Familias e infancias en la historia contemporánea. Jerarquías de clase, género y edad en Argentina | Isabela Cosse
Isabela Cosse | Imagem: El Ciudadano
El libro en cuestión resulta el fruto de un trabajo colectivo de largos años, llevado adelante por el Grupo de Investigación Histórica Familias e Infancias en la Argentina Contemporánea, radicado en el Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. El grupo, dirigido por la Dra. Isabella Cosse, reúne a un conjunto de investigadores e investigadoras que provienen de la historia y las ciencias de la educación.
Con este equipo en su origen, el libro expresa con claridad el esfuerzo de plantear un eje problemático común, que trasciende la mera reunión de capítulos. La idea principal que lo atraviesa es que las relaciones familiares instituyen y expresan jerarquías de clase, de género y de edad. Todos los capítulos vuelven, de un modo u otro y a partir de objetos diferentes, sobre esa idea, sea observando el consumo de una revista infantil, la sociabilidad juvenil urbana, las relaciones entre clases sociales en asociaciones de beneficencia o la discusión en torno a la patria potestad. Los dos grandes ángulos elegidos para abordar el problema de las familias e infancias en relación a las jerarquías de clase, género y edad en la Argentina son: por un lado, su relación con el Estado, las políticas públicas y las instituciones; por otro, su relación con producciones mediáticas como revistas, prensa y fotografías.
Esos ejes comunes son claramente planteados en la medulosa introducción, a cargo de Isabella Cosse. En un gran esfuerzo de síntesis, ofrece un estado de la cuestión comprensivo y anclado en América Latina, nutrido por lecturas de la historiografía europea y norteamericana. Allí sostiene su concepción de las familias y de las relaciones familiares como el lugar donde las personas entran en relaciones de producción, reproducción y consumo; donde personas y recursos son producidos, conectados y distribuidos. Queda claro aquí que la familia no es solo el espacio de “lo íntimo”, sino que, por el contrario, está imbricada con los procesos de reproducción social más amplios y las transformaciones económicas, sociales, políticas y culturales de una sociedad.
Pero además, la introducción plantea firmemente una mirada del presente. Lo que define como una “coyuntura caliente” en estos temas, con cambios en las configuraciones familiares contemporáneas y en las relaciones de las familias con el Estado en Argentina (ley de matrimonio igualitario, ley de interrupción voluntaria del embarazo, entre otras cosas), plantea desafíos no menores a los historiadores e historiadoras. Entre los reclamos de la memoria y la militancia, por un lado, y los propios de la disciplina histórica, por otro, se trata de eludir tanto una visión progresista y lineal de la mejora de las sociedades hacia formas más justas e igualitarias, como una concepción atemporal de la dominación patriarcal, que sería connatural a la humanidad. En este sentido, creo que hay una apuesta a intervenir en el debate actual afirmando el carácter histórico de las familias contra visiones esencialistas, en un momento de contienda social y política en torno a nuevas configuraciones familiares, de agudización de tensiones sociales y de renovada centralidad de las infancias en el ojo público.
En términos propiamente historiográficos, el problema de las jerarquías sociales no es nuevo; la novedad radica en su articulación con dimensiones como clase social, género y edad, categorías que también tienen ya cierta vida en las ciencias sociales y humanidades; la ganancia historiográfica proviene de su efectivo y pertinente entramado en la construcción de objetos novedosos y con múltiples facetas. Con distinto peso en cada caso, la clase, el género y la edad aparecen para complejizar, más que resolver, las preguntas por la dinámica familiar y la experiencia infantil en cada caso. Así, la construcción de los objetos específicos de cada capítulo involucra, además de esas dimensiones, los contextos particulares que son relevantes: el mercado editorial, los procesos de urbanización o de radicalización política, por ejemplo, cuando la reconstrucción lo reclama.
