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Isabel de Palencia. Diplomacia, periodismo y militancia al servicio de la República – EIROA SAN FRANCISCO (C-HHT)
EIROA SAN FRANCISCO, Matilde. Isabel de Palencia. Diplomacia, periodismo y militancia al servicio de la República. Málaga: Publicaciones de la Universidad de Málaga, Colección Atenea Málaga, 2014. 310p. Resenha de: BRANCIFOTE, Laura. Clío – History and History Teaching, Zaragoza, n.40, 2014.
Isabel Oyarzabal Smith, más conocida como Isabel de Palencia, “en agosto de 1939, casi recién desembarcada del Sinaia, pronunció una conferencia en el Palacio de Bellas Artes titulada: “España, Suecia y México: la odisea de una mujer española” (p. 277). Las palabras que componen el título de esta conferencia sintetizan el recorrido vital de Isabel de Palencia que llegaba al puerto de Veracruz, tras este periplo entre España y los países nórdicos, para luego trasladarse a la capital del distrito federal junto con la masiva oleada de los exiliados y refugiados españoles que procedían desde el otro lado del Atlántico.
En este libro la historiadora Matilde Eiroa reconstruye la vida de Isabel Oyarzábal a través de una exhaustiva biografía que ha sido galardonada con el XXIII Premio de Investigación Victoria Kent en 2013, aportando una extensísima y muy variada documentación de archivos nacionales e internacionales. De entrada, hay que destacar que pese a que la vida de De Palencia, por su intensa trayectoria política y laboral, ha sido objeto de investigación por parte de acreditados estudios anteriores, la bibliografía producida ha sido podríamos decir “sectorial”, vinculada, pues, a los distintos y múltiples aspectos de la vida de Isabel de Oyarzabal. Me refiero, por ejemplo, retomando las menciones encontradas a lo largo del libro, a los estudios de Giuliana di Febo, Olga Paz Torres, Mª Concepción Ciria Bados, Antonina Rodrigo, R. García Ballesteros, Juan Martínez entre otros. El hecho de que la producción de Oyarzabal se articule alrededor del periodismo, de la literatura, del teatro y que, además, aborde materias distintas como moda, teatro, infancia, maternidad, el tema de esclavitud, así como la preocupación constante por la enseñanza, explica en parte, la “fragmentación” de las aportaciones de los textos dedicados a De Palencia y el hecho que como recalca la misma Eiroa, “su identidad haya quedado en un plano secundario frente a otras figuras coetáneas con una única adscripción profesional […] o con una adscripción política muy destacada” (p. 24).
Antes de centrarnos en las novedosas aportaciones de este libro, que son numerosas ─en primer lugar un libro que abarca en su totalidadla vida de Oyarzabal─, no estaría demás preguntarse ¿por qué biografiar a Isabel de Palencia? Isabel de Palencia vivió la feliz coyuntura del aperturismo de la Belle Époque, cuando, las españolas comenzaban a integrarse en la vida laboral “remunerada” y cuando accedían a las enseñanzas medias y a la Universidad, y cuando se fueron articulando los feminismos de principios del siglo XX en España. Será pues Oyarzabal, una de las modernas que protagonizará el asociacionismo inicio secular, afiliada a la Asociación Nacional de Mujeres Españolas, presidenta del Consejo feminista de España, socia del Ateneo de Madrid y del Lyceum Club, enviada al VII Congreso de la Alianza Internacional para el Sufragio dela Mujeres en Ginebra, presidenta de la Liga feminista Española por la Paz y la libertad y por último miembro de la “Cívica” de María de Lejárraga. En resumidas cuentas feminista y pacifista según las mejores directrices del feminismo internacional. Republicana, activista en el antifascismo femenino europeo, formó parte del Comité de la Agrupación de Mujeres Antifascistas, defensora de la República en patria (formó parte de la Comisión de Auxilio Femenino desde 1936) y fuera de ella, como ministra plenipotenciaria de 2 ª clase. Protagonista de la cultura política socialista (afiliada antes a la UGT y luego al PSOE aunque, no logrará, conseguir nunca una escaño como diputada) y finalmente antifranquista desde el destierro a México. Todas éstas serían, de por sí, junto con otras no mencionadas, razones suficientes para contestar a la pregunta del porqué hacer una biografía de Isabel de Palencia. Sin embargo lo más importante no es si es o no “un sujeto portador de biografía” (1) en el transcurso de los siglos se ha ido atenuando la distancia entre los individuos que según los códigos de la época son o no dignos de esta función. Lo más relevante es cómo se ha llevado a cabo la narración biográfica para que tenga validez.
