reflejadas las contradicciones y controversias en torno a diversas cuestiones de la agenda de la Tercera Internacional. Sobre esa base resultaba difícil comprender el mecanismo de toma de decisiones que funcionaba en el marco del Partido Comunista Mundial.
Una de las características sobresalientes de la Tercera Internacional era la manifiesta combinación de actividades públicas y soterradas durante toda la existencia de esta organización. Resulta, por lo tanto, imposible investigar la historia de cualquier fuerza nacional de izquierda sin situarla en el contexto de la historia de la Comintern y la práctica del trabajo diario de sus dirigentes y su aparato. El Partido Comunista Mundial era un actor internacional único cuyas unidades locales y centrales debían funcionar y existían como un organismo solo. Todas las secciones nacionales de la Tercera Internacional (y esto se refería muy particularmente a los partidos comunistas latinoamericanos por el mero hecho de su debilidad) experimentaban una fuerte influencia de parte de Moscú, de la cual encontramos escaso reflejo en los archivos de los partidos locales que se han conservado.
Tras la disolución de la Tercera Internacional en 1943, sus archivos fueron transferidos al Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y se guardaron en el Archivo Central del Partido en el Instituto de Marxismo-Leninismo (ACP IML) hasta 1991. Un tiempo después del colapso de la URSS y del PCUS, las nuevas autoridades de la Federación Rusa abrieron los archivos para la investigación y fundaron el Archivo Estatal Ruso de Historia Social y Política (RGASPI por sus siglas en ruso). En lo fundamental, los materiales del RGASPI nos brindan la posibilidad de examinar cómo surgieron y se establecieron los vínculos orgánicos entre la Comintern y los partidos o grupos comunistas de Latinoamérica y el Caribe. Nos permiten también investigar el carácter y el grado de influencia ejercida por la dirección de Moscú en la formación y el funcionamiento de los partidos comunistas de esta región. Presentan interés también los comunicados e informes de partidos comunistas sobre la situación que se daba en sus respectivos países. Estas comunicaciones informativas son a menudo inexactas y exageran la envergadura e implantación del movimiento de izquierda. No obstante, sin una lectura atenta de estas fuentes documentales es difícil hacer una valoración objetiva de las actividades desarrolladas por la izquierda latinoamericana en el periodo de 1920 a 1940.
El magnífico acervo del archivo provee, además, acceso para analizar minuciosamente momentos cardinales en la historia de los partidos comunistas, esbozar los retratos políticos de toda una serie de eminentes figuras de la izquierda latinoamericana y señalar los puntos de inflexión y principales etapas de desarrollo del movimiento de izquierda en el continente. Esta documentación también revela, no sólo nuevos nombres de participantes de los acontecimientos entre los años 1920-1930, sino que aporta datos sobre algunos hechos ya conocidos que, en determinados casos, contribuyen también a modificar nociones y valoraciones que parecían irrefutables. Los documentos de este archivo, además, permiten reconsiderar el papel que desempeñaron diplomáticos soviéticos en la evolución de la izquierda, el mecanismo de transformación de las decisiones del Partido Comunista Mundial al ser llevadas a la práctica y el protagonismo de los “partidos hermanos mayores” (en el que actuaron, por ejemplo, el PC mexicano respecto al de Cuba, y el PC de E.U. respecto a los de México, Cuba, Colombia, Venezuela y otros varios países).
