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El Hilo y las Huellas. Lo verdadero, lo falso, lo ficticio | Carlo Ginzburg

El libro de Carlo Ginzburg debe ser considerado un referente para los investigadores y estudiosos de la historia. Su grandeza reside en una valiosa teoría interpretativa para el oficio del historiador y una manera de pensar la vida cotidiana. Sus 492 páginas representan un compendio de ensayos con temas muy diversos unidos por el relato (hilo) y la búsqueda permanente de las zonas opacas de documentos (huellas). Su importancia está en exponer las múltiples relaciones entre la verdad histórica, lo falso; lo real y lo ficticio como categorías que se entrelazan y retroalimentan. Porque “lo verdadero es un punto de llegada, no un punto de partida” (p.18). Enfrentando de manera categórica el escepticismo y relativismo posmoderno. En la presentación del libro, Ginzburg, se define como un seguidor de Bloch. En cuanto le interesan los relatos escritos (memorias) de personajes “santos” de la Edad Media, que dejan dilucidar la mentalidad o subjetividad de quien registra la información. Asimismo, su pasión por leer a contrapelo (W. Benjamin) los textos. Es decir, aquellas voces no controladas o que están fuera de la intención del autor (p.13:14). Esto sería lo opaco, las huellas de los textos y pequeños fragmentos que se van uniendo durante el proceso de la investigación. En “Descripción y cita de Arnaldo Momigliano”. La pregunta es cómo accedemos a la verdad y realidad. La respuesta para el historiador antiguo es la expresión del término enárgeian que hizo referencia a la“vividez” y a la acumulación de detalles, lo cual designó una “garantía de veracidad” y que permitió persuadir a sus oyentes (p.24). En cambio, para los romanos la verdade se fundó sobre la “evidentia” y para los historiadores de la actualidad, “sobre los documentos” (p.30). Es decir, la “enárgeia” estuvo ligada a una cultura oral y su utilización manifestó la ilusión de la presencia del pasado en el presente. Mientras, “que las citas al margen fue parte de una cultura escrita con presencia de la imprenta, donde el uso de citas expresó un acceso indirecto al pasado” (p.50). De esta manera, la historia anticuaria y eclesiástica permitieron la imposición de la prueba documental (evidence) sobre la enárgeiaa nuestra cultura. En ese momento alcanzar la verdad histórica con la utilización de un método fue impensable. Pero, durante la segunda mitad del siglo dieciséis se hicieron diferencias entre las fuentes primarias y secundarias. Momigliano, sostuvo que este aporte fue dado por anticuarios que usaron testimonios para reconstruir hechos ligados a la religión, política e instituciones (p.30). Vinculando los inicios de la práctica histórica al oficio de los anticuarios. El acercamiento de la historia a la antropología y la actividad etnográfica se aprecia “En Montaigne, Los Caníbales y las Grutas”. En su afán de entender a los indígenas brasileños realizó una descripción que se caracterizó por su expresión sencilla y desordenada, contrario al estilo técnico. Aproximándose a lo distante, lo diferente, exótico