Repúblicas del Nuevo Mundo. El experimento político latinoamericano del siglo XIX | Hilda Sabato

El libro Repúblicas del Nuevo Mundo… se integra de manera particular a la profusa producción de Hilda Sabato sobre la sociedad y la política del siglo XIX hispanoamericano. Releer, como hace la autora, la abundante historiografía reciente sobre estos temas supone, entre otras cosas, reconsiderar su propia obra. El resultado es una muy atractiva propuesta de reinterpretación, a escala ampliada, de la historia política de los años 1820 a 1880. Traza algunos balances y también sugiere líneas de indagación e hipótesis de trabajo que podrán contribuir con la tarea de llenar algunos de los vacíos existentes. Sabato tradujo el texto publicado en Estados Unidos en 2018, sin ninguna modificación ni agregado bibliográfico. Leia Mais

El Liceo. Relato/memoria/política | Sol Serrano Pérez

Los movimientos sociales en Chile de las últimas dos décadas, liderados por agrupaciones estudiantiles de educación secundaria, han reflejado lo más palpable de las crisis políticas y económicas vividas en el país. Así, múltiples trabajos sociológicos han tratado de dar respuesta a los problemas contemporáneos. Los trabajos más importantes han sido realizados precisamente por Sol Serrano, junto con Macarena Ponce de León y Francisca Rengifo, que con su Historia de la Educación en Chile de tres volúmenes, buscaron dar respuesta a las incógnitas o “lagunas” de un ámbito poco estudiado en la historia nacional. De esta manera, el ensayo El Liceo. Relato, memoria, política se desprende de la magna empresa de Serrano, Ponce de León y Rengifo, en donde invitan a reflexionar sobre aspectos presentes en el establecimiento educacional de la primera mitad del siglo XX. Antes que todo, cabe señalar un aspecto esencial de la configuración social del Liceo, para la primera mitad del siglo pasado, casi la totalidad de los matriculados fueron hombres provenientes de la incipiente clase media y, en consecuencia, gran parte de aquellos luego de su egreso tendrían una gran importancia en el escenario político chileno. Leia Mais

Repúblicas del Nuevo Mundo: el experimento político latinoamericano del siglo XIX | Hilda Sábato

El siglo XIX puede ser considerado como el umbral histórico en el que comenzaron a tomar forma los procesos políticos, institucionales y sociales que dieron cuerpo a la modernidad Occidental. Las rupturas que se vivieron en dicho proceso histórico no solo afectaron al viejo continente, pues las revoluciones migraron y tuvieron repercusiones en todo el mundo. Más aún, sería imposible decir que los origenes de este siglo convulso son exclusivamente europeos. Las revueltas, las revoluciones y los descontentos sociales e intelectuales emanaron de diferentes latitudes continentales. La independencia de los Estados Unidos, la Revolución Haitiana y Revolución Francesa dan fe de la compleja geografía a partir de la cual se comenzó a fisurar el Antiguo Régimen. De la misma manera, es importante subrayar que los estímulos ocasionados por estas crisis no se asentaron de la misma manera en todos los territorios. Las situaciones particulares y de contexto de cada espacio determinaron la forma de las transformaciones, de los actores y de los conflictos. A pesar de que sí pueden ubicarse patrones generales y globales de cambio, no es pertinente pretender que estos se vivieron de la misma manera en todos lados. Leia Mais

Cuando Moctezuma conoció a Cortés: la verdad del encuentro que cambió la historia | Matthew Restall

Mattew Restall Cortés

Mattew Restall | Imagem: Alchetron

Existem muitas formas de alguém interessado pela Conquista do México procurar informações sobre o tema. Uma das mais comuns é realizar uma busca através do Google. Ao fazermos isso, o primeiro resultado – em geral, o mais acessado – abre seu texto com a afirmação de que “a conquista dos astecas foi um feito atribuído ao espanhol Hernán Cortés” (Silva, 2020). Outro caminho muito utilizado é procurar por livros em sites de vendas. Na versão brasileira da Amazon, por exemplo, os primeiros resultados sugerem uma biografia de Cortés (Morais, 2011) e uma obra publicada há mais de 170 anos pelo historiador norte-americano William H. Prescott (1843).

As opções sugeridas em ambas as buscas revelam algumas das principais questões que levaram Matthew Restall a publicar seu Cuando Moctezuma conoció a Cortés: la verdad del encuentro que cambió la historia (2019)2. Nele, o professor da Penn State University questiona frontalmente a centralidade atribuída a Cortés durante séculos, o perene sucesso de determinadas abordagens e interpretações sobre os eventos, tendo Prescott como um nome central, e a própria noção de Conquista. Leia Mais

La destrucción de una república Bogotá / Francisco Gutiérrez Sanín

SANIN Francisco 1 Cortés

Francisco Gutiérrez Sanín / Foto: Marcela Becerra/Julián Mojica /

SANIN F La destrucion de una Republica 1 CortésLa República Liberal, concebida como un periodo de fuertes rupturas de los procesos políticos colombianos, ha sido un laboratorio de estudio, a diferentes intensidades, de la historiografía. Francisco Gutiérrez Sanín, un politólogo con lupa de historiador, realiza un valioso análisis interdisciplinar de este periodo de la historia caracterizado por el surgimiento de un régimen que pretendía modernizar el aparato estatal, amplió las formas de hacer política e intentó democratizar una tipología de representación censitaria heredada del siglo xix. Sin embargo, para hacerlo, Gutiérrez no acude a los textos de manual, y tampoco apela de manera determinante a otros estudios que han marcado paradigma en el tema como los de Tirado Mejía (1991), Melo (1991) o Pécaut (2001). Propone, en su lugar, una historia de los partidos políticos entendiendo sus mecanismos tecnológicos de acción, que estaban determinados por el choque de intereses, por la ruptura y surgimiento de poderes y por la aparición de tensiones que parecían medianamente resueltas durante las primeras décadas del siglo XX.

Para el profesor Gutiérrez, la Hegemonía del Partido Conservador iniciada en 1886, adquirió una mayor relevancia en 1910, y aunque gobernó con matices hasta 1930. en esta última etapa acudió a un tímido cogobierno. Por tanto, una latente pacificación del escenario político posibilitó unas cuotas mínimas, o según los liberales, un techo de votación a la oposición, para así mantener los poderes públicos bajo el partido azul, a cambio de aceptar la legitimidad del Gobierno y con ello, de las elecciones, el papel preponderante de la Iglesia, y la politización de las Fuerzas Armadas. Gutiérrez Sanín plantea una novedosa y fluida historia de los partidos políticos, no tanto desde el modelo cuantitativito norteamericano, tan de moda en las últimas décadas, sino que desde su perspectiva reinterpreta la propuesta de Maurice Duverger en la cual se analiza la ruptura del marco normativoestructural y la praxis cotidiana, así como la teoría de Schumpeter, donde claramente desentraña la democracia en cuanto una lucha por el poder entre líderes políticos, y no necesariamente una búsqueda del “bien común”. En conjunción, se crean estructuras de acción colectiva que una vez ligadas a lo consuetudinario, crean un modelo que permite, pero también aprisiona, el desarrollo del sistema democrático. El académico también presenta, de manera acertada, un debate historiográfico sobre las características comunes que llevarían a pensar en una convergencia tácita entre los dos partidos históricos en Colombia, esto es: su carácter multiclasista, oligárquico, y clientelar. Allí, Gutiérrez hábilmente argumenta la necesidad de tener en cuenta los mecanismos de tecnología política y espectro ideológico que los diferenciaba. Vistos desde sus bases, el Partido Conservador poseía un caudal electoral cuasi estático, angosto, que podría ser compartido, en su vertiente moderada, por el Partido Liberal. A su vez, este último, tenía un campo ideológico ancho, que englobaba desde la izquierda moderada, pasando por la socialdemocracia, hasta algunas posturas de derecha. Es decir, en la práctica, la mecánica electoral del liberalismo planteaba luchas faccionales amplias por su diversidad ideológica, que eran más fácilmente matizadas en el conservadurismo, aunque es de anotar que la vertiente laureanista de este último provocó verdaderas pugnas internas, por sus propuestas que invitaban a una postura antidemocrática.

