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El joven Pierre Vilar, 1924-1939. Las lecciones de Historia – CONGOST (LH)

CONGOST, Rosa. El joven Pierre Vilar, 1924-1939. Las lecciones de Historia. València: Publicacions de la Universitat de València, 2018, 440 pp. Resenha de: CASTEALO, Ofelia Rey. Ler História, v.73, p.270-273, 2018

1 Este libro de Rosa Congost está dedicado a los estudiantes de Historia, lo que me parece significativo y adecuado por cuanto el Pierre Vilar (1906-2003) que aparece en este largo texto es un joven en fase formativa. Sin embargo, los lectores a los que va destinado son más bien los de generaciones de historiadores que en estos momentos tienen ya una trayectoria larga y se criaron, en gran medida, en la lectura de la obra del Vilar historiador pleno. Para unos y otros valdrá para comprender la génesis intelectual de la obra histórica del gran historiador francés, ya que, como muy bien indica la autora, durante el período abarcado “no existe ninguna obra que analizar”. En efecto: este libro se basa en la frecuente e intensa correspondencia mantenida desde 1924 a 1939 entre Pierre y su hermana Marie, su tía Françoise y otros componentes de su círculo familiar y de amistad, de modo que a su través, Rosa Congost persigue todos los indicios que iluminan el proceso de formación de un historiador para así entender su aportación a la Historia.

2 El libro no es una recopilación de cartas, sino que se reproducen párrafos significativos que ilustran aspectos clave de la vida intelectual y humana de Vilar. Es Rosa Congost quien las hilvana, las relaciona, las explica y les da sentido para los lectores actuales, no en vano no estaban escritas para la posteridad, sino que eran un vínculo de relación entre personas cercanas en cuyo núcleo estaba Vilar. Como es lógico, las cartas contienen muchos hechos y situaciones personales, familiares y cotidianos, y están llenas de personajes que formaron parte de la existencia de Vilar –profesores y compañeros en los centros de enseñanza a los que asistió, amigos y amigas episódicos o estables– pero también de la Francia intelectual, universitaria y política de aquellos años que arrastraban a Europa hacia una segunda gran guerra.

3 En las cartas aparecen referencias a instituciones que en muchos casos son poco conocidas fuera de Francia y que Rosa Congost explica con cuidado, ya que no serviría de nada exponer qué eran sino lo que significaban en los años jóvenes de Vilar o incluso hoy en día: el liceo Louis-le-Grand de París, l’École Normale, incluso la Sorbonne de por entonces. Igual de importante es la extensa explicación que da Rosa Congost del competitivo mundo académico francés y de su exigente sistema concursal, con epicentro en los exámenes de agregación, que servía para retener a una minoría cualificada –¿una elite?– que combinaba capacidad intelectual y discursiva; aunque las cartas de Vilar no ocultan las deficiencias del sistema, la ansiedad, los agobios y las decepciones que le producía. También permiten ver que Vilar le fue tomando la medida a profesores aferrados a ideas y métodos tradicionales, haciéndose cada vez más observador de quienes aportaban algo diferente, que en muchos casos no eran historiadores sino geógrafos. Por supuesto, valen también para descubrir que Pierre Vilar no era un estudiante extraordinario que desde el primer momento supiera que quería –ni siquiera qué buscaba–, sino un joven con hábitos de estudio y de lectura bastante convencionales, propios de muchos estudiantes de la época.

4 El recorrido por la experiencia académica de Vilar nos revela que se fue haciendo consciente de que era necesario darle la vuelta a la forma tradicional de hacer historia, sobre todo en lo que se refería a las relaciones entre política y economía, pero que no encontró un reflejo de esta inquietud en la universidad y por esto se encaminó hacia la Geografía, “lo que se parecía más, en aquellos momentos, a lo que podría ser la historia total” (p. 131). Eso no obsta para que admirara a algunos historiadores como Albert Mathiez, pero tardó en conocer la revista de Annales. Es muy interesante ver los sucesivos descartes que el Vilar joven iba haciendo, es decir, queda claro lo que le disgustaba e insatisfacía, y que, por lo tanto, lo apartaba, lo que, finalmente, también lo llevaría de la Geografía a la Historia.

5 La vida colectiva que Vilar llevó en París se desarrolla en el tercer gran capítulo de la primera parte del libro, de modo más breve pero intenso, ya que contiene importantes referencias a la dimensión humana del protagonista, indefectiblemente unida a la faceta académica, en especial la evolución de sus ideas políticas y religiosas. Vilar era un hombre formado en una familia católica, y él mismo se mantuvo en la práctica religiosa de forma asidua hasta 1926, dejando de hacerlo en torno a 1928. En paralelo, se produjo su politización y su progresivo acercamiento a posiciones de izquierdas, participando en movimientos colectivos como el Grupo de Estudios Socialistas, de 1925 a 1929, y la Unión Federal de Estudiantes, en los que se movió con intensidad, pero con cierta indecisión entre socialistas y comunistas. En este mismo capítulo se expone la preparación militar que le correspondía como estudiante de la École Normale y el servicio militar propiamente dicho, y la “educación sentimental”, tanto desde el punto de vista amoroso como el de la amistad.

