El que no tiene de ingá/ tiene de mandinga. Honor y mestizaje en los mundos americanos | Sarah Albiez-Wieck, Lina Mercedes Cruz Lira e Antonio Fuentes Barragán
Sarah Albiez-Wieck | Imagem: Universitâtzu Köln
Es una buena noticia editorial el libro editado por Sarah Albiez-Wieck, Lina Mercedes Cruz Lira y Antonio Fuentes Barragán. Como bien señala Jean-Paul Zúñiga en el prefacio, se trata de una contribución colectiva —polifónica, la llama la editorial—, donde la conjunción de autores nóveles y expertos, de distinta procedencia y formación, lejos de resultar un obstáculo, ha sido tal vez uno de los valores a resaltar de la publicación. El libro trata de las relaciones entre honor y mestizaje en una perspectiva dinámica que resalta lo cambiante en la historia. Todos los autores hacen gala del valor de la comparación en el análisis, mostrando evidencias y situaciones de diversos lugares de la América colonial hispana, combinando además estudios del mundo rural y del urbano. Hay también una lectura transversal de género que enriquece la perspectiva general. No se puede pedir todo a una publicación ya ambiciosa desde el diseño, pero una ausencia notable en los capítulos, a pesar de que se habla del virreinato del Perú, es la ciudad de Lima. El libro tiene estudios de México, Buenos Aires, Santiago, Bogotá y otras ciudades, pero la “zamba vieja”, como la llamaban los patriotas en la lucha por la independencia, está, desgraciadamente, ausente. Curioso teniendo en cuenta que el dicho “el que no tiene de inga tiene de mandinga”, que se usa para titular el libro, es del tradicionalista limeño Ricardo Palma, algo que en ninguna parte se menciona. Estudios como los de Karen Graubart darán cuenta de lo mucho que ese espacio podía ofrecer a la reflexión general del libro. A este entender, bien hubiera venido que las y el editor, o alguno de ellos, hubiesen elaborado una introducción que nos hablara de la génesis de esta empresa colectiva y sus objetivos.
En los estudios se abordan los temas de la “limpieza de sangre”, el matrimonio, lo que se llamaba la calidad de las personas, los linajes. A través de ellos se nos presentan los “mundos americanos”, exhibiendo en la mayoría de los ensayos una riqueza documental muy saludable. Esa fue una sociedad nueva, que tenía una escala amplia de grises entre la nobleza y el pueblo llano, que por eso era difícil de encajar en estamentos, que buscaba crear jerarquías. Los capítulos son en su mayoría estudios de caso, documentados que parten de la evidencia para presentar los argumentos analíticos y discutirlos.
Aciertan al abrir la lista de capítulos con el de Verónica Undurraga, “Sangres, herencias y alcobas”. El estudio gira en torno al honor, realidad personal dinámica, susceptible de ganarse, incrementarse o perderse. Con base en finas calas de documentos del Chile colonial, discute con las evidencias de otras latitudes haciendo más de su capítulo una reflexión teórico-comprensiva y un apuntamiento del estado historiográfico de los estudios de la América colonial. En los conflictos en que el honor era invocado para fundamentar el estatus propio y para contradecir el del contrario, muestra formas de identidad plástica y contenidos de la idea que abarcaba no solo el fundamento de la limpieza de sangre o el color de la piel, sino múltiples formas de adquirirlo y exhibirlo. Es posible, gracias a su presentación, pensar en otros espacios sociales, que no se retratan en estos estudios. Vienen a relación, en este sentido, las discusiones de linaje y herencia cacicales; los indios que aspiraban o lograban ser señores de sus pueblos y provincias se hacían legítimos, leales al rey y contradecían al “otro” indio por no serlo, por ser un “indio parque”, o un hijo de mulata, etc. Undurraga usa el ejemplo del huacho o más propiamente huaccha en el mundo andino, lo que en el campo semántico de los indios era el que no tenía parentela, una suerte de huérfano; este es tomado en el nuevo campo semántico creado en los distintos escalones sociales del mundo colonial como el desarraigado, el que tenía que empezar. Pienso en las formas de vestimenta definidas por el honor que Undurraga trae a colación, entre otras cosas, a partir de los estudios de Maravall, y las asocio con la importancia del vestir como “español” o usar armas que exhibían los nobles indios. En ese sentido cobra importancia también la acusación a aquellos indios que estaban en “hábito de español” o los mestizos en hábito de indios, que reza un artículo de Berta Ares. El caso del famoso oidor Manuel Barros en Charcas, que era acusado de mal vestir, de mezclarse con los indios, como demérito de su dignidad de oidor, hubiese sido un buen tema para esta colección de ensayos. El control y refrendo del honor no era exclusivo de las cúspides sociales, lo fue también de otros grupos de la sociedad y a eso se dedicó una importante discusión historiográfica que rescató esta dimensión. Incluso se inscriben en el tema consideraciones de género como el honor viril o la honradez sexual u honor-virtud de las mujeres, que debía ser controlada por los hombres. Los insultos están cargados de esta vertiente de género y sexual: cornudo, por ejemplo, y, más fuerte en los Andes, “india puta”.