¿Cómo relata pues la vivencia de Isabel de Palencia, Matilde Eiroa? ¿cómo describe a través de una biografía los complejos y bruscos cambios históricos de los cuales es sujeto activo? Una de las limitaciones de las biografías es la de caer fácilmente en los extremos de sus posibilidades narrativas: por un lado acaece la eventualidad de “utilizar” un caso ejemplar para ilustrar un determinado contexto, por el otro puede verificarse la situación contraria, es decir, la de asumir los actos individuales como atípicos y peculiares de la personalidad, y por lo tanto, como hechos desencadenados con respecto al contexto. Podemos afirmar que, pese al elevado riesgo de que la autora incurra en estos límites y que la vida de Isabel De Palencia se “diluya” en la historia o, viceversa, que la historia desaparezca frente a un sujeto “importante”, y eso no ocurre. Matilde Eiroa no carga “su biografiada” de un “papel heurístico absoluto” con respecto a los contextos, sino que deja margen a la comprensión del sujeto en su individualidad.
Lo que resulta atractivo del libro es que, además, cada ámbito de la vida profesional y asociativa de Isabel de Palencia está introducido por una contextualización que tiene una exhaustiva bibliografía de soporte y una explicación de la presencia y de los antecedentes femeninos en estos ámbitos. Es el caso, por ejemplo, de la descripción de la legislación para la oposición de inspectores provinciales de trabajo, dado que Oyarzabal fue la primera mujer a ejercer como Inspectora Provincial de Trabajo en 1931, o el ámbito de los organismos internacionales, o finalmente de la carrera diplomática. Este libro se convierte así, también, en una fuente para conocer a las protagonistas y lo contextos de la historia de la emancipación femenina.
La biografía de Isabel de Oyarzabal tiene, de hecho, una característica que es común a sus coetáneas, la pertenecía a un “género” peculiar que denominaría como “mujeres polifacéticas”, del cual formaron parte, entre otras,Eva y Margarita Nelken, María de la O Lejárraga, Carmen De Burgos. Todas ellas fueron individualidades política y culturalmente fuertes e incisivas en la sociedad española y profesionalmente muy versátiles. Es, pues, en este pluriactivismo político y profesional que podemos situar la reconstrucción hecha por Matilde Eiroa de uno de los perfiles más interesantes de estas décadas, y de la cual, sin embargo, la autora no ha querido trazar una trayectoria femenina excepcional o prodigiosa como ella misma subraya a menudo. Ha situado su vida en la contingencia en la que emprendió y lidió con cambios muy relevantes en un recorrido común y en común con otras mujeres, describiendo de forma coral una historia femenina y feminista. Como señala en el prólogo del libro Josefina Cuesta “no estamos ante una de las grandes feministas de nuestra historia, y eso es acaso la más original”, expresión de un “feminismo de pequeños pasos” y de “justificaciones tradicionales” (p .13).
