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Historia de mujeres, Género y Feminismos: Mujeres haciendo historias desde el sur de Chile/Revista de Historia/2022

Gracias a los cambios epistemológicos del último cuarto del siglo XX se ha podido cuestionar la omnipresencia del sujeto universal y la causalidad racional, dando paso a la diversidad y la resignificación de las experiencias de mujeres y hombres. La mirada sesgada y que producía la invisibilidad analítica de las mujeres al interior de las ciencias sociales tienen como referente el androcentrismo que se comprende según la filósofa española Celia Amorós como una “mirada que se fija en lo masculino y desde lo masculino para observar la realidad. Este se relaciona no solo con el hecho que los investigadores o pensadores sean hombres, sino que además pone en evidencia que se trata de hombres y mujeres adiestrados en disciplinas que explican la realidad bajo modelos masculinos”1. Todo lo cual ha permeado el discurso histórico que por siglos ha considerado legítima la invisibilidad de las mujeres, y de esta manera reivindicar los saberes y protagonismos de la mitad de la humanidad.

Desde las teorías feministas en sus vertientes estructuralistas y materialistas la situación y condición de las mujeres se han comprendido considerando la objetivación y naturalización femenina en directa relación con el “sexo”. Es importante comprender el feminismo en su doble dimensión, tanto como pensamiento cultural como movimiento político que devela las relaciones de dominación en las cuales históricamente han vivido las mujeres.

Uno de los principales trabajos que han realizado las feministas, en distintas épocas, ha sido la reconstrucción de sus historias, tanto personales como colectivas, dado la invisibilidad por ausencia o por sesgos de género existentes en la historiografía oficial. Por ende, fue necesario visibilizar la trayectoria histórica de las mujeres, no solo desde su contribución al mundo del trabajo, educacional, familiar, social y político, sino también identificar los factores culturales que incidieron en su configuración como sujetos subordinados.

En los últimos cuarenta años al interior de las Ciencias Sociales y la Filosofía, desde diversos enfoques posestructuralistas, el estudio de la subjetividad y los procesos de su constitución han demandado el progresivo abandono de la noción de subjetividad clásica, que atendía a su trascendencia y unicidad en el tiempo. Más bien los postulados legitiman una descentralización del sujeto, que se opone al posicionamiento neutral y universal del mismo lo cual deviene en un proceso dinámico y múltiple de posiciones en atención a sus relaciones con otros/as -género, clase, etnia, religión y el medio- en las cuales la pluralidad y la contingencia posibilitan una mirada que revela la diversidad y la construcción de las identidades. Según la teórica feminista Donna Haraway, “El yo cognoscente siempre está construido y conocido imperfectamente, es por lo tanto capaz de unirse a otros, para armar juntos sin demandar ser el otro”2. Se privilegia la idea relacional del yo, en contextos de intersubjetividad en los cuales se despliegan las opciones desde las cuales se asumen prácticas, discursos e interpretaciones del medio. En relación con las mujeres, según la filósofa Julia Kristeva, la categoría de mujer es una construcción ficcional, no es un hecho natural, que incluye su interrelación con componentes de identidad sexual y posiciones económicas políticas y socioculturales. Sujeto que cambia en su propia trayectoria, presentando diferentes ejes de diferenciación con otros y paralelamente con procesos personales de desidentificación con modelos normativos sobre lo femenino y lo masculino3. Por tal motivo, la comprensión de las identidades se configura en un plano de diversidad, de cambio y rupturas que se instalan en el tiempo.

Frente a estas reflexiones, a partir de la mitad de la década del setenta desde el mundo académico se dio la necesidad de contar con herramientas analíticas que permitieran avanzar en la comprensión de las diferenciaciones de lo femenino y lo masculino, considerando lo biológico, pero también lo cultural. De allí la construcción del concepto de género, que se abordará dependiendo de los enfoques como categoría analítica o perspectiva teórica. La historiadora alemana Gisela Bock plantea que en los setenta apareció el uso del concepto género para comprender la realidad social, cultural e histórica. En esta misma línea, hacia 1986 la historiadora norteamericana Joan Scott publicó un artículo imprescindible y deliberado para atraer la atención de los historiadores, cuyo título original fue “Gender: A usefel category of Historical Analysis” en American Historical Review. En este texto, Joan Scott se refiere al género como categoría de análisis, como una herramienta que ayuda a comprender la realidad, identifica problemas que son necesarios explorar y aclarar, ofrece definiciones e hipótesis para guiar la investigación. La historiadora indica que esta categoría “da cuenta de las relaciones sociales basadas en las diferencias que se perciben entre los sexos, es una manera primaria de significar relaciones de poder. Cada cultura construye y define las características y comportamientos de lo masculino y lo femenino. Los cambios en la organización social van de la mano con los cambios en las representaciones del poder, pero la dirección del cambio no es unidireccional”4. Ello implica no solamente analizar todos los niveles, ámbitos y tiempos de las relaciones mujer-varón, sino también mujer-mujer y varón-varón. Es importante preguntarse sobre el sistema de significados de los discursos, la manera en que las sociedades representan el género, articulan reglas de las relaciones sociales o constituyen significados de la experiencia.

