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Plutarco entre mundos. Visões de Esparta, Atenas e Roma – GÓMEZ CARDÓ et al (RA)
GÓMEZ CARDÓ, P.; LEÃO, D. F.; OLIVEIRA, M. A. de (Eds). Plutarco entre mundos. Visões de Esparta, Atenas e Roma. Coimbra: Humanitas Supplementum, Estudos Monográficos, Universidade de Coimbra. University Press: Annablume Editora. Resenha de: SERENA, Josep Antoni Clúa. Revista Archai, Brasília, n.22 p. 381-389, jan., 2018.
Las contribuciones de este volumen tienen como característica común el nombre de tres ciudades, a saber, Esparta, Atenas y Roma, como modelos de organización social y espacios políticos e institucionales diversos, no solo en el espacio sino también en el tiempo. Para Plutarco estas ciudades “en contraste”representan lugares paradigmáticos en donde viven y conviven los ciudadanos. De ahí que los estudiosos de Plutarco que colaboran en este volumen procuran analizar en cada una de estas ciudades, ya sea por asimilación o por contraste. Y como afirma P. Gómez al inicio de la obra que reseñamos, “Plutarco es uno de los principales agentes de lo que Lamberton 1 ha denominado una segunda romanización, si se atribuye al escritor de Queronea un papel ante todo político en una nueva vía en la relación entre griegos y romanos, junto a su tarea como educador y moralista, aspecto este último en el que se ha focalizado, quizá en exceso, la misión de Plutarco, él mismo ciudadano romano”.
Las primeras páginas de esta obra, de hermosa factura, las ocupa el artículo “O joven Teseu: do reconhecimento paterno ao reconhecimento político” de Loraine Oliveira, en donde se evidencia como el devenir de la figura de Teseo está ya marcado desde su nacimiento por el oráculo. Su padre Egeo, ignorando el significado de aquello que había querido expresar la pitia, pide consejo a Piteo. Este, haciendo caso omiso del oráculo – no sabemos si buscando un bien para sí mismo o para demostrar su poder en contra de los designios divinos – le ofrece a su hija Etra para que se case con ella. De esta unión nacerá Teseo, el cual se quedará en Trecén. Todo lo que intenta su abuelo para evitar la desgracia es en vano, ya que Teseo inicia un viaje hacia su autoconocimiento y llega a Atenas, patria de Egeo, donde decide formar parte del tributo que enviaban cada año a Minos, rey de Creta. Allí, con la ayuda de Ariadna, consigue matar al Minotauro. Con esta hazaña no solo logra afianzar su poder político, dejando a Minos sin descendencia masculina, sino que también obtiene el reconocimiento de sí mismo en el laberinto e incluso el paterno, acabando con la monarquía y dando paso a la democracia.
María Teresa Fau Ramos presenta un trabajo titulado “Legislar tenía un precio”, que trata de la figura del fundador/legislador mediante tres parejas: a) Teseo y Rómulo; b) Licurgo y Numa y, c) Solón y Publícola, para así intentar buscar puntos comunes en cuanto a origen, vida o condición mítica. Empezando por la figura de Licurgo, digamos que este, antes de ejercer como legislador, viajó por Creta, Asia y Egipto para obtener una excelente formación. A su regreso, empezó a instaurar las primeras leyes muy bien vistas por sus conciudadanos, excepto una de ellas, por la cual llegó a perder uno de sus ojos. Y la situación no remonta, ya que, al final de su vida, decide renunciar a volver a su patria y morir exiliado, para conseguir que sus leyes sigan siendo cumplidas. En cuanto a Solón, al igual que Licurgo, obtendrá un desafortunado destino, ya que es acusado de obtener beneficios fraudulentos y él mismo decide exiliarse durante diez años. Numa, quién podía haber vivir tranquilo alejado de la vida pública, decide conducir a Roma, emprendiendo la difícil tarea de pacificar la ciudad, consiguiendo su propósito, lo que será un hecho después de su muerte, cuando el pueblo termine con el cese y vuelva a tomar las armas.
Por lo que se refiere a Publícola, la autora señala que fue conocido por su carácter déspota y por las manifestadas por los poderosos hacia su persona por hacer ostentación de una casa demasiado lujosa. Además, tuvo que renunciar a su casa destruyéndola y vio truncado su intento de llevar a cabo un ritual de alta relevancia. Teseo seguirá por la senda de la desgracia, pues verá como Menesteo pone a toda la población en su contra, y acabará abandonando la ciudad de Atenas y muriendo despeñado. Y, por último, Rómulo, caracterizado por vivir en la desmesura y por acabar desapareciendo misteriosamente.
