PARAVICINO, José Ochatoma. Alfareros del Imperio Huari. Vida Cotidiana y Áreas de Actividad en Conchopata. Lima: Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, 2007. pp. 328p. Resenha de: LOZA, Carmen Beatriz. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.40, n.2, p.235-237, dic. 2008.
La reciente aparición del último libro del arqueólogo y antropólogo peruano José Ochatoma Paravicino ofrece numerosas pistas de investigación futuras al haber presentado un enfoque novedoso sobre la vida cotidiana y las áreas de actividad de Conchopata (Andes Centrales). Se trata de un conocido centro secundario Huari, en Perú, cuya principal actividad estuvo concentrada en la producción especializada de cerámica fina con iconografía y acabado magistral, la cual fue posible de producir dentro de un patrón jerárquico. El esfuerzo investigativo del autor consistió en proponer la comprensión de la utilización del espacio, la organización de la producción y los sistemas de creencias y rituales entre los Huari durante el siglo IV. Todo esto planteando la discusión de categorías arqueológicas y antropológicas que se redefinen y aclaran a la luz de los datos empíricos de Conchopata, sitio arqueológico situado al noroeste de la Plaza Mayor de la ciudad de Ayacucho, pero cuyas evidencias se dispersan hasta las inmediaciones del aeropuerto.
Este libro fue escrito a partir de la redacción de su tesis para obtener el grado de Doctor en la Universidad Nacional Autónoma de México, bajo la dirección de la arqueó loga mexicana Linda Manzanilla Naim. La estructura del libro refleja una arquitectura de un trabajo académico desarrollado en siete capítulos (incluidas las consideraciones finales). La elección del terreno de investigación no fue hecha al azar, más bien se funda en apreciaciones anteriores que caracterizaban el sitio de Conchopata como un gran centro de producción cerámica, excavado por el propio autor en distintas oportunidades.
Apoyado en esos antecedentes, se propuso excavar y analizar la evidencia arqueológica considerando diversas escalas de análisis. Así, “la unidad mínima es el área de actividad, luego la unidad doméstica y, en una escala jerárquica mayor estaría la vida cotidiana”. Su objetivo principal consiste en comprender el ámbito de la organización social ligada a la subsistencia y la reproducción familiar. En esa línea se centró en el análisis de la producción de cerámica ahondando en todas sus etapas, observando paralelamente la ideología de la fabricación y distribución tanto en las áreas ceremoniales y las tumbas, como en los depósitos de ofrendas.
El primer capítulo es esencial porque sirvió de piedra angular para plantear la discusión sobre los linea-mientos teóricos que servirán de lazos con los capítulos siguientes, donde se utilizó la información arqueológica a la luz de muchas de las nociones claves y elecciones metodológicas utilizadas a lo largo del texto. De este modo, presenta el corpus teórico donde se discuten conceptos centrales. Por un lado, aquéllos que están muy relacionados con el análisis del espacio: áreas de actividad, unidades domésticas y espacio social. Por el otro, conceptos más técnicos como especialización artesanal y taller. El conjunto de esas nociones es revisado tomando en cuenta tanto la bibliografía internacional como aquella producida localmente a partir de evidencia arqueológica de Conchopata.
Mientras que en el segundo capítulo se muestra el entorno ambiental complementado con la descripción geomorfológica que sirve de sostén para el análisis de los recursos no metálicos como la arcilla y sus bancos que servían para la producción de la cerámica en gran escala. Téngase presente que la especialización se debe a que los pobladores de Conchopata tenían dificultades para dedicarse a la agricultura, pero supieron sacar partido de la abundancia de mantos arcillosos convirtiéndose en eximios especialistas alfareros. Dentro de este mismo capítulo se repasan, en una perspectiva de larga duración, las visiones sobre el sitio desde 1492 hasta las investigaciones anteriores al 2007. Justamente, gracias a ese balance bibliográfico se revela que esos análisis se habrían centrado en la taxonomía descriptiva de cerámica, aislando el contexto social de producción.
El tratamiento de la esfera de reproducción familiar se desarrolla, ampliamente, en el tercer capítulo apoyado en la cerámica “doméstica” o “utilitaria” como una fuente sin parangón para entender la reproducción social, a pesar de lo subestimada que estuvo por los estudiosos de Conchopata. Por esa razón, fue necesaria una propuesta de clasificación morfológica de los diversos tipos de vasijas a fin de distinguir: la preparación de alimentos, el servicio y consumo de alimentos, el transporte y entrenamiento. También, la evidencia arqueológica permitió distinguir fuera del área de la cocina otras más: la del descanso, almacenamiento, patios y basurales.
El cuarto capítulo está dedicado a la esfera de la producción cerámica. Dos dimensiones bien definidas lo caracterizan: Por un lado, una presentación del espacio arquitectónico mostrando las áreas definidas de producción alfarera y grandes concentraciones de herramientas y desgrasantes. Por el otro, la tecnología para la producción, aspecto que es tratado de manera más extensa. Por ejemplo, se precisa el empleo de azadas y azadones multifuncionales, las porras discoidales perforadas y los batanes. Apoyado en esa información, nos introduce al manejo de la preparación arcillosa y su amasado. El autor muestra claros ejemplos del empleo de moldes que servían para dar cuerpo a las cerámicas cocidas en hornos cerrados ubicados al interior de las unidades habitacionales. Importante evidencia de la utilización de un alto nivel tecnológico.
