Histoire des guerres d’Israël. De 1948 a nos jours | David Elkaïm
En Histoire des guerres d’Israël, David Elkaïm ofrece un ensayo analítico sobre la historia de los conflictos protagonizados por las Fuerzas de Defensa de Israel (Tzahal), que considera las guerras árabe-israelitas a través de la geopolítica del Medio Oriente y de la razón de Estado. Desde una perspectiva realista, Elkaïm busca demostrar la omnipresencia de la guerra en la vida del Estado de Israel y explica la evolución de la doctrina militar israelita y su adaptación a las condiciones del contexto regional e internacional. Se trata de un libro dedicado al público general, redactado de manera clara y rigurosa. El autor reconoce su deuda para con los “nuevos historiadores” israelíes, grupo que, desde la década de 1980, ha puesto en discusión los postulados tradicionales de la historia nacionalista hebrea, construyendo un enfoque historiográfico más profesional y distanciado de los calores de la Guerra Fría.
En su prefacio, Elkaïm explica los fundamentos teóricos del Tzahal, exponiendo como han actuado siguiendo tácticas ofensivas, sobre el principio del ataque preventivo y la transferencia rápida de las hostilidades en el territorio del adversario, así como sobre una estrategia general defensiva, cuyo objetivo último no es la derrota absoluta del enemigo, sino destruir sus capacidades militares y conquistar territorios para utilizarlos como moneda de cambio en las negociaciones. Según Elkaïm, aunque el principio de restricción ha sido el principio fundamental del intento de hacer del Tzahal, este ideal se ha visto golpeado por la especificidad de los conflictos asimétricos en Medio Oriente y la violencia cotidiana en Cisjordania.
Tras una introducción que describe los orígenes del sionismo y el nacionalismo árabe, la formación de los Estados en Medio Oriente y las migraciones judías a Palestina, el capítulo primero está dedicado a la primera guerra árabe-israelí de 1948. Mientras que la historia nacionalista hebrea insistía en el milagro de la victoria de Israel, rodeado de Estados Árabes y de una población palestina mayoritaria, Elkaïm afirma que los judíos estaban en muchas mejores condiciones para combatir a las improvisadas milicias árabes, gracias a la superioridad cuantitativa y cualitativa del Tzahal frente a una coalición musulmana dividida por intereses estatales. El resultado fue la conquista israelí del 76% del territorio del Mandato de Palestina y la ocupación de la orilla occidental del río Jordán por Jordania. En cuanto a la Nakba, según el autor, una multiplicidad de responsabilidades está en el origen de los 800.000 expatriados: la guerra misma, la securitización del territorio, las acciones individuales y la incompetencia y la venalidad de los dirigentes árabes. Desde entonces, la cuestión de los refugiados ha sido uno de los nodos de conflicto para los Estados de la región y para la ONU. Elkaïm sostiene que, para Israel, el regreso de los palestinos ha sido una línea roja difícil de cruzar, ya que implicaría la incorporación de millones de ciudadanos que cuestionarían el carácter judío del Estado y los derechos de propiedad de muchos israelíes. En cuanto a los gobiernos árabes, a excepción de Jordania, han mantenido marginalizados a los palestinos, afirmando que la lucha con Israel debía continuar hasta el final, en modo tal que absorber a los refugiados como ciudadanos plenos habría hecho desaparecer la causa del conflicto.
