Historia desde los Andes. Instituciones/cultura y conflictos (siglos XVII-XIX) | Victor Brangier e Germán Morong
El trabajo del historiador, de una u otra manera, siempre ha sido vinculado con esfuerzos personales que desembocan en la publicación de libros y artículos que develan aquello que su autor logró dilucidar siendo, en este sentido, una aventura solitaria que, en reiteradas ocasiones, termina en círculos académicos cerrados. El libro in comento es muestra de lo contrario puesto que se origina de un esfuerzo colectivo que involucra a académicos de distintas instituciones a nivel latinoamericano y mundial. Esto no es menor puesto que posibilita el diálogo y la tensión de los propios hallazgos como de los supuestos epistemológicos que sostienen las investigaciones, lo cual ya habla del valor de la obra. Los trabajos presentados se reúnen en Los Andes como un espacio en específico que posibilita la interacción de todas las indagaciones demostrando, como el propio objetivo de la obra lo menciona, la importancia de los Andes como un ecúmene (p. 16) que está en todas partes de nuestra región, la cual no puede ser entendida a cabalidad sin esta consideración que conlleva representaciones, imaginarios y construcciones sociales diversas.
Lo anterior, además, lo asume desde el abordaje de la microhistoria, que ya supone un desafío. En otras palabras, las temáticas que engloban la estructura de la obra están cruzadas por medio de análisis de hechos selectivo, de menor escala y, comúnmente cotidianos, que develan las historias globales. En términos microhistóricos, por medio de microcosmos se configuran los macrocosmos. Tal como lo comentan sus editores, apuntan a una reducción de la escala de observación para, desde las “huellas de estos casos específicos”, poder vincular y vislumbrar el entramado que supone los Andes. De esta manera, los diversos capítulos van a tensionar investigaciones particulares con esta forma de aproximación, lo que permitirá distinguir las particularidades y, en esta medida, una mejor compresión del fenómeno humano que estudian. Sin embargo es, a su vez, a modo de ver quien comenta, una apuesta hacia la geohistoria, hacia una mirada que vincule el territorio no como un agente pasivo sino como un ente activo en la construcción de identidades de comunidades específicas pero que también permite el vínculo entre todas ellas.
El libro se compone de una introducción a cargo de los historiadores Víctor Brangier y Germán Morong que, a su vez, son sus editores. Ellos, con una prosa cultivada, van a dar las primeras luces del libro apuntando con una certeza admirable el centro de cada capítulo de la obra, aportando las claves que permiten al lector comprender el trazado de la misma, por lo tanto, se transforma en una lectura fundamental.
El libro en sí se estructura en dos partes. La primera “La extensión institucional y sus actores”, se compone de cuatro capítulos. El primero, “microhistorias postales y conexiones globales: el caso de la comunicación en el nuevo Reino de Granada (s. XVI-XVII)” de Nelson González, da cuenta de las redes postales al interior del nuevo reino de Granada en los siglos XVI-XVII vinculándolo con las conexiones globales de las mismas. De esta manera, nos aproxima a la producción y distribución de la información, exhibiendo de forma clara y contundente las encrucijadas de este fenómeno en medio de un territorio tan diverso (desiertos, sabanas, etc.) (p. 43) mostrando, en este sentido, la “reconfiguración global” que adquirió la comunicación luego de la llegada de los europeos (p. 57).
El segundo artículo titulado “microjusticias: Tentativas sobre jueces pedáneos del Nuevo Reino de Granada, s. XVIII”, de Julián Velasco, realiza un gran análisis sobre las complejidades de la articulación del poder en los espacios rurales, es decir, evidencia cómo se gobernó lo rural durante el siglo XVIII en Nueva Granada.
A continuación, Eugenia Molina con “las tramas de un tejido literario y político-estatal: discursos estadísticos y proyectos editoriales. Mendoza (Argentina), 1852” por medio del estudio de Juan Llerena que buscaba reunir y conectar una multiplicidad de datos, es capaz de observar las relaciones entre los saberes del poder estatal, su funcionamiento y circulación en ciertos ámbitos de conocimiento (p.89).
La investigación de Sergio González, “La “pampa desamparada” y el “calañes”. Pedro Pérez Obligado y el origen de la oficina salitrera Ramírez (1830-1936), es un detallado estudio que da cuenta de los primeros asentamientos pampinos, así como los lazos que existen entre estos mismos lo cual realiza con una detallada y excepcional descripción que permite al lector observar sus entramados.
