Aculturaciones. El vacío de la cultura o el delirio de la identidad | Miguel Alvarado Borgoño
Según plantea Miguel Alvarado en Aculturaciones. El vacío de la cultura o el delirio de la identidad, el concepto de cultura esconde una indeterminación que lejos de ser una invitación a la multiplicación de los significantes, resulta en un espacio vacío y, por lo tanto, estéril.
Según esta premisa, Alvarado desarrolla una serie de ensayos que recapitula en Aculturaciones, un texto que se presenta en el prólogo como otra pieza de un libro interminable. Son los temas de la cultura, la memoria, los discursos de la identidad chilena y latinoamericana, las ciencias humanas y sus mutaciones discursivas, y ante todo, la antropología literaria, los que se manifiestan en este texto que, junto a los que le anteceden, como Antropología Literaria. Aportes para la generación de un lenguaje intercultural (Santiago, Chile: Cuarto Propio, 2011) y El espejo rápido. Interculturalidad y prevariaciones discursivas (Valparaíso, Chile: Editorial Puntángeles, Universidad de Playa Ancha, 2006), forman parte del “libro interminable” que constituye el discurso intelectual de Alvarado. Un discurso que se ha construido a partir de su carácter cuestionados rupturista, un tanto solitario (como él mismo manifiesta) y ante todo innovador en su afán de comprender la cultura y su proyección en los discursos interdisciplinarios que se han desarrollado en Chile y Latinoamérica entre las ciencias sociales, antropología principalmente, y la literatura.
En el prólogo, titulado “De la construcción del mandala. La incomunicación no es únicamente un epígrafe”, presenta los estandartes que guían la construcción de su texto. Primero, su lectura del vacío y la ambigüedad del concepto de cultura, con su proyección en los de interculturalidad e identidad, que desarrolla junto a la hipótesis de la modernidad latinoamericana, es romántica, “un romanticismo que es un barroco degradado, vuelto representación, tipo ideal y arquetipo estético” (pág.15). Segundo, su propuesta de trabajo y perspectiva de investigación: una tarea inversa, que no es progreso, avance ni fundación, sino un arte de carácter rupturista que hace narración de la diversidad sociocultural, como parte de lo que llama “una búsqueda perpetua, cardinal”, que es la de la memoria.
Aculturaciones se compone de dos secciones y nueve capítulos. Las secciones han sido presentadas a través de la metáfora del mandala y tituladas: “De la construcción del mandala. El mandala se confecciona con arenas de colores depositadas en una superficie plana al golpeteo del dedo del monje; es decir, al golpeteo de las caricias de su hacedor.” y “De la continuación de la construcción del mandala. El mandala es borrado a golpes de escoba; no sobrevive siquiera en la memoria, solamente en los remotos golpes visuales de la feligresía postrada”. A partir de la lectura del texto, podemos interpretar la labor de Alvarado como un observador crítico del desarrollo del discurso de la cultura, que busca construir su discurso a partir de las huellas que van quedando plasmadas luego de la construcción y destrucción de múltiples textualidades y lecturas que se construyen y destruyen a la manera de los mandalas.
En el primer capítulo, titulado “El bogar de los encuentros y el imperio, aún, de la distancia”, Alvarado centra su análisis en la cultura e identidad latinoamericana desde los orígenes de la racionalidad moderna y sus manifestaciones, situándose en el siglo pasado, donde surge la problemática interdisciplinaria de la antropología literaria. Desarrolla su análisis en los libros Facundo, de Domingo Faustino Sarmiento, y Raza chilena, de Nicolás Palacios. Dos autores que con sus obras cataloga de paradigmáticos: el primero, en cuanto texto de carácter novelesco y ensayístico, y Raza chilena, en cuanto la considera una narración fundacional para una antropología filosófica sistémica y como ensayo literario que funda un mito con respecto a la identidad chilena. Actualiza la lectura del texto de Palacios a partir de un análisis de carácter antropológico, centrado en el texto y autor textual, distanciándose de las lecturas políticas e ideológicas que ya se han hecho de la obra.
“De reforma y exterminio. Apuntes sobre identidad mapuche, aculturación y educación en Chile” es el segundo capítulo, del cual comparte autoría junto a María Elizabeth Alvarado. La suposición esencial planteada corresponde a que en Chile el proyecto educacional da origen a un modo de asumir la identidad en la cual se idealiza la diversidad mapuche, como parte del proceso de racionalización modernizante, utilizando esta estrategia como mecanismo para legitimizar. Demuestra cómo el sistema educativo, a pesar de tener un rol enculturador y colonizante, ha posibilitado el surgimiento de intelectuales indígenas: una élite mapuche que se define desde una ideología indianista fuertemente crítica de la cultura occidental, que han revitalizado su cultura y desarrollado un proceso de reetnificación. Sostienen que esta élite indígena ha irrumpido la manera romántica de asumir la diversidad cultural y ha remecido la racionalidad occidental, obligándola a abrirse y aceptar visiones provenientes desde otras lógicas; por tanto, la educación chilena se transforma en un proceso de integración de racionalidades.
El tercer capítulo se centra en la lectura de Los ríos profundos y se titula “El sueño de la comunicación en José María Arguedas. Lecturas de Los ríos profundos”. En esta obra, Alvarado lee una “poética de la incomunicación” pertinente en la actualidad como denuncia de la imposibilidad de lograr una verdadera interculturalidad. Plantea que la transtextualidad (entre la cultura quechua y peruana, principalmente el idioma) evidencia el intento y la imposibilidad de la comunicación intercultural. Dentro del análisis que realiza el autor, resulta particularmente interesante la forma en que identifica la adolescencia del personaje como metáfora de la búsqueda de la identidad, en donde la naturaleza lo salva del vacío provocado por la falta de síntesis cultural y cómo proyecta esta metáfora a la búsqueda de identidad de una sociedad, cuya imposibilidad de comunicarse interculturalmente impide el encuentro con la identidad.
