Historia y memoria de la comunidad atacameña de La Banda | Carlos Mondaca Rojas e Juan Pablo Ogalde Herrera
Con el advenimiento del siglo XIX, las poblaciones indígenas asentadas en una multiplicidad de ecologías andinas, observaron el nacimiento de las repúblicas y naciones Sudamericanas, amén de una atávica experiencia que desde el siglo XVI los había situado como súbditos y tributarios de la Corona española.
Ahora, la arremetida de una centuria colmatada por las ideas liberales, de cambios políticos y económicos, trazó los lineamientos de una confusa coyuntura social donde la ciudadanía debía ser subrayada en todos los rincones de la América Andina. Dicho sea de paso, durante aquel complejo siglo XIX se reconfiguraron las lealtades nacionales, aparte de inaugurar una serie de conflictos en torno a la tributación indigenal o a la evidente colisión entre dos polos que en sí mismos se repelían: la tradición y la modernidad.
La tradición, supone una serie de prácticas societales que generacionalmente son asumidas por las poblaciones año tras año; además, ésta se resemantiza a cada instante, incluso en tanto manifestaciones ceremoniales o religiosas de largo aliento temporal; recreación de identidades (nacionales y/o étnicas), como también en la puesta en escena de ritos, danzas o cánticos que encierra la tradición y sus inventivas.
La modernidad decimonónica, tomó distancia de las actividades que desde lejanos tiempos desarrollaron los indígenas, toda vez que la razón, el orden público, la secularización como la urbanización fueron tapizando la sagrada geografía de la puna y los oasis del desierto. Aun más, durante las diez décadas del siglo in comento, los episodios bélicos y las tácticas militares que la moderna tecnología traía consigo, fueron marcando el reloj del tiempo de nuestras naciones americanas. Las guerras de independencia y los conflictos territoriales entre los países como Perú, Chile y Bolivia, fragmentaron a las nacientes repúblicas y cercenaron, sin lugar a dudas, los territorios y espacios multiétnicos que caracterizaron en el pasado al fantástico mundo andino. En este último aspecto, el de la guerra de los pueblos, se reconstituye como un punto de inflexión que nos demarca en un “antes y un después” el devenir de las viejas rutas de los atacamas, hoy el Norte de Chile, tras la guerra del Pacífico.
Pero, ¿cómo es posible evidenciar desde la documentación archivística y la tradición oral una serie de cambios sociales que han experimentado las poblaciones atacameñas entre los siglos XIX y XX, toda vez que el Estado chileno controló todas las prácticas culturales comunitarias, buscando “chilenizar” los oasis atacameños como las riberas del río Loa? ¿Cuáles fueron las diversas acciones emprendidas desde las agencias y los agentes gubernamentales en la zona y cómo asumieron dichas medidas (si es que las hubo) la sociedad regional? Estas y otras interrogantes son las que bosquejan el libro que reseñamos, el cual se detiene a examinar, intentando transitar por los caminos que la historiografía ofrece a la investigación del pasado andino, con modelos eficientes que incluso son replicados una y otra vez por otras disciplinas.
Aquí, con certeza documental, se busca matizar los esencialismos con los cuales ha sido abordado el estudio de las comunidades andinas y atacameñas, relevando antecedentes archivísticos que refuerzan las ideas de que los indígenas en los albores del siglo XX ya se movilizaban entre la tradición y la modernidad, articulando directamente con las agencias del Estado chileno, para levantar demandas o acceder a ciertos beneficios, como eran la construcción de canales, estanques, caminos o escuelas.
Puntualizando, el libro de Carlos Mondaca Rojas y Juan Pablo Ogalde Herrera, cuyo título versa como “HISTORIA Y MEMORIA DE LA COMUNIDAD ATACAMEÑA DE LA BANDA. Calama, Norte de Chile. Siglos XIX-XX”, explora justamente la problemática antes enunciada, asumiendo los desafíos de presentar ante la sociedad regional y nacional, una investigación prolija que buscó los antecedentes en la memoria social de la “Comunidad Atacameña de La Banda”, la cual ha quedado grabada en la retina de sus miembros, transmitiéndose de generación en generación, como parte de una historicidad construida no necesariamente por los científicos, sino por los propios atacameños. Pero este estudio no se entrampa en cuestiones rememorativas, sino que buscan confrontar los datos con oficios localizados en los repositorios de los archivos municipales, y a su vez, en registros de viajeros y exploradores que en otros tiempos, anotaron algunos tópicos sobre La Banda y el origen del asentamiento de Calama.
Argumentan los autores, ambos nacidos en estas arenas nortinas y con una genealogía familiar que se hunde en el pretérito de Chiu Chiu, que tanto Calama y La Banda, fueron determinantes en el quehacer económico de la región, al articular los senderos que multidireccionalmente unían las tierras altas con los oasis del despoblado atacameño. Fueron un nodo donde confluían caravanas de llamos, recuas de mulares y arrieros que buscaron refugio, abrigo y vertientes, para saciar la sed en el desierto más árido del planeta.
Las pampas y explanadas cercanas al río Loa, se transformaron en el espacio propicio para acoger a migrantes atacameños, quienes encontraron en La Banda, suelos ricos en limo y nutrientes para desarrollar una intensa agricultura, como a su vez, reeditar sus tradiciones en torno al manejo del agua, el control del recursos hídricos, la limpieza de sus canales y el despliegue de costumbres que entre cánticos de carnaval o los sones al “Niño Jesús”, edificaron una arquitectura ceremonial observando junto al paso de los años, cómo se convertía y transformaba el milenario oasis en una moderna ciudad de cobre.
En este ir y venir por el reloj del tiempo histórico, entre la tradición y la modernidad o entre la historia y la memoria, la Comunidad Atacameña de La Banda registrada con acierto en este interesante libro, se ha ido posicionando como actores capaces de articular demandas ante las instituciones y empresas que detentan el poder, y al unísono, levantar las banderas de su identidad atacameña que se nutre cotidianamente de las aguas cunza de la etnicidad que surca las quebradas cordilleranas, tal como en el pasado lo hiciera Tomás Paniri y su rebelión.
Resenhista
Alberto Díaz Araya – Departamento de Ciencias Históricas y Geográficas Universidad de Tarapacá, Doctor en Antropología Universidad Católica del Norte. E-mail: nortealberto@hotmail.com
Referências desta Resenha
ROJAS, Carlos Mondaca; HERRERA, Juan Pablo Ogalde. Historia y memoria de la comunidad atacameña de La Banda. Calama, Norte de Chile, Siglos XIX – XX. Calama: Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, 2012. Resenha de: ARAYA, Alberto Díaz. Tiempo Histórico. Santiago, n.5, p. 157-159, 2012. Acessar publicação original [DR]