El quinto capítulo reconstruye la arquitectura de las unidades domésticas dentro de un contexto urbanístico cuyo estilo correspondería a “horizonte arquitectónico ortogonal celular”. Mostrándonos que Conchopata fue “sede de una ciudad muy importante que al parecer, en sus primeras fases, competía con la metrópoli Huari”. Justamente en ese momento de pugna se produjo la especialización cerámica. Para entender mejor los patrones arquitecturales se presentan las características de muros, pisos, accesos, hornacinas, áreas abiertas, banquetas y canales de drenaje.
El sexto capítulo está relacionado a la esfera ideológica de la cotidianidad. Se identifican los diversos contextos: las áreas ceremoniales, las ofrendas y los sistemas de entierros. Para estos últimos se propone una tipología a partir de los componentes básicos. Uno de los indicadores más valiosos es el análisis de la cerámica en particular de las vasijas rituales y votivas. Estos temas son complementados por la información arquitectónica sobre los entierros dentro de las unidades domésticas, lo cual es un elemento importante de la cosmovisión de los habitantes de Conchopata. Este dato es esencial porque nos permite ampliar las informaciones sobre los espacios ceremoniales cerrados y abiertos.
Finalmente, el séptimo capítulo de manera sintética presenta los logros de la excavación dando coherencia a la diversidad de temas desarrollados en los seis capítulos precedentes. Reafirma su idea de que las condiciones ambientales fueron esenciales para la ocupación de Conchopata. Plantea que se produjo en “una etapa previa al Estado Huari donde el crecimiento de la población habría generado el desplazamiento de algunos agricultores hacia las zonas de baja productividad agrícola, quienes en su afán de obtener los recursos necesarios para su subsistencia, se habrían especializado en la producción de cerámica”. Posteriormente se dedicaron tiempo completo a esa actividad bajo el mando de las élites dominantes Huari.
El autor nos propone la noción de vivienda-taller alfarero como un espacio aislado si no más bien conectado con otros espacios habitacionales y ceremoniales. Esto significa que existía una multifuncionalidad de los sitios donde se desarrollaban diversas actividades domésticas o rituales. Existían algunos talleres donde se producía cerámica a tiempo completo y otros a tiempo parcial, pero sea cual fuere la modalidad parecería que sirvió para pagar tributo entre otros productos manufacturados.
Algunas habitaciones guardaban secretamente a los muertos (con quienes convivían), pero también se construían mausoleos para éstos. El culto a los antepasados fue central, al igual que el denominado “Dios de los Báculos y otras deidades”. El estudio de la ideología religiosa se constituyó en una clave para entender el posterior abandono de Conchopata.
En suma, el libro de Ochatoma Paravicino, a diferencia de muchos trabajos donde la teoría no se armoniza con los datos empíricos, es un caso donde existe una buena sincronización. Además, el libro tiene el mérito de presentar una revisión bibliográfica exhaustiva de un arco temporal bastante amplio: desde 1927 hasta 2007, sobre los trabajos realizados en Conchopata y en torno al sitio. El examen pasa obligatoriamente por los estudios locales peruanos y los resultados obtenidos por los investigadores extranjeros interesados por Conchopata. Señalo esto como algo provechoso, pues en algunos estudios internacionales se prescinde de los trabajos arqueológicos andinos locales, sin que ello problematice a los autores sobre lo fragmentario de sus estados de arte. En todo caso, la presentación cronológica de la bibliografía debió ser mejor articulada en la narrativa del autor porque se presenta como una sucesión de fechas, cuando sabemos que reflejan cambios teóricos o metodológicos que se fueron produciendo en la ciencia arqueológica.
El centro de la reflexión estuvo claramente explicitado al recrear la cotidianeidad que, como lo reconoce el autor, ha sido una temática sumamente compleja para su estudio. Al igual, que la demostración de la especialización jerarquizada de la producción alfarera que habría permitido la definición y la legitimación de las élites locales Huari.
Queda claro a través del libro que las élites Huari organizaban el trabajo de los alfareros, logrando que algunos se especialicen en la producción de bienes utilitarios de amplia distribución. Mientras que otros vendrían a ser “especialistas agregados” encargados de prestar servicios a un patrón. El autor ahonda en el aspecto de la especialización gracias a las excavaciones de los sitios habitacionales y deja claro que existía un pequeño grupo de especialistas en cerámica fina con rica iconografía. Al respecto, es importante señalar que en el último capítulo la problemática de la cerámica es abordada de manera dispersa y redundante, lo cual habría podido evitarse con una puntualización temática en uno solo de los apartados.
Algo semejante sucede a nivel narrativo con la problemática de los rituales domésticos cuya evidencia material -en restos de camélidos, cuyes o conchas enterrados en pequeñas fosas cavadas en las paredes- merecería alguna comparación y una mayor profundización. En todo caso, este y otros aspectos forman parte de los avances, y nuevas propuestas para la comprensión de la sociedad Huari, dignos de dilucidarlos, debatirlos y problematizarlos en el futuro a la luz de esta importante publicación sobre Conchopata.
Carmen Beatriz Loza – Directora de Investigación INBOMETRAKA, La Paz, Bolivia.
E-mail: lozaquipu@yahoo.es
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