En el desarrollo del libro, Gutiérrez analiza las fisuras de ambos modelos, pero hace hincapié en las consecuencias de las pugnas intra-partidistas del liberalismo como una de las claves para entender la destrucción de la república, además de la radicalización conservadora y la incapacidad de promover un candidato de consenso que continuara con el dominio del partido rojo.

Para entender la línea argumentativa, el autor analiza en un primer capítulo la Hegemonía conservadora, que, como señalamos anteriormente, presentó uma moderación en 1910, cuando la vertiente republicana domesticó la política, imprimiéndole mecanismos que brindaran una pacificación del país, necesaria después de la Guerra de los Mil Días. Esta pasaba por la modificación del régimen electoral y la incorporación del Partido Liberal al juego político, con garantías constitucionales, que fueron aceptadas por estos últimos. Sin embargo, la crisis económica de 1929, los eventos represivos como la masacre de las bananeras y las incapacidades para conseguir un candidato que no produjera escozores en alguno de los sectores del conservadurismo, abonó el terreno de la República Liberal, que llegó con la victoria de Enrique Olaya Herrera. Este contó además con la presencia de algunos conservadores, quienes veían en su nombre a una figura no necesariamente rival frente al Partido Conservador. El Partido Liberal, en cabeza de Alfonso López Pumarejo, comenzó a plantearse la candidatura de este último con la que en las elecciones de 1934 salió victorioso. López Pumarejo, un hombre reformista, despertó diversos enemigos al interior de su partido como también en las toldas conservadoras que veían en su política modernizadora y de ampliación de derechos sociales una amenaza frente a la autoridad que la Iglesia, el Partido y las Fuerzas Militares ejercían en sus bases electorales. Llegadas las elecciones de 1938, el liberalismo presentó el nombre de Eduardo Santos, candidato moderado, no continuista de la “Revolución en Marcha” de López y quien buscó una pacificación de los ánimos mediante tímidos acuerdos con los conservadores. A pesar del resquemor que despertaba López, tanto en las toldas opositoras como en las propias facciones liberales, y gracias a su cercanía con los movimientos de base obrera y sindical, retornó al poder, aunque sin mucho margen de maniobra, cosa que provocó su prematura salida del gobierno. Gutiérrez señala principalmente los siguientes ejes explicativos: primero, la recurrente abstención del Partido Conservador, que se complementaba con un alegato de falta de garantías electorales; segundo, la ampliación de derechos políticos, tales como el sufragio universal masculino, la expansión de libertades individuales a las mujeres, la incorporación de nuevos partidos sin mucha fuerza electoral y la legalización de los sindicatos; tercero, el fraude como un mecanismo vivo y practicado, por ejemplo en las elecciones de 1934; y cuarto, la incapacidad de un mandatario en ejercicio de darle continuidad a sus formulaciones en el periodo inmediatamente posterior.

Las elecciones y su efecto en los movimientos partidistas también son objeto de estudio del profesor Gutiérrez. Por ello, analiza la legitimidad del liberalismo, flanqueada gracias al desconocimiento de las elecciones, la negación del gobierno liberal, la incapacidad de utilizar los mecanismos de inclusión política planteados en 1910, y la nula aceptación del sistema electoral por parte del Partido Con servador. Seguidamente, utilizando el marco conceptual Duverger-Schumpeter, demuestra el idilio de llevar el campo de las normas a la realidad. La República Liberal, según analiza Gutiérrez, insertó algunas disposiciones para evitar el fraude como la cedulación, que resultaron siendo engorrosas e improductivas para un Estado como el colombiano. El fraude, no solo como la capacidad de manipular los números finales, sino como los mecanismos que impedían la llegada de los votantes a las urnas, así como la trashumancia electoral, empañaron los comicios tanto nacionales como regionales. Asimismo, la ampliación de las bases electorales ocasionó una transformación de la forma de hacer política. Gutiérrez muestra a través de algunas fuentes periodísticas y epistolares las correrías de los candidatos por las regiones del país, buscando llegar a las nuevas bases del partido, el uso de nuevos mecanismos tecnológicos, y la crítica que, desde sectores conservadores, acostumbrados a una política de notables, se emprendió contra los liberales.

Allí, Gutiérrez señala la necesidad de investigar con mayor detenimiento sobre el fraude en este periodo, hecho reconocido incluso por López Pumarejo.

Uno de los desarrollos analíticos más ricamente demostrados es el que plantea sobre los partidos y el clientelismo; explorando sistemáticamente este fenómeno como herramienta de engranaje de la burocracia estatal, lo somete a una profunda comprobación a partir de la correspondencia que fluía entre algunos actores de diferentes estratos en el país. Así, Gutiérrez plantea la capacidad limitada que la República Liberal tenía frente al control del pago de favores políticos, que, a pesar de no ser extraños en Colombia, ya que fueron heredados parcialmente de la Hegemonía conservadora, recobraron un poder especial en el contexto de la ampliación del universo de sufragantes. Gutiérrez argumenta que desde 1910 el Pacto de Pacificación garantizaba una cuota burocrática del partido opositor en el Gobierno.

Con la llegada de Olaya Herrera, parecía mantenerse así, dentro del eslogan de “concentración nacional”, que fue puesto en duda rápidamente después de la alianza con el conservador antioqueño Román Gómez, lo que desequilibró las cargas de los conservadores en el Congreso, fortaleciendo, aunque mínimamente, a los liberales. A partir de allí, los azules vieron la necesidad de modernizar un partido no acostumbrado en su historia próxima a ser oposición. Por el contrario, los liberales percibieron la incapacidad de dotar al Estado de una burocracia que cumpliera con dos parámetros mínimos: la defensa política del liberalismo y la capacidad tecnocrática de asumir la modernización deseada. Gutiérrez evidencia algunas cartas que mezclaban intereses personales difíciles de distinguir de las necesidades colectivas. Frente a ello, esgrime tres tipos de clientelismo: el primero, entre un círculo pequeño de amigos y conocidos, una especie de parentela que agrupaba a los sectores privilegiados. Un segundo clientelismo es descrito en el ámbito de los directorios, a partir de un mayor énfasis territorial, en su intento de ocupar la nómina del Estado regional y local, para mantener aceitado el aparato electoral. Y el tercer horizonte de clientelismo, denominado menesteroso, posiblemente cobijaba a un sector periférico de la población, es decir, permitía una especie de inclusión social que posibilitaba ganar adeptos a las bases liberales, lo cual se traduciría posteriormente en réditos electorales. Ahora, como esta máquina burocrática-clientelar requería una milimetría inalcanzable, produjo deterioros en la unidad del partido y aumentó las fracturas de las facciones. Además, sirvió de argumento estratégico del conservatismo laureanista para acusar a los liberales de clientelares y corruptos, bandera que valió para socavar la estructura de la República Liberal. Sin embargo, la descripción del clientelismo en el libro de Gutiérrez no plantea un orden sistemático de ese fenómeno ni señala a los actores que más se fortalecían llenando sus aparatos burocráticos; tampoco dice cuáles redes estaban mejor engrasadas, ni identifica el criterio del poder central fijado para destrabar la cantidad de solicitudes que llegaban, incluso, desde los rincones más recónditos del país. Asimismo, no contempla la estructura de las solicitudes, entendiéndolas como un capital social conseguido no solo desde la práctica política cotidiana, sino en razón del cúmulo de herencias parentales, económicas o sociales, en un país de élites.

