¿Pactos de sumisión o actos de rebelión? – Rolf Foerster

FOERSTER, Rolf. ¿Pactos de sumisión o actos de rebelión?
Rolf Foerster (centro) e Camilo Rapu (direita) / twitter.com/rapucamilo/status.

FOERSTER R Pactos de sumision o actos de rebelion rebeliónFOERSTER, Rolf. ¿Pactos de sumisión o actos de rebelión? Una aproximación histórica y antropológica a los mapuches de la costa de Arauco. Santiago de Chile: Pehuén Editores, 2018. Resenha de: GONZÁLEZ, Damián Gálvez. Estudios Atacameños, San Pedro de Atacama, n.65, set., 2020.

Varios años tuvieron que pasar para que este libro finalmente se volviera a publicar. En el intervalo, numerosas fueron las intervenciones en las que Foerster expuso un sólido trabajo intelectual respecto a la situación de los pueblos indígenas en Chile, colocando especial énfasis en las relaciones interculturales y en la problemática mapuche actual. Las funciones del parentesco, las organizaciones políticas, las luchas por el reconocimiento y el colonialismo del Estado chileno sobre los mapuche son los temas principales que le dan cuerpo a su programa de investigación, así como a este indispensable volumen que la editorial Pehuén ha hecho bien en publicar. Análisis, observación y convivencia con los mapuche lafkenche de la costa de Arauco grabados en una excelente reedición de su tesis de doctorado.

Los cruces entre antropología e historia son obligados en toda la lectura del libro. En ese gesto resalta la potencia de una tradición que se funda y se define en la profundidad del tiempo, entre la fragilidad del presente y la fragmentación del pasado. Probablemente, el núcleo de esta voluntad analítica se condense en la hipótesis de trabajo que propone el autor:

en primer lugar, se trata de una reflexión diacrónica que parte del supuesto que los actuales conflictos con el Estado nacional -que generan las demandas de reconocimiento por parte de los mapuche- están en una relación de continuidad con el pasado colonial y con la peculiar forma con que la sociedad indígena ha encarado el asunto del poder (p. 20).

En mi opinión, el mérito más importante de esta conjetura, clara y precisa en su formulación, es que aborda las “transformaciones y las continuidades históricas de la sociedad mapuche” (p. 26), y junto con ello, desvela procesos de largo aliento que tratan de explicar la dinámica política que ha desplegado el movimiento mapuche, en las diversas modalidades de su gama, para relacionarse con el poder estatal, las fuerzas del capital y la sociedad chilena en general.

El libro consta de cinco capítulos y de un prólogo firmado por Fernando Pairican. En el capítulo primero, el autor construye un argumento profusamente bien documentado en torno a la estructura social de los mapuche antes de mezclarse con la administración colonial española. Leamos el siguiente pasaje que ilustra con exactitud el sentido de este apartado. “Hemos configurado una imagen de la sociedad reche-mapuche, previa al contacto, que nos debería servir para lograr una mejor comprensión de lo que va a acontecer en el siglo XVI y XVII, cuando los reche se enfrentan por segunda vez a una sociedad con Estado” (p. 88). Podríamos decir que su análisis es, sobre todo, para explicar desde el pasado remoto las conexiones más actuales entre identidad, cultura y territorio.

Otro aspecto relevante del libro es el lúcido tratamiento historiográfico con el que Foerster describe las continuidades y rupturas que se dieron al interior de las comunidades mapuche lafkenche, antes y después de la construcción de una nueva comunidad política en forma de república. Respecto al objetivo general del capítulo segundo, Foerster dice:

Aquí el centro de nuestro interés es, por un lado, analizar la política hispana en el mundo mapuche con especial énfasis en la zona de Arauco, y por otro, ver cómo la sociedad reche reacciona vía la aculturación negativa. Se trata de observar el peso o solidez de sus reestructuraciones territoriales (los ayllarehue, el butalmapu) y el efecto especular del ‘pacto colonial’ como forma de poner fin a la guerra y al establecimiento de la frontera (p. 21).

La vida social y cultural mapuche se transformó de manera irreversible luego de la ocupación militar del Wallmapu en la segunda mitad del siglo XIX. Como lo muestra Foerster en el capítulo tercero, el proceso de colonización que impulsó el Estado-nación chileno produjo un quiebre en lo que atañe a las relaciones interétnicas que se habían cultivado durante el régimen colonial español.

