El otro posible y demás ensayos historiográficos | Alexander Torres Iriarte
Me resulta muy grato escribir unas breves líneas sobre la más reciente producción intelectual del historiador Alexander Torres Iriarte: El otro posible y demás ensayos historiográficos, publicado por Monte Ávila Editores Latinoamericana. Se trata de un texto que reúne ocho ensayos de carácter historiográfico en el que el autor analiza, en los cinco primeros, el proceso histórico venezolano comprendido entre los años 1815 y 1820, destacando la actuación del Libertador Simón Bolívar en ese período y en los que examina, con ojo crítico, dos documentos fundamentales: la Carta de Jamaica y el Discurso ante el Congreso de Angostura. En otros dos ensayos realiza acercamientos sobre Simón Rodríguez y Andrés Bello, personajes con los que nuestro autor parece tener una especial predilección, y la historiografía venezolana posee, aún, una deuda que pone en evidencia lo que desde el Centro Nacional de Historia han llamado: Nudos Críticos en el análisis de nuestros procesos históricos, queriendo destacar con esto, la empecinada obsesión de escribir historia centrada en nuestra epopéyica gesta emancipadora y en la pléyade de nuestro procerato independentista, dejando en el olvido u otorgando poco significación a personajes y procesos sobre los que estudios sistemáticos podrían arrojar visiones y perspectivas distintas de nuestro acontecer histórico. El libro concluye con un ensayo en el que se analiza la condición de José de Oviedo y Baños, como primer historiador venezolano.
Desde esta perspectiva y poniendo de relieve su condición de historiador profesional, Alexander Torres Iriarte se adentra en el contexto sociopolítico del hombre de las dificultades, para mirarlo y comprenderlo en el tiempo histórico en el que estaba tomando las decisiones que finalmente ejecutó, y construyendo las ideas que plasmó en documentos trascendentales como los presentados en Jamaica y Angostura.
Hay en estos ensayos una mirada al Bolívar humano, al político, al militar, que envuelto en el conflicto de intereses que suponía un proceso tan complejo como el independentista venezolano, debió echar mano de su mejor talento, de su astucia, de su capacidad de convencer, para convocar a sus pares hasta lograr ser reconocido como el Jefe Supremo del proceso emancipador venezolano. Una visión que bien podría ser sintetizada en el famoso aforismo de José Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancias.” Porque es precisamente eso lo que hace Alexander Torres Iriarte, presentarnos un Bolívar envuelto en sus circunstancias históricas y humanizado por ellas. Una visión que echa por tierra la imagen del héroe impoluto, del líder indiscutido, casi sacrosanta, con la que cierta historiografía romántica y apologista ha recubierto la imagen del Libertador.
En ese intento humanizador, Alexander Torres Iriarte le sale al paso a la pretensión de querer mirar la llamada Carta de Jamaica como un documento profético que muestra a Bolívar como un personaje clarividente que anticipó los procesos de integración continental por los que muchos apostamos en el presente. Esa visión, que pretende hacer de Bolívar una especie de Nostradamus de su tiempo, no le hace honor al Grande Héroe. Por el contrario, adentrándose en la dimensión del luchador político y militar, Alexander Torres Iriarte nos habla del Bolívar utópico, pero no desde la concepción platónica y romanticona que sueña con lo inalcanzable, sino desde la visualización de un proyecto político que podía ser construido en la medida en que concurrieran el logro de ciertos prerrequisitos: la derrota del imperio español, y que las élites fuesen capaces de comprender la dimensión geopolítica y la ventajas de la integración continental.
Desde esta perspectiva Bolívar no es un visionario ni un profeta, es un guerrero, no solo en términos militares, sino en el sentido del luchador incansable que hasta el final de su vida estuvo apostando por la integración y la unidad de los pueblos que liberó: “Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro.” La Carta de Jamaica no es, entonces, un documento profético sino la apuesta, la aspiración del guerrero por construir un contexto geopolítico más equilibrado que permitiera asegurar la libertad por la que estaban luchando los pueblos del continente, garantizar la independencia frente al imperio británico y contener las acechanzas del Gran Vecino del Norte, a partir del archipiélago de naciones que surgirían tras la derrota del imperio español.