La destrucción de una república invita a la reflexión de los métodos historiográficos, de tal manera que apostándole a las fuentes epistolares mantiene la riqueza de un tratamiento teórico, que en ocasiones pareciera esquivo a los trabajos de la disciplina de Clío. Este libro saca de los anaqueles las normas, para entenderlas bajo una especie de sociología partidista, que no desprende los azarosos caminos de la realidad que las confronta de los análisis históricos. Es claro en señalar la diferencia entre los modelos liberal y conservador, que ideológicamente competían en un país diferente. Es una historia que hace hincapié en la ruptura social que antecedió a La Violencia. Una convulsión que no se entiende sin las luchas faccionales, la pérdida de poder de algunos sectores, la incapacidad de construir modelos democráticos igualitarios y la fuerte presencia de tradiciones que no resistían el rompimiento del statu quo. Este no un libro más, sino un ejemplo más, de cómo ampliar las fronteras de la historia.

Juan David Restrepo-Zapata – Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. Correo electrónico: juandrestrepozapata@gmail.com.


GUTIÉRREZ SANÍN, Francisco. La destrucción de una república Bogotá. Universidad Externado de Colombia-Taurus, 2017. 650p. Resenha de: RESTREPO-ZAPATA, Juan David. Memorias – Revista Digital de Historia y Arqueología desde el Caribe. Barranquilla, n.43, p.175-179, ene./abr., 2021. Acessar publicação original [IF]

El marxismo en México. Una historia intelectual | Carlos Illades

“No hay gobiernos cartesianos, guerrilleros platónicos, ni sindicatos hegelianos” constata Terry Eagleton, esta certeza también es el punto de partida del último libro de Carlos Illades. En El Marxismo en México. Una historia intelectual se reconstruye el desarrollo de una corriente de pensamiento que sí fundamentó gobiernos, inspiró movimientos emancipatorios en todo el mundo y estuvo en las entrañas de la formación de organizaciones políticas, culturales y de trabajadores en México. El investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana presenta el primer estudio histórico general —tanto por su sistematicidad como arco temporal— del marxismo como corriente de pensamiento en la tierra de Vicente Lombardo Toledano y José Revueltas. El Marxismo en México avanza los estudios de Illades sobre la historia intelectual y social de la izquierda mexicana. El autor previamente publicó Hacia la República del Trabajo (1996), en el cual trazó los orígenes de la cuestión social y la acción colectiva de los trabajadores y artesanos decimonónicos; en Rhodakanaty y la formación del pensamiento socialista en México (2002) y Las otras ideas (2008) asentó la introducción y desarrollo de los postulados del socialismo a partir de la segunda mitad del siglo XIX; De la Social a Morena. Breve historia de la izquierda en México (2014) fijó la periodización histórica de la corriente política hasta la actualidad; mientras en la Inteligencia Rebelde (2011) delineó los debates fundamentales de la izquierda nacional a lo largo de la segunda mitad del siglo XX a partir de sus principales revistas (Cuadernos políticos, Coyoacán y Economía y Sociedad). El sólido trabajo de Carlos Illades sobre la historia de la izquierda en México, fraguado en más de 25 años de estudio, queda de manifiesto con las dos obras que flanquean a El marxismo en México, la compilación Camaradas. Nueva historia del comunismo en México (2017) y El futuro es nuestro. Historia de la izquierda en México (2018). A pesar de ser una obra que se inserta en un itinerario intelectual más amplio, el último libro de la profusa producción del miembro de la Academia mexicana de la historia, se lee como una unidad armónica y coherente en sí misma. El libro semeja una brújula, ya que funciona para ubicar generaciones, ideas, traducciones, movimientos sociales, trayectorias militantes, instituciones, debates y combates dentro del marxismo en México; en palabras del propio autor, la finalidad es que “[…] sirva para quienes se interesen en la tradición marxista, que funcione como instrumento para identificar temas, autores, problemas, obras y enfoques […]”1. El Marxismo en México. Una historia intelectual logra su objetivo. Illades construye la obra a partir de la conceptualización gramsciana de intelectual orgánico2. La descripción de la labor que los marxistas mexicanos desarrollaron desde la década del treinta del siglo XX, lo lleva a dar cuenta del desarrollo del Estado mexicano y sus aparatos ideológicos; la estructura socio-económica de las sociedades prehispánicas; la función de las universidades y la ciencia en México; la división social durante la Colonia; el “ser” del mexicano; el lugar de la clase obrera; el Cardenismo; el movimiento de 1968 y las interpretaciones sobre la democracia en México. Un espacio central es ocupado por los debates, caracterización y consecuencias de la Revolución mexicana y el régimen que de ella se malogró. Es así como la historia intelectual que nos propone el autor para abordar las trayectorias del marxismo en México, se entrelaza — como buen escudriñamiento de ideas— con un gran cumulo de dimensiones políticas, sociales y culturales del contexto mexicano e internacional. Para dar cuenta de todas estas dimensiones con coherencia, el libro sigue un orden generacional en su exposición. El autor ubica cinco generaciones de marxistas en México: la de los pioneros que tuvieron como referentes a la Revolución rusa y la Tercera Internacional; los humanistas que reinterpretaron las verdades del Diamat a la luz de la Revolución cubana, el joven Marx y el antimperialismo; la generación de la década del setenta que vinculó marxismo y ciencias sociales; los críticos que repensaron el marxismo a partir de nuevas lecturas de El Capital y a las luz del 68 mundial, las dictaduras latinoamericanas, el eurocomunismo y el ascenso de las luchas sociales y políticas nacionales; por último, Illades, da cuenta de la generación de marxistas que vivió y pensó la derrota producida por la caída del muro de Berlín, el ocaso de las organizaciones socialistas en México y la hegemonía neoliberal. Entre los marxistas analizados — y autores de referencia — a lo largo de esas cinco generaciones se podrá encontrar agudos comentarios sobre la obra e ideas políticas de Vicente Lombardo Toledano, Wenceslao Roces, José Revueltas, Adolfo Sánchez Vázquez, Eli de Gortari, Pablo González Casanova, Alonso Aguilar Monteverde, Ángel Bassols Batalla, Enrique Semo, Arnaldo Córdova, Adolfo Gilly, Jorge G. Castañeda, Ruy Mauro Marini, Carlos Pereyra, Bolívar Echeverría, Roger Bartra, Adolfo Sánchez Rebolledo y Alfredo López Austin. Tal o cual más pudo ser omitido, si bien es precisamente la intención del libro abrir senderos de reflexión para situarnos en el análisis, más que llegar a juicios concluyentes sobre la familia (díscola) que conforma históricamente al marxismo mexicano. Las ideas, desarrollo y debates del marxismo en México son enmarcados en un contexto global que introduce tendencias, conexiones y redes internacionales para entender los postulados y preocupaciones nacionales. En esa medida el lector de El Marxismo en México encontrará información sobre la Academia de Ciencias de la URSS, Elmar Alvater, la invasión de Bahía de Cochinos, Rudolf Bahro, la Biblioteca de pensamiento socialista de Argentina, la Comuna de Paris, el Che Guevara, el Buro latinoamericano de la Cuarta Internacional, la École Normale Supérieure, Solidarność, Orlando Fals Borda, el Partido Comunista Italiano, la Revolución alemana de 1923,Rudi Dutschke, el XX Congreso de PCUS o Gerard Pierre-Charles, entre muchos más. El marxismo en México viene a llenar un hueco dentro de la historiografía sobre el pensamiento de izquierdas en México. El libro de Illades cumple una función para el ámbito nacional equiparable a los clásicos de Perry Anderson que situaron las continuidades y transformaciones del marxismo como teoría social crítica en el mundo occidental, principalmente en Estados Unidos y Europa occidental3. En los últimos capítulos de la investigación también se entrevé un uso del texto como bisagra histórico-analítica, al conectar a las generaciones clásicas del marxismo mexicano con desarrollos analíticos, problemas actuales y nuevas propuestas teóricas. En ese sentido, también la obra se emparenta con las aportaciones que Göran Therborn y Razmig Keucheyan hicieron a la izquierda en el plano internacional después de la recesión de 20084. Al cumplir esta doble función, El marxismo en México. Una historia en intelectual suma reflexiones para volver a hilvanar el “hilo rojo” que estaba bastante deshilachado después de la crisis del socialismo realmente existente, la imposición del sentido común neoliberal y la implosión del campo cultural de la izquierda en México. Al poco tiempo transcurrido del bicentenario de Karl Marx, el mejor regalo que le podemos hacer es releer su obra junto a los desarrollos marxistas subsecuentes, para afrontar los graves problemas de nuestro presente. La reedición de El Capital por el Fondo de Cultura Económica o la nueva compilación de las obras completas de pensador de Tréveris van en ese sentido. En la misma lógica, la obra de Carlos Illades reconstruye una historia general del marxismo como pensamiento para la acción política y la organización social, al presentarnos una constelación de ideas y autores que en México incorporaron los tópicos, herramientas analíticas e intereses del fundador del marxismo; ideas que sirvieron para explicar su presente, conocer el pasado nacional y ensayar cambiar el futuro. Leia Mais