y a la categoría de alteridad. Mientras, que en la obra “París, 1647: un diálogo acerca de ficción e historia”. Se destacó por la distancia crítica, que define lo verdadero o lo falso, la distinción entre narraciones históricas y ficticias. Las cuales ambas son útiles, porque dan cuenta de la cosmovisión del testigo y permitiendo la“fe histórica”(p.131). Donde la imaginación supera la incredulidad y el escepticismo. Es decir, “construir la verdad sobre esas ficciones, la historia verdadera sobre la ficticia” (p.131). Esta relación entre lo histórico y ficticio estudia “Tras las huellas de Israel Bertuccio”. La investigación se basó en la novela de Stendhal, “Rojo y Negro”, donde la búsqueda de Bertuccio se convierte en algo discontinuo y fragmentario. Transitando novelas, tragedias, crónicas y repertorios notariales. Este proceso permitió sostener que Bertuccio fue una persona histórica. También, como se van difuminando las fronteras entre ficción y realidad histórica, y realizando una lectura entrelazada de una narración real y narración ficticia que transmiten algo llamado “energía, término que gustaba a Stendhal” (p.240). Continuando el trayecto propuesto por “Rojo y Negro”, en “La áspera verdad. Un desafío de Stendhal a los historiadores”. Es una novela francesa de Henry Beyle (seudónimo Stendhal), de alrededor de 1830. Fue considerada como la obra fundamental del inicio del realismo mágico moderno. Se trató de Juan Sorel, un joven que anheló salir de la pobreza de su familia y ascender en la sociedad. Manteniendo en silencio su pensamiento liberal republicano, mientras se rodeó de un ambiente conservador y eclesiástico. Es una invitación de Stendhal a interpretar los procedimientos propios de la literatura y la ficción. Estos son el discurso indirecto libre, los monólogos interiores de los personajes y su afán de inquisidores. Este nuevo estilo permitió descifrar con mayor profundidad las costumbres y comportamientos morales de la sociedad Francesa de 1830. Porque es la historia durante la restauración en un momento post revolucionario, por lo tanto, inserta en un contexto político real e histórico. El cual se caracterizó por el desaliento, la falsedad y una aristocracia conspiradora. Un nuevo reto es el enfrentamiento con el escepticismo y el relativismo de la historia. En “Unus Testis: el exterminio de los judíos y el principio de realidad”. Debate con Hyden White, quien dice que ambas categorías “pueden aportar las bases epistemológicas y morales de la tolerancia”(p.321). Ginzburg, dice que esta afirmación es ilusoria, por dos motivos, primero por las fuertes convicciones intelectuales y otra, cuando las divergencias intelectuales no están ligadas a la verdad (p.231). La tolerancia con la cual está de acuerdo Ginzburg, es aquella que está ligada a la teoría popperiana, la cual sostiene que todos los enunciados científicos están abiertos a refutación. Mientras, que el relativismo es una tendencia posmoderna acomodaticia, que desecha el desafío propio de la historia, la verdad. En tanto, los relatos históricos como ficticios están sujetos a las mismas reglas del discurso (Foucault).