Con igual tono crítico analiza la propuesta realizada por Bolívar durante la instalación del Congreso de Angostura respecto de la Senaduría hereditaria, propuesta que le valió al Libertador una lluvia de críticas y descalificaciones. En este sentido, el autor centra el debate en el contexto de las razonables percepciones que sobre el particular existían en ese momento histórico. ¿Cómo podía justificarse una propuesta como esa, que bien podía confundirse con los derechos y privilegios que otorgaba ser miembro de una familia real? Se preguntaba con justificada razón desde las páginas del Correo del Orinoco uno de los críticos de la propuesta, Gaspar Marcano, quien afirmaba enfáticamente que: “podría heredarse la dignidad de los padres, pero no las virtudes ni el valor.”
El análisis que realiza Alexander Torres Iriarte, sirve para comprender otros dramas que estaban presentes en el escenario político del momento y en la relación entre los principales líderes del proceso independentista, cual es: la existencia de posiciones y miradas distintas respectos de las propuestas que podían y se estaban esbozando, en relación a la formulación de un proyecto de país sobre el que se tenía experiencias poco exitosas, como las acontecidas durante las llamadas Primera y Segunda República. Esas diferentes visiones permiten comprender la relación del Libertador con líderes como Santiago Mariño, José Antonio Páez, José Francisco Bermúdez, Juan Bautista Arismendi, incluso, un hecho tan polémico, como el fusilamiento de Manuel Piar.
Visto así, la disidencia frente a las opiniones y visiones del Libertador no convierte a quienes la profesan en traidores ni enemigos, como pretenden sostener algunos apologistas del fanatismo, sino en actores políticos con visiones distintas sobre un fin común. Lo que logra el autor, es situar el debate en el marco de un proceso político que tenía muchas aristas, una de las cuales, la guerra social, estaba muy viva en las experiencias y recuerdos de los hombres a quienes les tocaba tomar decisiones sobre el destino de la República. Quizás por esta razón se pregunta:
¿En nuestras cojitrancas naciones hay fórmulas políticas químicamente puras? ¿Una sola manera de interpretar el poder negando la realidad misma o hay que detectar asertivamente las averías y los nudos del modelo? ¿Se puede admirar el parlamentarismo británico y tener una visión emancipadora? Creemos que aquí se encuentra lo interesante de un planteamiento que puso en evidencia la madurez política de Simón Bolívar; una afirmación audaz y ciertamente temeraria, de quien era considerado por propios y extraños el artífice de un igualitarismo social. Es, no obstante, en su esbozo sobre el Senado hereditario en específico por el cual se acusa tradicionalmente al Libertador de reaccionario, aristocrático y subrepticiamente monárquico, negando en todo momento su apegado republicanismo, que si bien aúpa la idea de que al frente de las instituciones políticas debían estar los más aptos, no caía en fórmulas conservadoras y estériles, aunque sí, -por las experiencias recientes con la guerra social- ciertamente cautelosas. De la masa al autoritarismo, de la anarquía a la tiranía, aquí resume Bolívar el péndulo diabólico cuyos extremos llevarían a lo indecible.
Es, pues, el hombre y sus circunstancias, inmerso en los dilemas y conflictos de su tiempo. Estas son algunas de las ideas que el lector podrá encontrar en este interesante texto que viene a sumar su concurso al debate historiográfico sobre una etapa del proceso independentista venezolano, cuya lectura no dudo en recomendar ampliamente.
Resenhista
Ángel Omar García González – Universidad de Carabobo Valencia-Venezuela. E-mail: historiador929@gmail.com
Referências desta Resenha
IRIARTE, Alexander Torres. El otro posible y demás ensayos historiográficos. Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2021. Estudios, Serie Historia. Resenha de: GONZÁLEZ, Ángel Omar García. Presente y Pasado. Revista de Historia. Mérida, v. 27, n. 54, p. 236-239, jul./dic. 2022. Acessar publicação original [DR]