300 años: masonerías y masones, 1717-2017 – ESQUIVEL et al (RE)

ESQUIVEL, Ricardo Martínez; POZUELO, Yván; ARAGÓN, Rogelio (Ed). 300 años: masonerías y masones, 1717-2017. Cinco volúmenes: Migraciones, Silencios, Artes, Exclusión y Cosmopolitismo. Ciudad de México: Palabra de Clío, 2017-2018. Resenha de: MARCO ANTONIO, García Robles. Revista Estudios, v.37, Diciembre 2018-Mayo 2019.

Desde la investigación histórica, desentrañar las sociabilidades de los masones permite agregar una capa de comprensión o explicación a las narraciones consideradas como canónicas o inobjetables. No es que hubiera omisiones intencionales en los seguidores de Clío; más bien, estaban en desarrollo las herramientas para interpretar las afiliaciones a los ritos masónicos existentes en el país o lo más frecuente, se disponía de escasa o nula información al respecto, lo que, de hecho, sigue siendo uno de los principales retos para los historiadores por la pérdida de archivos o el difícil acceso a los que existen.

Con relación a los cinco volúmenes de 300 años: Masonerías y masones (1717-2017),1 disponibles en formato electrónico,2 sin duda podemos afirmar que es la única iniciativa académica de esta dimensión en Iberoamérica, quizás con alguna competencia en el mundo anglosajón. Se trata para empezar, de la reedición de años de trabajo de una revista científica internacional, arbitrada e indexada con sede en la Universidad de Costa Rica, la Revista de Estudios Históricos de la Masonería Latinoamericana y Caribeña (REHMLAC+). Es de destacar la selección y actualización de artículos bajo ejes temáticos, la traducción de textos publicados en otros idiomas, además del diseño y las gestiones propias de la labor editorial, a cargo de Ricardo Martínez Esquivel, Yván Pozuelo Andrés y Rogelio Aragón.

Quizás una de las principales aportaciones de la serie, es el desmonte de mitos históricos, teorías de la conspiración, aclaración de información errónea o incluso, de las leyendas propaladas por las propias logias alrededor del mundo. Por supuesto, también se observan las aportaciones de la francmasonería en diversos ámbitos o mejor dicho, de algunos y algunas de sus integrantes, como parte fundamental en la transición del antiguo al nuevo régimen; aunque también este orden de carácter iniciático pueda entenderse más bien como un fenómeno paralelo o consecuencia de la modernidad.

Aunque quisiéramos, no disponemos del espacio para comentar los 44 artículos de la serie, además de las introducciones a cada libro, hechas por un colaborador diferente, que por sí mismas también revisten aportaciones adicionales. Así pues, señalaremos algunas de las aportaciones de cada ejemplar, con la advertencia de que en ocasiones se trata de verdaderos spoilers del contenido, lo que esperamos también sea una invitación para adquirirlos y leerlos.

Así pues, en el tomo I, Migraciones, señala José Antonio Ferrer Benimeli, que la promulgación de la Constitución de Cádiz consumó la invención del mito masónico-liberal, donde, pro-franceses, radicales, etc., se constituyeron en enemigos del trono y el altar. Señala el decano de la investigación masónica:

En este tránsito del antiguo al nuevo régimen, del absolutismo al liberalismo, de la tradición al reformismo o a la modernidad, el espacio masónico cobró una inusitada importancia a ambos lados del Atlántico cuando en realidad hoy día nos replanteamos el protagonismo que en gran parte está todavía por demostrar.3

En ese mismo sentido, el investigador español califica como leyenda la pertenencia a la masonería de la mayor parte de los próceres independentistas de América, incluyendo México, surgida en parte por la propaganda inicial anti-insurgente, como la citada por él en la Contestación del fray José Ximeno, del colegio de crucíferos de Querétero, al manifiesto del señor Hidalgo del año 1811, donde se acusa a Hidalgo de haber recibido de sus “hermanos los francmasones” la “perniciosa” idea de la igualdad que disolvía las diferencias que daban orden a la sociedad y generaban la anarquía, de donde concluía que Hildago era o libertino, o materialista, o apóstata de la religión, o todo junto, y por lo tanto francmasón como Napoleón, su amo.4

Por su parte, María Eugenia Vázquez Semadeni, en “Del mar a la política. Masonería en Nueva España/México, 1816-1823”, coincide en que no está demostrada la existencia de logias masónicas en el siglo XVIII en el actual territorio mexicano, además de cuestionar el mito fundacional de la masonería mexicana con el relato de la logia en la calle de las Ratas en la capital novohispana en 1806.5 Empero, documenta la existencia de talleres masónicos en Luisiana en 1793 con apoyo francés y norteamericano, aunque posteriormente este territorio es devuelto a Francia, quien lo vende a Estados Unidos. Luego refiere que surgida una gran logia en el nuevo estado del vecino país, otorga carta patente para fundar logias en Veracruz en 1816, al año siguiente en Campeche y en 1820 en Yucatán.6

