Construyendo un reino de este mundo. Ensayo histórico sobre clericalismo y política en Chile | Ana María Stuven e Vasco Castillo
La escritura de ensayos por parte de historiadores e historiadoras, al menos en el medio nacional, suele ser un oficio tardío. Es perfectamente razonable que así sea: las décadas de investigación y escritura de artículos y libros monográficos parecen autorizar a que los historiadores, desde el terreno firme provisto por la experiencia, emprendan la escritura de textos más ligeros, arriesgados e íntimos. El ascenso en la carrera académica, que exige antes la redacción de artículos especializados que ensayos para el amplio público, puede explicar también esta natural demora1. A pesar de estas exigencias, renombrados historiadores e historiadoras han publicado sugerentes ensayos en los últimos años, reavivando una tradicional práctica historiográfica chilena.
Construyendo un reino de este mundo. Ensayo histórico sobre clericalismo y política en Chile se instala en esta tradición. Surge, según los autores, “de una inquietud vital que interpela la pertenencia a una religión” (p. 12). El desasosiego provino de la amplia difusión pública de los abusos sexuales realizados por sacerdotes en diversas partes del mundo y de las diversas estrategias empleadas por la institución de la cual eran parte para evitar los procesos de investigación y las sanciones pertinentes. Esta crisis se ha expresado en Chile con una profundidad particular, sobre todo considerando la notoriedad de algunos de los sacerdotes acusados.
Los autores rastrean el origen de esta crisis del catolicismo global y nacional desde una perspectiva histórica y politológica. Sostienen que el clericalismo “es el concepto que resume y abarca todo el recorrido de la Iglesia Católica hacia su crisis” (p. 13). Este concepto es definido como “la práctica de una forma de autoridad que, asumida por el sacerdote, le confiere naturaleza sagrada y le permite ejercer poder y superioridad sobre el laicado” (p. 25). La construcción de esta forma de autoridad posee una vasta trayectoria histórica que los autores reconstruyen a lo largo de los cinco capítulos en los cuales está estructurado el ensayo.
Uno de los mayores méritos del ensayo consiste precisamente en su mirada de larga duración: los dos primeros capítulos analizan la construcción de la autoridad católicoromana, desde el improbable éxito de la predicación cristiana original hasta la proclamación del dogma de la infalibilidad papal en la constitución dogmática Pastor Aeternus (1870). Sin embargo, hacia mediados del segundo capítulo, la narración enlaza la historia occidental del catolicismo con su implantación en América Latina, para, luego, analizar, en detalle, la situación nacional posterior a la Independencia. Desde aquí en adelante, el ensayo incorpora fuentes relevantes del periodo en su argumentación, estrategia que se extraña durante la primera sección. Según los autores, en la primera mitad del siglo XIX “el clericalismo se manifestó principalmente en la lucha por preservar la autoridad del clero sobre las instituciones de la república y contra el patronato” (p. 51).
Los capítulos tercero y cuarto analizan la transición vivida al interior del catolicismo chileno, desde una fuerte oposición parlamentaria a las prerrogativas políticas que adquiría el Estado liberal hasta la creación oficial de la Acción Católica en 1931, a partir de las diversas asociaciones católicas surgidas al calor del pontificado de León XIII a fines del siglo XIX. La hipótesis del ensayo, en esta sección, radica en la tensión existente entre dos nociones de soberanía. Por una parte, los ultramontanos pretendían “que el dominio espiritual de la Iglesia pudiera imponerse incluso en el poder temporal” (p. 79), aspiración que fue finalmente impedida por los gobiernos liberales de fines del siglo XIX. El fracaso de la estrategia parlamentaria provocó, se sostiene, la reorientación de los esfuerzos católicos hacia la recristianización de la sociedad civil. Dicho de otra manera, si la laicización del Estado era inevitable, aún era posible evitar la secularización de la sociedad. En este esfuerzo adquieren protagonismo los laicos, aunque sujetos en forma estricta a la dirección de la jerarquía eclesiástica. Esta sumisión, característica de un modelo clerical de Iglesia, impidió siquiera considerar espacios para la autonomía laical. Las diversas controversias suscitadas entre el episcopado y la Falange Nacional expresaron el rechazo eclesiástico a incorporar en su propia estructura valores tales como la autonomía y la libertad individuales.