Este enriquecimiento teórico influyó en la producción historiográfica occidental tuvo un tránsito desde la “Historia de las Mujeres” hacia los estudios históricos de género. Desde los planteamientos de Gerda Lerner en 1977: “El primer desafío de la Historia de las Mujeres a la Historia tradicional es, entonces, la afirmación que las mujeres tienen una Historia, y que esa Historia ha sido ocultada y malentendida por los valores patriarcales que permean nuestra cultura y nuestras ideas”5. Le secundaron en dichas reflexiones un grupo de historiadoras en el mundo anglosajón, francés y estadounidense, como fueron Joan Scott, Linda Gordon, Sheila Rowbotham, Natalie Zemon-Davis, Bonnie Anderson y Michelle Perrot, entre muchas otras. Desde las otras áreas de las Ciencias Sociales, feministas aportaron con estudios que presentaron la importancia de contextualizar históricamente los procesos vinculados a la condición y situación de las mujeres tanto en el plano económico, social, político y cultural. Nombres como Kate Millet, bell hooks (Gloria Jean Watkins), Angela Davis, Chela Sandoval, Cherrie Moraga y Gloria Anzaldua. Las temáticas abordadas se centraron en el trabajo y división sexual del trabajo como a nivel político (lucha por el sufragio), familia y normativas, identidades de mujeres lesbianas, negras y chicanas.

Los impactos de estos avances en la historiografía chilena fueron más tardíos, dado una larga trayectoria positivista y androcéntrica del campo de producción de conocimiento, asentado principalmente desde las universidades. No obstante, hubo pioneras en la visibilización de las mujeres en diferentes campos del acontecer histórico. Han sido los estudios sociales de las mujeres los que han permitido conocer algunos eventos específicos sobre la trayectoria de la población femenina en el ámbito político, uno de ellos fue la obra señera de Felicitas Kimplen La mujer chilena: el aporte femenino al progreso de Chile. 1910-1960, publicado en 1962, en la cual se abordan diferentes aspectos sobre la condición y posición de la población femenina. Otro libro corresponde a La emancipación de la mujer de Virginia Vidal, publicado por Quimantú en 1972.

Aproximadamente tres décadas después, en un contexto signado por una dictadura cívico militar, se posicionó con fuerza la “Historia de las mujeres”, gracias a la influencia de feministas emplazadas precisamente fuera del mundo universitario, al interior de denominados Organismo No Gubernamentales (ONGs) de Santiago. Algunas sociólogas e historiadoras feministas en Centros de Investigación, como fue en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), escribieron dos obras señeras: Ser Política en Chile: los Nudos de la Sabiduría Feminista de Julieta Kirkwood y Queremos votar en las próximas elecciones: historia del movimiento femenino chileno 1913-1952 de Edda Gaviola, Ximena Jiles, Lorella Lopresti y Claudia Rojas.