El concepto utópico de interculturalidad la desarrolla ya en profundidad en el cuarto capítulo, “Interculturalidad (im)posible”, que es presentado como la demostración argumentativa del tema del “vacío del concepto de cultura”. En su desarrollo argumentativo, Alvarado demuestra cómo el concepto de cultura es ambiguo y, por tanto, también sus categorías, proyectando un campo semántico, una retórica y política de la misma condición. Ante esta situación es, según la postura de Alvarado, más honesto reconocer la multiculturalidad de los sistemas sociales y hablar de “interculturalidad posible” y el “deseo de la comunicación intercultural”.
En el quinto capítulo, “Elogio al sincretismo”, desarrolla una defensa y desglose del concepto de sincretismo como categoría analítica y marca textual, afirmando que posee mayor capacidad de representación que los conceptos de hibridación y mestizaje. Alvarado sostiene que el papel que se le ha dado al sincretismo en la cultura occidental obliga a hablar de una “mutación discursiva”, producto de una nueva manera por medio de la cual la matriz helénicojudeo-cristina entrega respuestas por el sentido. Dentro del desarrollo de sus postulados, cabe resaltar el análisis que realiza del trabajo interdisciplinario, entre teología y antropología, sobre sincretismo religioso de Manuel Manzal. Al respecto, Alvarado concluye que la religiosidad latinoamericana posee un papel fundamental como constructora de identidad y como posibilidad de encuentro en el plano ético: sostiene que la segregación solo puede ser combatida a partir de asumir nuestro substrato religioso común.
“El fundamento material del buen salvaje. De filogénesis, escatología y sacrificio”, el sexto capítulo, se centra en la pregunta por la supervivencia del hombre. Al respecto, sostiene Alvarado que una de las maneras en que el concepto de cultura opera como significante vacío es al negarle la carga semántica que contiene en el plano material, donde se le veda el reconocimiento de la dialéctica de la cultura con la naturaleza. Esta negación ha conducido al problema de la supervivencia del hombre, en cuanto no es capaz de mantener un equilibrio con su entorno natural. Ante este problema, sostiene la necesidad de plantear la pregunta por los procesos de humanización y homonización, a partir del camino de la heurística propio del paradigma de la ecología cultural.
Luego retorna al tema de la educación, pero centrándose en un llamado a reformular la investigación educativa, reconociendo el lugar de la investigación como praxis que va más allá del aula y la pedagogía formal. Esta reflexión la sostiene en el capítulo séptimo, titulado “Notas sobre la metodología cualitativa y su uso en la investigación educacional”, como una forma de reconocer los vínculos entre cultura, educación y discurso, a partir del estudio de dos fenómenos educativos: los valores de un joven criminal llamado El Tila y el proceso de creación de racionalidad por parte de la sociología chilena. Ambos fenómenos los analiza con énfasis en las temáticas sociales y la pregunta por el “yo”, invitando a asumir el Yo como esencia de la investigación cualitativa y cuya construcción corresponde a un fenómeno educativo intertextual (el “yo siempre es otro” y producto de los procesos educativos formales e informales del individuo).
El octavo capítulo, “Lo fantástico como recurso a lo real”, se centra en el uso de lo fantástico como estrategia metodológica de la literatura antropológica. Esta corresponde, según Alvarado, a las manifestaciones discursivas de carácter experimental que han surgido en la antropología chilena, en cuya metalengua se vinculan ciencia antropológica y creación literaria. En ella sitúa la literatura etnocultural, la antropología poética y la antropología literaria, y lo fantástico es visto como radicalización de la realidad (siguiendo los planteamientos de Julio Cortázar); por tanto, “lo real no es otra cosa que la fantasía como deseo de coherencia frente al andamiaje simbólico del investigador, y lo imaginario es un modo exclusivo de dar cuenta de la especificidad de lo empírico” (pág. 271).
El noveno y último capítulo se titula “El Quijote y la etnografía de un delirio: una antropología literaria de los molinos de viento desde Alfred Schütz”. A partir de la interpretación de la obra de Cervantes que realiza Schütz, Alvarado construye su propia etnografía del delirio, como parte de una antropología literaria del delirio, donde plasma los elementos claves de esta textualidad: el placer frente al texto y su consecuente encantamiento en el juego de la palabra.
La obra de Alvarado llama la atención por presentar lecturas críticas y originales sobre la cultura y los procesos textuales y sociales que giran en torno a este concepto. Su mayor virtud se despliega en su mirada particular de ver los procesos, enfocada en desenmarañar los entramados textuales interdisciplinarios que han abordado la cultura y, al mismo tiempo, realizar un escrito que se vale de las mismas estrategias interdisciplinarias como forma de abordar la complejidad de los temas. En definitiva, Aculturaciones puede ser leído como el discurso crítico de quien busca entender y llenar el vacío que ha provocado la ambigüedad en el concepto de cultura y de la utopía de interculturalidad.
Resenhista
Pilar Valenzuela Rettig – Universidad de La Frontera. Temuco, Chile. E-mail: valenzuela.pilar@gmail.com
Referências desta Resenha
BORGOÑO, Miguel Alvarado. Aculturaciones. El vacío de la cultura o el delirio de la identidad. Santiago, Chile: Cuarto Próprio, 2013. Resenha de: RETTIG, Pilar Valenzuela. Contextos – Estudos de Humanidades y Ciencias Sociales. Santiago, n.35, p. 123-126, 2016.