Dentro de una nueva ola de interés por los estudios de la historia del comunismo latinoamericano y sus relaciones con Moscú, cabe destacar las obras de Ricardo Melgar Bao, Barry Carr, Horacio Crespo, Rina Ortiz, Hernán Camarero, Jussi Pakkasvirta, Gerardo Leibner, Daniel Kersffeld, Dorothea Melcher, Klaus Meschkat, Olga Ulianova, Horacio Tarcus, Caridad Massón, Christine Hatzky, Irving Reynoso y otros muchos investigadores. Un equipo de científicos del Centro de Estudios Latinoamericanos del Instituto de Historia General de la Academia de Ciencias Rusa editó la primera recopilación de documentos del archivo de la Comintern sobre la actividad del Partido Comunista Mundial en la vertiente latinoamericana.2 Por otra parte, los estudiosos chilenos O. Ulianova y A. Riquelme Segovia han organizado también varias recopilaciones de documentos relativos a la historia del Partido Comunista de Chile y sus relaciones con la Comintern y el Partido Comunista de la Unión Soviética.3 A su vez, las investigadoras mexicanas R. Ortiz Peralta y Daniela Spenser han preparado una recopilación de documentos sobre los primeros años de actividad del Partido Comunista mexicano.4 Klaus Meschkat y Jorge María Rojas publicaron también una obra voluminosa sobre el Partido Socialista Revolucionario de Colombia y su transformación bolchevique.5
A pesar del volumen de investigaciones y publicaciones, lo que aún está por escribirse es una historia general del comunismo latinoamericano que abarque todos los países del continente destacando tanto momentos nacionales como las características globales.
Otro reto significativo para la transición desde una historiografía cominternista que había existido a la nueva, es ofrecer nuevas perspectivas, conceptos y narrativas para demostrar las comunicaciones internacionales y globales de varios comunismos nacionales y regionales destacando el papel de la gente que hizo posible este intercambio de ideas, voluntades, contribuciones e imposiciones, ayudas solidarias y también intenciones malévolas. No se trata de hacer tabla rasa de la historia de la Comintern y sus repercusiones latinoamericanas, sino que es necesario revelar lo encubierto durante décadas logrando un encuentro de varios enfoques ya existentes y nuevos.
Ahora bien, ¿cómo se une la trayectoria de la historia política mexicana de la época posrevolucionaria y del maximato con el sentido y contenidos de las actuaciones de la Comintern en América Latina? O de otra forma, ¿cómo vivió México esta historia? ¿Qué tanto estuvo involucrado en las semblanzas y hazañas del Partido Comunista Mundial? ¿Cómo afectaban las actividades cominternistas a los partidos y movimientos mexicanos?
De todos modos, podríamos plantear una pregunta tentadora: ¿cuál es la herencia de la Comintern en las batallas ideológicas y políticas en América Latina y en el país de nuestro particular interés, México, hoy en día? No dudamos que sí la hay, pero apenas se empieza a debatir el tema, y se vuelve otra historia que aún espera a sus investigadores.
En nuestro caso, los cuatro textos que aquí se presentan recogen problemáticas asociadas al contexto tanto internacional como nacional del desarrollo del comunismo mexicano que siempre era parte inalienable e importante del mundo cominternista. El primero de éstos, preparado por Andrei Schelchkov y Pablo Stefanoni, aunque se refiere al caso nacional, al desarrollo del comunismo boliviano, y destaca la formación del primer PC en aquel país, en la década de 1930, no sólo demuestra que fue a contracorriente de las intenciones de la Internacional Comunista, representada por su Secretariado Sudamericano (SSA), de poner en pie en el país andino un partido alineado con las condiciones establecidas durante el “Tercer periodo”, entre ellas la “bolchevización” de sus estructuras ideológicas y organizativas. Los autores investigan las actuaciones de Tristán Marof, un personaje ilustre boliviano, mexicano y latinoamericano, un revolucionario antiimperialista que contribuyó de manera enorme al desarrollo del PCM y de la Liga Antiimperialista de las Américas. En fin, las mismas personas que andaban de una parte de América Latina a otra, quedándose en territorio mexicano durante mucho tiempo, fueron enlaces entre lo nacional y lo internacional, entre el comunismo y antimperialismo mexicano y corrientes políticas de la misma índole en otros países en el hemisferio occidental. Las estructuras cominternistas, desde el Buró Latinoamericano de la III Internacional hasta el Secretariado Sudamericano y el Comité Continental de la Liga Antiimperialista, así como del Socorro Rojo Internacional, lograron