Camino al ejercicio profesional. Trabajo y género en Argentina y Chile (siglos XIX y XX) | Graciela Queirolo e María Soledad Zárate Campos

La presente obra editada por las historiadoras Graciela Queirolo, argentina, y María Soledad Zárate, chilena, tal como se señala en su introducción, abarca gran parte de las ponencias presentadas en el seminario “Trabajo, profesionalización y género. América Latina (siglos XIX y XX)”, patrocinado por la Universidad Alberto Hurtado y realizado en el año 2016. Sin embargo, “Camino al ejercicio profesional” pareciera ser, a primera vista, un término que queda corto para resumir todos los elementos que confluyen en este libro. Esta obra no solo hace referencia a lo que se denomina actualmente como ‘profesiones’, sino que también analiza oficios, tales como secretarias, escritoras, intelectuales, comerciantes, por nombrar algunos ejemplos que son trabajados a lo largo del texto.

Y es que el concepto de “ejercicio profesional”, quizás, es resaltado en referencia a uno de los temas centrales del texto, que es la profesionalización o perfeccionamiento de diversos ámbitos de la fuerza laboral durante los procesos de modernización estatal chileno y argentino durante el siglo XX. He aquí lo que las autoras plantean como novedad: si bien la modernización del Estado, tanto el argentino como el chileno, ha sido profusamente estudiado y analizado por la historiografía, el género como categoría de análisis histórico1, no ha sido del todo utilizado ni se le ha otorgado la relevancia que tiene a la hora de historiar este proceso. A partir de esta premisa, las autoras plantean en la hipótesis de esta obra, que la profesionalización del trabajo que se produjo durante el siglo XX condicionó “la integración laboral”2 de las y los actores estudiados, en donde el género tuvo un rol fundamental en este condicionamiento.

El presente libro se encuentra dividido en tres secciones: “Ocupaciones sanitarias: enfermeras, parteras y asistentes sociales”, “Ocupaciones ferroviarias, domésticas, comerciales y burocráticas” y “Ocupaciones letradas”, en las cuales, a excepción de la última, hay un evidente diálogo entre los capítulos que las componen. En estas tres secciones se realiza un trabajo de fuentes similar: biografías, análisis de epistolarios, análisis de fuentes legislativas y jurídicas, publicaciones de prensa gremial, documentos oficiales de congresos, análisis cuantitativos respecto a censos, anuarios y estadísticas de la fuerza laboral en determinadas profesiones. Tal como lo plantean las editoras, ni las temáticas ni la utilización de fuentes a lo largo de este libro son una novedad en sí, como sí lo es la difusión del análisis del proceso laboral argentino para lectores chilenos y viceversa3. Finalmente, las autoras consideran que el proceso de modernización y de conformación de la fuerza laboral en Argentina y Chile son homologables –algo que puede ser bastante cuestionable si se considera elementos como la dispar influencia de la inmigración europea– desde una perspectiva cultural, por solo nombrar un elemento a considerar.

Sin embargo, a lo largo de esta obra, los casos de estudios presentados tienden a reafirmar que la división sexual del trabajo debe ser considerado un pilar fundamental al analizar el proceso de modernización estatal durante el siglo XX latinoamericano, y que, bajo esta perspectiva, los procesos de modernización estatal chileno y argentino pueden ser homologables. Este libro apela y se propone abrir nuevas perspectivas frente a este objeto de estudio y dejar de lado el carácter de ‘historia contributiva’4. La historia de género no es historia de las mujeres, y si bien, las mujeres y la feminidad sean los temas mayoritariamente estudiados a lo largo de los once capítulos que componen el libro, estos capítulos demuestran que no hay una sola forma de hacer Historia de género.