6 La segunda parte del libro se distribuye en tres capítulos que recorren la parte final de la formación de Pierre Vilar y su primera visita a Barcelona en 1927 y su instalación en la ciudad. El viaje a la capital catalana obedeció a un objetivo académico: la elaboración y redacción de un trabajo para alcanzar el diploma de estudios superiores de Geografía que tenía que presentar en la Sorbonne, que hacía bajo la dirección de Albert Demangeon. Sus visitas a organismos económicos barceloneses –como la Cámara de Industria y Navegación, la Federación de Fabricantes de Hilados y Tejidos, entre otros muchos–, donde encontró abundantes datos, le permitieron llegar a donde pretendía, la redacción del trabajo, que luego saldría publicado en 1929 en la revista Annales de Géographie bajo el título “La vie industrielle dans la région de Barcelona”. El artículo establecía la tipología industrial de la ciudad y los factores de desarrollo, y concluía subrayando la potencia de la economía barcelonesa y la de sus empresas, así como el comercio portuario y la creciente población. Vilar ya no dejaría el tema catalán y en 1933 se instaló en Barcelona: en ese período, que dura hasta 1936 y el inicio de la Guerra Civil, se consolida su trayectoria, con publicaciones que lo iban revelando como un especialista en temas de geografía económica. En 1930 tuvo una beca para residir en la Casa de Velázquez de Madrid, aunque esa estancia no parece haberlo marcado como lo hizo la de Barcelona, a donde retornó: durante la Guerra, que coincide con el final del ciclo formativo de Vilar, concibe lo que será su tesis, para lo que fue escorándose hacia el siglo XVIII. No obstante, en los trabajos que publicaba o presentaba en congresos por entonces, dominaban los temas de actualidad, como el aprovechamiento hidroeléctrico de los ríos españoles, el papel de España en el comercio mundial del corcho, el puerto de Barcelona –en el que aparece una síntesis histórica de este–, la obra de Capmany y Monpalau “modelo de método histórico”, el tren y el problema general de los transportes en España, y un artículo destinado a Annales d’Histoire Économique et Sociale (1935) sobre la historia social de Cataluña. Rosa Congost sintetiza estas aportaciones de la primera fase de la producción vilariana, lo que permite ver su paso y evolución de la Geografía a la Historia y el progresivo conocimiento de la ciudad y del territorio gracias a la intensiva consulta de fuentes las bibliotecas y archivos de Barcelona.

7 El final del ciclo formativo de Vilar como historiador se produce de nuevo en Francia, debido al estallido de la Guerra Civil, de la que, con el tiempo, haría una historia breve. Vemos como en París colaboró con el Círculo de Cervantes, que pretendía agrupar a los intelectuales franceses que querían colaborar con los republicanos españoles, lo que revela el compromiso que Vilar había contraído. Estos años de intensidad política inusitada, en los que Hitler asomaba desde el horizonte alemán, no impiden que Vilar siga su propio avance como historiador: en 1937, cuando era profesor de secundaria en un liceo cercano a París, redactó dos textos sobre la enseñanza de la Historia que permiten seguir su pensamiento combativo en este campo; y dos artículos para la revista La Pensée “revelan sus posiciones críticas sobre la función social del historiador y sobre la historiografía española en aquellos años” (p. 327). Y sobre todo, en esos años, diseña lo que será su tesis, Cataluña en la España Moderna, con el objetivo de “juzgar” históricamente las relaciones Cataluña-Castilla, esto es, resolver la disyuntiva entre dos modos de entender la política y la articulación territorial, una tarea para la que, a diferencia de sus contemporáneos, se consideraba preparado y pertrechado; su Historia de España, cuya redacción confirmaba en una carta de 1939, sería un avance de su proyecto.

8 El libro termina con un epílogo extenso en el que la autora –que es catedrática de historia económica en la Universidad de Girona– no se limita a sintetizar el manantial de información y de ideas que aparecen a lo largo de la obra, sino que da sentido a esta como un ejercicio en el que se combina un análisis fino y pausado de la formación de un historiador con el trato personal que la unió a Pierre Vilar. Esa larga amistad y colaboración permiten a Rosa Congost organizar y orientar el nutrido conjunto de cartas que ha tenido la oportunidad de manejar, y comentar lo que el propio Vilar en su madurez pensaba del joven Vilar. Después del epílogo se aportan un glosario de términos, una cronología con los hechos clave de los años comprendidos en el libro y un extenso índice onomástico, tres complementos de gran utilidad para que los lectores puedan moverse con facilidad en un texto denso en nombres, fechas, lugares, conceptos, etc. Finalmente, es necesario decir que este libro tuvo su primera edición en catalán (Les lliçons d’historia. El jove Pierre Vilar, 1924-1939, L’Avenç, 2016) y que la traducción es obra de Ferran Esquilache Martí.

Ofelia Rey Castelao – Universidad de Santiago de Compostela, España. E-mail: ofeliareycastelao@gmail.com.

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Itamar Freitas

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