El segundo capítulo está dedicado a la crisis del canal de Suez y a la configuración del equilibrio de poder en Medio Oriente de acuerdo con los alineamientos de la Guerra Fría. Así, mientras que Israel logró acercarse a la OTAN, los nuevos gobiernos militares y socialistas de Egipto y Siria se acercaron a la Unión Soviética. Elkaïm cuenta como los intereses nacionales y la razón de Estado provocaron el conflicto en la región y la explosión de la carrera armamentística. El resultado de la guerra en Suez fue la humillación de Gran Bretaña y de Francia por parte de las dos potencias nucleares, la conversión de Nasser en héroe del mundo árabe y la consagración del Tzahal como la gran fuerza militar de la región. Tras estos eventos, en el tercer capítulo, Elkaïm aborda la fractura producida entre el nacionalismo panárabe laico de los gobiernos de El Cairo y Damasco, y el islamismo conservador de Arabia Saudita, aliado de Estados Unidos. Con respecto a Guerra de los Seis Días, en 1967, Elkaïm desmitifica el victimismo nacionalista hebreo, al afirmar que los dirigentes en Tel Aviv y sus aliados en Washington y en París sabían muy bien que el Tzahal estaba en perfectas condiciones de aplastar a sus enemigos. En el cuarto capítulo, la conquista israelí de Cisjordania, Golán y del Sinaí ha alterado el equilibrio político en el propio Israel, donde se acentúan las diferencias entre la derecha nacionalista de Likoud, sostenidos por los judíos sefardíes que desean la anexión directa de los territorios palestinos y los laboristas moderados, formados por una elite ashkenazi que prefiere utilizar las conquistas territoriales para negociar la paz y el reconocimiento. En cuanto a los Estados Árabes, fue su necesidad de mantener la teatralidad antisionista la razón para rechazar la resolución de “paz a cambio de territorios” de la ONU. En este contexto, la guerra de Yom Kippur, en 1973, demostró a los árabes que el Tzahal no podía ser derrotado y probó a Israel que debía hacer alguna concesión si no quería verse constantemente bajo ataque. Bajo auspicio estadounidense, en 1978, Egipto e Israel firmaron la paz a cambio de la devolución del Sinaí y normalizaron sus relaciones diplomáticas. Sin embargo, Israel nunca cumplió la segunda cláusula del tratado, que hablaba sobre la autonomía de Cisjordania y Gaza y el fin de los asentamientos. El abandono de esta política negociadora se debió, según el autor, al inicio de la hegemonía parlamentaria de Likoud.
El quinto capítulo abre la época de los conflictos asimétricos. Desde 1967, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) había construido sus propias estructuras paraestatales en Jordania y había adoptado un discurso intransigente antisionista para mantener el apoyo de la comunidad islámica internacional. El método de Arafat fue la guerrilla y el terrorismo y su objetivo, la independencia de la totalidad del Estado de Palestina. Elkaïm demuestra que el mundo islámico no era monolítico, sino que los diferentes intereses nacionales creaban fracturas en torno a la actitud adoptada frente a Israel. De hecho, la penetración de OLP en la sociedad jordana provocó la guerra civil en el país, que resultó en la victoria hachemita y la expulsión de Arafat. Relocalizado en Líbano, este continuó con la guerra irregular, al mismo tiempo que moderaba sus demandas a la independencia de Cisjordania y Gaza. Elkaïm explica con detalle los conflictos étnicos y las evoluciones que desembocaron en la guerra civil del Líbano y en la intervención del Tzahal en ella, en 1982. Según el autor, la operación hebrea fue totalmente desproporcionada y terminó por producir el surgimiento de Hezbollah y el acercamiento de Líbano hacia la “medialuna chiita” de Siria e Irán.
El sexto capítulo marca la redimensión del conflicto israelí-palestino en una auténtica cuestión geopolítica. Según Elkaïm, desde su nueva base en Túnez, el objetivo del OLP era romper el compromiso funcional que se había establecido entre los hebreos laboristas y la monarquía jordana, a través del cual Tel Aviv brindaba ciertas cuotas de autonomía a las estructuras públicas cisjordanas y moderaba los asentamientos, a cambio de la buena convivencia y la marginalización del nacionalismo palestino. Tanto las profundas diferencias socioeconómicas entre la sociedad palestina y la hebrea, como la política expansionista del Likoud rompieron la ilusión. Desde 1983, la violencia en Cisjordania y Gaza se volvió parte de la vida cotidiana y la situación estalló, en 1987, con la Intifada, evento que favoreció la radicalización árabe que dio lugar a Hamas, en Gaza. Contextualizando la situación con el fin de la Guerra Fría, Elkaïm explica que el fin del financiamiento soviético a la