Dos hechos grafican esta situación. En primer lugar, el abandono de una política de regulación de la frontera, es decir con esa suerte de pacto que se sellaba en los parlamentos, en las que intervenían tanto las autoridades hispano criollas como indígenas […]. En segundo lugar, se transitó de un reconocimiento del territorio indígena al sistema reduccional, que si bien entregó medio millón de hectáreas, prácticamente pulverizó la propiedad indígena en un amplio archipiélago a lo largo de la región de La Araucanía (p. 224).

He aquí otro elemento importante que permite visualizar el flujo de los cambios en la vasta frontera del sur y que culminará con la “subordinación de los mapuche al Estado chileno como campesinos” (p. 27).

A partir de un marco temporal que abarca casi todo el siglo pasado, en los capítulos cuarto y quinto Foerster profundiza en una constelación de temáticas destinadas a desvelar el mundo de las reducciones, la pérdida del territorio, la reforma agraria en la provincia de Arauco, las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura cívico-militar, la expansión de las empresas forestales en un momento de globalización económica, los conflictos ambientales y las diferentes modalidades de acción colectiva que ha adoptado el movimiento mapuche una vez iniciada la transición a la democracia. Este último aspecto es significativo para abordar dos dimensiones que están profundamente conectadas. Por una parte, los procesos de articulación política que los mapuche lafkenche han desplegado para reivindicar su derecho al territorio y a la autodeterminación como pueblo autónomo. Y por otra, los alcances y las limitaciones del multiculturalismo y las políticas de reconocimiento en un contexto de hegemonía neoliberal.

¿Pactos de sumisión o actos de rebelión?, en definitiva, es un libro que merece ser leído con atención para poder comprender mejor una larga y compleja historia de conflictos no resueltos entre la sociedad mapuche y el poder estatal que siguen estando presentes en el Chile de hoy.

Damián Gálvez González – Lateinamerika Institut, Freie Universität Berlin, ALEMANIA. Email: dgalvezfu@zedat.fu-berlin.de. Centro de Estudios Interculturales e Indígenas (CIIR), Santiago, CHILE.

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Laboratorios etnográficos (1880-1980) – OJEDA (RCA)

OJEDA Jorge Pavez rebelión
Jorge Pavez Ojeda. https://commons.wikimedia.org/

OJEDA J P Laboratorios etnograficos rebeliónOJEDA, Jorge Pavez. Laboratorios etnográficos. Los Archivos de la Antropología em Chile (1880-1980). Santiago de Chile: Colección Sociología. Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2015. 598p. Resenha de ESPIRITO-SANTO, Diana. Revista Chilena de Antropología, n.34, p.111-114, jul./dec., 2016.

Este nuevo libro de Jorge Pavez, al igual que su anterior, Cartas mapuche, siglo XIX (2008), marca un hito en la reflexión, ahora sobre el quehacer antropológico en Chile y su vinculación con el devenir de los vínculos “interétnicos”, “coloniales”.

La entrada a esa historia es por medio de un concepto: el de “laboratorio etnográficos”. Este “permite significar la conjunción de varios agentes, procesos y prácticas” (leídos desde una perspectiva dialógica), insertos en una topología (“son territorios completos, sometidos a procesos de ocupación estatal y de colonización”), en una economía y, por último, en una “cierta anatomía”. Así,

Las inscripciones topológicas, las marcas de su economía y los informes de sus anatomía se encuentran en el archivo de su producción. El archivo mismo, el conjunto de las inscripciones textuales y visuales producidas en el laboratorio de los territorios indígenas, da cuenta de la “vida del laboratorio” colonial y de su economía política y libidinal (p.27).

El período que abarca esta historia es de un siglo: 1880-1980. Los laboratorios centrales, capitales, giran en torno a los “autores fundadores de narrativas etnológicas de la nación” (p.35): ellos son Rodolfo Lenz, Max Uhle, Martín Gusinde y Tomás Guevara. A cada uno de ellos Pavez le dedica uno o más capítulos.

Así estas “narrativas”, al ser leídas bajo el supuesto del paradigma dialógico (opuesto al paradigma iniciático), hace de los “padres fundadores” autores parciales, donde los co-autores han sido silenciados, marginados u omitidos. La gracia de la obra de Pavez es mostrar, entonces, al detalle y con precisión obsesiva, la co-autoría y las consecuencias que se derivan de esta desconstrucción.

Como no me es posible comentar todos estos laboratorios me voy a permitir encarar dos de ellos ligados a la Araucanía: el de Lenz y el de Guevara, para posteriormente abordar algunas ideas más generales a que apunta esta obra.