Delfim F. Leão, con un trabajo titulado “O legislador e suas estratégias discursivas: teatralidade e linguagem metafórica na Vida de Sólon ”, desarrolla la idea de cómo un personaje como Solón, a través del filtro de Plutarco, es capaz de adoptar una conducta teatralizada para acabar llevando a cabo su estrategia política. El autor del artículo destaca tres hechos importantes del poeta-político, a saber, la Batalla de Salamina, la seisactheia y el encuentro con Pisístrato.
Se cierra el primer bloque con la aportación de Ália Rodrigues y su trabajo titulado “A figura do legislador em Plutarco: recepção de um mito político”, donde hace una síntesis de la evolución y cambios que ha sufrido el término legislador a lo largo de la historia, empezando por los primeros vestigios que encontramos en algunas inscripciones de tema político y jurídico. Se añade una explicación exhaustiva del vocablo, basándose en la contribución del filósofo Platón. Finalmente, se ofrece la visión del legislador desde el punto de vista de Plutarco, quién, marcado por la influencia platónica – peitho y bia –, desarrolla un elenco de situaciones que ejemplificaran el carácter político de los νομοθέται más representativos para concluir que, como aspectos esenciales de la acción política en la figura del legislador, no son solo importantes la persuasión y la fuerza, sino también el perfil de educador.
En el segundo bloque se reúnen términos como φιλοσοφία, παιδεία, ἔθος, βίος, entre otros, agentes muy importantes para el desarrollo individual de un buen ciudadano y, por ende, que contribuyen a crear una sociedad cabal.
Así, José M. Candau relaciona la figura del filósofo con la política en De genio Socratis. La imagen de Epaminondas, como modelo de virtud (ἀρετή), cumple tanto con el deber de la hegemonía tebana como con la formación filosófica necesaria. Y, mediante esta caracterización, se mostrará como el perfil ideal. Pero este tema será cuestionado más adelante por Plutarco, ya que el buen filósofo siempre intentará rehuirlos temas relacionados con la vida política y lo justificará a partir de cuestiones concernientes al propio general tebano, diciendo que su carrera política no fue tan brillante, pero destacando el papel que tuvo como consejero a través de la filosofía, para así, al mismo tiempo, elevar la posición del filósofo y justificar su alejamiento de la acción política.
Joaquim Pinheiro introduce el tema de la relación entre la paideia y la filosofía, aspectos claves para llegar a ser un buen líder político. El autor muestra varios ejemplos de personajes retratados en la obra de Plutarco, para después centrarse en dos de sus obras y extraer los aprendizajes expuestos a continuación. En primer lugar, en Sobre la necesidad de que el filósofo converse especialmente con los gobernantes, el filósofo siempre debe mantener el contacto con el gobernante para trasladarle los valores que serán necesarios para encontrar el bien común para todos los ciudadanos. En segundo lugar, en el tratado A un gobernante falto de instrucció n, para obtener justicia, orden y paz entre los ciudadanos es importante que la razón domine los principios del líder político.
Ivana S. Chialva, con “De Roma a Alejandría y viceversa. Mimesis del motivo del viaje en la Vida de Antonio de Plutarco”focaliza su aportación en la caracterización de Marco Antonio, influenciada por Cicerón. A pesar de su alternancia en el plano público-político y privado-doméstico, donde aparece como un hombre destacado por sus aptitudes y victorias militares, se entrega a los vicios, a las pasiones y a las malas compañías –Curión y Clodio–, pero sobretodo, por su conducta influenciable ante la gran Cleopatra. Esta debilidad por parte de Antonio es remarcada en la obra de Plutarco, quién niega sus cualidades de hombre por prestarse, por encima de todo, a la pasión erótica. De ahí, la asociación de fuga a la ciudad de Alejandría con la cobardía y la entrega a los placeres.
Roosevelt Rocha, con su trabajo titulado “A Esparta de Plutarco entre a guerra e as artes”, intenta demostrar que Esparta no fue solo una ciudad conocida por su fuerza militar, sino por ser un punto de auge artístico con distinguidas personalidades. Por ello, basándose en la obra de Plutarco, hace un análisis de algunas de las características que marcaron la vida de algunos de los líderes espartanos – Licurgo, Lisandro, Agesilao, Agis y Cleómenes –, para acabar destacando aspectos como la arquitectura, el arte, la poesía, actividades muy prolíficas en la sociedad espartana.