Martín Lutero: renegado y profeta | L. Roper

Pocos años antes de su muerte, en 1542, Martín Lutero logró conseguir, no sin dificultades, una copia del Corán, y leerlo con gran entusiasmo. Inmediatamente después abogó, frente a varios estupefactos compañeros de la causa evangélica, para que se publicase, lo que finalmente ocurrió al año siguiente con una advertencia escrita por él mismo. Argumentaba que su fe era tan fuerte que podía leer el libro del Turco sin dudar y con el objetivo de conocer a qué se enfrentaba. Esta es tan solo una de las desconcertantes (y por lo tanto fascinantes) poco conocidas historias del reformador que refiere Lyndal Roper (Melbourne, 1956) en la completísima biografía que la editorial Taurus ha puesto a disposición de los lectores de habla hispana. Leia Mais

Historia de la Educación en Chile (1810-2010) – SERRANO (RBHE)

SERRANO, Sol; LEÓN, Macarena Ponce de; RENGIFO, Francisca (Orgs.). Historia de la Educación em Chile (1810-2010). Santiago: Editora Taurus, 2012. Resenha De: GARRIDO, Felipe Andres Zurita. Revista Brasileira de História da Educação, Maringá, v. 14, n. 1 (34), p. 273-279, jan./abr. 2014.

Las publicaciones editadas bajo el nombre Historia de la Educación en Chile (1810 – 2010) son resultado de la investigación La educación ante el riesgo de fragmentación social: ciudadanía, equidad e identidade nacional (2008-2011) financiados por el Consejo Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (CONICYT), como así también patrocinados por el Ministerio de Educación y la Pontificia Universidad Católica de Chile. La investigación fue realizada por un amplio y diverso grupo de investigadores dirigidos por la historiadora Sol Serrano.

A modo de consideración inicial, según las organizadoras, este trabajo no correspondería a una ‘historia general’ de la educación chilena, en tanto no tendría la pretensión de abordar todos los periodos y problemas de dicho fenómeno, por el contrario, declaran centrarse exclusivamente en identificar las motivaciones detrás de la instalación y extensión de la escuela, como así también del valor otorgado por diferentes actores a la destreza de la escritura, en otras palabras, su objeto de análisis central radica en responder el por qué y en qué circunstancias la escuela se fue haciendo ‘necesaria’. Por lo mismo la indagación se inicia ‘antes’ de que la escuela existiese fácticamente, apuntando así a recoger la ‘especificidad’ del fenómeno de la instalación y ampliación de la educación en Chile.

También es interesante informar que en este trabajo no hay uma intención por relevar a autores individuales en la elaboración de cada capítulo, de hecho estos no aparecen asociados a un o una autora em particular en gran parte del escrito, intentando así cuidar la idea de ‘obra unitaria’ a un trabajo realizado por varias personas.

En esta reseña se presentará y analizará el contenido de los dos primeros textos de esta colección publicados hasta ahora. El Tomo I Aprender a leer y escribir (1810 – 1880) aborda la características más sobresalientes de la educación desde la llegada de lo conquistadores españoles al actual territorio de Chile hasta fines del sigl XIX cuando lo educativo se mostraba como la política fundamental del Estado. El Capítulo I: Entre la oralidad y la escritura aborda el valor que tuvo la escritura en la ampliación y afianzamiento del Imperio Español em tanto poderosa ‘herramienta burocrático/administrativa’ vital en el control y organización del tiempo y el espacio colonizado, como así también ‘herramienta evangelizadora’ clave en el proceso de imposición del cristianismo. También se aborda la complejidad del encuentro de uma cultura letrada (española) y una cultura oral (indígena).

El Capítulo II: Una nueva comunidad política se centra en analisa el lugar que ocupó la educación en el contexto del proceso de independencia de Chile. Al instalarse un sistema político republicano qu concebía a su población como portadora de la soberanía popular, la educación pasó a ser considerada como la herramienta vital en la ‘formación moral del ciudadano’. Por esta razón, el naciente Estado jugó un claro papel en la organización y provisión educacional para la población. Esta es reconocida como la primera política propriamente pública del Estado chileno, que fue cimentando el camino de l instalación de un Estado Docente y un sistema nacional de educación, donde la Iglesia y la sociedad civil también tenían un espacio de participación importante.