La primera parte, “Ocupaciones sanitarias…”, está compuesta por cuatro capítulos: “Parteras y enfermeras porteñas. Trabajo, profesión y prácticas (Buenos Aires, 1920- 1950)”, de Ana Laura Martin; “Con voz propia: enfermeras, trabajo y profesionalización, Chile, 1940”, de la editora del libro, María Soledad Zárate, “Energizar y transformar el territorio. Presencia y aportes de las asistentes sociales en la intervención comunitaria del Servicio Nacional de Salud. Chile, 1952-1973”, de Maricela González Moya, y “Política, profesionalización y género en dos médicas argentinas durante el siglo XX: Alicia Moreau de Justo y Telma Reca”, de las historiadoras Karina Inés Ramacciotti y Adriana María Valobra. A lo largo de esta sección, las dos ideas principales de esta obra, la división sexual del trabajo pero, principalmente, la influencia del género en el proceso de modernización estatal, se manifiestan tanto en el análisis de los discursos y políticas públicas implementadas en el ámbito de las ciencias de la salud, como en la fuerte influencia de la Fundación Rockefeller y en las identidades subjetivas de los géneros que los mismos gremios –por ejemplo, hablar de ‘los médicos’ y las ‘parteras’ en el caso del artículo de Martin– fueron adoptando y adaptando frente a legislaciones que los estados chileno y argentino instauraron en busca de aquella modernidad y profesionalización de las profesiones de la salud. Así mismo, se apuntan hacia las falencias que tuvieron estos procesos de modernización, al tener conflictos con la implementación de políticas de atención de salud, asistencia social o herramientas en zonas rurales, como lo menciona González Moya en su artículo para el caso chileno.

La segunda parte incluye también cuatro artículos: “Expectativas y desengaños: la carrera laboral en los ferrocarriles argentinos de comienzos del siglo XX”, de Silvana A. Palermo; “Escisiones en el servicio doméstico: la profesionalización de choferes particulares y encargados de casas de renta”, de Inés Pérez; “La presencia femenina en el negocio de ventas en Santiago (1880-1920)”, de Jacqueline Dussaillant y “Una buena secretaria: la profesionalización del trabajo femeninos de los empleos administrativos (Buenos Aires y Santiago de Chile, 1915-1955)”, de la editora Graciela Queirolo. En la que es la sección mejor lograda a mi parecer y, a diferencia de la primera sección, hay un mayor equilíbrio en el análisis de la división sexual del trabajo y las perspectivas de género frente a la modernización tanto estatal como en el ámbito de la tecnología. Y es que, tras estos cuatro capítulos, una de las principales ideas planteadas es que la modernidad ha sido concebida como algo masculino, y en el caso argentino, como lo plantea Inés Pérez, las leyes laborales han tenido una concepción masculina, no solo desde los legisladores –algo evidente en la década de 1940 donde las mujeres no podían ser parte del Congreso– sino que también desde los mismos gremios.

La tecnología presente constantemente en la carrera ferroviaria y en los choferes de uso doméstico en la Argentina dialogan constantemente con la contradicción de un empleo poco estudiado por la Historia de género: el secretariado, estudiado de forma excepcional por Queirolo. La especialización en el uso de máquinas de escribir y la taquigrafía, si bien se engloba en el perfeccionamiento y especialización en la burocracia, elemento propio de la modernización estatal durante el siglo XX5 , su carácter de confidente y supeditación a mandos masculinos, impidieron otorgar este carácter de modernidad al oficio de secretaria, tal como lo señala Queirolo, “la condición femenina estimuló la descalificación y abonó el carácter excepcional de la experiencia asalariada”6 . Esta misma cita puede ser aplicada al artículo de Dussaillant, que si bien plantea que para las mujeres, el ejercicio de la venta fue una oportunidad laboral “en el marco de la modernización del comercio urbano con la aparición de las grandes tiendas y el desarrollo de la industria”7 , esta labor no fue considerada de forma profesional por el Estado, sino que vista por privados, y donde la feminidad primó por sobre una especialización.

La tercera parte y final del libro, “Ocupaciones letradas”, la menos homogénea en términos de diálogo entre sus componentes de las tres secciones, se encuentra compuesta por los artículos de Paula Caldo, “Trabajo docente, trabajo intelectual. Herminia Brumana, Argentina, 1918-1935”; “Editora: un oficio de la intelectual profesional”, de la historiadora Claudia Montero y, por último, “Asalariadas letradas: el ejercicio intelectual y escritural en las narrativas de autoras del Caribe y Latinoamérica”, de la doctora en Literatura, Natalia Cisterna Jara. Con un análisis mucho más explícito respecto a la participación y representación política en el ámbito intelectual, estos tres capítulos plantean la representación en textos educativos, la prensa y la prosa de las mujeres y su feminidad, junto con abordar –en un grado menor al que podría esperarse– la influencia de las ideas políticas en estas ideas respecto a lo femenino. Y es que, y tal como otras obras desde la Historia de género, las ideas de género están estrechamente imbricadas a las ideologías políticas8, tanto desde la izquierda –como las conexiones que Caldo realiza en el caso de la profesora Herminia Brumana– como desde la derecha, en el caso de las editoras de fines de siglo XIX ligadas estrechamente al Partido Conservador chileno. Las ‘ocupaciones letradas’ tienen una conexión estrecha con la política, así como las ideas de género también la tienen con las letras y lo político.