No toca a una reseña desglosar detalladamente el contenido del libro pero sí me gustaría subrayar la precisión y el dominio con el cual Eiroa describe la formidable producción artístico-literaria y periodística de Oyarzabal, no fácilmente abarcable en su totalidad, así como el hecho que no descuide la amplísima producción tanto teatral como literaria. Destaca la gran pericia con la cual Eiroa trata la faceta de Isabel Oyarzabal o, mejor dicho, de Beatriz Galindo, su seudónimo como periodista. En la descripción de la amplia labor de Galindo como periodista se denota que la autora, se apoya, además de, en su formación como historiadora, en un amplio conocimiento de la prensa de la época. En ello, quizás, se pueda reconocer la vinculación académica y docente de Eiroa con la carrera de periodismo. Desglosa con detalle la tipología de prensa, emplea métodos de análisis de contenidos de los periódicos y describe la recepción femenina de las revistas, que describe como de un “público [femenino] en auge”. Se destaca que escribió tanto en el mundo informativo en La Dama, el Sol, Blanco y negro así como en los órganos de expresión de las asociaciones, los “medios feministas”, como Mundo femenino, Cultura Integral y femenina intentando “ganarse un espacio que tradicionalmente no era el suyo” y mostrar valores alternativos a los estándar (p. 57).No descuida Eiroa su papel como corresponsal en Madrid del Standard y del Daily Herald.
Respecto a este último encargo como corresponsal es fundamental resaltar la importancia del dominio del inglés de Isabel de Palencia, es este uno de los aspectos sobre los que, quizás, no se insista demasiado. Si es verdad que Eiroa hace referencia a ello: “para Oyarzabal […] de madre escocesa, el “bilingüismo y los viajes” serán fundamentales”, hubiese sido interesante una mayor profundización en este aspecto para entender mejor de qué manera realmente eso le permitió y le facilitó adquirir un rol central en foros internacionales de gran relieve en calidad de delegada en las asambleas de la Sociedad de Naciones y en la Organización Internacional del Trabajo o, como, “única mujer de la Comisión Permanente de la Esclavitud” de la ONU. Quizás el análisis del “origen mixto” malagueño y escoses influyó en más aspectos de la vida profesional e personal de Isabel de Palencia. El origen “plurinacional” afectó positivamente a otras mujeres de la época que asumieron gran importancia social y política, como, por ejemplo, las hermanas Nelken, María Lejárraga, Louise Grapple de Muriedas, Lilly Rose de Cabrera Schenrich y Victoria Kent, entre otras, todas hijas de matrimonios mixtos.
Concluiré con unas reflexiones sobre la parte del libro a mi juicio más innovadora y original y también atractiva, me refiero al momento en el que Azaña la acreditó como “ministro de España en Suecia” el 23 de octubre de 1936, embajadora en la legación de Estocolmo. Esta parte de la investigación es doblemente interesante en primer lugar por la excepcionalidad e importancia de la asignación de tal cargo a una mujer, en un momento tan difícil para España y, en segundo lugar, por la escasez de estudios relacionados al encuentro entre la historia de la diplomacia y la historia de las mujeres, y, en general, entre el ámbito historiográfico de las relaciones internacionales y la historia de las mujeres, aunque ahora un poco más explorados.
Se desprende en la descripción de la vida de Isabel de Palencia la dificultad de este oficio para las mujeres y en especial modo la peculiar situación de ser embajadora en un país, como en todos los países nórdicos, donde tuvo que lidiar con la supuesta neutralidad de las socialdemocracias nórdicas vinculadas al pacto de no Intervención, bajo el indirecto control franco-nazi y al adelanto y luego victoria de la diplomacia franquista, donde como nos recuerda Eiroa, retomando los datos desde Ángel Viñas, “se calcula que hubo un 90 % de defección de los diplomáticos” (p. 206). Las dificultades de defender su formación y su conciencia y militancia feminista en un contexto masculino hostil, está muy bien explicado y llega a involucrar unos matices más personales e íntimos, que se aprecian y se justifican por las dificultades de las decisiones que tuvo que tomar. Un ambiente en el que lo más afortunado fue su encuentro con Alexandra Kollontai “una de las que mayor impacto le causó” (p. 41) y de la cual escribió una biografía.