Y, por último, un tercer bloque, en donde se ahonda en aspectos tales como la formación de la familia y la religión, factores que determinan el desarrollo del individuo como tal. Así, en lo que se refiere a la música y la educación en Atenas, Fabio Vergara Cerqueira pone de manifiesto el hecho que un líder de la esfera política adquiriera una preciada educación musical. Para ello, se centra en tres puntos principales: el desarrollo de la educación musical, los educadores musicales y la disputa del aulos en el programa educativo. En cuanto al primer punto, repasa cómo la presencia o ausencia de este conocimiento marca la vida de algunos de los dirigentes políticos, como, por ejemplo, Solón, Temístocles o Pericles. Y en cuanto que se refiere a los educadores musicales, pone de manifiesto que fue una profesión que adquirió mucha relevancia, no solo por ser motivo de representación en los vasos de la época, sino también porqué eran personas notables por su gran reputación. Concluye el autor aludiendo a una primera imagen negativa del aulos, a través de aspectos como el testimonio de Alcibíades, la xenofobia hacia los auletai tebanos, entre otros, para llegar a la conclusión de que el aulos se usó tanto o más que la lyra.
De gran interés es también el trabajo de Ana Ferreira sobre el papel de las mujeres como elemento de influencia ante el género masculino. Aunque Plutarco no dedica exclusivamente ninguna de sus biografías a las mujeres, en sus Vitae hace mención de las cualidades del género opuesto: prudencia, simplicidad, modestia en su aspecto y su modo de vida, moderación, dignidad y recato. Asimismo, defiende que las mujeres son seres dotados de capacidades intelectuales y lo corrobora con ejemplos de mujeres que han pasado a la historia, como Aspasia, oradora conocida por haber intervenido en los asuntos políticos de Pericles.
Destacable es también el trabajo de Guillermina González Almenara. Se trata de un agudo análisis de la figura de las heteras y de las concubinas en las vidas de Solón, Pericles y Alcibíades. Las heteras son mujeres con una vida similar a la de los hombres, excepto por carecer de la ciudadanía. Accedían a la cultura y eso les permitía compartir opiniones políticas. De ahí, que lleguen a convertirse en confidentes de hombres influyentes. Solón no tuvo contacto con ellas y simplemente las menciona para hablar de algunos aspectos que las relacionan con la legislación. Por su parte, Pericles y Alcibíades las frecuentaban. Y en cuanto a las concubinas, se señala que tenían una condición inferior, ya que no tenían los mismos derechos que la esposa principal. Por Plutarco sabemos que Solón sufrió mucho por la muerte del hijo de su concubina. Todo lo contrario se dice de Pericles, quién tenía unos impulsos desmedidos hacia Aspasia. A su vez, Alcibíades solo se preocupaba del disfrute sexual, sin necesidad de ninguna concubina. A modo de conclusión, Plutarco apoya a estas mujeres y destaca la degeneración de la clase política cuanto “más uso”hacen de ellas.
Maria Aparecida de Oliveira Silva aborda el tema de los oráculos desde época arcaica a época helenística, y de cómo los líderes políticos espartanos han visto limitada su manera de proceder. A través de la obra de Plutarco, defensor de la importancia del oráculo, se nos ofrece una síntesis sobre el respeto hacia las predicciones oraculares por parte de los dirigentes y, como, a partir de la desatención los dictámenes, la sociedad degenera y empieza a derrumbarse.
Y para concluir, en este mismo contexto, aludiremos al importante trabajo de Jesús M ª Nieto Ibáñez, que se ocupa de la crisis de la actividad profética a finales del s. I y principios del s. II d.C. con la aparición del cristianismo. Con sus tratados, Plutarco pretende contribuir a la restauración y retorno a la religión oracular, aunque los cristianos los utilizaran como instrumento propagandístico para el triunfo de su propia doctrina.
En suma, digamos sucintamente que esta reseña solo quiere dejar planteada una invitación a ojear con esmero un volumen sobre Plutarco, en tres bloques bien definidos, que constituye una aportación ciertamente muy rigurosa y seria. Por lo demás, los editores han cumplido con meticulosidad su trabajo, sin apenas erratas de importancia. No descubro nada nuevo si afirmo que la bibliografía de Plutarco más reciente está aumentando a buena velocidad. A esta nómina cabe añadir una obra como la presente que no dejará indiferente al lector avezado ni al que se adentra por primera vez en el polígrafo de Queronea, no solo por los postulados que desarrolla, sino también por el alcance de los mismos.