La segunda sección del libro “Aclimatación andina: prácticas culturales y conflictos sociales” está compuesta de cuatro investigaciones al igual que la anterior, sin embargo, tiene una extensión un poco menor. Además, como ya el lector tomó ritmo, se torna más dinámica su lectura y comprensión. Comienza con “oratorias sagradas y religiosidad barroca, Quito 1645-1649: Una aproximación desde la microhistoria” de Carolina Larco, visibiliza las dimensiones singulares de la religiosidad del siglo XVII enfatizando lo que denomina oratorias sagradas que, para la autora, permite observar prácticas e imaginarios religiosos.
Esto lo realiza por medio del análisis de dos casos particulares; a saber, la muerte de una santa de la ciudad y el robo del santísimo sacramento.
El segundo capítulo, “El epicentro de la gran rebelión: Canas y Canches o Tinta y la Figura del clérigo Antonio López de Sosa” es un interesante trabajo que explora la influencia del clérigo mencionado en la rebelión de Tupac Amaru II, lo que deja claro que en las relaciones coloniale, existe un patrón dinámico de construcción que involucra mucho más que un antagonismo español-indígena, constatando desde temprano la importancia de los curas criollos en estos movimientos tan importantes.
El siguiente capítulo “Incas supuestos y fingidos”: Guerra de decires en una petición inca de México colonial, de Rocío Quispe-Angoli, explora los documentos de la familia Uchu Inca que devela los enfrentamientos y censuras a los que son expuestos pero, como también indica la autora, “una constelación de preocupaciones y temas recurrentes entre actores de la sociedad colonial hispanoamericana del siglo XVIII” (p. 237). Esto sería entre aquellos que aspiraron a ser reconocidos como partes de la nobleza inca y, por otro lado, aquellos que tuvieron el poder de garantizar ese reconocimiento o censurarlo.
El último capítulo del libro “Historias de tierra, poder y justicia en el pueblo de Laja (Bolivia) entre colonia y república 1800-1850”, se enfrenta a una coyuntura compleja ligada a la construcción de la nación, donde evidencia las formas específicas en que un pueblo afronta un telón de conflicto generalizado manteniendo su propia cotidianidad, tradiciones y su propia adaptación al contexto global (tanto regional como nacional) que viven. Para ello construye, por medio de fuentes primarias, los tejidos de redes, estrategias y proyectos propios de diversos estratos de la población (p. 258), lo que deja claro cómo las comunidades van adaptándose a la ley y la justicia que se aplica, así como a las jerarquías siendo entidades dinámicas.
La obra que se comenta es un aporte significativo a la historia pero también a la historiografía, puesto que reconoce la importancia de los microcosmos como elementos estructurantes de las globalidades, reconociendo a los sujetos como entes activos en la construcción de la historia y no como meras reproducciones de las estructuras. Esto debe ser una forma de pensar las futuras investigaciones, a pesar de que no sean microhistoria, dado que la comprensión de la historia requiere de situar al ser humano en un contexto determinado, siendo capaces de distinguir sus singularidades como sus patrones comunes.
En este sentido destacan tres elementos. Primero, a pesar de ya ser resaltado, es una obra colectiva; aquello posibilita diálogos no solo temáticos, sino –quizás más importante–, diálogos entre investigadores que, por medio del análisis crítico, puedan enriquecer sus propios trabajos como el del resto que va desde lo pragmático a lo epistemológico.
Segundo, destaca que son investigadores que fueron capaces de enriquecer sus trabajos al tensionarlos con la mirada microhistórica que, de seguro, planteó no pocos desafíos. Esto es digno de admirar y destacar puesto que harán interpretaciones más complejas de las realidades que estudian.
Tercero, es una obra que reconoce el valor de la contextualización, esto lo hace cada autor en sus capítulos haciendo factible que el lector no especializado o que, por diversas razones, no conoce los lugares, pueda comprender lo que se escribe. En otras palabras, apunta a un público amplio, abriendo la historia más allá de sus propios círculos.
Finalmente, se plantea como desafío próximo que, en un nuevo encuentro, se realicen ejercicios críticos que aporten a nivel teórico y metodológico desde el campo de investigación que podría eventualmente convertirse en un segundo volumen de la obra, pero centrada en lo que se menciona arriba. Ello sería un aporte fundamental de reflexión desde América Latina hacia el resto del mundo.
Resenhista
Rafael Arriaza Peña – Centro de Estudios Históricos Universidad Bernando O´Higgins, Chile Programa Doctorado en Historia Universidad de Chile Becario ANID- Programa doctorado Nacional.
Referências desta Resenha
BRANGIER, Víctor; MORONG, Germán (Eds.). Historia desde los Andes. Instituciones, cultura y conflictos (siglos XVII-XIX). Santiago: Ediciones UBO, 2022. Resenha de: PEÑA, Rafael Arriaza. Autoctonía. Revista de Ciencias Sociales e Historia, v.7, n.1, p. 647-651, ene./jun. 2023. Acessar publicação original [DR]