OLP permitió a los Estados Unidos conducir la pacificación del Medio Oriente. En 1993, los Acuerdos de Oslo creaban la Autoridad Palestina y establecían el retiro gradual de los asentamientos con miras a establecer un Estado independiente en Gaza y Cisjordania. Ahora bien, los acuerdos nada decían del estatuto de Jerusalén, ni de la suerte de los refugiados, ni de las futuras fronteras y fueron impugnados por los radicales religiosos de cada parte. El fracaso de las nuevas negociaciones en Camp David, la violencia terrorista y la represión del Tzahal dispararon una segunda Intifada, entre 2000 y 2005. Según Elkaïm, el ascenso de Hamas y Hezbollah durante este período fue funcional a los maximalistas de Likoud, ya que su existencia demostraba que no había instancia de negociación posible y que la única alternativa era la guerra. Tras el abandono israelí de Gaza, en 2006, el Tzahal ha realizado tres operaciones en la franja, en 2008-2009, 2012 y 2014. Elkaïm sostiene que si Israel no quiere destruir completamente a Hamas por temor a dejar Gaza bajo control de Al-Qaeda o ISIS, Hamas sabe que no tiene posibilidades contra el Tzahal, de modo que mantiene sus ofensivas de manera limitada. En cuanto a la rivalidad con Irán, Elkaïm afirma que la probabilidad de conflicto con Israel es bajísima, ya que no hay conflictos territoriales entre ambos países. En realidad, el régimen de los ayatollahs ha elegido la teatralidad del antisionismo y el antioccidentalismo para superar el aislamiento diplomático sufrido durante la guerra con Irak y atraer a su órbita al mundo sunnita. Al mismo tiempo, si Likoud exagera la amenaza iraní es para justificar el endurecimiento de su política exterior y la securitización de la frontera. Según el autor, Irán puede ser un gran adversario, pero no un enemigo existencial para Israel y la necesidad de Teherán de estabilizar la región puede hacer que busque objetivos similares a los de Tel Aviv, como reducir la guerra civil en Siria y desarticular a los grupos jihadistas.
Para cerrar el libro, Elkaïm realiza cierto balance sobre la cuestión palestina y los escenarios a futuro. Aunque reconoce la democracia liberal en Israel, sostiene que es difícil aceptar esta condición para la integralidad del territorio controlado, dadas las condiciones de vida de los palestinos. Aunque, desde 1967, Israel afirma que la ocupación de Cisjordania es una solución temporaria para negociar la paz y, en 1993, aceptó la solución de los dos Estados, los gobiernos israelíes han esquivado siempre la solución definitiva. De acuerdo con el autor, el nodo de la cuestión es la naturaleza democrática y judía del sionismo. Si Israel quiere seguir siendo una democracia liberal, debe reconocer los derechos plenos de los palestinos, lo cual pondría fin al carácter exclusivamente judío del Estado. Por lo tanto, el único modo de permanecer sionista y democrático sería abandonar Cisjordania y permitir la independencia palestina, solución que también restauraría las relaciones pacíficas con el mundo árabe. Dar continuidad a las áreas palestinas y responsabilidades de administración a sus autoridades serían formas de reforzar la cooperación y de destrabar el conflicto. Elkäim sostiene que el problema es que, dada la incertidumbre del contexto actual, ninguno de los actores cree que un escenario de negociación sea preferible a mantener el statu quo de manera indefinida. De este modo, judíos y palestinos han sido ganados por el fatalismo y por la resignación a mantener una configuración de seguridad inmutable, constantemente amenazada por los grupos terroristas y las propias explosiones de violencia en los territorios ocupados.
En conclusión, la historia de David Elkaïm es una excelente obra de síntesis sobre los conflictos árabes-israelitas y sobre la geopolítica del Medio Oriente, desde 1948 hasta nuestros días. Aunque tal vez no brinde aportes originales para el especialista, es un ensayo analítico muy bien escrito que puede ser de gran utilidad para aquellos interesados en la narración política-militar, así como para los lectores atraídos por el análisis de las relaciones internacionales en la región más conflictiva de la actualidad.
Resenhista
Salvador Lima – Investigador en GEHiGue en el Instituto Ravignani. Universidad de Buenos AiresCONICET. Licenciado en Historia. Máster en Relaciones Internacionales. Madrid, España. ORCID ID: https://orcid.org/0000-0001-5206-651X. Correo electrónico: salvador.lima.89@mail.com
Referências desta Resenha
ELKAÏM, David. Histoire des guerres d’Israël. De 1948 a nos jours. Paris: Éditions Tallandier, 2018. Resenha de: LIMA, Salvador. Cuadernos de Historia. Santiago, n.55, p. 377- 380, diciembre, 2021. Acessar publicação original [DR]