Colonización y protesta campesina en Colombia (1850-1950) | Catherine Legrand
La segunda edición en español del ya clásico libro de Catherine LeGrand nos hace reflexionar nuevamente acerca de las razones históricas del conflicto agrario en Colombia. ¿Por qué y contra quién pelean los campesinos? ¿Qué es lo que quiere el campesinado? Estas son las preguntas que plantea LeGrand para intentar esclarecer las raíces del conflicto rural. Por ello, no es coincidencia que la reedición de Colonización y protesta campesina en Colombia se hiciera en 2016, en el contexto de la firma de los acuerdos de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC-EP; el primer punto del acuerdo se refiere justamente a la Reforma Rural Integral, ya que, una de las causas fundamentales del conflicto armado en Colombia han sido los problemas derivados de la colonización de las tierras públicas, dinámica que en este libro se analiza minuciosamente.
En la década del setenta, cuando la historiadora norteamericana inició su investigación en Colombia, la Correspondencia de baldíos, que actualmente reposa en el Archivo General de la Nación en Bogotá, no había sido revisada. En este fondo existen una serie de reclamaciones por parte del campesinado al gobierno nacional. Lo primero que salta a la vista al revisar esta correspondencia es que los campesinos desde épocas tempranas, y a lo largo de todo el país, reivindicaron su derecho a cultivar la tierra que estaban mejorando. El análisis de esta correspondencia le permitió a la autora cuestionar el mito que hasta ese momento imperaba en la historiografía colombiana acerca de la colonización en Colombia, que tomaba el caso de Antioquia para explicar ese proceso. Efectivamente, en torno a la colonización antioqueña al occidente del país, se había consolidado la idea de que la ocupación de las tierras públicas y la consecuente expansión de la frontera agrícola había permitido el surgimiento de una sociedad democrática de pequeños propietarios que se dedicaron al cultivo del café. En contraposición a este modelo, LeGrand estableció que la colonización había sido un proceso conflictivo y que se había dado en dos etapas fundamentales. Una primera en donde los colonos campesinos abrieron montes y selvas para establecer planicies para el cultivo de productos agrícolas y una segunda en donde los empresarios agrícolas se apropiaron de las tierras y el trabajo campesino. Esta dinámica ponía de manifiesto la vulnerabilidad de los colonos frente a la evicción y su opción por continuar abriendo tierras públicas y expandir la frontera agrícola. Este fue un proceso de larga duración que se dio prácticamente durante todo el siglo XX.
El análisis de este fenómeno por parte de la autora resalta la agencia de los campesinos en Colombia, cuya participación en la dinámica de ocupación de baldíos se remonta a mediados del siglo XIX, cuando se promulgó una legislación que de alguna manera los amparó. En este sentido, el campesinado colombiano tuvo tempranamente, en comparación al resto del campesinado latinoamericano, un escenario que lo favorecía, ya que las leyes intentaban democratizar el acceso a las tierras públicas. Por ello, en este libro el análisis de la legislación es fundamental, ya que presenta los fines que se les ha dado a los baldíos históricamente. Por un lado, las tierras públicas ayudaron a obtener recursos al Estado después de las guerras de independencia, ya que, sirvieron para indemnizar a militares y veteranos de la guerra. Asimismo, otro de sus fines consistía en pagar la deuda pública y financiar el presupuesto estatal. No obstante, los baldíos fueron fundamentales en el proceso de expansión económica, que desde la segunda mitad del siglo XIX se vivió en América Latina. En este sentido, las tierras baldías sirvieron para aumentar los productos agrícolas para el mercado interno y de exportación. Sin embargo, el ensanchamiento de la frontera interna agrícola, vino acompañada de la expansión del latifundio y la consolidación del poder oligárquico. En consecuencia, los procesos de expansión de la frontera ponen de manifiesto dos visiones contradictorias del desarrollo económico. Por un lado, está la visión desde arriba, la de los grandes latifundistas y de otro está la “vía campesina”. En el caso de Colombia, estas visiones llegaron a un punto de contradicción máximo en la década del veinte del siglo pasado, cuando los campesinos, irrumpieron en el escenario nacional a través de luchas agrarias, que se tradujeron en la modificación de los sistemas de trabajo y en la reivindicación de la función social de la tierra. En consecuencia, este libro nos muestra que si bien, los colonos sufrieron la explotación terrateniente, no fueron actores pasivos, al contrario, fueron fundamentales en la definición del mundo rural colombiano.