En cuanto al tomo II, Silencios, abre magistralmente con el artículo de Vázquez Semadeni, “La teoría de la conspiración masónica en Nueva España/México, 1738-1949”, que parte de la idea de los detractores de esta forma de sociabilidad en el sentido de que existe un plan masónico para dominar el mundo. Nos dice la autora:

La teoría de la conspiración puede definirse como la creencia de que una organización formada por individuos o grupos actúa subrepticiamente para alcanzar un fin malévolo. En un sentido más amplio, las teorías de la conspiración consideran que la historia está controlada por fuerza malignas o incluso demoniacas.7

Explica la masonóloga que estas especulaciones generalmente están vinculadas a la Iglesia católica, gobiernos monárquicos y grupos conservadores. Otro de los asuntos que alentó la teoría de la conspiración, aún vigente para los no historiadores de profesión, es la liga de algunos insurgentes con sociedades secretas como la de los “Caballeros racionales”, cuyas ramificaciones desde Sudamérica fueron descubiertas en México, pero que los investigadores desestiman como masonería.

Por su parte, Felipe Santiago del Solar, en “Secreto y sociedades secretas en el mundo hispánico en la crisis del antiguo régimen”,8 clarifica algunas de las “leyendas negras” sobre la masonería, como lo relacionado con los “Iluminados de Baviera” o las logias “Lautaro”, que si bien, usaban estructuras y métodos similares a la masonería, perseguían otros fines, políticos o revolucionarios.

El tercer tomo reviste particular interés para los estudiosos de la literatura, la música y las creaciones visuales, pues está dedicado a las Artes. Por ejemplo, Andrew Pink, en “‘Cuando cantan’: la interpretación de canciones en las logias inglesas del siglo XVIII”, aborda el uso informal y ceremonial de la música en los talleres masónicos.9 En temas conexos se encuentran los artículos “Y la lira volvió a sonar: breve estudio sobre las relaciones semánticas entre música y masonería” de Fernando Anaya Gámez;10 y “La tercera columna: la música como herramienta mediática de la masonería en la Venezuela del siglo XIX” de Juan de Dios López Maya.11

David Marín López, en “Arte y masonería: consideraciones metodológicas para su estudio”,12 plantea un concepto de trabajo para analizar las creaciones artísticas vinculadas con la masonería. Se trata el de “estética masónica”, aunque se trata de una categoría relativamente debatible. Empero, constituye un ensayo que da pauta a la creación de un modelo de interpretación, que necesariamente tendrá que ir de la mano una contextualización de los realizadores, los comitentes, los usos, etc.

Un texto de gran erudición es “La masonería en la literatura. Una panorámica general” de José Antonio Ferrer Benimeli,13 que, en términos sintéticos, enlista una considerable cantidad de títulos y autores, que el propia autor clasifica en cuatro apartados:

  1. Literatos de renombre que al mismo tiempo fueron masones pero no reflejan directamente su compromiso con la masonería en sus escritos literarios.
  2. Masones que sí manifiestan su dualismo masónico-literario.
  3. Estudios críticos sobre dichos autores y sus obras.
  4. Autores no masones que aluden a la masonería en sus obras y que incluso la elevan a categoría de protagonista.14

Por cierto, podríamos incluir en la categoría tercera, aunque se trate de un texto académico, el de Yván Pozuelo Andrés, quien en “Kipling y su sorprendente primera novela”,15 analiza la obra El Hombre que quiso ser Rey, quizás más conocida por su versión cinematográfica con el actor Sean Connery como protagonista. En el artículo, el investigador español aborda la biografía del escritor indio, sus escritos relacionados con la masonería, e incluso, el debate si trabajos como El libro de la selva, tienen un trasfondo masónico, que él descarta, pero que otros investigadores sí observamos, como el paralelismo entre el perfil de algunos personajes y los grados de la masonería simbólica (aprendiz, compañero y maestro).

El cuarto tomo, Exclusión, tiene como principal enfoque el estudio histórico de la masonería desde el género. Como dice el autor del texto introductorio, Guillermo de los Reyes, “la integración de las mujeres en la sociabilidad masónica creo un gran conflicto con la intolerancia de ciertas masonerías, particularmente las de tradición anglosajona”, que permanece y que podría definirse como “tolerante intolerante” o “fraternidad sin sororidad”.16

De este mismo investigador de la Universidad de Houston, escrito junto con Paul J. Rich, extraigo un fragmento de su texto “Problemática racial, de sexualidad y de género: encrucijadas de la masonería norteamericana en el siglo XXI”, que proporciona referencias de la existencia de mujeres masonas antes de la fecha emblemática de 1717, que se tiene como el punto de inicio de la masonería moderna, inglesa y masculina:

