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Con el fenicio en los talones. Los inicios de la Edad del Hierro en la cuenca del Mediterráneo – GÁLVEZ (PR)

GÁLVEZ, Marisa Ruiz. Con el fenicio en los talones. Los inicios de la Edad del Hierro en la cuenca del Mediterráneo. Barcelona: Editorial Bellaterra, 2013. 377p. Resenha de: MONDÉJAR, Celso M. Sánchez. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, 2ª época, p.157-159, 2014.

El último libro publicado por Marisa Ruíz-Gálvez, profesora titular de la UniversidadComplutense de Madrid desde 1989, trata en profundidad el contexto histórico que posibilitó eldesarrollo y expansión de la denominada cultura fenicia. Un interesante ejercicio motivado por lanecesidad de mantener actualizada su asignatura de “Protohistoria del Mediterráneo”. Este libronace, en palabras de la autora, de las inquietudes de sus alumnos y de la necesidad de sistematizaruna bibliografía que cambia de año en año.

La obra se estructura en torno a cinco capítulos principales, a los que hay que añadir unaintroducción y una recapitulación final. Los títulos de cada tema se inspiran en películas, música yobras literarias, que dotan de un aspecto poco convencional al acostumbrado en trabajos de cortecientífico, unos epígrafes cercanos que son a la vez una declaración de intenciones. El propósitode la autora, como bien indica en su Introducción y Agradecimientos, es dirigirse a un público noespecializado, pero sin renunciar a un profundo aparato documental.

Antes de entrar al contenido del libro, es preciso señalar algunos detalles dignos de mención.

Con el fenicio en los talones mantiene un formato similar a otros títulos que integran la colección“Arqueología” dirigida por M. E. Aubet. Por un lado, las portadas de la serie poseen unos elementoscomunes como distribución de los títulos, colores, tamaño y tipografía. El interior del libro mantieneasí mismo el patrón empleado en las demás obras integradas en la colección. La uniformidad formalde la serie es por tanto un punto a su favor en cuanto a presentación y profesionalidad se refiere.

Para explicar convenientemente lo que denominamos como “Protohistoria”, o más bien laEdad del Hierro en la cuenca mediterránea, es preciso comenzar por una introducción al sistemapalacial en el Próximo Oriente, que tuvo su máximo exponente durante la última fase de la Edaddel Bronce. El desgarro del palacio y su papel como organismo redistribuidor de intercambios yrelaciones internacionales hizo que el panorama político, económico y social en Oriente Próximocambiara, cuyos ecos resonaron a lo largo del Mediterráneo durante la incipiente Edad del Hierro.

Bajo el epígrafe Un palacio para un rey, Marisa Ruíz-Gálvez describe las funciones de lospalacios como centros redistributivos y de poder. La codificación de los registros mediante laescritura y el uso de unos pocos sistema de pesos y medidas con amplísima aceptación hicieronposible no sólo un control sobre las mercancías, sino también el establecimiento de unos valoresde cambio internacionales que permitían un comercio a larga distancia. A pesar de que el palaciojugaba un papel determinante en el desempeño de la actividad económica, existe de forma paralelaun comercio privado desarrollado en ocasiones por esos mismos representantes estatales. Elavance de ambos comercios no fue contradictorio ya que cubrían distintas demandas. No obstanteen los últimos momentos del Bronce Final el comercio privado fagotizó la demanda del comercioestatal propiciando, en opinión de la autora, la caída del sistema palatino.

En el siguiente capítulo titulado Un mundo que agoniza, se introduce brevemente lacuestión de la caída del sistema palacial oriental y analiza diversos contextos. Se nos presenta ladesintegración de las realidades políticas del Bronce Final. El mundo micénico se diluye a causa deuna tradición palatina escasamente enraizada y de una estructura política más cercana a la jefaturaque a un estado. Egipto mientras tanto, en un intento de controlar las mercancías, edifica enclavesfortificados que actuaban como “aduanas”, para poco después perder el control de sus vasallossirio-palestinos y replegarse en sí mismo, contentándose con fiscalizar los bienes intercambiadosy regir nominalmente la zona. Paralelamente las ciudades fenicias/cananeas rellenan el vacío depoder producido por la desaparición del control egipcio y muestran una secuencia de ocupacióncontinuada, sin traza alguna de la catástrofe producida por unos cada vez más cuestionadosPueblos del Mar, y que mantienen profundos contactos con el Egeo y Chipre. No hay consensoentre los especialistas a la hora de valorar la dimensión política y económica de Chipre, pero pareceque la isla mantuvo una continuidad respecto a su época anterior con unos añadidos aportesdemográficos egeos y levantinos, y la reestructuración de los hábitats que modifican su trazadourbano e incorporan lienzos murarios.