El ciclo de protesta campesina que se dio desde los años veinte y hasta la promulgación de la Ley de Tierras (1936) es el otro momento analizado por LeGrand, quien argumenta que las medidas por parte del Estado no fueron suficientes para atender las demandas campesinas, ya que se basaron más en la colonización de la frontera, que en la redistribución de la tierra. Si bien hubo algunas parcelaciones de grandes propiedades, especialmente en Cundinamarca, esta política no logró imperar frente a la colonización, lo que trajo consigo la expansión de las fronteras internas y el desplazamiento constante del campesinado en un proceso de larga duración.
Esta reedición de Colonización y protesta campesina en Colombia cuenta con un prólogo de Francisco Gutiérrez Sanín, quien plantea algunas temáticas fundamentales en el desarrollo de la historia agraria colombiana y surgidas del estudio de LeGrand. Estas temáticas son: la colonización y el conflicto y la manera en que se ha construido, asignado y transferido la propiedad rural; los efectos de los diseños institucionales en la regularización de los derechos de propiedad; el Estado y finalmente, la guerra, la paz y el acceso a la tierra.
El trabajo de LeGrand sigue siendo un referente fundamental en los estudios agrarios nacionales y a pesar de que su primera publicación en español fue en 1989, sigue siendo un trabajo difícil de superar, dadas las aristas que instaló para el avance del estudio del conflicto rural. Cabe anotar que, la historiografía colombiana que ahonda sobre estas temáticas empezó a indagar más por las relaciones entre la tierra y el conflicto armado y por la violencia más reciente asociada al narcotráfico. En consecuencia, los estudios referentes al campesinado y los ciclos de protesta durante la primera mitad del siglo XX fueron dejados de lado. Por esto, la relectura del libro de LeGrand permite repensar y plantear nuevas temáticas que nos ayuden a comprender el mundo rural colombiano.
Dentro de estas temáticas una de las que debería desarrollarse más es la referente a las redes de poder local, el gamonalismo y su papel en los procesos de despojo y acaparamiento de tierras. De ahí la importancia de vincular actores, que se pueden definir como intermedios (pequeños y medianos propietarios, gamonales, mayordomos, abogados y tinterillos) en los procesos de ocupación de la frontera agrícola y las dinámicas de denuncio y adjudicación de baldíos. A esto se suma, la necesidad de ampliar la discusión sobre la conflictividad rural más allá del problema de los baldíos y recordar que la “cuestión agraria” no se restringía a este asunto, sino que también involucraba la pobreza del campesinado, la ausencia de una legislación que regulara el trabajo rural, la falta de una educación rural, las limitaciones del monocultivo y la importancia de los créditos agrícolas. Finalmente, advertir que la conflictividad no se dio solamente por el acceso a la tierra, sino en general por los recursos, esto derivó en hechos violentos que se expresaron no solo entre los empresarios agrícolas y el campesinado, sino también de manera horizontal, entre los mismos actores. Ahondar en estas temáticas significa un desafío para quienes estudian la historia rural colombiana, ya que requerirá no sólo el abordaje a partir de distintas categorías de análisis, sino y, sobre todo, el estudio de diversos tipos de fuentes, especialmente a nivel regional y local.
Resenhista
Diana Henao Holguín – Universidad de Santiago de Chile. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-7821-8865
Referências desta Resenha
LEGRAND, Catherine. Colonización y protesta campesina en Colombia (1850-1950). Bogotá: Universidad de Los Andes; Universidad Nacional de Colombia; CINEP, 2016. Resenha de: HOLGUÍN, Diana Henao. Historia Agraria De América Latina, v.1, n.1, p. 149-151, abr. 2020. Acessar publicação original [DR]