Mauricio Gómez trabaja sobre indias y españoles en ciudades de Nueva Granada. Nos lleva al primer siglo colonial y se enfoca en las mujeres, en su posición de subalternidad y en sus formas de subvertirla y enfrentarla. La violencia sexual y el amancebamiento son su puerta de entrada, pero también las formas de supervivencia que emanan de los juicios que analiza. Presenta tres interesantes casos, uno de ellos en realidad una construcción con diversos testimonios de indias urbanas. Uno de una india del Perú integrada en la élite urbana. Elvira llegó muy temprano a ese espacio neogranadino, dijo que salió de su natal Cuzco con un hijo de Huayna Capac y, pasando por Quito, llegó a Tocaima donde se encontró con Juan Díaz, un conquistador español con el que convivió y tuvo dos hijas que el padre pretendió llevar a España y dejarle en compensación una cantidad de dinero y una yegua. Ella pidió ir a España y solicitó licencia en 1554. El autor nos abre la puerta de un estamento de indios diferenciado en Nueva Granada que se hacían llamar “cuzcos” en apelación al viejo Tahuantinsuyo, que, lo más importante, no eran indios locales del común; en esto sigue el estudio de Chile hecho por Jaime Valenzuela. Sin embargo, la biografía de Elvira transmite una fuerza especial, y el autor se recrea en ella, quien obtuvo una cercanía grande con personajes de las más altas jerarquías sociales y del poder en ese espacio colonial.
Los capítulos del libro ofrecen un abanico de posibilidades de reflexión que abarcaría muchas páginas, pero algunas se pueden espigar de la revisión somera de los estudios que completan el libro. Raquel Gil Montero se aboca a analizar las categorías fiscales de los indios en el siglo xvii andino, específicamente en la Audiencia de Charcas. Usa los padrones de la visita del Duque de la Palata de 1683 y focaliza su estudio en algunas provincias que se caracterizaron por la gran movilidad de la población de diversas partes que migró hacia ellas. Retoma un camino que abrió con sabiduría Nicolás Sánchez-Albornoz, de quien no aparecen en la revisión de la autora varios artículos dispersos que ahora se encuentran reunidos en un nuevo libro del Instituto de Estudios Peruanos.1 Recoge tantas ideas que presentó innovadoramente Thierry Saignes,2 tempranamente fallecido. Los inmensos cambios de la sociedad campesina los estudiamos hace años y ahora son vistos de manera minuciosa en este capítulo. Gran movilidad, plasticidad interna, mestizaje, categorías fiscales y de adscripción social son retomados en un enfoque preciso de unas provincias. Hubiera sido bueno que la autora se atreviera a más, pero cumple con el objetivo de poner estas fuentes en la lupa de nuevos análisis. Es más, el tema del “mestizo” y el tributo siguió en el ojo de la tormenta fiscal y social, hasta que, a mediados del siglo xviii, se desatara como una tormenta política que abriría las puertas a la gran insurrección de los Andes.
Sarah Albiez-Wieck incide en tema similar sobre categorías fiscales, pero más amplio, al volver sobre el tema de la calidad y las “ascendencias mixtas” y al juntar los Andes de Cajamarca con Michoacán en Nueva España. Retrotrae a los estudios de María Elena Martínez, también tristemente fallecida en pleno ejercicio de su labor académica, que, en su tiempo, junto a Saignes, fue justamente saludada por la academia. Albiez-Wieck exhibe un gran despliegue de fuentes primarias, algunas colecciones de ellas editadas y profusa bibliografía, en la que, sin embargo, no figuran algunos trabajos del ámbito.3 Esta base documental da amparo a una presentación sólida, pero más bien escueta.