En cuanto a la utilización de nuevas fuentes, Siegfried Kracauer, en “Detalles, primeros planos, microanálisis”, entregó las primeras aproximaciones a la relación de la fotografía con la historia. Fue un arquitecto que se interesó por la historia del cine y la narración policiaca de ficción. Dejó en claro que la fotografía y el cine hablan fragmentariamente acerca de la realidad en un orden superior. Es decir, su propuesta inicial fue una analogía entre fotografía e historicismo. Asimismo, esta fragmentación de la realidad permitió una cercanía discontinua hacia el conocimiento del pasado histórico. También, desarrolló la noción de “extranjero” (exiliado) comparada con el historiador, el cual bajo esta condición de extranjero puede comprender con mayor profundidad y entrar en relación de afinidad con el material de su investigación. Otro elemento propio de la literatura que permita enriquecer la pesquisa histórica, es aquella propuesta por Víctor Sklovski, soviético que fundó la sociedad para el estudio del lenguaje poético. Fue un integrante relevante del Formalismo Ruso que desarrolló el concepto de extrañamiento. El cual se refiere al alejamiento perceptual de un objeto cotidiano o familiar, para verlo actuar por sí mismo reflejado en el arte o en este caso en la literatura.

En “la microhistoria: dos o tres cosas que sé de ella”. Es la tendencia historiográfica de Ginzburg. El primero en mencionarla fue Giovani Levi. Mientras que, como auto-concepto fue desarrollado por George R. Stewart, en 1959. En México destacó Luis González González, quien interpretó la historia local del pueblo olvidado que lo vio nacer, San José de Gracia. Además, sugirió “la historia matria”, que expresó lo “débil, y sentimental, es decir, aquel mundo familiar o de aldea. También, añade “la historia yin”, que expresa lo femenino, conservador, terrestre y dolorosa existencia” (p.355). La microhistoria se presentó como la contraposición a la historiografía dedicada a los grandes personajes, a lo macroscópico y lo cuantitativo. Como por ejemplo aquella ligada a la producción de Fernand Braudel y los Annales durante los años cincuenta y sesenta. El cambio se produjo en los años setenta y ochenta con la relevancia de la antropología en la interpretación de la historia. Esta reducción de escala de observación significó comprender las diversas relaciones entre sistema de creencias y representaciones. Tolstoi, añadió que para comprender lo histórico de la novela es a través de “la reconstrucción de la actividad de todas las personas que intervinieron en él”(p.375). En cambio, Kracauer, señaló que “es preciso la conciliación entre lo micro y lo macro, porque hay fenómenos que sólo se pueden capturar con lo macro”(p.379). Por último, el crítico literario Renato Serra, señaló que cada testimonio es la voz de sí mismo, de su momento y fines. De ahí la importancia de introducir la memoria al campo historiográfico. En el ámbito de los procesos de brujería se puede decir que están colmados de desigualdades, diferencias de poder y luchas de voces en conflicto. La manera de salvar esta situación y de buscar la verdad es a través de la noción de Bajtin, “el texto dialogico”, es decir, la palabra contextualizada. Es lo que Ginzburg desarrolló en “el inquisidor como antropólogo”. Los inquisidores buscaban su verdad en los procesos de brujería.Complementando su práctica con presiones tanto físicas como psicológicas. Por eso los historiadores se rehusaban a utilizar los procesos inquisitoriales. Lo que interesó a Ginzburg, fue la pesquisa de las creencias en brujería que se podían recoger con mayor efectividad desde las denuncias y testimonios, y no de las confesiones de los imputados. En “brujas y chamanes”. La elección de la brujería como tema de investigación es lo que desarrolló en su penúltimo ensayo. Enfocó su estudio en las víctimas de la persecución más que la persecución por sí misma. Esta orientación representó una anomalía para la historiografía de esos momentos. Cuya elección fue dada por la fuerte influencia de los cuentos de infancia de su madre y la condición de judío antifascista de su padre, que incidieron de manera inconsciente en la decisión en su búsqueda. Su trabajo lo llevó a establecer la analogía entre brujos y chamanes, que estaban involucrados por el éxtasis (desahogo del espíritu), tanto el “chaman como Benandante se involucran en experiencias riesgosas de la cual depende el bienestar de su comunidad” (p.428). Su último ensayo “Pruebas y posibilidades”. Expresó la relación entre el carácter científico de la historiografía y el reconocimiento de su dimensión literaria, donde se entrelaza lo verdadero y lo verosímil, las pruebas y probabilidades, narraciones y narración histórica. Finalmente, ¿los documentos son la expresión de diferentes realidades o culturas distintas? ¿Con qué parámetros podemos controlar las distintas voces ¿Cuáles son los límites de la subjetividad? Son algunas de las interrogantes o desafíos para los historiadores. La propuesta de este libro es que la investigación historiográfica es una construcción cognoscitiva y perceptual, por lo tanto analítica e interpretativa. Asimismo, es una invitación a indagar la realidad que se encuentra detrás de los documentos, literatura y diferentes testimonios. Siempre con una actitud de pesquisa y búsqueda casi policiaca como el detective de ficción Sherlock Holmes.


Resenhista

Elizabeth Ferreira – Programa de Magister en Historia, Universidad de Chile. E-mail: elizabethf.historia@gmail.com


Referências desta Resenha

GINZBURG, Carlo. El Hilo y las Huellas. Lo verdadero, lo falso, lo ficticio. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2010. Resenha de: FERREIRA, Elizabeth. Tiempo Histórico. Santiago, n.5, p. 167-170, 2012. Acessar publicaçao original [DR]

Itamar Freitas

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