Lo que no se escapa a la autora, además, es el apoyo de la solidaridad de Suecia (y Noruega) en lo que con expresión acertada define como “principio de compensación” de la política oficial, uno de cuyos ejemplos fue el Hospital Sueco- Noruego de Alcoy en el abril de 1937.
Finalmente podríamos concluir volviendo a empezar desde México con algo relevante: este libro es en primer lugar un acto de memoria, una contribución a la historia de las mujeres y a su aportación en el asentamiento y difusión de los valores políticos, sociales y culturales de la II República española, luego, trasplantados allí donde en 1974 morirá sin volver como millones de desterrados a tocar suelo español. Come dice Giuliana Di Febo “la recuperación de la memoria se ha impuesto como hecho importante para captar la complejidad de la relación de las mujeres con la política y la guerra” (2) .
Notas
1 LOTMAN JURIJ, Mikhailovich, “Il diritto alla biografia” en La semisfera. L’asimmetria e il dialogo nelle strutture pensanti, Saggi Marsilio, Venezia, 1985, pp. 181-199.
2 Di Febo G. “Republicanas en la guerra civil española. Protagonismo, vivencias, género” en Casanova Julián (comp.) Las Guerras Civiles en el siglo XX, Fundación Pablo Iglesias, p. 67.
Laura Branciforte – Universidad Carlos III de Madrid
[IF]Isabel de Palencia. Diplomacia, periodismo y militancia al servicio de la República – EIROA SAN FRANCISCO (C-HHT)
EIROA SAN FRANCISCO, Matilde. Isabel de Palencia. Diplomacia, periodismo y militancia al servicio de la República. Málaga: Atenea. Estudios sobre la Mujer – Universidad de Málaga, 2014, 310 pp. Resenha de: SECO, Mónica Moreno. Clío – History and History Teaching, Zaragoza, n.40, 2014.
La biografía que nos ofrece Matilde Eiroa permite seguir profundizando en el siempre interesante mundo de las “modernas” de Madrid, cosmopolitas y cultas, que en los años veinte y treinta, en palabras de Mary Nash, “ocu paron las tribunas públicas, mostraron la capacidad y creatividad femenina en la construcción de la ciudadanía y asumieron el liderazgo político” 1. Esta obra completa la detallada investigación de Olga Paz Torres2, otros trabajos sobre aspectos parciales del multifacético itinerario vital de Isabel Oyarzábal y sus propias me – morias, ya traducidas3. Una de las apor taciones fundamentales del libro que nos ocupa es el amplio uso de fuentes, en ocasiones no muy utilizadas hasta ahora, dispersas en diversos archivos, como el del Ministerio de Asuntos Exteriores o del Ateneo de Madrid. Eiroa también rescata algunas publicaciones poco conocidas de Oyarzábal y maneja las abundantes colaboraciones en prensa nacional y británica de esta intelectual que fue pionera en muy diversos terrenos, co – mo conferenciante con una notable proyección internacional, inspectora de Trabajo, representante española en la OIT y la Sociedad de Naciones, y embajadora.
La trayectoria fragmentada y polifacética de Isabel Oyarzábal, atravesada de múltiples actividades e intereses, plantea un reto para la narración historiográfica, que se solventa con acierto en el libro al profundizar la autora en cada uno de estos aspectos, conjugándolos de manera apropiada con las etapas más destacadas de su vida. Sin descuidar ninguna de estas facetas, Eiroa no se centra en los aspectos ya más conocidos, como su participación en las principales organizaciones feministas del momento, su experiencia durante la República o el largo exilio en México hasta su fallecimiento en 1974, donde continuó con sus actividades periodísticas, políticas y asociativas.
Por el contrario, en esta biografía se presta especial atención a dimensiones menos tratados en obras anteriores, como el interés regeneracionista de Oyarzábal por el folklore, que di – fundió más allá de nuestras fronteras, o sus numerosos escritos de ficción y ensayo en los que se aprecia su evolución ideológica, desde posiciones conservadoras y convencionales a la militancia en el feminismo, el socialismo y en la defensa de la República, en consonancia con un creciente interés social, que reflejó en su novela En mi hambre mando yo.