Posteriormente en el proceso de transición dictatorial, las investigaciones continuaron en las ONGs feministas como fueron La Morada, CEM Y CEDEM, preferentemente en la construcción de una historia del tiempo presente, vinculada a la identificar de las luchas de mujeres durante la dictadura, como fue el libro Una Historia Necesaria: Mujeres en Chile: 1973-1990, publicado en 1994, de Edda Gaviola, Eliana Largo y Sandra Palestro. Por otro lado, desde las universidades surgieron investigadoras influidas tanto por las cátedras de Historia Social e Historia Oral como por la participación en talleres de Historia de la Mujer en el mundo feminista y de movimientos sociales. En este proceso surgieron en la década de los noventa, obras colectivas de diferentes generaciones de investigadoras, a saber: Disciplina y desacato: Construcción de identidad en Chile, siglos XIX y XX (1995), editado por Lorena Godoy, Elizabeth Hutchinson, Karin Rosemblatt y María Soledad Zárate; Perfiles Revelados. Historia de Mujeres en Chile siglos XVIII-XX (1997) editado por Diana Veneros; y finalmente Discurso, Género y Poder (1997) de Olga Grau, Riet Delsing, Eugenia Brito y Alejandra Farías. También no podemos dejar de nombrar los textos, como Cuerpo y sangre de la política (2007) de María Angélica Illanes; La vida en común (2007) de Ximena Valdés y, por último, Revelación del subsole de Consuelo Figueroa (2010). Por otro lado, los aportes de historiadoras estadounidenses fueron relevantes a fines de la década del noventa e inicios del siglo XXI, entre ellos Por un Hogar bien constituido. El estado y su política familiar en los frentes populares(1995) de Karin Rosemblatt; Labores propias de su sexo. Género, políticas, y trabajo en Chile urbano 1900-1930 (2006) de Elizabeth Hutchinson; Reforma Agraria, la Contrarreforma Agraria, y la llegada de la Agroindustria en el valle de Aconcagua (2002) y La tierra para el que la trabaja. Género, sexualidad y movimientos campesinos en la reforma agraria chilena (2009) de Heidi Tinsman.

Otras historiadoras extranjeras que también han hecho aportes al estudio de las mujeres y las feministas en Chile son Susan Franceschet, con su libro Women and Politics in Chile (2005), el cual aborda la evolución política de las mujeres en Chile desde 1932 hasta el año 2000; Gwynn Thomas, con el libro Contesting Legitimacy in Chile (2011) sobre género y familia en Chile desde el gobierno de Salvador Allende hasta el año 1990, y Julie Shayne, con su libro They used to call us witches: Chilean exiles, culture, and feminism (2009), acerca de la relación entre la militancia feminista de mujeres chilenas en el exilio a partir de los años setenta en adelanta, incluyendo la lucha contra la dictadura.

Frente a este panorama internacional y nacional, son válidas las interrogantes sobre ¿cuál fue el escenario en provincias, ¿cuáles fueron los aportes y reflexiones situados desde lo local?, ¿hubo un efecto solamente de circulación de ideas y conocimientos producidos en el centro capitalino? Postulamos que la historia da cuenta de procesos y trayectorias colectivas de grupos humanos que presentan a través de los años diversidad de posiciones identitarias, socioeconómicas y políticas en ambientes geográficos (territorio y ambiente) que han influido en el devenir histórico que ha presentado proceso de continuidades y cambios. Y en este sentido es que como Red de Historiadoras Feministas6 zona Sur apostamos en este dossier a la visibilización de algunas historiadoras de diferentes generaciones han desafiado tanto los canones androcéntricos de la academia como los obstáculos de investigar desde el sur chileno, alejados de los centros concentradores de los archivos documentales de todo el país. Debemos mencionar los trabajos pioneros sobre Concepción y Lota a nivel de tesis de pregrado de Gina Inostroza y Marcela Tapia “Mujeres populares penquistas en el Trabajo (independientes– asalariadas) y condiciones de vida 1895-1905” (1993). Se suma a ello la investigación de Karen Alfaro sobre “Anclado en la memoria. AFDD de Concepción” (2006). Y los trabajos de Alejandra Brito, entre ellos Autonomía y subordinación: mujeres en Concepción, 1840-1920 (2015).

Y en la actualidad, a través de este dossier pretendemos dar a conocer la producción historiográfica de historiadoras, investigadoras y tesistas residentes en el sur chileno, que hayan estudiado históricamente el quehacer de mujeres y diversidades sexuales de los territorios sureños en diferentes ámbitos de la realidad social, económica, política y cultural. En este esfuerzo editorial, enfatizamos el trabajo colectivo realizado por las integrantes del colectivo, en todo el proceso que incluye diseño de propuesta, convocatoria, preselección y revisión interna del equipo editorial. El presente dossier agrupa los artículos en dos nudos problemáticos:


Notas

1 Ver Celia Amorós, Hacia una crítica de la razón patriarcal (Barcelona: Anthropos, 1985), 45.

2 Donna Haraway, Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza (Madrid: Ediciones Cátedra, 1995), 331- 332.

3 Teresa De Lauretis, «Estudios feministas/Estudios críticos: problemas, conceptos y contextos», en El género en perspectiva: de la dominación universal a la representación múltiple, comp. por Carmen Ramos Escandón (México: Ediciones Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, 1991), 231-278; Mónica Bolufer e Isabel Morant, «Identidades vividas, identidades atribuidas», en Entre dos orillas. Las mujeres en la Historia de España y América Latina, ed. por Pilar Pérez- Fuentes Hernández (Barcelona: Icaria Editorial S.A, 2012), 319-320.