Luego de esta introducción, el libro comprende ocho capítulos. El primero, de Claudia Freidenraij, aborda la representación de juegos infantiles y de la infancia a partir de un conjunto de fotografías tomadas a fines del siglo XIX. Tales fotografías tuvieron difusión en los libros de lectura de Pablo Pizzurno (pedagogo y funcionario en el área de educación a comienzos del siglo XX) y en las páginas del magazine Caras y Caretas, donde fueron publicadas junto a textos que direccionaban su lectura. De este modo, imágenes y palabras conformaban, en conjunto, un discurso normativo sobre la niñez deseable, con inflexiones de género y de clase. Un análisis detallado de las fotografías (la composición de las escenas, los elementos observables de la vivienda o el espacio exterior, los juguetes y vestimentas, etc.) permiten señalar las diferencias entre las niñas y los niños, así como entre quienes provienen de los sectores populares o medios. Ofrece un abordaje original e interesante de las fotografías, tanto de su contenido iconográfico como de sus dimensiones extraimagen y sus condiciones de circulación y recepción.
A continuación, el capítulo de Paula Bontempo analiza los “comité Billiken”, asociaciones infantiles ligadas a la conocida revista que ofrecían a los niños y niñas un espacio de sociabilidad y reconocimiento ligado a las actividades caritativas y, especialmente en el caso de la localidad bonaerense de Caseros, a la creación de una biblioteca en 1921. Señala la autora, respecto de la dimensión de clase, que la participación en esas asociaciones contribuyó a la definición de una respetabilidad y prestigio propios de los sectores medios. Observa, asimismo, procesos de diferenciación en términos de edad y pone el foco en la autonomía infantil, observando las iniciativas provenientes de los propios socios y socias y el rol que cumplían los adultos en su concreción.
Por su parte, Leandro Stagno considera conflictos urbanos en la ciudad de La Plata provocados por (o en los que estuvieron involucrados de alguna manera) jóvenes de los sectores populares, a quienes el autor llama “plebeyos”, y que dieron origen a una intervención judicial. El autor basa su análisis en una muestra de cien expedientes tramitados en el Juzgado de Menores, creado en 1937, y ofrece una caracterización de estos “plebeyos” y sus prácticas de sociabilidad, signadas por el juego, el ocio, las armas ligeras y una cierta violencia mal contenida. Su interpretación es que las denuncias de los “vecinos”, motivadas por algunas de las prácticas habituales de estos jóvenes concebidas como inadecuadas o disruptivas, respondían a un ideal de respetabilidad barrial en construcción, en el que eran fundamentales las distinciones de género, clase y edad: estos varones jóvenes de sectores populares debían someterse a los nuevos parámetros de decencia y respetabilidad, característicos de los sectores medios.
El siguiente capítulo, a cargo de Mariela Leo, aborda la transformación ocurrida entre 1919 y 1948 en las jerarquías sociales de la relación asistencial que vinculaba a los sectores populares, beneficiarios de la asistencia social, con las mujeres de la élite, encargadas de la gestión de esos espacios. El análisis se basa en legajos de niños y niñas que ingresaron a la Sociedad de Beneficencia de la Capital Federal, entre el dictado de la ley Agote en 1919 y la intervención de la Sociedad en 1948. De esta manera, el texto recorre el arco que va de las súplicas y los favores a la demanda de derechos y la denuncia de su vulneración. Aquí gana centralidad el análisis de los modos de pedir, las marcas de la deferencia y la puesta en escena de lo que se estima que el interlocutor espera. El quiebre principal se da con el primer gobierno peronista y su embate a las instituciones de beneficencia, que se sumó a tensiones preexistentes en el campo asistencial.
A continuación, el capítulo a cargo de Agostina Gentili analiza las jerarquías sociales que el Estado asignaba a las familias en los procesos de adopción que éstas iniciaban ante las instituciones judiciales, en la Córdoba de los años ‘60. Propone considerar las “ponderaciones” que el Poder Judicial hacía de las familias en relación a variables como empleo, condiciones de vida material y estatus legal familiar, entre otras cosas, a partir de un conjunto de 85 solicitudes de guarda con fines de adopción tramitadas entre 1957 y 1974. Entre esas fuentes tienen particular interés los informes de las asistentes sociales, que visitaban a las familias y elevaban sus consideraciones al tribunal. La autora encuentra que las autoridades judiciales fueron flexibles en su evaluación de las credenciales familiares, en parte porque los mismos tribunales de menores encargados de las guardas se encontraban en proceso de institucionalización y legitimación. Además, muestra que la dimensión afectiva tuvo un peso que, muchas veces, pudo suplir las carencias manifestadas en los otros órdenes.