La “narrativa” de Lenz —con un substrato caracterizado como de “araucanismo neohumboltiano” (la lengua como representación externa del “genio de los pueblos”, p.76)— se vincula, en el “dispositivo etnográfico”, con dos mapuche Víctor Manuel Chiappa y, a través de él, con Kalvún. Este nexo ya había sido puesto de relieve por Gilberto Sánchez en 1992. Otro co-autor, Manuel Manquilef tendrá un lugar relevante en este laboratorio, como también en el de Guevara.

En esta relación triangulada se manifiesta la tensión entre ambos aparatos y sus paradigmas, por ejemplo a la lengua y la posibilidad de traductibilidad.

Lenz, fiel a su postura humboltiana, se preguntaresponde “¿Es posible traducir literalmente de una lengua a otra, cuando las dos son de estructuras enteramente distinta y representan grados de cultura enteramente diferentes? Creo que no es posible”.

La respuesta de Lenz es la que rescata Paves por su originalidad: “…todas las teorías lingüísticas generales han nacido exclusivamente en el terrenos de las lenguas indo-europeas […] la perspicacia de Lenz para acusar las limitaciones etnocéntricas de su ciencia… recuerda lo que Jacques Derrida apuntó como la tentación imperialista de una lengua semítica universal recogida en el mito de la torre de Babel” (p.108). Es evidente que dentro de esta perspectiva el lugar de Manquilef era más simétrico o igualitario, de allí el estímulo de Lenz a que se publicara su obra, bajo su autoría, en los Anales de la Universidad de Chile. Es notable el rescate que hace Pavez de la complejidad del juego de Manquilef en la traducción de su obra:

Pero al mismo tiempo que traduce diálogos a enunciaciones impersonales, también encubre o atenúa ciertos conceptos orientados a generar efectos diferentes en cada idioma y su público lector, especialmente cuando se trata de enunciar la relación de fuerza (política o militar) entre los pueblos que practican las lenguas en traducción. Así por ejemplo, una frase de su padre Fermín Trekamañ Manquilef, citada dos veces: “Afkilpe aukantun dunu, aukantun dunu meu, piam, yeneenolu ta che; que no se concluya el conocimiento del juego, pues por el, se dice, la gente fue invencible”.

Aukantu es más que nada la acción de luchar, que por supuesto está contenida en el juego de palin, que es un juego agonístico, pero que abarca muchos otros escenarios de competencia, y especialmente, la guerra.

Aflayai aukantun dungu, “que nunca se acabe el conocimiento de la lucha/combate/pelea/ guerra”, en un enunciado bastante subversivo, que traducido al juego se vuelve la alegoría secreta de un pueblo que tiene que estar preparado para defenderse” (p.111).

Así el laboratorio de Lenz es sensible, por su orientación, a la valoración positiva de la propuesta y práctica de Manquilef. También lo era, nos recuerda Pavez, de la tradición y el habla popular chileno, expresada en la revista del Folklore, en su diccionario etimológico y en la recopilación de la Lira Popular.

Aquí Pavez rescata la tensión de Lenz con la elite chilena que veía con horror y escándalo ese rescate de lo popular:

Salte un hoyo, le vi el coño Colorado como un demonio

Meto lo duro en lo rajao Lo meto seco y lo saco mojao

La experiencia de Lenz es que “en Chile parece faltar por completo, entre la gente ilustrada, ese amor y cariño al pueblo bajo, el cual, sin embargo… es la base eterna de la fuerza nacional”.

La tensión de este Laboratorio con el insigne Andrés Bello es rescatada por Pavez. Para el triple fundador –de la Gramática, del Código Civil y de la Universidad de Chile—la valoración positiva de habla del pueblo estaba lejos de su horizonte, su postura oligárquica era abierta. Lenz en cambio “apela ya no amar a la ley sino amar al pueblo y a la nación; a la “pasión por el orden” de Bello opone una pasión por la creación el descubrimiento, el cambio y la transformación” (p.162).

En síntesis, el laboratorio de Lenz mantiene “una relación con el pasado, con la nación y con el ‘valor de antigüedad’ que la élite chilena no comprendía… Como tuvo ocasión de señalar en varias oportunidades y con altos costos personales, la elite chilena no tenía vocación de integración nacional” (p.164).