El Capítulo III: Cuántos somos, cuánto saben. Estadística y alfabetización se centra en el análisis del rol jugado por la estadística como herramienta científica de cuantificación de la población y sus características. En ese marco, la escolarización y alfabetización como objetos de medición sufrieron cambios interesantes en la forma de ser abordadas.

En el Capítulo IV: Escuela, comunidad y Estado nacional se revisa la vinculación entre el Estado y la comunidad en torno a la figura de la escuela. Resalta en esta revisión la figura de un Estado que inicialmente más bien acompaña el esfuerzo y deseo de las comunidades locales por tener escuelas para sus hijos, autorizando el funcionamiento y financiando parte del costo de las mismas.

El Capítulo V: Hogar y estrategias familiares frente a la escuela s centra en la pregunta de por qué los niños y niñas no asistían a la escuela o lo hacían con mucha dificultad. A ojos del Estado y de los promotores de la escolarización esto se debía a una falta de compromiso de las familias con el desarrollo de sus propios hijos. Se plantea que la baja matricula y baja asistencia a la escuela se debía más bien a que esta se enfrentaba a la necesidad de las familias por sobrevivir económicamente, en tanto que su estructura precisaba del trabajo de los niños, mientras que por otra parte, el leer y escribir no eran habilidades necesarias aún para trabajar.

En el Capítulo VI: La escuela chilena en territorio mapuche se estudia el papel que jugó la escuela en el seno de dicha población indígena, desde las escuelas misionales creadas desde la época colonial hasta las escuelas del Estado chileno establecidas después de la intervención militar de este último en dicho territorio. En este proceso se muestra cómo la escolarización no fue identificada como una herramienta importante por las familias mapuches hasta antes de la ocupación militar, como así también se analiza cómo el Estado no construyó una política educacional específica para esta población debido fundamentalmente a que se esperaba una ‘integración’ que escondía un creciente proceso de invisibilización de la especificidad cultural del Pueblo Mapuche.

El Capítulo VII: Nuevos actores y nuevos vínculos trata de identificar las transformaciones que fueron realizadas en el proceso de ampliación de la escolarización y la alfabetización, centrándose en la emergencia de nuevos actores y dispositivos, tales como Preceptores, Visitadores e Inspectores, Textos Escolares, Aula. Estos nuevos actores y nuevos materiales son abordados en su complejidad interna y sus dificultades inherentes a un proceso fundacional y de incipiente expansión.

En el Capítulo VIII: Enseñar y aprender se abordan los diferente sistemas de enseñanza utilizados en esta etapa inicial de la escuela, poniendo énfasis en aquellos identificados como los más apropiados y más utilizados en la práctica pedagógica. También se aborda la estrutura curricular y características de los textos escolares entregados a los estudiantes en la escuela.

El Capítulo IX: El balance del siglo releva las características principales que tuvo la escolarización y la alfabetización hasta fines de siglo XIX. Dentro de estas resalta el carácter activo que jugó la población en la demanda social que hizo posible que el Estado levantara escuelas a lo largo del territorio. Se releva además el carácter diferenciado que tuvo la instalación de la escuela, tanto desde una perspectiva geográfica como social. También se identifica como algo importante el carácte centralizado que tuvo la dirección de la escuela en manos del Estado, tanto como oferente y a la vez como regulador. El Tomo II La educación nacional (1880 – 1930) aborda las características y problemas principales de la educación chilena en el passo del siglo XIX al siglo XX. En un contexto de grandes transformaciones económicas y sociales la escuela se comenzó a extender a lugares y sujetos nuevos. En dicho contexto la escuela creció y se institucionalizó, ayudó a democratizar al país en tanto se amplió su cobertura y permitió la emergencia de nuevos actores letrados, sin lograr transformar eso sí las estructuras de una sociedad económica y socialmente desigual.

En el Capítulo I: Liberalismo, democracia y nacionalismo de Sol Serrano se analiza el lugar que ocupó la educación en el contexto político de cambió del siglo XIX al siglo XX, caracterizado por la redefinición del Estado en un contexto de competencia regional y mundial, como así también por la ampliación y complejización del ordenamiento político marcado por la emergencia de nuevos actores. En esta línea, la educación asumió un lugar central en la discusión del tipo de país que se pretendia construir al cumplirse el primer Centenario de la Independencia.

El Capítulo II: Un Chile escolarizado y alfabeto de Macarena Ponce de León analiza las contradicciones y complejidades del importante proceso de ampliación de la cobertura escolar y alfabetización de la población, lo que contrastaba con los altos niveles de ausentismo y deserción escolar de los estudiantes de las familias más pobres del campo y la ciudad.

En el Capítulo III: Escuela y hogar de Francisca Rengifo se aborda la forma en que el Estado y la clase dirigente miró la pobreza de la población chilena. Frente a la situación de precariedad que impedía a las y los niños llegar a la escuela, se asumió el desafío de establecer política de carácter social viabilizadas a través de la institución escolar diversificando así las tareas de la misma. De esta manera, la acción estatal, en asociación a la iniciativa privada de corte caritativo, se reflejó en una limitada asistencia en salud, alimentación y vestimenta a una parte ínfima de los estudiantes más necesitados.

El Capítulo IV: Una nueva pedagogía: la lectura y los saberes de la escuela primaria de Rodrigo Mayorga recoge las discusiones en torno a los lineamientos pedagógicos a utilizar en la escuela, donde es posible observar la intención de ir avanzando desde una comprensión del aprendizaje en base a la memorización a un modelo más reflexivo y creativo. Esto se expresa de manera compleja y a veces contradictoria em la incorporación de lineamientos pedagógicos foráneos junto a la inclusión de nuevas asignaturas y herramientas de enseñanza de la lectoescritura.

En el Capítulo V: Institucionalización de la escuela primaria de Pilar Hevia se analiza el creciente proceso de diferenciación del especi educativo a través del establecimiento de normativas sobre la organización espacial y temporal del mismo. Junto a esto se analizan también transformaciones llevadas a cabo dentro de las escuelas mismas como la inclusión del mobiliario y el cuaderno, que marcaron el establecimiento de una organización material específicamente dedicada al proceso de enseñanza y aprendizaje.

El Capítulo VI: La fuerza de la patria: educación física y ritos cívicos de Josefina Silva y Alejandra Concha aborda las discusiones que acompañaron la incorporación y formalización de la asignatura escolar de Educación Física en la escuela. Estas discusiones se articularon d manera concreta con los proyectos de construcción de la nación y de la ciudadanía en boga.

En el Capítulo VII: El preceptorado como actor social de Iván Núñez y Julio Gajardo se analizan los cambios acaecidos en la formación, organización gremial, condiciones laborales y participación socio-polític de las y los docentes. En el cambio de siglo, este grupo tuvo la capacida de articularse y comenzar a influir en la orientación y elaboración d políticas educacionales, reflejando así su complejización y acumulació de poder en un contexto de ampliación y burocratización crecientes del sistema educacional.

En el Capítulo VIII: Sin tierras ni letras de Daniel Cano se aborda el papel de la escuela en el territorio mapuche apropiado por el Estado. Si bien la población mapuche sometida al nuevo orden político no asumió la escolarización de forma masiva, sí hubo un grupo minoritario que accedió a la escuela convirtiéndose en los primeros mapuches letrados. Estos, poseedores de la herramienta de la escritura, en el futuro y desde posiciones diferentes asumieron liderazgos dentro de su comunidad en la defensa de sus intereses.