Por su parte, Isabella Cosse analiza el uso de imágenes y de una retórica centrada en la niñez por parte de la izquierda peronista, en los 70, para construir apoyos sociales y catalizar una identidad de clase para el movimiento peronista. Sobre la base de una representación de la niñez como base esencial de la nación, de larga duración, el peronismo había proyectado sus ideas de justicia social y de ampliación de derechos, a lo que se sumó en la década del ‘60 la mirada “psi” y modernizadora sobre la autonomía infantil. Así, durante la campaña electoral de 1973 y después, la revista Noticias (órgano de Montoneros) puso el foco en las imágenes e historias de los “cabecitas negras”, que permitían apelar a la sensibilidad que despertaba la infancia vulnerable y ligarla con el proyecto político de la izquierda peronista. La autora encuentra que la infancia jugó un rol central en la construcción de apoyo social y vínculos políticos, legitimando la estrategia política de Montoneros y dando visibilidad y relevancia, especialmente, a los niños provenientes de los sectores populares.
El último capítulo es de Karin Grammático, quien analiza el debate en torno a la patria potestad a fines de los años 70, promovido en buena medida por círculos feministas. Ello le permite revisar varias cuestiones, como el paso de la estrategia de “concientización”, privilegiado por la segunda ola, a la de propuesta legislativa en el feminismo local. Ello permitió acercar las preocupaciones de feministas de clase media con las de mujeres de los sectores populares, en torno a las dificultades compartidas especialmente en relación a las decisiones y autonomía en el cuidado de los hijos. La autora reconstruye los pormenores de la formulación del proyecto de ley y el tejido de una trama de apoyos, en las complejas condiciones impuestas por la dictadura militar desde 1976. Aunque la ley se reformó finalmente en 1985, ya en democracia, y no sancionó exactamente lo que se solicitaba, se puede reconocer su origen en aquella primera iniciativa de 1980-1981, considerada por la autora como la primera acción de envergadura del feminismo local para la obtención de una reforma legal.
En todos los capítulos, la familia es considerada como una configuración social particular, que articula, produce y reproduce jerarquías de clase, género y edad. Ello ocurre en su interacción con el Estado en sus múltiples formas (educación, asistencia social, justicia, leyes) y con productos de la cultura impresa como diarios y revistas.
Por lo demás, el libro ofrece un mirador sobre el desarrollo de la clase media en la Argentina, tema donde aún queda mucha tela por cortar, quizás revisando la cuestión de la distinción en términos bourdianos e incorporando, además de los conflictos desatados por la movilidad ascendente, los procesos de desclasamiento que también forjaron los sectores medios.
Metodológicamente se destaca la opción por construir, en muchos casos, objetos de la vida privada o pública que hasta hace unas décadas eran considerados irrelevantes o menores, o bien sólo objeto de curiosidad anticuaria, que por el contrario pueden ser vías de acceso a problemas generales y relevantes: la relación de las familias con el estado, el peso de las políticas públicas en las vidas domésticas (derechos y obligaciones; posibilidades y límites); el impacto de las producciones mediáticas en la configuración de identidades de clase, de ideas de género y edad, etc. Lo que emerge de la lectura global de este ambicioso libro es la diversidad y la historicidad de las formas familiares y de las experiencias infantiles en el largo siglo XX.
Resenhista
María Victoria López – IDACOR, CONICET-Universidad Nacional de Córdoba. Email: mvictorialopez@upc.edu.ar
Referências desta Resenha
COSSE, Isabella (Comp.). Familias e infancias en la historia contemporánea. Jerarquías de clase, género y edad en Argentina. Córdoba: EDUVIM, 2021. Resenha de: LÓPEZ, María Victoria. Cuadernos de Historia. Serie economía y sociedad. Córdoba, n. 29, p. 352-357, 2022. Acessar publicação original [DR]