113/ Laboratorios etnográficos. Los Archivos de la Antropología en Chile (1880-1980) Laboratorio de Guevara En primer lugar, Pavez aborda uno de los textos de Guevara que se ha sido desde los 80 una obra fundamental para los estudiosos de la sociedad mapuche y para el “nacionalismo mapuche”: Las últimas familias araucanas (publicada en los Anales en 1912) y la razón es que allí “La gran variedad de familias presentes permiten una visión de conjunto sobre lo que constituye el entramado de alianzas políticas y familias que estructuran la sociedad mapuche” (p.320). Pavez quiere corregir “varios errores de interpretación” (como la coautoría), para finalmente mostrar “cómo esta forma de escritura de la historia mapuche contribuyó a la formación del primer movimiento político mapuche en la época de la reducción” (p.321), así “la operación historiográfica y la operación política se entrelazan en su génesis” (p.352). Aquí Pavez retoma la hipótesis de lectura de Menard sobre este gabinete:

…sobre este tipo de gabinete se ejerce un control y se impone un ‘orden del discurso’ colonial, que va a implicar un arreduccionamiento de la escritura, mapuche, al igual como se arreduccionaban los linajes en los territorios conquistados. André Menard ha señalado esta metonimia de la condición reduccional, para enunciar la delimitación reductora que se despliega en el formato de doble columna en que se publican estos textos mapuches (p.354).

Permítanme la siguiente hipótesis sobre este gabinete etnográfico encabezado por Manquilef- Guevara en la producción de “las últimas familias”.

Estábamos de acuerdo en el pasado reciente con la afirmación que se trata de una “visión de conjunto de la sociedad mapuche”, no obstante, tuvimos que modificarla con nuestros estudios en el área huilliche y posteriormente en el área Arauco-Tirúa. Las últimas familias es el laboratorio de los nagche y wenteche, que se valieron de Guevara para hacernos creer que no había universo mapuche más allá de esa oposición (de allí que sea poco útil este texto para comprender las redes mapuches en la zona de Arauco-Tirúa y de sus vínculos con la zona de Malleco).

Volvamos a Guevara. El título de las “últimas familias” (no compartido por sus co-autores) es coherente con la propuesta historiográfica de Guevara:

lla suponía… como toda escritura de la historia un rito fúnebre que permitiera superar el pasado, pero lo que él estaba enterrando es el pueblo mapuche en conjunto, dándole un término como sociedad y civilización (p.365).

Por supuesto, como nos dice Pavez, “Es difícil creer que los mapuches del gabinete guevariano pensaran lo mismo” (p.365). Menos que compartieran el “evolucionismo” de Guevara que los inferiorizaba.

Estamos también lejos de Lenz, para éste lo mapuche era un clave del substrato cultural nacional, pero compartía con Guevara el paradigma de la extinción.

Ambos laboratorios funcionan como oráculos trágicos de un fin ineluctable, no obstante, Las últimas familias tiene la virtud de poner el oráculo de los lonkos que lo niega “no se acabará el ser, la sabiduría, mapuche”. Este juego oracular es que la ha transformado a esa obra en una clave La disputa de Guevara con Charles Sadleir y la obra de los anglicanos en la Araucanía, le permite a Pavez precisar el nexo que tuvo la Misión Anglicana con el movimiento mapuche, pero también con el “valor del mestizaje para las empresas misioneras católicas y retomado por la ideología nacionalista chilena” (p.397). Hay ahí un puente entre Lenz y Sadleir ambos eran sensibles y críticos al mestizaje promovido por el nacionalismo, ya que para los anglicanos “la comunidad cristiana y económicamente productiva se traducía en una clara distinción étnica o “racial” en el plano sexual reproductivo” (p.397). Esta distinción llevó a Sadleir a identificarse con los mapuches (sobre todo con aquellos militantes de la Sociedad Caupolicán, de la cual el formó parte), gesto que molestaba a Guevara, a pesar de considerarse un “amigo de los araucanos”.

Por último, Pavez nos presenta la distinción de la postura con uno de los mayores teóricos de la “raza chilena”: Nicolás Palacio.

Se enfrentan así las diferentes formas del indigenismo de principios del siglo XX, que en el fondo son variaciones de un racialismo evolucionista: el elitismo nacionalista de Guevara en contra el nobilismo raciológico de Sadleir, el racismo nacionalista de Palacios en contra del cosmopolitismo cientificista de Lenz, el culturalismo pragmático de Manquilef en contra del sicologismo determinista de Guevara. En esta multiplicación de posiciones, 114/ Rolf Foerster resulta bastante evidente que entre la imagen dada por Guevara… de una raza derrotada, biológicamente decadente y en vías de extinción, y la imagen de una raza dignamente representada por dirigentes aristocráticos, vestidos con moderna elegancia y convencidos de la vigencia de su autoridad así como de una autonomía racial y política frente a la nación y al Estado chileno, los caciques encontrarán en el proyecto comunitaristas anglicano una alternativa de negociación más atractiva que la ofrecida por el proyecto mestizológico chileno (p.423).