En el Capítulo IX: La educación en el pensamiento del movimento obrero se aborda la mirada y valor de la educación que asumieron las organizaciones de trabajadores asociados de orientación anarquista y socialista. Se revisa la complejidad de la mirada hacia la escolarización por parte del movimiento obrero, como así también se reflexiona sobre el carácter letrado de muchos de sus líderes y de la mirada específica com que se evaluó la posesión de dicha destreza.

El Capítulo X: Liceo de hombres. El Estado de pantalones largos aborda la fundación, orientación académica/curricular, ampliación de la oferta, formación de docentes específicos e institucionalización de la escuela secundaria masculina. También se estudia el rol jugado por la misma en la formación de una reducida y a la vez significativa intelectualidad que actuó en el espacio público y productivo, mostrándose como ejemplo de un limitado proceso de movilidad social.

En el Capítulo XI: El liceo fiscal femenino se trabaja la especificidade que asumió la tardía y finalmente explosiva ampliación de la escuela secundaria femenina, marcada por la activa participación de las famílias en su dirección, como así también por el impacto sufrido a nivel social a partir de la emergencia de mujeres cada vez más educadas, tanto en e espacio profesional como político.

Finalmente en el Capítulo XII: La educación para el trabajo se analiza la compleja relación entre escolarización y trabajo, ressaltando principalmente la idea de que el sistema productivo de forma mayoritari no requirió de trabajadores instruidos, situación que favoreció a que la formación educativa no entregara una posibilidad de ascenso o mejoramiento social a los trabajadores, centrándose más bien en u ejercicio de alfabetización y moralización de estos sujetos, evidenciándose así el divorcio entre lo educativo y lo socioeconómico.

Desde una mirada panorámica, se puede afirmar que este trabajo presenta la fortaleza de lograr mantener la estructura de una obra unitária a pesar de ser el resultado de un trabajo colectivo, de esta forma, no se trata del agrupamiento de diferentes capítulos, sino que mantiene la coherencia y unidad necesarias para abordar aquello que es su foco de análisis: cómo y por qué la escuela y la escritura se fueron haciendo necesarias y qué circunstancias especificas la hicieron posible. Esta revisión se hizo a través de la consulta de un amplio e interessante conjunto de fuentes, donde resalta el riguroso y esclarecedor trabajo com indicadores estadísticos de una amplitud temporal importante. Por otra parte, este es un trabajo que presenta ideas e hipótesis propias, que se ponen en diálogo con parte importante de la producción historiográfica nacional e internacional. Si bien hay omisiones importantes, como uma revisión a la Educación Universitaria y a la Educación Pre-Escolar, lo que podría llevar a proponer una modificación del título de este trabajo a Historia de la Escolarización en Chile, se reconoce la calidad y profundidad de las ideas y reflexiones contenidas en el mismo, las que abren caminos de análisis y estudio muy interesantes, tanto para investigadores chilenos como de otros países.

Felipe Andres Zurita Garrido – Profesor de Historia y Ciencias Sociales y Magíster en Educación por la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Estudiante del Doctorado Latinoamericano en Educación de la Universidad Federal de Minas Gerais. Participa del Grupo de Estudos e Pesquisas em História da Educação (GEPHE) de la UFMG. E-mail: felipe_zuritag@yahoo.es

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Naciones de rebeldes. Las revoluciones de independência latinoamericanas. | Manuel Lucena Giraldo

Em seu mais recente livro, o historiador espanhol Manuel Lucena Giraldo (Centro Superior de Investigaciones Científicas CSIC Madri) nos apresenta com sua narrativa envolvente uma visão politizante da história das independências americanas por nos conduzir a uma reflexão fundamental acerca da experiência política que ali foi levada a campo. No vigor de uma renovação historiográfica que incorpora a nova história política, as redes de relações de poder, a história cultural, da ciência e da técnica, as singularidades antropológicas e espaciais dos mundos americanos, o novo interesse pelas instituições e constituições, e da qual ele é um representante de primeira hora, o autor coloca em perspectiva atlântica a compreensão dos impérios e inclui as periferias no âmbito de uma compreensão global.

A historiografia das revoluções de independência americanas ainda segue em muitas medidas o modelo providencialista, presente na imagem do cativeiro do povo de Israel no Egito, difundindo uma história pátria que exalta as virtudes republicanas de uma elite branca e criolla que, cansados da humilhação de espanhóis maus, rancorosos e avaros, revoltam-se. Além disso, elas fazem parte de um ciclo geral de fundação da modernidade política no mundo atlântico, no qual não apenas elas, mas todas as revoluções são subsidiárias da Revolução Francesa de 1789, tornando a experiência da liberdade uma fundação unicamente européia. Manuel Lucena nos adverte que essa simplificação da realidade obscurece as evidências sobre um processo politicamente muito mais rico para a América Latina.

Com a recusa em seguir pensando as independências como “coisa de branco apenas”, e sim que amerindios e afroamericanos tiveram um papel central no processo de independência, quer demonstrar, partindo de uma rigorosa compulsão de documentos e argumentos, a força criadora de uma experiência constitucional e institucional que sustentou de forma proteica os movimentos de independência; quer entender as lógicas que fundamentaram tradições democráticas ou eleitorais, que sustentaram esse desejo de república, que propiciaram a substituição de autoridades dos saberes, que parte da compreensão de que a dinâmica das periferias é tão complexa quanto a dos centros.

O olhar compreensivo sobre a história americana revolucionária se realiza com a promoção do encontro dos diversos horizontes envolvidos no processo. A perspectiva da política metropolitana na passagem do reinado de Carlos III a Fernando VII nos envolve nas políticas reformistas levadas então à cabo e no seu grande impacto, ainda que não desejado ou esperado, nos processos políticos americanos. Do mesmo modo, devolve a seu conjunto a “prodigiosa revolução haitiana, estranhamente marginalizada na historiografia libertadora” e a do Brasil, em geral ignorados nas análises de conjunto.

Esse constante diálogo entre mundos atlânticos e a necessidade de articular as política espanhola e americana é o que talvez tenha impedido um maior desenvolvimento do processo luso-brasileiro, que embora sintético, é correto, especialmente por evocar a similitude entre o ocorrido à raiz da luta por representações de americanos nas Cortes de 1820; pena não receber as cargas de complexidade aplicadas na realidade hispano-americana.

Oportunamente chegando aos leitores no momento das comemorações do bicentenário das independências, nos oferece um estudo que já deixa evidente ao leitor o desejo de compreender a história latino-americana levantando o véu do mito – uma perfeita aléteia, a consideração de uma verdade sempre encoberta, mas que se desvela apenas ao olhar compreensivo sobre a realidade e que admite frontalmente a complexidade dos processos. Há ressonâncias garciamarquianas no livro, que estão tanto no nome do capitão de milícia de índios guajiros, Clemente Iguarán, advertida pelo autor, como nos ataques a Riohacha ou nas aventuras e desventuras de mercenários escoceses e povos desafortunados nos ataques a povoados regalistas. A epígrafe evoca, com Borges, a relação delicada envolvida no processo de dizer a pátria para América Latina. De qualquer modo, não são os monumentos que traduzem esse sentimento, pois eles pertencem a umas memórias específicas: suas imagens românticas, seus mortos, seus heróis, poetas e aventureiros que entraram na construção dos mitos da independência latino-americana- não sintetizam o que seria a pátria. Mas se isso existe, vem de concretudes.