Nota
1 (1997), “Plutarch and the Romanization of Athens”. In: HOFF, M. D.; ROTROFF, S. I. (eds.). The Romanization of Athens. Oxford,: Oxbow Books, p. 153.
Josep Antoni Clúa Serena – Universidad de Lleida (España). E-mail: jclua@filcef.udl.cat – ORCID: C-6405-2014
Plutarco e Roma: O mundo Grego no Império | Maria Aparecida de Oliveira Silva
Maria Aparecida de Oliveira Silva – historiadora ligada à Universidade de São Paulo (USP), pesquisadora no campo da História Clássica, língua e literatura da Grécia antiga, autora de outra obra sobre o autor em questão denominada Plutarco Historiador: Análise das Biografias Espartanas, de 2006, pela Edusp – expõe o papel de ligação e distanciamento entre as culturas grega e romana, desempenhado por Plutarco e sua obra, isto a partir de um extenso trabalho de doutoramento em História Social, desenvolvido entre 2003 e 2007, na Universidade de São Paulo. Trabalho este, amparado por amplas pesquisas em fontes primárias e correntes historiográficas. Assim, o livro Plutarco e Roma: o Mundo Grego no Império, de 2014, publicado pela Edusp, nasce como resultado da já citada pesquisa, abordando a forma como Plutarco (45 d.C. – 120 d.C.), um grego de Queronéia, trata a função da cultura grega e seus desdobramentos, durante o Principado, no Império Romano.
Entre os eixos em pauta, divididos em três partes, inicia-se, no capítulo I, a tratativa da relação entre Plutarco, Roma e os romanos; a partir da historiografia moderna, ressalta-se a conjuntura do período, a qual os gregos tinham um status positivamente diferenciado em relação a outros povos sob domínio romano. Desse modo, Plutarco surge com um discurso integrador entre ambos os povos, criando, principalmente em territórios helenizados, ou seja, em regiões a oriente do império, uma visão estabilizadora que converge para uma sociedade greco-romana. A autora, entretanto, observa o caráter de superiorização do pensamento e conceito de civilização grego em relação a Roma, perceptível na obra plutarquiana, como, também, a influência grega nas políticas imperiais e na questão identitária do império eram fundamentais . Por outro lado, a afirmação pode ser exagerada, pois a Prof.ª Maria Aparecida enfatiza, de modo perspicaz que “[…] outros povos também exerceram influência nas decisões tomadas pelo imperador” (p.41).
Ainda assim, a relação entre Grécia e Roma é tema de diversos estudos por parte de especialistas que pesquisam Plutarco. Não obstante, é comum a tais estudos acabarem por reforçar uma ideia de cooptação da elite grega, por parte do império, com o intuito de sustentar o poder romano por meio da intelectualidade local, , ponto relativizado pela autora. Porquanto, segundo ela, é improvável um processo de domínio cultural ter ocorrido sem alguma resistência.
Para compreender o pensamento plutarquiano é necessário ressaltar a questão literária, pois a importância de Plutarco se propagou pelo império por influência de sua obra, cujo acesso a sua literatura era possível, em especial, para a elite. Com efeito, os romanos estavam habituados desde o século III a. C. “[…] com temas e estilos literários dos gregos”. “Ainda que no primeiro século antes de nossa era a tradição literária grega tenha passado por uma época de rupturas […]”,manteve-se viva através da intelectualidade romana (p. 53). Essa manutenção da tradição literária, mesmo em período de afastamento oficial, permitiu um ressurgimento literário durante o principado, o qual foi chamado de Segunda Sofística, já que a primeira havia surgido há séculos, durante a Grécia clássica. O período, ainda, é colocado como a Renascença grega, isso porque intelectuais gregos encontraram um modo de evocar seu passado mesmo estando sob domínio romano.
Ainda sobre a Segunda Sofística, termo cunhado por Filóstrato décadas após a morte de Plutarco, a autora considera plausível reputar ao movimento certo exagero historiográfico e literário, pois tal enquadramento nasceu da necessidade de construir um conceito de continuidade nos acontecimentos históricos.