Muerte y transfiguración. El inicio de la Edad del Hierro en el este del Mediterráneo es el títulocon el que se introduce al tercer capítulo del libro. Mediante un análisis contextual del Levante, Chipre, Creta y el Egeo, la autora incide en el naturaleza no tan catastrófica de la denominada “Edad Oscura”, si no más bien en una serie de cambios ya latentes en época palacial que pudieronmadurar debido a la ausencia del control monopolista del rey. El nacimiento de identidades es unrasgo característico que emerge en estos momentos y posibilita, un tiempo después, lo que M. Liverani en su obra “Más Allá de la Biblia” denomina “estados étnicos”, concretándose en el augede los dioses políados (Yahweh, Kemosh, Baal/Melqart, etc). Aunque sin detallar los pormenores deeste proceso, Marisa Ruíz-Gálvez coincide con Liverani en situar en este momento el inicio de uma etnogénesis que culminará hacia el siglo IX a. C. Sin embargo, la cuestión principal que determinael estudio las primeras fases de la Edad del Hierro es sin duda la pobre información arqueológica e histórica disponible, como consecuencia del cambio hacia un hábitat disperso en el que el palacioya no es un núcleo imprescindible, sumado a una escasísima información textual por el uso, muy probablemente, de materiales perecederos. Por ello son frecuentes los dilemas cronológicos que acausado la división de los académicos entre una cronología baja, defendida por I. Finkelstein y launiversidad de Tel Aviv, y los que sustentan una cronología alta, cuyo representantes son A. Ben Tory E. Mazar en la Universidad Hebrea.

En el capítulo Despúes de Dios…la casa de Quirós. El mediterráneo Central entre finales delII milenio y los inicios del I milenio a. C. la autora aplica la hipótesis de M. E. Aubet acerca de lacontinuidad en los karum levantinos a las culturas centromediterráneas, (vilanoviana, sarda, etc).

Marisa Ruíz-Gálvez sostiene hubo una razonable estabilidad en la red de contactos mediterráneosque interrelacionaba diferentes esferas culturales entre sí y que no cesa con el colapso del sistemapalacial del Bronce. La huella arqueológicamente más visible es la transferencia de mercancías ytecnologías de claro origen oriental, que fueron asumidas y readaptadas por sociedades locales. Laexpansión hacia el Occidente fue, como según parece desprenderse de los datos más recientes, unajoint venture motivada quizás por un interés comercial que requeriría de la fundación de pequeñosemporios inmersos dentro de la esfera territorial indígena, pero a la misma vez apartada de ella,facilitando un contacto más estable con un hinterland ya poblado.

El último capítulo titulado ¡Bienvenido Mr. Fenicio! Tartessos y los inicios de la colonizaciónfenicia del Occidente mediterráneo comienza con una sintética exposición de los dos modelos a losque se adhieren los diversos investigadores, ya sea el modelo marxista propuesto por C. GonzálezWagner y C. Alvar, o el sugerido por M. E. Aubet, de la cual la autora es seguidora. La principal diferencia está en los modelos explicativos de la colonización, particularmente en lo referente a suorigen. Se señala la problemática en torno a los eventos históricos procedentes de Oriente y lascronologías absolutas, que presentan serios problemas a la hora de interconectarlos entre sí y quezanjen, de una vez por todas, el “por qué” de la colonización fenicia del Occidente.

Finalmente, queremos distinguir determinados aspectos de la obra. Con el fenicio en lostalones es un libro limpiamente estructurado, en donde cada capítulo cuenta con una introduccióny una recapitulación final, que inicia y sintetiza respectivamente un contenido desarrollado conabsoluta claridad y elegancia. La autora usa generalmente una bibliografía bastante actualizadacomo podemos comprobar viendo las citas, con numerosas obras publicadas a partir del año 2000.

Sin embargo también contiene algunos datos desfasados o insuficientemente tratados, como asumirque Ramsés II fuera el faraón tras el Éxodo, o la inexistente alusión al papel de la religión en laformación de los ya mencionados estados étnicos.

La autora señala reiteradamente la relevancia de la escritura alfabética, no sólo como vehículosimbólico de ideas o palabras, sino como elemento clave en el desarrollo de la autoconciencia,la identidad y una progresiva complejidad social. Igualmente defiende, por medio de datosarqueológicos, una continuidad entre el Bronce Final y la Edad del Hierro. La continuidad culturalentronca con una continuidad antropológica bajo una óptica estructuralista, asumiendo la propuestade sociedades parentales, también llamadas sociedades de casa, procedente de los trabajos de P.

Levi-Strauss y J. D. Schloen, ofreciendo una alternativa al modelo materialista histórico defendidopor M. Liverani. Así mismo, se desprende de su obra que es partidaria de la cronología baja de I.

Finkelstein y por lo tanto la acerca a la propuestas de la Universidad de Tel Aviv, aunque autores comoM. Artzy, a quien suele hacer referencia, no sean partidarios de la misma. En definitiva, Marisa Ruíz-Gálvez propone una serie de sugerentes hipótesis basadas en datos arqueológicos recientes, peroal mismo tiempo hace comprensible una época generalmente desconocida y fascinante, cuando segestaron buena parte de las denominadas culturas clásicas que han servido como referencia parala construcción de nuestra identidad actual.

Celso M. Sánchez Mondéjar – CEPOAT.

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Itamar Freitas

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