De todas formas, aunque el foco no se encuentre en el elemento político, sino en la división sexual del trabajo y su importancia en el proceso de modernización estatal en Chile y Argentina, el libro otorga muchos más elementos que su objetivo principal mencionados al comienzo de este escrito. En un comienzo, estos once casos de estudio desechan la idea del siglo XX como un período de expansión del trabajo femenino. Más bien, las fuentes desarrolladas en los once capítulos apuntan a una presencia considerable de mujeres en diversos ámbitos laborales, su formalización y su especialización y/o perfeccionamiento, su vulnerabilidad no solo por la categoría de clase, sino que también la de género, siendo esta última capaz de incorporar a este relato de modernización, la profesionalización de algunas carreras consideradas femeninas, tales como la enfermería, la asistencia social o la docencia, como elementos clave en la implementación de políticas educacionales, sociales y sanitarias; en esta última área, de la mano con lo que la misma María Soledad Zárate ha propuesto en obras anteriores9.

Por último, Camino al ejercicio profesional…, interpela a la historiografía chilena y, en especial, a la historiografía de género nacional, a traspasar sus fronteras y realizar un trabajo conjunto de Historia comparada que tenga como punto central al género como categoría de análisis. En una disciplina cada vez más fragmentada en sus publicaciones, libros como esta obra que, si bien no es novedosa en su temática, es novedosa en su desarrollo, y debe considerarse como una invitación a seguir este camino de trabajo colaborativo.

Notas

1 Término acuñado por la historiadora Joan Scott, planteado en un su artículo de 1988. Ver Joan Wallach Scott, “Gender: A Useful Category of Historical Analysis”, The American Historical Review, Vol. 91, N° 5, s/c, diciembre 1986, pp. 1053-1075.

2 Graciela Queirolo y María Soledad Zárate Campos (eds.), Camino al ejercicio profesional. Trabajo y género en Argentina y Chile (siglos XIX y XX), Santiago, Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2020, p. 15.

3 Ibid., p. 18.

4 Concepto utilizado por la historiadora María Stella Toro, en una crítica realizada a la Historia de género producida en Chile por su carácter descriptivo por sobre el análisis, María Stella Toro Céspedes, “Historiografía sobre la participación política de las mujeres en Chile durante la primera mitad del siglo XX”, en Red Chile contra la Violencia hacia las Mujeres, Nunca más mujeres sin Historia. Conversaciones feministas, Santiago, Andros Impresores, 2018, p. 119.

5 Elvira López Taverne, “El proceso de formación de la burocracia estatal chilena, 1810- 1930”, en Iván Jaksić y Francisca Rengifo (eds.), Historia política de Chile, 1810-2010. Tomo II: Estado y sociedad, Santiago, Fondo de Cultura Económica/Universidad Adolfo Ibáñez, 2017, p. 79.

6 Queirolo y Zárate, 2020, op. cit., p. 309.

7 Ibid., p. 253.

8 Por solo nombrar un ejemplo, véase el estudio de Margaret Power y las ideas de masculinidades durante la Unidad Popular, Margaret Power, “La Unidad Popular y la masculinidad”, Revista de Estudios de Género. La Ventana, Vol. 1, N°7, Guadalajara, 1997, pp. 250-270.

9 Ver María Soledad Zárate (comp.), Dar a luz en Chile, siglo XIX. De la “ciencia de hembra” a la ciencia obstétrica, Santiago, Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2011.


Resenhista

Camila Sanhueza Acuña – Independiente. Magíster en Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago, Chile. ORCID ID: https://orcid.org/0000-0003-4387-2354. Correo electrónico: cisanhueza@uc.cl


Referências desta Resenha

QUEIROLO, Graciela; CAMPOS, María Soledad Zárate (Eds.). Camino al ejercicio profesional. Trabajo y género en Argentina y Chile (siglos XIX y XX). Santiago: Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2020. Resenha de: ACUÑA, Camila Sanhueza. Cuadernos de Historia. Santiago, n.55, p. 373- 376, diciembre, 2021. Acessar publicação original [DR]

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