Forbidden Passages. Muslims and Moriscos in Colonial Spanish America | Karoline P. Cook
El nuevo libro de Karoline Cook es más que bienvenido. Su razón es sencilla: hasta la fecha no existía una monografía sobre la inmigración morisca a las colonias hispanas en América durante los siglos XVI y XVII. Su justificación es más compleja, pero enriquecedora a la vez: el tema de los moriscos adquiere para la sociedad hispana y sus colonias de ultramar una relevancia específica, porque para entonces era deplorable tener un antepasado musulmán, judío, indígena o africano. Por tanto, las identidades se convertían en estrategias para camuflar, en la medida de lo posible, un pasado “impuro”. Un musulmán convertido al cristianismo se encontraba en la mira de la Inquisición por posible herejía, quedaba bajo la sospecha de impureza de sangre, lo que, a su vez, entorpecía el acceso al poder y lo hacía blanco de las redes de vigilancia de la Casa de Contratación que, de este modo, podía prohibir su migración a las colonias. El miedo fue el aliado más poderoso de este aparato normativo, que reducía a los moriscos a una categoría peyorativa equiparable con la desconfianza. Los musulmanes habían sido construidos como enemigos del pasado y presente a partir del espíritu medieval de las cruzadas. Con esta herencia, después de la Reconquista (1492), los levantamientos de las Alpujarras (1568-1571) y diferentes expulsiones fueron resignificados, también con ecos transatlánticos, como inasimilables, rebeldes y desleales. Se imaginaron como aliados del imperio otomano, cercanos a los bereberes del norte de África o, incluso, asociados con enemigos protestantes.
En medio de estas negociaciones identitarias todo historiador se topa ante interrogantes de difícil respuesta. Si el origen, por motivos tácticos, se debe invisibilizar: ¿quién era realmente morisco? ¿Quién era realmente musulmán? ¿Quién era simplemente calumniado como tal? A la luz de las fuentes son preguntas en muchos casos difíciles de responder. Por eso, hace bien Karoline P. Cook al desplazar la pregunta y concentrarse en la siguiente preocupación: ¿cómo fueron los individuos etiquetados (labeled) como moriscos?, y, en caso dado, ¿cómo negociaron su reputación de cara a las autoridades seculares y religiosas? Una pregunta que se hace a conciencia de lo resbaladizo (slipery) del término morisco, sobre todo según la persona o institución que lo empleaba. ¿Cómo circularon los imaginarios sobre los moriscos entre España y el Nuevo Mundo? Para dar respuesta a estos y otros interrogantes la autora nutre su investigación con expedientes inquisitoriales y casos criminales con el fin de reconstruir la acción individual de los sujetos estudiados. En este cuerpo de fuentes es importante resaltar la ganancia de haber incluido documentos desde el punto de vista morisco a los cuales denomina manuscritos en aljamiado, con lo que les otorga voz a sus nociones y visibilidad a sus redes culturales.
Con ese trasfondo, una de las apuestas más fructíferas del libro es enmarcar un mundo transatlántico a través del poder institucional y ponerlo en tensión con estudios de caso sobre sujetos. Tal articulación se entrelaza a lo largo del relato, en muchos casos con narrativas discontinuas, cuando temáticamente parece pertinente. Así, logra la autora acercarse al críptico y heterogéneo grupo de moriscos en ocho capítulos en los cuales se discuten los problemas anunciados desde la visión de nobles, mercaderes, artesanos, curanderos, adivinos y esclavos en diferentes partes de la península ibérica e Hispanoamérica. El recorrido es amplio, entre otros lugares: las islas Canarias, Nueva España, Guatemala, Cuba, el Nuevo Reino de Granada y el virreinato del Perú.
El libro de Cook es reflejo de una investigación de largo aliento, cuyos aportes enriquecerán con seguridad el análisis de la historia colonial sobre sus minorías en clave transoceánica. De hecho, para la actualidad de las sociedades de Occidente también debería ser una lectura obligatoria, cuando el miedo y la estigmatización del islam como fuente del mal se han convertido en parte de la retórica de la seguridad nacional, de leyes migratorias que simplemente terminan por encubrir la indiferencia humanitaria presente en nuestras sociedades. Se trata de una investigación, si el lector solo se atreviese a hacer una abstracción histórica, que nos dice mucho sobre la consolidación de nuestros propios prejuicios, materializados y sintetizados en palabras y epítetos como muros, seguridad, migración, terrorismo y Guantánamo.
Con seguridad, la lectura del libro es un estímulo que aprovecho para entrelazar con unas reflexiones adicionales, con el ánimo de impulsar el aporte histórico sobre la islamofobia. Recientemente se han escrito varios trabajos sobre los moriscos en España y las colonias en los que se hace énfasis en los matrimonios interétnicos entre moriscos y cristianos viejos, como un síntoma de convivencia por fuera de las lógicas de la reconquista, la esclavización, la Inquisición, la hoguera y la limpieza de sangre.2 Sin importar si esta perspectiva silencia las pugnas de poder al evocar una prolongación de la convivencia medieval o anticipar el mito de la armonía racial, la pregunta que queda pendiente es: ¿qué participación tuvieron los moriscos en el proceso de mestizaje en las colonias? ¿Qué nos dicen los juicios sobre disensos matrimoniales sobre el mestizaje morisco? Una vez aclarados estos interrogantes, valdría la pena diluir la falsa oposición entre convivencia y conflicto para hacer hincapié en el siguiente hecho: primero, conflicto y convivencia son parte de una misma narrativa y, si aceptamos lo anterior, segundo, es precisamente durante los procesos de integración y asimilación que la diferencia se esencializa por algunos grupos para bloquear el proceso de integración, sobre todo, la movilidad social ascendente.3 La islamofobia no es ajena a este proceso.
Por otra parte, la autora nos deja una duda. Con la transferencia de la limpieza de sangre de la península a las colonias, el principio de impureza sufre una metamorfosis innegable. Mientras la impureza era, por lo general, invisible en la península y solo se lograba visibilizar a partir de la memoria, siempre en pugna y negociación, en las Américas la impureza sufre un proceso de somatización genealógica con base en el color de piel.4 Lo no-blanco se plantea como impuro en medio de unas variables de color caleidoscópicas, desconocidas para la modernidad; por ello, la limpieza de sangre debe ser insertada en la historia temprana del racismo de pigmentación. Si tenemos en cuenta la diversidad del grupo morisco, ¿cómo fue negociado su color de piel y articulado a conceptos tan importantes como calidad, casta y raza en las colonias? ¿Qué cambia en la historia de la racialización en las Américas, si tenemos en cuenta a la minoría de origen musulmán?
Cook con seguridad tendrá respuestas rigurosas para cada una de estas preguntas. Son dudas que quedan abiertas en la investigación, pero no le restan en nada a la calidad del libro: bien escrito, riguroso, rico en material empírico y a todas luces novedoso, tal vez lo más importante a la hora de escribir. Lo anterior es un motivo de alegría y ojalá se traduzca al español, incluso al árabe, lo antes posible.
Nota
- Max Deardorff, “The Ties That Bind: Intermarriage between Moriscos and Old Christians in Early Modern Spain, 1526-1614”, Journal of Family History 42.3 (2017): 250-270.
Resenhista
Max S. Hering Torres – Profesor Asociado al Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá.
Referências desta Resenha
COOK, Karoline P. Forbidden Passages. Muslims and Moriscos in Colonial Spanish America. Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 2016. Resenha de: TORRES, Max S. Hering. Trashumante. Revista Americana de Historia Social, n.15, p.183-185, ene./jun. 2020. Acessar publicação original [DR]