Toda a trama inicial de sua narrativa nos envia a um cenário caribenho em Cartagena das Índias, na Colômbia, onde todos os anos, após a temporada de furacões ocorre o evento mais popular de seu calendário, que é a comemoração da independência em 11 de novembro de 1811, levada por seus orgulhosos habitantes afrodescendentes, ao lado da cidade regalista de Santa Marta. O cenário funciona retoricamente para colocar em perspectiva o problema das diferenças políticas internas no cenário americano e na variável força com que a política metropolitana era recebida e processada.

Sempre procurando a perspectiva atlântica em que o processo se ambienta com o fim de restabelecer seus marcos comuns ele trata o problema em quatro momentos. No primeiro capítulo, intitulado Últimas oportunidades para los reyes. Del reformismo al instante fatal, ele trata da uma lógica que está agindo até 1808 e que explica uma relação entre as reformas borbônicas e as independências. Para isso somos remetidos ao ambiente da cultura espanhola de então, tendo com marco a figura de Carlos III – aparentemente ilustrado, mas ainda conectado às formas de apresentação do poder hasbsburgas-, ou seja, ainda consolidando uma nova imagem ao mesmo tempo em que deve afirmar uma política imperial em uma conjuntura difícil que nos leva a um conjunto de reflexões sobre o atraso da Monarquia espanhola; é dessa circunstância que devém a imagem de Espanha com as Indias da Europa. No marco dessa consciência de crise resgatam com força a idéia de Restauração das passadas glórias de Espanha e aplicam a propaganda patriótica em tom de economia moral. A experiência que se dá a partir de 1750 (há uma relação importante entre os Tratados de limitess, as reformas ilustradas e as independências, ainda que de conseqüências imprevistas e indesejáveis para o Império espanhol, algo que Manuel Lucena apresenta de forma brilhante em outro de seus trabalhos, Laboratório tropical, Monte Ávila Ed.Latinoamericana/CSIC, Madrid, 1993) representa já um campo de vivências americanas, tornando o lugar comum de umas independências provocadas pela arrogância do visitador de Nova Espanha e ministro das Indias José de Galvéz algo ingênuo ou relativo. As autoridades se adaptaram à tendência pactista e negociadora do contexto americano e ao contrário da reação inconseqüente apontada por alguns autores, procuraram recuperar um sentimento de comunidade atlântica, e daí devém uma série de medidas de inclusão de pardos, negros livres e castas nas instituições espanholas. Parecem cheias de possibilidades de diálogo com a historiografia brasileira duas de suas reflexões: a percepção do americano para essa dimensão atlântica na qual estava efetivamente integrado, apesar da imagem monolítica de gente preocupada apenas com seus problemas e a consideração de que a extrema impopularidade entre as elites americanas de tais medidas os levaram a atitudes hostis contra pessoas de cor, algo que se consolidou durante e depois da independência, tese defendida por Ann Twinam.

Em seguida, com “Patrias bobas y viejas. La apertura de la caja de pandora”, vai até 1814 e trata da dificuldade em fazer coincidir soberania e representação no Novo Mundo. A conjuntura de entusiasmo diante da resistência às invasões napoleônicas e sua primeira derrota na Batalha de Bailén mantém a lealdade à Coroa em ambos lados do Atlântico, mas nos marcos de um desejo de participar de um processo constitucional com legitimidade, situação que se esclarece mais ao constatar o importante papel americano no sustento da Guerra de Independência espanhola. A idéia é que nos diferentes processos vividos ao longo de 1810 na Venezuela, Rio da Prata, Nova Granada, Nova Espanha, Chile e Quito, existiu uma consciência política acumulada que teria possibilitado a criação de novas autoridades políticas fundadas na tradição, tentando uma recomposição constitucional atlântica da Monarquia espanhola. Isso contrasta com o “lugar comum” da historiografia/mitologia nacional, que vai afirmar uma consciência que não deixa de ser política, mas é bem mais golpista, ao entender que a invocação da figura de Fernando VII nas Juntas, se davam em seu nome, mas escondiam outra finalidade, a independência, fazendo com que o estabelecimento de juntas americanas e a declaração de independência, que foram coisas distintas, fossem tomadas em uma só relação causal.

Seu terceiro capítulo, “La emergencia definitiva de las repúblicas americanas”, explica não apenas a falta de sintonia entre metrópole e Novo Mundo, mas a formalização definitiva das independências de Buenos Aires e Chile. A conjuntura é de renovação do absolutismo de Fernando VII em 1814, que conforme Manuel Lucena sugere, foi bem mais uma novidade, ainda que arcaizante, e não uma tradição que se reacendia. A historiografia nacional explicou de forma simples que as independências foram resultado desse enfrentamento de liberais peninsulares e americanos ao leviatã fernandino. Manuel Lucena nos propõe complexidades nos enviando ao ocorrido entre 1814 e 1820, à raíz da Constituição de Cadiz, que no campo de experiências que abriu, revelou a existência de uma comunidade política atlântica, e em cujo âmbito se manifestou o primeiro liberalismo hispânico. Os maiores enfrentamentos se deram quanto ao problema da parcialidade da representação americana e a falta de sensibilidade da Monarquia a esse respeito, o que acabou levando a uma massiva e súbita incorporação de setores populares ao corpo político: “En Ciudad de México votaram en 1812 españoles, índios, mulatos, libertos, esclavos, artesanos y sirvientes domésticos. En Guayaquil lo hicieron ‘originarios del Africa’ y algunos de ellos salieron elegidos” (p. 147). Esse debate constitucional gerou a possibilidade de uma Monarquia espanhola européia triunfante em 1825 a que se mantiveram fiéis Cuba, Porto Rico e Filipinas, mas também gerou todo o resto: as novas repúblicas americanas.

O quarto capítulo, “Una guerra que ya no quiere nadie”, coloca-se no âmbito de restabelecimento da Constituição de Cadiz em 1820 por Fernando VII com um forte matiz constitucionalista e abandono das soluções liberais em nível imperial, ao lado da consolidação de uma consciência americana de repúdio ao absolutismo fernandino. Isso se revela tanto na radicalização de alguns deputados americanos que pediram em 1820 a deposição dos funcionários absolutistas “anti-constitucionais, brutais e antiamericanos”, como no esvaziamento prático das Cortes como fórum de decisões sobre a “questão americana” ao não considerarem suas propostas de novas reformas.

No Epílogo, Materias de libertad, o autor retoma os mitos derivados da obra de Alexis de Tocqueville, A democracia na América, publicado entre 1835 e 1840. O aparato comparativo que ali se apresenta sustenta a idéia da debilidade histórica de América Latina para comportamentos democráticos, evidentes nas experiências de caudilhismo, guerras civis, barbáries e tendências nobiliárquicas que se produziam no sul do continente, diante do excepcionalismo da independência estadounidense, construtora de um espaço social e político no qual prevaleciam os desejos da maioria, ditando os ritmos da vida nacional virtuoso, agregador e anti-militarista. Identifica assim a criação da América como um não-lugar por parte da Ilustração européia, na linha de um continente vazio, hegelianamente exposto na idéia de que América é espaço de porvir, juventude e sonho, mas que ainda está fora da história humana, em espera. Diante disso, Manuel Lucena sugere que se contemple a história da América Latina no horizonte desses “múltiplos espaços de experiência e horizontes de expectativas”, algo que seu livro nos oferece.