4 Joan Scott, «El Género: una categoría útil para el análisis histórico», en De mujer a Género. Teoría, interpretación y práctica feminista en las Ciencias Sociales, ed. por Joan Scott et. al. (Buenos Aires: Centro Editor de América Latina S.A. 1993), 37-89.

5 Ver Gerda Lerner, The Female Experience: An American Documentary (Indianapolis and New York: The Bobbs-Merrill Company, 1977).

6 La Red de Historiadoras Feministas (RHF) se formó en octubre de 2017 y cuenta con historiadoras, universitarias y profesoras de Historia que trabajan en diversas áreas y que están en diferentes etapas de sus carreras. Nos ha parecido necesario construir tantas redes de apoyo entre mujeres de diferentes territorios, generaciones y ocupaciones profesionales tanto para reflexionar, difundir y, además colectivizar la creación de conocimientos en la esfera académica y de la sociedad civil. Como historiadoras, académicas y estudiantes creemos que la mirada desde nuestra disciplina permite analizar los procesos desde la temporalidad e historicidad de los sujetos individuales y colectivos, sus conflictos y tensiones. Por ello nos impele rememorar las antiguas luchas de otras mujeres, en otros contextos y discursos como a su vez levantar la voz para exigir transformaciones en las políticas públicas ligadas al acoso sexual en las universidades, temas de cuidados y trabajo profesional, trasnversalización de género en el currículo y la institucionalidad académica entre otros temas.

En primer lugar, “Identidades, organizaciones de mujeres y feministas”. En este apartado se aborda la construcción histórica de las relaciones sociales de género y la configuración de la identidad femenina desde los procesos productivos industriales, los fenómenos educativos y las instancias de organización de las mujeres. Es factible reconocer la relevancia de la historicidad y las experiencias múltiples de las mujeres con relación a los territorios, develando con ello la pluralidad de voces y estrategias movilizadoras desde las organizaciones, los movimientos de mujeres, el feminismo social y el feminismo político. Este apartado reúne los trabajos de Natalia Baeza Contreras y Claudia Sagredo Astudillo, Alejandra Huala Alvarado y Alejandra Brito Peña, Claudia Maldonado Salazar y el de María Fernanda Morales Ortiz.

En primer lugar, el texto de Natalia Baeza y Claudia Sagredo analiza la Sociedad de Socorros Mutuos “La Ilustración de la Mujer” de Concepción. Nos muestran la participción de la organización en la vida penquista, cuyo objetivo era aportar al bienestar, la educación, el progreso y la cultura de las mujeres de la ciudad. Su análisisse inscribe en una mirada más amplia sobre el significado de la sociedad de socorros mutuos, en clave microhistórica. En segundo lugar, el texto de Alejandra Huala y Alejandra Brito hace visible la historia de mujeres en la Patagonia chilena, espacio que ha construido un imaginario cuyo protagonista és el varón, invisibilizando completamente en la historia de nuestro país el papel que las mujeres tuvieron en la ocupación de los territorios australes, así como en la creación de estrategias de sobrevivencia que les permitieron mantener a sus familias. Este trabajo se centra en la localidad de Puyuhuapi y recoge voces de mujeres quienes construyen identidades a partir de su vínculo fuerte con el espacio natural y con sus quehaceres económicos, entre ellos la Fábrica de Alfombras de la localidad. En tercer lugar, el trabajo de Claudia Maldonado entrega una mirada de la participación de las mujeres en los espacios industriales en la Provincia de Concepción. El análisis se centra en las concepciones que sobre ellas y su condición femenina, levantaron las empresas a través de los órganos de difusión interna. Con el objeto de construir un ideal de feminidad que fuese funcional a los modelos de desarrollo y a las prácticas paternalistas que las empresas propiciaron. Finalmente, el texto de María Fernanda Morales muestra la acción política del MEMCH, pero desde la mirada local, teniendo como eje del análisis las acciones realizadas en Concepción, Coronel y Lota. Este trabajo nos permite descentralizar el conocimiento, mostrándonos cómo una institución tan relevante en la historia de nuestro país como fue el MEMCH, tuvo una expresión local, que se constituye en un referente fundamental para realizar un ejercicio de memoria histórica descentralizada y por lo tanto más democrática.