Este resumen de dos de los laboratorios nos permite pasar ahora a cuestiones más generales que me gustaría tratar antes de finalizar.

Una precisión: el estudio de estos laboratorios no es una suerte de “síntesis comprensiva y global de la historia de la antropología en Chile” y “esto porque las condiciones mismas de posibilidad de la práctica y el archivo etnográficos no llevan a pensar una historia de la antropología, sino más bien a conocer cada laboratorio etnográfico” (p.27-28).

No obstante, Pavez nos ofrece inmediatamente una síntesis al señalar que en la “historia del archivo indigenista” hay unos “padres fundadores de la etnología chilena”, que como todos padres producen fascinación y rechazo. Ahora bien, para sorpresa, esos padres no son los jesuitas de los siglos XVII y XVIII (Valdivia-Ovalle-Rosales-Havestadt-Febres- Molina), sino los “padres de habla alemana” de las primeras décadas del siglo XX: Lenz, Uhle, Gusinde: “autores consistentes de una ‘revolución científica’ en Chile”. La tesis es que “La modernidad alemana, anclada en el romanticismo populista, buscará en la alteridad negada por las elites criollas los fundamentos para la renovación de un proyecto nacional chileno cuya modernización se hiciera cargo de las tradiciones vernaculares” (p.30).

Mi hipótesis es que Lenz y la etnología alemana es de algún modo una continuación (y una negación) del “laboratorio jesuita”, que dio, como unos de sus resultados, no sólo diccionarios y una buena etnografía mapuche-huilliche, sino también la construcción dialógica de la “política de los parlamentos”.

Mientras que el laboratorio de Guevara tiene como objetivo desmontar ese laboratorio para levantar uno acorde con la “pacificación” y el “sistema reduccional”, como primer paso en la disolución de lo mapuche en lo nacional, de ahí la tensión con Manquilef que es heredero del laboratorio parlamentario del siglo XVIII y del XIX (no deja de ser significativo que Pavez no rescate de forma significativa la labor parlamentaria de Manquilef en la Cámara de Diputados; como el laboratorio político de las organizaciones mapuches de los 80 que rescatan ese legado).

Pero volvamos a la síntesis: para Pavez “la segunda guerra mundial dará el golpe de gracia a la fundación de la etnología en Chile” (p.31). El golpe viene desde los Estados Unidos: “cuyos paradigmas tecnofuncionales parecían más libres de tradiciones ideológicas porque favorecían la autonomización disciplinaria y un alejamiento del debate social” (p.31).

La figura central de ese parricidio sería Ricardo Latcham (rescatado desde su tumba, muere en 1943, por Mostny) y también (otra sorpresa) Lipschutz.

Ambos habrían practicado un indigenismo que “no ponía en peligro la ‘unidad nacional’ de Chile, sino que promovía abiertamente (y desde la antropología física) la patrimonialización colonial republicana de los reductos vivos de la alteridad política y sociocultural” (p.31). Esta historia concluye: “en los años 50 y 60” donde los “padres” alemanes son reducidos a la condición de ‘figuras recesivas’” (p.31).

Rolf Foerster – Departamento de Antropología, Universidad de Chile. E-mail: rfoerste@uchile.cl.

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El Pucara del Cerro La Muralla: Mapuches, Incas y Espanoles en el Valle del Cachapoal – SEPÚLVEDA et al (RCA)

SEPÚLVEDA, Jairo; SAN FRANCISCO, Alex; JIMÉNEZ, Bruno; PÉREZ, Sebastián. El Pucara del Cerro La Muralla: Mapuches, Incas y Espanoles en el Valle del Cachapoal. Santiago: Mutante Editores, 2014. 250p. Resenha de: FAULBAUM, Felipe Vargas. Revista Chilena de Antropología, n.31, p. 127-128, ene./jun., 2015.

Con una prosa ágil, coloquial y resuelta, considerada para privilegiar su lectura por un público masivo, este libro publicado por Mutante Editores nos adentra en los múltiples recovecos de una investigación que busca aclarar uno de los mayores misterios de la Historia Americana. ¿Cuál es el límite meridional del Imperio de los Incas? ¿Cómo eran las poblaciones que resistieron el avance y conquista incaica en Chile Central? ¿Qué dinámicas sociales se desarrollaron en esta región fronteriza? ¿Cuáles fueron las continuidades que permitieron sostener posteriormente una heroica y cruel resistencia a la conquista hispana? Es a través de la investigación arqueológica de una olvidada construcción en la cima de un cerro en las cercanías de San Vicente de Tagua Tagua.