El último capítulo explora la constitución dogmática Lumen Gentium del Concilio Vaticano II con su respectiva recepción en Chile. En este importante documento, los padres conciliares enfatizaron la dimensión comunitaria de la Iglesia por sobre su carácter institucional y jerárquico. En forma lúcida, los autores analizan las dificultades del proceso de recepción del concilio en América Latina y Chile, en particular en lo que respecta a la relación de la jerarquía con el laicado. La toma de la catedral metropolitana de Santiago en agosto de 1968 fue un momento especialmente conflictivo entre un episcopado nacional aggiornado y sacerdotes y laicos que consideraban que las estructuras eclesiásticas estaban demasiado comprometidas con un orden social desigual. El análisis de esta tensión es relevante puesto que visibiliza las diversas y en ocasiones abiertamente opuestas tácticas asumidas al interior de la Iglesia para acompañar la movilización social. En forma inesperada, el ensayo no incorpora un sexto capítulo destinado a revisar la acción de la jerarquía eclesiástica y el laicado católico durante la dictadura militar. Un período excepcionalmente rico en experiencias institucionales y laicales (como el Comité Pro-Paz, la Vicaría de la Solidaridad, la expansión de las comunidades eclesiales de base, la convocatoria del cardenal Francisco Fresno al Acuerdo Nacional de 1985, entre muchas otras) justificaba un análisis desde la hipótesis de trabajo sostenida durante el ensayo.
Los autores concluyen que la Iglesia debería incorporar mecanismos que regulen el ejercicio de la autoridad clerical desde una perspectiva moderna, no solo para cumplir con determinados estándares procedimentales, sino desde la convicción de la igualdad de todos y todas. Lamentablemente, la mera constatación de la subordinación femenina al interior de la Iglesia católica muestra esta expectativa como una declaración de buenas intenciones, demasiado genérica como para abrir líneas de trabajo intelectual específicas. A pesar de ello, las proposiciones sobre el clericalismo sostenidas en este ensayo son perfectamente complementarias con miradas teológicas recientes al problema2, lo que confirma la lucidez del diagnóstico de los autores y la excesiva modestia de sus conclusiones.
A pesar de esta consideración final, Construyendo un reino de este mundo es un ejercicio atípico en nuestra tradición intelectual: católico, pero no militante; comprometido, pero no panfletario; general, pero no impreciso; una contribución a la historia del Cristianismo, pero no a la ya marchita “historia de la Iglesia”.
Notas
1 Los orígenes y consecuencias de esta práctica en las disciplinas humanistas han sido ya suficientemente abordadas en el medio local. Una síntesis robusta en José Santos-Herceg, La tiranía del paper. De la mercantilización a la normalización de las textualidades, Valdivia, Ediciones Universidad Austral de Chile, 2020.
2 Sandra Arenas, “Sin exclusiones: catolicismo, mujeres y liderazgo distribuido”, en Teología y Vida, vol. 61, n.° 4, Santiago, 2020, pp. 537-553.
Resenhista
Matías Maldonado A. – Pontificia Universidad Católica de Chile.
Referências desta Resenha
STUVEN, Ana María; CASTILLO, Vasco. Construyendo un reino de este mundo. Ensayo histórico sobre clericalismo y política en Chile. Santiago: Ediciones Universidad Diego Portales, 2020. Resenha de: A., Matías Maldonado. Historia. Santiago, n. 54, v.1, p. 387-389, ene./jun. 2021. Acessar publicação original [DR]