Cabe reseñar, en el mismo sentido, el interés que la autora presta a la la – bor diplomática de Isabel Oyarzábal como embajadora en Suecia durante la Guerra Civil, donde compartió con Alexandra Kollontai dificultades en un mundo masculino y donde tuvo que lidiar con graves problemas por la falta de medios, la acción de elementos profranquistas y el apoyo del gobierno sueco a la No Intervención, pero donde también participó de las numerosas iniciativas que la población civil de los países nórdicos emprendió en solidaridad con la República.
Como subraya Eiroa, más que apor taciones intelectuales o políticas novedosas, la tarea más destacada de Oyarzábal fue su gran capacidad de difusión de valores progresistas y fe – ministas dentro y fuera del país. Co – nocida por sus dotes como oradora, subió a la tribuna en incontables ocasiones a lo largo y ancho del territorio nacional e impartió numerosas conferencias en el extranjero, que le llevaron a ser elegida por el gobierno para una gira propagandística por EEUU y Canadá en octubre de 1936, convirtiéndose ante la opinión pública norteamericana en referente de la República en guerra. Como periodista, publicó en periódicos de tirada na – cional muy influyentes como El Sol o en revistas feministas como Mundo Femenino, y fue corresponsal de diversos medios internacionales.
Isabel Oyarzábal compartió espacios, debates e inquietudes con mu – chas de las políticas e intelectuales más conocidas de la época, como vicepresidenta del Lyceum Club o presidenta del Consejo Feminista de España. Su bilingüismo y su compromiso social y feminista le acercan a las trayectorias de Margarita Nelken, Lidia Falcón o Constancia de la Mora, con quienes coincidió en asociaciones como la Agrupación de Mujeres Antifascistas. Como muchas de ellas, participó en debates en el seno de foros internacionales feministas y pacifistas, estableciendo lazos con mu – jeres y hombres progresistas de otros lugares, no solo de Europa sino también de América.
La autora, lejos de la hagiografía, valora con rigor académico la figura que estudia, recalcando sus contradicciones y límites, como el uso de su apellido de casada en su época de mi – litante socialista y feminista. De he – cho, a lo largo de la biografía se recurre a los tres nombres que esta intelectual utilizó: el seudónimo periodístico Beatriz Galindo, Isabel de Pa – len cia, denominación por la cual era conocida en los años veinte y treinta, e Isabel Oyarzábal, su nombre real.
La misma honradez historiográfica se aprecia cuando se señalan aspectos que no se han podido desarrollar, por falta de fondos documentales en los que sustentarlos, como sus relaciones con personajes de la política y el fe – minismo del momento, su participación en el PSOE o su opinión ante las decisiones del gobierno republicano y la marcha de la guerra.
En suma, nos encontramos ante un sólido trabajo que se inserta en la ya abundante bibliografía sobre el te – ma, que Eiroa maneja con soltura, para presentar la biografía de una destacada intelectual que, como tantas otras, en el primer tercio del siglo pa – sado creyó posible que la cultura, la tolerancia y la justicia podían mejorar la vida de mujeres y hombres en España.
Nota
1. NASH, Mary, “Introducción” a NASH, Mary (coord.), Ciudadanas y protagonistas históricas. Mujeres republicanas en la II Re – pública y la Guerra Civil, Madrid, Con – greso de los Diputados, 2009, p. 16.
2. PAZ TORRES, Olga Paz Torres, Isabel Oyar – zábal Smith (1878-1974), una intelectual en la Segunda República española. Del reto del discurso a los surcos del exilio, Sevilla, Consejo Económico y Social de Andalu – cía, 2010.
3. OYARZÁBAL SMITH, Isabel, He de tener libertad, Madrid, Horas y Horas, 2010 y Res – coldos de libertad, Málaga, Alfama, 2008.
Mónica Moreno Seco – Universidad de Alicante
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