En segundo lugar, el apartado “Dictadura, violencias y resistencias de las mujeres”. Los trabajos reunidos permiten visibilizar las violencias diferenciadas de género implementadas por la dictadura civil y militar, que operaron sobre los cuerpos de las mujeres en los distintos territorios del país. Las trayectorias de vida de las mujeres bajo los diversos dispositivos de control del régimen, dan cuenta de las estrategias de sobrevivencia, organización y resistencia de las mujeres, que permitió desestabilizar la dictadura y que ha develado los pactos de impunidad durante la posdictadura. Los trabajos acá reunidos nos permiten pensar en las deudas y heridas abiertas en el presente, siendo parte de este segundo apartado los trabajos de Esperanza Diaz, Marcela Vargas, Gina Inostroza, Karen Alfaro, Nicole Saez y el trabajo colectivo de Ximena Mercado, Carolina Alveal, Lucy Ketterer y Augusto Obando.

El trabajo de Esperanza Díaz aborda desde el testimonio oral, las organizaciones de mujeres en el Gran Concepción bajo la dictadura militar, profundizando en las resistencias y sus diversos mecanismos de articulación, restituyendo la agencia de las mujeres a pesar del terrorismo de estado. En segundo lugar, el trabajo de Marcela Vargas, aborda desde una perspectiva situada en territorio insular las redes y tejidos sociales construidos por mujeres en la última década de la dictadura, relevando el interés común por una mejor vida desde la ruralidad. En tercer lugar, el trabajo de Gina Inostroza aborda las militancias de mujeres desde la década del ’60 hasta la dictadura militar, destacando su contribución a las culturas políticas de izquierdas al tensionar los patrones y prácticas patriarcales de las orgánicas partidarias. En cuarto lugar, el trabajo de Karen Alfaro releva las adopciones forzadas de la dictadura, destacando el impacto de estas en la vida de las madres que en la actualidad buscan a sus hijos e hijas arrebatados por estos mecanismos de regulación de la población en dictadura. En quinto lugar, el trabajo Nicole Sáez, que aborda el problema de la violencia política sexual desarrollada en dictadura, pero que desde una temporalidad amplia nos permite dimensionar el impacto de esta violencia en las trayectorias de vida de las mujeres, que han dotado en el presente de resignificación política a estas experiencias. Finalmente, el trabajo colectivo de Ximena Mercado, Carolina Alveal, Lucy Ketterer y Augusto Obando, quienes abordan las violencias contra mujeres y diversidades sexogenéricas, en el contexto de las políticas públicas, la militarización y el (re)emerger del movimiento feminista en la región de la Araucanía, un trabajo que nos permite comprender los entramados y la interseccionalidad en torno a la violencia contra las mujeres.


Organizadores

Gina Inostroza Retamal – Doctora en Historia con Mención en Historia de Chile. Universidad de Chile. Docente en Facultad de Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad San Sebastián, Concepción, Chile. Correo electrónico: ginainostroza@yahoo.es  ORCID: https://orcid.org/0000-0002-6589-0601

Alejandra Brito Peña – Historiadora, Doctora en Estudios Americanos, Profesora Titular de la Universidad de Concepción, Chile. Correo electrónico: abrito@udec.cl, ORCID: https://orcid.org/0000-0001-5279-5982

Karen Alfaro Monsalve – Profesora de Historia y Geografía, Magister en Historia, Doctora en Historia Social y Políticas Contemporáneas, académica del Instituto de Historia y Ciencias Sociales de la Universidad Austral de Chile, Chile. Correo electrónico: karen.alfaro@uach.cl  ORCID: https://orcid.org/0000-0002-0162-8882

Raquel Rebolledo Rebolledo

Esperanza Díaz Cabrera – Profesora de Historia y Geografía por la Universidad de Concepción, 2011. Magíster en Historia. Universidad de Santiago de Chile, 2017. Historiadora feminista autónoma. Correo electrónico: esperanzaaurorad@gmail.com  ORCID: https://orcid.org/0000-0001-9866-104X


Referências desta apresentação

RETAMAL, Gina Inostroza; PEÑA, Alejandra Brito; MONSALVE, Karen Alfaro; REBOLLEDO, Raquel Rebolledo; CABRERA, Esperanza Díaz. Presentación. Revista de Historia. Concepción, v.2, n.29, p.10-16, jul./dic. 2022. Acessar publicação original [DR/JF]

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