Desde los ruinosos muros abandonados del Cerro La Muralla, en el valle del Cachapoal, se rastrean las últimas huellas que el fabuloso y enigmático “Imperio de los Incas” o Tawantinsuyu dejo en su avance de conquista del sur de Chile.

Las excavaciones arqueológicas realizadas, por los autores, en el Pucará del Cerro La Muralla durante la realización del Proyecto FONDART 18.291 “Por la senda del Inca en el valle del Cachapoal”.

Junto a la revisión erudita de los demás vestigios materiales del período incaico de la IV Región de O’Higgins y Chile Central, son hábilmente utilizadas como una certera herramienta para visibilizar la tenaz lucha de resistencia de las poblaciones mapuche frente a las campañas de conquista inca y su posterior continuidad en la resistencia anti hispana.

Con una copiosa y muy actualizada bibliografía histórica y arqueológica se presentan los distintos procesos que enfrentaron las poblaciones de la región. A partir de una acabada síntesis de largo alcance, que nos adentra a la prehistoria regional, los autores recorren la cronología precolombina y los elementos claves del cambio cultural, resaltando en este sentido, el proceso de andinización preincaico de Los Andes Meridionales. Finalizan presentando con detalles los prolijos documentos y vestigios atribuidos al período incaico.

Luego del desempolvo de los jarrones, sitios y construcciones del lejano tiempo inca la investigación avanza en el esclarecimiento de los procesos históricos y dinámicas sociales acontecidas por los habitantes locales. Clarifican la denominación promaucaes o “gente salvaje” como una definición incaica, reflejo de su incapacidad política en una coyuntura histórica particular, por sobre una realidad cultural y étnica en sí misma. Reforzando así las fuertes conexiones culturales de las poblaciones locales o “promaucaes” con el mundo mapuche.

Con el correr curioso de las páginas se va visualizando el rostro histórico de los mapuches o picunches, que habitaron esta convulsionada región durante los siglos XV y XVI. Las dinámicas que permitieron el levantamiento frente a los distintos invasores, las frágiles alianzas que sostuvieron con los conquistadores cuzqueños y españoles durante la vida de frontera, la derrota y sometimiento luego del fracaso de las estrategias de resistencia.

Revista Chilena de Antropología 31/1er Semestre 2015 127-128 128/ Dione da Rocha Bandeira La continuidad fragmentada del mundo mapuche de Chile Central en las reducciones indígenas y pueblos de indios de la colonia, junto a las sobrevivencias de esos fragmentos en la vida del mestizo chileno hasta la actualidad presionan por la necesidad de visibilizar y reavivar en la memoria social esas continuidades presentes en distintas actividades comunitarias contemporáneas. Tal como la actual procesión y celebración a la Virgen Nuestra Señora de Fátima anualmente realizada entre las murallas derruidas del pasado incaico.

Situado en el valle del Cachapoal.

Observando minuciosamente los acontecimientos desde los antiguos ayllus y tribus del valle, el arribo del Tawantinsuyu a la región y posterior debacle del Imperio Inca por las huestes españolas, este libro es un real aporte al dar cuenta de la riqueza histórica y cultural del valle del Cachapoal. Situando con justicia al valle del Cachapoal en una de los más importantes problemáticas y enigmas de la gran historia americana.

Felipe Vargas Faulbaum – Licenciado en Arqueologia, Universidad de Chile. E-mail: feliperplexo@gmail.com.

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¡Aprender a vivir siendo otro! Construcción histórica de los pueblos huilliche y mapuche (Walmapu, siglo XX) | Carolina Carillanca

Carolina Carillanca pertenece, con toda propiedad, al grupo de jóvenes historiadores que están iniciando su formación profesional en la Universidad de Los Lagos de Osorno, al alero del Programa de Estudios y Documentación en Ciencias Humanas (PE DCH) que impulsa el profesor Patrick Puigmal. Junto a Jorge Muñoz y Hernán Delgado, son tal vez los más desatacados de esta generación. En el libro que ahora reseñamos, Carolina Carillanca logró reunir siete trabajos que se discutieron en Osorno en noviembre del 2010 en el Seminario Estado y Sociedad: construcción histórica de los huilliche durante el siglo XX, organizado por ella misma con el apoyo del PEDCH y al que asistieron varios historiadores jóvenes y otros de más larga trayectoria. Como señala la editora en la presentación, su propósito era “una invitación a reflexionar sobre el despojo y la asimilación en la construcción histórica del sujeto indígena” en el siglo XX con el objetivo de integrarlo al quehacer nacional.