convertir el movimiento de una simple suma de grupos y partidos nacionales en un organismo continental, aunque siempre muy heterogéneo y con particularidades nacionales. México fue uno de los casos espectaculares de la arena donde no sólo el comunismo nacional se desarrolló y se consolidó, sino donde también se realizaron varios tramos diseñados por la Internacional o a pesar de la voluntad que Moscú quisiera a imponer. El segundo texto, el de Irving Reynoso Jaime y Victor Jeifets, trata de la trayectoria política de uno de los personajes emblemáticos en la historia del Partido Comunista de México, el suizo Edgar Woog, que no solamente fue uno de los fundadores del PCM, sino que se convirtió en una persona influyente dentro de la Tercera Internacional asesorando a los PP.CC. de toda América Latina. En un sentido más general, el trabajo nos permitirá cuestionar algunos lugares comunes en la historiografía del comunismo, sobre las supuestas relaciones mecánicas y verticales entre la Comintern y los partidos comunistas de América Latina, en el sentido de una obediencia ciega a las directrices de Moscú. Otro artículo, el de Sandra Pujals, se refiere a México como un “emporio” revolucionario y un punto clave de encuentro transnacional entre el radicalismo regional y el comunismo internacional. Para lograr el reto, el texto revela los pormenores de la historia tanto de las redes multinacionales afiliadas a la Internacional como de actuaciones de algunos de sus miembros, a veces muy conflictivas. Por último, el cuarto artículo, escrito por Hernán Camarero, se enfoca en investigar los primeros años del comunismo argentino, donde otra vez vemos un cruce de historias y personajes. No se trata solamente sobre una competencia entre el PCM y el PC de Argentina por convertirse en la primera sección latinoamericana de la Tercera Internacional, sino vemos también que varias personas “unieron” a ambos partidos -nos referimos a los colaboradores del Buró Panamericano de la Comintern que estaba trabajando en México, pero enviaba a su gente por varios países del subcontinente.
Todos los textos del presente dossier cambian sustancialmente varios antiguos enfoques y perspectivas sobre la Comintern en América Latina y en particular en México, y estos nuevos datos contribuyen a las discusiones en torno a la dinámica de “centro/periferia” entre el escenario cominternista internacional y el local. Ofrecen al lector, además, la oportunidad de conocer algunos detalles imprevistos en relación con el control soviético sobre el radicalismo de izquierda latinoamericana. Al mismo tiempo, permiten observar que la dinámica de control no era unilateral y que los latinoamericanos tuvieron posibilidades de influir en la toma de decisiones supuestamente impuestas desde Moscú. Página tras página, al leer los artículos del dossier, nos adentramos en el interesantísimo y complejo mundo de la formación de una izquierda de nueva estirpe.
Notas
1 Durante mucho tiempo la mayoría de los historiadores se referían a las memorias de Eudocio Ravines, The Yenan Way (El camino de Yennan, traducido al castellano como La gran estafa) (no necesariamente confiables en su totalidad), convirtiéndolas en una fuente prácticamente exclusiva para bosquejar los mecanismos del funcionamiento de los cuerpos supremos de la Internacional Comunista en Moscú y del Secretariado Sudamericano del ceic en Buenos Aires y Montevideo.
2 N. P. Kalmykov, I. I. Ianchuk, L. Iu. Korableva, E. A. Larin y L. S. Jeifets (eds.), Komintern i Latinskaia Amerika. Sbornik dokumentov, Moscú, Nauka, 1998.
3 O. Ulianova, O. y A. Riquelme Segovia, Chile en los archivos soviéticos 1922-1991, t. 1, Santiago de Chile, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2005; t. 2, Santiago de Chile, LOM Ediciones, 2009.
4 R. Ortiz Peralta R. y Daniela Spenser, La Internacional Comunista en México: sus primeros tropiezos. Documentos, 1919-1922, México, Secretaría de Gobernación, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, 2006; Daniela Spenser, “Unidad a toda costa”. La Tercera Internacional en México durante la presidencia de Lázaro Cárdenas, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 2007.
5 Klaus Meschkat y José María Rojas (comps.), Liquidando el pasado. La izquierda colombiana en los archivos de la Unión Soviética, Bogotá, Taurus, 2009.
Organizador
Victor Jeifets – Universidad Estatal de San Petersburgo. Instituto de Latinoamérica de la Academia Rusa de Ciencias.
Referências desta apresentação
JEIFETS, Victor. Presentación. Historia Mexicana. México, v.72, n. 3 (287), ene./mar. 2023. Acessar publicação original [DR/JF]