Silva expõe a ocorrência de um movimento de retorno à tradição literária grega, a Segunda Sofística, composta por um grupo de intelectuais, inclusive Plutarco, que convivia e participava da administração imperial acrescido o fato de possuírem, também, a cidadania romana. Assim, a literatura grega não seria apenas um modo de promover o conhecimento e a habilidade retórica helênica, mas principalmente para que Roma reconhecesse nos gregos a têmpera diferenciada, elemento imprescindível para a manutenção política e cultural romana. Desse modo, o povo desprovido “[…] (p.78), de pátria no sentido geográfico e político[…]”, poderia manter-se vivo por uma unidade consolidada em sua literatura.
A obra de Plutarco é analisada ou tida como […] uma manifestação cultural-identitária de um grego no império (p.79), revelando, assim, um sentimento de pertencimento ao período, outrora glorioso, da Grécia clássica.
Outra característica de Plutarco, apontada a partir do capítulo II, foi sua fundamentação da cultura grega em uma estrutura monolítica, na qual as variações se davam por diferenças de habilidades técnicas de cada cidade-estado. Por outro lado, as diferenças perceptíveis na variação geográfica grega – a Grécia ia além da Ática e do Peloponeso – eram relativizadas, sendo que identidade convergia para o plano linguístico-cultural.
Não obstante, a Grécia era parte do império e por mais que sua cultura estivesse presente no mundo romano, os gregos ainda estariam subordinados ao poder imperial. Nesse âmbito, Plutarco teria reestruturado a história de seu povo. Como colocado pela autora, a obra plutarquiana traça um paralelo entre a história grega e a romana, buscando pontos comuns em seus mitos fundadores, Teseu e Rômulo, ligando o último genealogicamente aos gregos. Também procura explicar a absorção do mundo grego por Roma e a maneira como os padrões helênicos ajudaram a construir a própria civilização nascida no Lácio. Assim, segundo Silva, Plutarco destaca que as duas civilizações estão em um nível à parte, no qual os gregos são a sabedoria do império e os romanos a força bruta e militar, relegando ao restante dos povos ligados a Roma um papel dispensável em termos contributivos. Haveria uma constituição cultural de povos irmãos, mas, discretamente, ressalta que os romanos não se aprofundavam em suas práticas como os gregos. Sintetizando, a autora traça, na página 130, o contexto acima citado como uma relação de proteção dos romanos das práticas culturais gregas, utilizando-as para fortalecer as suas tradições e organização, bem como para diferenciarem-se dos bárbaros presentes no império.
Ainda no capítulo II, como forma de demonstrar o verdadeiro motivo da derrocada grega, a autora cita a alusão de Plutarco sobre a Grécia clássica e as causas que levaram à sua fragilidade e dominação por parte de Roma. Dentre os fatores explicitados, ele aborda as guerras citadinas, tendo como expoente máximo o conflito do Peloponeso e a corrupção e suborno personificados na figura de Alcibíades. Porém, algo ainda mais grave no discurso plutarquiano é a não manutenção da tradição, principalmente no tocante à questão étnica, ligada ao discurso filosófico. Por ter um pensamento higienista e eugênico, ele considerava a participação de estrangeiros ou mestiços um risco à sociedade grega, e imputa a Alcibíades, um homem de linhagem desconhecida, a desgraça ateniense e espartana. Além de relacionar a origem desse líder grego ao seu desvio de caráter, segundo os preceitos plutarquianos regidos por normas amparadas na tradição, Silva destaca que “O julgamento moral que Plutarco induz o leitor a fazer é inevitável, pois ele usa a história para mostrar o quanto a recusa pela disciplina filosófica guia os homens para acontecimentos funestos” (p.170).
Para a autora, Plutarco é diacrônico, ou seja, busca entender os fatos históricos de acordo com a evolução dos mesmos. Com tal visão, desenvolve uma narrativa esclarecedora para todo o período clássico grego e seus conflitos até a conquista macedônica – partindo sempre da obra do pensador objeto central de seu livro e autores diversos que tratam sobre a temática –, chegando, por fim, ao “quadro de debilidade que surgem os romanos, fortes e vigorosos, a destruir e dominar a combalida Grécia” (p.199). Lembra, sempre, que o conceito de Grécia antiga não é baseado em um estado-nação e sim em cidades-estados agregadas em pequenas ligas que tinham em comum uma consistente matriz linguística, religiosa e cultural.
No capítulo III, ao tratar do mundo grego no império, Silva descreve o próprio conceito de Grécia antiga como uma criação moderna, ao passo que na Antiguidade a região consistia em várias cidades-estado agregadas em ligas. Embora haja essa fragmentação, o conceito de ser grego era existente, de modo que rechaça uma ideia bem difundida e defendida, inclusive, pela renomada Susan Alcock (1994), de que o triunfo romano teria criado a Grécia. “A noção de Grécia, portanto, não nasceu após a conquista romana; já havia entre os escritores gregos a necessidade de estabelecer traços característicos e distintivos dela.” (p.208).