Un mayorazgo del Tucumán es analizado, desde la perspectiva general del libro, por Roxana Boixadós y Silvina Smietnianski. En los avatares del mestizo hijo de un general y una noble indígena, las autoras hacen un trabajo fino de análisis de indicios siguiendo la huella de Carlo Ginzburg.
María Selina Gutiérrez hace un balanceado estudio de historia de la familia y de la mujer en Buenos Aires, con un sólido aparato estadístico. El estudio puede servir de trasfondo al tema tan rico del insulto y las mujeres, “semántica del descrédito” con relación al honor que rescata el capítulo de María Alejandra Fernández, en el mismo espacio porteño del capítulo de Gutiérrez. Ignacio Telesca trata el mestizaje paraguayo ya poscolonial y su construcción ideológica. Acierta el libro al contar con otro artículo debido a Barbara Potthast que se adentra en la herencia colonial en el mismo espacio del Paraguay. Desgraciadamente, en este se pueden detectar algunas fallas en la edición. Discute el mestizaje colonial como factor de homogenización, postulando que la identidad paraguaya es una construcción posterior a la colonia y el siglo XIX.
Sobre la sexualidad, que es otra lectura trasversal en todos los estudios, el trabajo de Lina Mercedes Cruz Lira, una de las compiladoras, es muy ilustrativo. Ella también recurre a casos para hacer su reflexión en México. Los detalles de la documentación de tribunales eclesiásticos son bien explotados en su relato. Soizic Croguennec va a las minas y ahonda en el tema de la sexualidad que Gómez y Cruz trataron, mostrando transgresiones y formas de resistencia y cálculo. Antonio Fuentes Barragán, el otro compilador, se detiene en el tema del matrimonio y los intentos por impedirlo, a tenor de la limitación de las uniones desiguales, esta vez en Buenos Aires. También Losada Moreira trata el tema, aunque en el caso de los indios en Brasil.
Max S. Hering Torres se encarga, a manera de colofón, de elaborar un ensayo que llama “Una lectura al espejo del libro”. Partiendo de una revisión literaria novecentista, plantea que la reconfiguración modernista del mestizaje no significó la desvinculación de esa modernidad de su pasado colonial. Eso le permite ingresar al cuerpo de los postulados de los colaboradores del libro. Los autores, dice Hering, van más allá de la normalización burocrática colonial en categorías raciales, y fiscales diremos también. Mestizaje y honor, exclusión e inclusión, son parte de una misma dinámica. El colofón ayudará a la lectura unitaria de la diversidad expresada en los capítulos y complementa, a manera de cierre, la entrada planteada por Undurraga.
En resumen, este libro es un buen aporte a la renovación comparativa de la historiografía colonial latinoamericana.
Notas
- Nicolás Sánchez-Albornoz, Trabajo y migración indígenas en los Andes (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 2020).
- Entre muchos otros trabajos dispersos, por ejemplo, Thierry Saignes, “Las etnias de Charcas frente al sistema colonial (siglo XVII): ausentismo y fugas en el debate sobre la mano de obra indígena, 1595-1665”, Jahrbuch für Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas 21 (1984): 27-75; Thierry Saignes, “Lobos y ovejas: formación y desarrollo de los pueblos y comunidades en el sur andino (siglos XVI-XX)”, ponencia presentada al Simposio sobre Reproducción y Transformación de las Sociedades Andinas, siglos XVI-XX, Quito, 1991.
- Sánchez-Albornoz; Saignes, “Las etnias”; Saignes, “Lobos y ovejas”; Luis Miguel Glave, Vida, símbolos y batallas. Creación y recreación de la comunidad indígena. Cuzco s. XVI-XX (Lima: fce, 1992).
Resenhista
Luis Miguel Glave – El Colegio de América Universidad Pablo de Olavide, España. E-mail: lmglave@hotmail.com
Referências desta Resenha
ALBIEZ-WIECK, Sarah; LIRA, Lina Mercedes Cruz; BARRAGÁN, Antonio Fuentes (Coords). El que no tiene de inga, tiene de mandinga. Honor y mestizaje en los mundos americanos. Madrid-Frankfurt: Iberoamericana Vervuert, 2020. Resenha de: GLAVE, Luis Miguel. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura. Colombia, v. 49, n.1, p. 433-438, ene./jun. 2022. Acessar publicação original [DR]