Maria Emília Monteiro Porto – Universidade Federal do Rio Grande do Norte.

GIRALDO, Manuel Lucena. Naciones de rebeldes. Las revoluciones de independência latinoamericanas. Madrid: Taurus, 2010. Resenha de: PORTO, Maria Emília Monteiro. CLIO – Revista de pesquisa histórica. Recife, v.29, n.2, jul./dez. 2011. Acessar publicação original [DR]

Impérios del mundo atlántico: España y Gran Bretaña en América (1492-1830) | John H. Elliott

Ao longo de muitas décadas de minuciosa pesquisa, John Elliott, autor de El Conde-Duque de Olivares e La España Imperial, entre outras importantes obras, se destacou como um dos mais renomados especialistas na história da Espanha. Mais recentemente seu interesse deslocou-se também para os cenários coloniais da monarquia hispânica. O leitor brasileiro em geral conhece de John Elliot apenas os excelentes textos presentes na monumental História da América Latina da Universidade de Cambridge, organizada por Leslie Bethell e publicada no Brasil no final da década de 90. No seu último livro, Imperios del Mundo Atlántico, que como o restante da obra de Elliott ainda não teve tradução brasileira, realiza uma abordagem comparativa da história do continente americano.

O método comparativo em história não é prática inédita no Brasil, mas devido a sua alta complexidade, infelizmente não logrou reunir muitos adeptos. O exemplo mais conhecido é o da obra clássica de Sérgio Buarque de Hollanda (Raízes do Brasil), na qual ele ensaiou algumas comparações entre os diferentes colonizadores do continente americano, concretamente entre portugueses, espanhóis e holandeses, atribuindo de forma um tanto intuitiva, características de fundo psicológico a cada um deles. Em 1939, Herbert Bolton lançava a questão: as Américas têm um história comum? A pergunta, proposta a modo de desafio, provocou reações, embora as dificuldades subjacentes a este tipo de análise tenham desanimado os historiadores. Realizar estudos comparativos expõe o historiador ao duro dilema de ter que escolher entre trabalhar dados secundários para ampliar o universo de análise ou reduzi-lo a patamares bastante limitados, se deseja trabalhar com fontes primárias. Uma obra clássica na qual se utilizou o método comparativo surgiu nos anos 70, quando James Lang advogava em Conquest and Commerce que a principal diferença entre os dois impérios seria o perfil de conquista do colonizador espanhol, ao passo que o inglês se inclinaria, sobretudo, pela tentativa de estabelecer redes comerciais em suas novas possessões.

Em Impérios del Mundo Atlántico, Elliot empreende a difícil tarefa de estabelecer comparações entre os impérios espanhol e inglês na América. O hispanista inglês consegue em seu trabalho (fruto de anos de experiência como pesquisador e professor em várias universidades européias), equacionar bem o problema da abordagem comparativa, embora tenha que esquivar o desafio de incluir também o Império Português. Este aparece apenas em algumas passagens específicas, quando a menção às suas características ajuda a esclarecer aspectos concretos, como por exemplo, o da utilização da mão-de-obra escrava africana. O autor reconhece que incluir a América portuguesa no espectro de análise agigantaria a tarefa de forma a torná-la por demais ampla para os limites de um volume. Não obstante, a opção por centrar-se nas áreas de colonização espanhola e britânica não desmerece a obra. O livro foi estruturado em três partes (La ocupación, La consolidación e La emancipación) formadas por quatro capítulos cada. Ao longo de suas mais de 800 páginas, o autor trabalha com uma ampla gama de eixos temáticos. Sua abordagem se interessa pelos aspectos relacionados com a adaptação do colonizador aos recursos alimentícios disponíveis no novo mundo, a postura do europeu frente aos nativos, os posicionamentos frente à mestiçagem em suas várias facetas, as variantes na organização da produção e da utilização da mão-de-obra, as práticas político-administrativas e os processos de desagregação dos vínculos coloniais. Elliott, graças aos seus amplos conhecimentos de história moderna, transcende os aspectos propriamente locais na sua abordagem, conectando as manifestações da experiência colonial no novo mundo com as estruturas mentais e as práticas políticas e culturais de origem dos colonizadores. Na opinião do autor, são as experiências européias destes colonizadores que fizeram com que os espanhóis recorressem freqüentemente à figura do mouro para caracterizar os indígenas (sobretudo os das áreas de maior desenvolvimento civilizacional) ao passo que ingleses os relacionassem com os irlandeses. É através deste olhar mais amplo, que o autor pode, por exemplo, tecer esclarecedores comentários acerca das formas como colonizadores britânicos e espanhóis entendiam a questão da cristianização dos nativos. No caso britânico, o esforço missionário, tão característico da colonização espanhola no Novo Mundo, se viu embaraçado seja pela falta de uma política estatal de catequese pungente, seja pela concepção da predestinação que regia a cultura religiosa de muitos dos colonos puritanos. Entre os colonizadores espanhóis, Elliott detecta o envolvimento direto da coroa no mister de cristianizar os nativos. A instituição do padroado régio, se por um lado dava ao monarca espanhol amplos poderes em matéria eclesiástica no Novo Mundo, por outro o obrigava a empenhar-se na salvação das almas dos indígenas, sob pena de ter sua consciência maculada. Também nesse caso o cenário europeu interfere diretamente nas realidades construídas no além-mar: os missionários católicos chegados ao continente depois das reformas tridentinas entendiam o objeto de sua atuação de forma bastante diferente dos primeiros missionários da “fase heróica” da catequese. Em relação aos aspectos políticos, Elliott esquadrinha inteligentemente de que formas os conflitos políticos seiscentistas da Inglaterra influenciaram a cultura política dos colonos britânicos, traçando um interessante paralelo entre estes e os colonos espanhóis durante o processo de desagregação dos respectivos vínculos coloniais.

A mais recente obra de Elliott disponibiliza ainda uma longa lista de bibliografia que inclui contribuições monográficas sobre a história da América colonial publicadas após o ano 2000. O primoroso estilo do autor e a excelente tradução (monitorada pelo próprio Elliott, profundo conhecedor do idioma castelhano) garantem uma leitura agradável, ao passo que um bem elaborado índice analítico facilita as consultas mais pontuais. A tradução ao português desta e de outras obras suas representaria inegavelmente um poderoso estímulo aos estudiosos do período colonial da América portuguesa para romper as tradicionais barreiras que atualmente setorizam o estudo das experiências coloniais no Novo Mundo.

George F. Cabral de Souza – Professor no Departamento de História da UFPE. Pesquisador financiado pela FACEPE. Membro do Instituto Arqueológico, Histórico e Geográfico Pernambucano.


ELLIOTT, John H. Impérios del mundo atlántico: España y Gran Bretaña en América (1492-1830). Madrid: Taurus, 2006. Resenha de: SOUZA, George F. Cabral de. CLIO – Revista de pesquisa histórica. Recife, v.26, n.2, p. 379-382, jul./dez. 2008. Acessar publicação original [DR]