Outro ponto que leva a distinguir as culturas em questão é o próprio início de uma realidade greco-romana, principiada no século III a. C., quando os gregos influenciam a organização institucional da Sicília e Magna Grécia com a adoção de um calendário comum, sistema de pesos e medidas e festas à moda grega, como descrito no terceiro capítulo. A autora sublinha tais elementos como alguns dos responsáveis pela familiaridade dos romanos com as práticas helênicas.
Em contrapartida, é destacado na pesquisa que os gregos que ocupam a antiga Grécia conservam suas práticas afastadas do modo de vida dos romanos, recusando-se a absorver algo do império. Um ponto interessante, pois a autora expõe que a maior ferramenta de helenização do império, por parte dos romanos, é o latim.
A dominação, porém, é relativa se analisada a partir de Plutarco, de modo que o mesmo aponta: “o quadro político romano não apenas expõe ao romano o que é ser grego, como ainda aponta o que há de grego nos romanos” (p.224).
Mesmo traçando paralelos diversos entre Grécia e Roma, como a analogia entre a Guerra do Peloponeso e as Guerras Púnicas, a obra plutarquiana também critica, mesmo que veladamente, o que a seu ver são distorções da sabedoria helênica, como o uso romano da geometria, destinado a construção de artefatos e máquinas bélicas. Ou então, ao evidenciar a dificuldade de Roma em aceitar o pensamento político grego ao mesmo tempo em que o exalta, como observado nas páginas 233 e 234.
Outra maneira, de se observar a resistência da cultura grega em pleno principado, apontada pela Prof.ª Maria Aparecida, é a manutenção do idioma em territórios helenizados, mesmo com a concessão de cidadania romana aos gregos.
Ao caminhar para o final do capítulo III, e consequentemente do livro, a autora destaca que Plutarco tenta demonstrar o quanto os romanos são devedores da filosofia e de Platão, pois ao buscar latinizar territórios conquistados, não se define um sistema pedagógico, além do mos maiorum, cabendo a paidea a responsabilidade de educação no império, em geral. Assim, a filosofia assumia no mediterrâneo, segundo a autora, um papel preponderante, coroado pela escola de Platão. Vale ressaltar que o próprio Plutarco convergia ideologicamente com Platão.
Em síntese, o desafio de Plutarco é relacionar-se com Roma sem comprometer sua identidade grega (p.289), ao passo que o ressurgir da tradição literária beneficiou os romanos que acabaram por encontrar em seus dominados a preservação de parte importante de sua memória. Assim, ao tratar da contribuição grega na formação de Roma, a autora ressalta o caráter híbrido na composição do próprio império romano.
Em relação ao livro de Maria Aparecida de Oliveira Silva, salienta-se, como considerações finais, o rico conteúdo que sua pesquisa sobre Plutarco traz à tona. A partir desta, vislumbra-se as relações que permeavam a multifacetada ligação entre romanos e gregos, isto a partir da percepção de um erudito grego, que além de ser cidadão romano, possui certo prestígio no império do qual sua terra natal depende política e economicamente. Para mais, é possível compreender como um povo sitiado foi capaz de manter sua cultura e influenciar os costumes de seu dominador de forma decisiva.
Ressalva-se que o período do Principado Romano é extenso e com muitas peculiaridades que vão além das relações entre Grécia e Roma, incluindo a participação de diversos povos com distintas condições culturais. Acrescenta-se a isso que a obra em questão é um estudo do discurso e do olhar de um grego sobre seu conquistador. O texto de Silva é cativante e insere o leitor no monumental legado helênico e na formação de uma matriz greco-romana na Antiguidade.
Hélio Gustavo da Silva Andrade – Formado em jornalismo pela Universidade do Oeste Paulista e aluno do curso de História e da especialização em História, Cultura e Poder na Universidade do Sagrado Coração, em Bauru/SP. Atua profissionalmente na área da educação em uma escola Waldorf.
SILVA, Maria Aparecida de Oliveira. Plutarco e Roma: O mundo Grego no Império. São Paulo: Editora da Universidade de São Paulo, 2014. Resenha de: ANDRADE, Hélio Gustavo da Silva. Cadernos de Clio. Curitiba, v.7, n.1, p.139-147, 2016. Acessar publicação original [DR]