El libro se inicia con su artículo “Despojo y asimilación de los huilliche en el proyecto de las élites dirigentes chilenas (Chaurakawin, 1930-1973)”, que da cuenta del despojo de las tierras indígenas en Osorno (Chaurakawin), mediante engaños, préstamos, cesiones de derecho y otros mecanismos que, a juicio de las elites santiaguinas, permitirían el avance del progreso en aquella región. Este criterio reguló la constitución de la propiedad en el sur, muchas veces con violencia y vulnerando los derechos de la población indígena. De este modo, señala Carolina Carillanca, la sociedad indígena experimentó un proceso de pauperización que afectó incluso a otros sectores de la sociedad regional, castigados por una política estatal de escasa sensibilidad social. Los esfuerzos de la elite de integrar al indígena a la sociedad nacional, transformándolo en pequeño agricultor y recurriendo a la educación, desconoció las distintas realidades territoriales de las comunidades indígenas sobre las que actuó indiscriminadamente. En suma, la autora reclama examinar este capítulo de la historia regional, cuyo esclarecimiento “es de vital importancia para la comprensión de los fenómenos constitutivos de la historia huilliche”. Leia Mais

Apellidos mapuche: historia y significado | Hugo Amigo e Patricia Bustos

Este libro es el resultado de un proyecto de investigación destinado a establecer los factores que podrían influir en las tasas de mortalidad materna e infantil presentes entre los mapuches, identificando, además, los factores de riesgo ante una determinada enfermedad, el grado de prevalecía que éstas tienen en comparación con el resto de la población, la forma de protegerlos e indagar los efectos que la dieta pudiese tener respecto al tamaño de los recién nacidos.

Centrar la investigación en un grupo étnico requiere fijar indicadores que permitan identificar a los miembros de la comunidad en estudio, tarea dificultosa en el caso mapuche ya que los parámetros normales utilizados para adscribir étnicamente a las personas en otras regiones del mundo, como territorio, lenguaje, historia, cosmovisión y rituales, no son factibles de establecer con nitidez en un conglomerado que tradicionalmente conformó una sociedad segmentada en cientos de linajes territoriales, cuyos integrantes adquirían identidad propia a través de los vínculos de parentesco y el apego al terruño en que habían nacido. Allí los elementos, animados e inanimados, adquirían características sobrenaturales, proporcionándoles alimentos y protección encarnada en el accionar, tanto de los espíritus que daban vida y forma a dichos elementos, como a los de sus ancestros que deambulaban en el espacio que unía el mundo terrenal con el sagrado. Cada linaje era una unidad social y territorial diferente a la de sus vecinos a quienes miraban como potenciales enemigos. Dicha autonomía socio-política se refl ejaba en la ausencia de autoridades centrales comunes y en sus permanentes rencillas, agudizadas por la necesidad de vengar agravios nunca olvidados. Leia Mais

Shamans of the Foye Tree: Gender, Power and Healing Among Chilean Mapuche – BACIGALUPO (C-RAC)

BACIGALUPO, Ana Mariella. Shamans of the Foye Tree: Gender, Power and Healing Among Chilean Mapuche. Austin: University of Texas Press, 2007. 21p. Resenha de: DILLEHAY, Tom D. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.40, n.1, p.103-104, jun. 2008.

Ana Mariella Bacigalupo’s Shamans of the Foye Tree: Gender, Power and Healing Among Chilean Mapuche is a descriptively rich and theoretically nuanced ethnographic analysis of Chilean Mapuche shamans or machis. Aimed at a wide audience of scholars and students, Bacigalupo raises critical theoretical questions relevant wherever religion, gender and body politics, spiritual power, and the identity of indigenous people in the nation-state intersect. At a time when the world is focused on efforts to understand religious manipulations of politics, political interpretations of religion, and clashes between political agendas and religions of the world, this book sheds light on the complexities and dynamics of these concerns from the viewpoint of indigenous gender structures and practices. Besides being an illuminating ethnography on Mapuche shamanism, Bacigalupo succeeds greatly in problematizing constructions of gender, spiritual power, health and healing, and race and culture, as politically strategic discourses invoked in discrete religious settings that both replicate and challenge modern formations of subjectivity, personhood, and performance. As indicated in the book’s title, a metaphoric centralizing theme is the foye or cinnamon tree, which serves as a source of symbolic healing and medicinal qualities, as well as a sacred emblem of shamanic authority and ritual performance.

Specifically, Bacigalupo hails the importance of examining the margins of indigenous shamanism in Chile to understand the subjective workings of the state apparatus as it affects the Mapuche and linkages between local and national ideologies. In using conceptual constructs drawn from anthropology and other social sciences, her ultimate objective is not just to understand shaman’s lives but also to understand what women’s and men’s shamanic lives can reveal about the cultural construction of self and about the workings of the wider religious and political system of the Mapuche within the Chilean nation-state. Herein lies an important lesson for anthropologists about the value and relevance of the discipline to understanding wider political processes and to processes of subject formation.

Anthropological attention to processes of subject formation has generated critical observations regarding how these processes change over time and space, doing much to ground and specify the theoretical insights of other fields as well. Scholars have demonstrated how groups of people make and remake themselves through the prisms of race, class, gender, occupation, and ethnicity-categories that have been linked to “culture” in different ways at different historical moments. Set in this context, Bacigalupo explores how the subject formation of biological sex can mask other important issues such as gendered constructions of sexuality and personhood and ruptures in shaman gendered and sexual identities. Bacigalupo’s theoretical departure draws on the works that examine both female and male shaman’s strategy responses to current circumstances within a changing Mapuche society, emphasizing both boundary crossing and production. The most vivid illustration of these dynamics is an examination of the significance of balanced, gender-salient power in traditional and contemporary healing practices based on ancestral worship and spirituality. Bacigalupo’s mapping of this particular case also illustrates how state-making apparatuses can be utilized by indigenous authorities to reinforce and transgress cultural and gender boundaries for achieving similar purposes: economic or political gain and the disruption or reinforcement of structures of traditional authority. In this regard, Bacigalupo is especially intuitive in seeing that the gender divisions of labor and the social position of both men and women have the potential to shape shamanism and its aesthetic and healing values.

Above all, the book is an effort informed by the complementary expertises of Bacigalupo as an ethnographer, ritual practitioner, and historian. The ethnography explores the complex ways in which indigenous cultural traditions interplay with the increased introduction of new and different non-ethnic ideologies, engaging state politics and leading, in some ways, to revitalized shaman renewal ceremonies that have invigorated gender political identities. Bacigalupo, as a historian, documents transformations as a religion oriented toward universal accessibility of shamanic teachings irrespective of gender and political status. And Bacigalupo, as an ethnographer practitioner brings vivid color and accuracy to the healing practices and spiritual beliefs of modern-day Mapuche machis. She demonstrates clearly how region wide patterns of healing authority, grounded already in a shared set of cultural resources, are shaped by responses to shared threats from both inside and outside the indigenous culture. Bacigalupo also points out that Mapuche shamans previously have either been examined in terms of spiritual labors and performers or not given much attention at all. When given attention, most studies have situated shamans within marginalized social settings that convey an artificial boundedness that does not always account for the real life-dynamics of the religious and political geography of shamans and their realistic identities within their own society.

Shamans of the Foye Tree stresses the importance of gendered power relations, which is a neglected topic in Mapuche ethnographies and in shaman studies in general. In this regard, this book represents a significant anthropological contribution to round out a picture of cross-gender shamanism in a modern world. Aside from gender identity and shaman’s sexualities, Bacigalupo deals with machi’s construction of authority in the Chilean neo-liberal state, in which machi are usually typed by the state as sorcerer’s and sexual deviants. But Mapuche healers are therapeutic and political entrepreneurs, often creating social hierarchies of both healing practices and institutionalized personhoods among themselves and others. Coming into view in this study are the new ways in which nationalist politics engage with Mapuche shaman renewal and its encounter with western religious sects, and the ways in which these encounters impact the effort to more strongly assert indigenous gender and occupational (shaman) identity. While not discounting traditionalist tendencies of resistance and revival, Bacigalupo is specifically interested in demonstrating how reaffirmation of practices of shamans has the means through which modernist forms can be adopted by local communities undergoing rapid change. Two of the several major contributions of this book are the insights that Bacigalupo provides into the thinking of some of the shamans who shape their society and into machi perceptions of themselves and of their place in the world. The result is a splendidly rendered ethnography that advances a wealth of informed analysis about specific renewal rituals and gendered power relations while suggesting many insights into the process of gendered shamanistic practices throughout the region.

All in all, this book provides plenty of new data, ideas, and questions for a wide range of scholars and students in studies of shamanism, gender, power and hierarchies, and identity politics. The book is destined to make a wide mark on the field, because of the broader intersection between gender, politics, and religious interaction that is at its core. Shamans of the Foye Tree is a must read for any scholar and student interested in these topics and in South American indigenous groups.

Tom D. Dillehay – Vanderbilt University, Nashville, USA. E-mail: tom.d.dillehay@vanderbilt.edu

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