Existe un registro de 1408 en el que los masones que acababan de ser invitados juraban obediencia al “maestre o dama o cualquier otro masón dirigente”. En los registros de la logia de la capilla de María de Edimburgo, con fecha de 1683, la logia estaba presidida por una dama o señora. Los registros de la Gran Logia de York en 1693 hablan acerca de iniciados masculinos y femeninos.17

Adicionalmente, este tomo resulta de gran interés por las aportaciones de investigadoras de varias universidades del mundo, que llevan a desmontar la visión de una predominancia masculina en la sociabilidad de estudio. Aquí viene perfectamente al caso una cita de Maria Deraismes, fundadora de la gran logia francesa mixta “Le Droit Humaine” (El Derecho Humano). Ante la pregunta en su iniciación en 1882, ¿cuál es vuestro objetivo al entrar en la francmasonería?, respondió: “…poner fin al prejuicio que ha excluido a las mujeres, pues tengo el firme espíritu de que gracias a su admisión podrá complementarse en el seno de las logias una obra de mejora general de las conciencias”.18

Por último, con respecto al tomo V, Cosmopolitismo. La introducción de este número a cargo de Ricardo Martínez Esquivel, posee un tono un tanto irónico y nostálgico de la cultura popular, que no se contrapone al rigor académico de la historia. El también director de la Revista de Estudios Históricos de la Masonería Latinoamericana y Caribeña de la Universidad de Costa Rica, nos recuerda los imaginarios mediáticos que nos remiten a la práctica masónica, como la hermandad de los “búfalos mojados” en los Picapiedra, la logia de los “magios” (stonecutters) en los Simpson, donde Homero, el famoso personaje de la icónica serie, es iniciado; o el rito de los “cefalópodos” en Bob Esponja, a los que se podrían añadir más ejemplos no mencionados, tanto de cartoons clásicos, como de emisiones contemporáneas de dibujos animados, con amplia audiencia.

La masonería es un fenómeno global, que se extendió a muchas latitudes del mundo desde su institucionalización en el Londres de 1717. Así, Margaret C. Jacob, en “La ilustración radical y la masonería”,19 comenta el detonante de la emigración protestante a Inglaterra y Holanda, por la intolerancia religiosa francesa y otros países católicos, así como los escritos y prácticas producidos en ese contexto. Quizá haya que mencionar que los redactores de las Constituciones de los Francmasones en 1723, James Anderson y Jean Théophile Désaguliers, eran precisamente protestantes.

Pierre-Yves Beaurepaire, en “Sociabilidad y masonería. Propuestas para una historia de las prácticas sociales y culturales en el siglo de las luces”,20 plantea un estudio de la masonería desde las prácticas de sus miembros, basado en teóricos como Maurice Agulhon, George Simmel, Jürgen Habermas y otros, que ven en los masones a nuevas formas de convivencia en la sociedad burguesa europeas.

Jessica Harland-Jacobs, en “Fraternidad global: masonería, imperios y globalización”,21 reflexiona sobre la rápida expansión que tuvo la masonería especulativa moderna, y cómo esta fue un factor del fenómeno que ahora conocemos como globalización, incluyendo la construcción de redes internacionales, el uso de cartas de presentación que se convirtieron en el antecedente del pasaporte, y otras cuestiones aparejadas a las prácticas comerciales, de colonialismo y militares.

Ricardo Martínez Esquivel, en “Imperialismos, masones y masonerías en China (1842-1911),”22 realizó un detallada análisis sobre la implantación de la sociabilidad masónica en el país asiático. Esta temática se vincula con la emergencia de algunas logias de inmigrantes chinos en países como México y los Estados Unidos de América, asunto del que recientemente ha surgido evidencia documental de gran interés y que con certeza dará lugar a nuevas investigaciones y escritos.

El artículo con el que cierra el tomo V es por demás interesante, Andrew Prescott, con “En busca del Apple Tree: una revisión de los primeros años de la masonería inglesa”,23 pone en entredicho la fecha fundacional de la institución teóricamente tricentenaria, para ubicarla con mayor probabilidad en 1821, ello a partir de la búsqueda de la famosa taberna donde se celebró la primera reunión de la Gran Logia de Londres, así como de las biografías y testimonios de la época.

La serie bibliográfica 300 años: Masonerías y masones (1717-2017), además de un lenguaje accesible, integra en cada número una sección iconográfica y fotográfica, con imágenes que complementan a la perfección los temas vertidos en sus páginas, además de brindar elementos para continuar con la indagación sobre la historia de la masonería.

Adicionalmente, para las personas interesadas en el estudio histórico del fenómeno masónico, se presentan entreveradas en los escritos, las pautas teórico-metodológicas que se siguieron para lograr los productos académicos de alta calidad. En algunos casos, se invita a proseguir con trabajos multi o transdisciplinarios, como la “lectura” o interpretación de objetos decorativos o parafernalia masónica en la reconstrucción de un momento específico en la vida de una logia, o incluso, en la biografía de un iniciado.

En la lectura anticipamos polémica, sorpresas, erudición y claro, disfrute intelectual. Con certeza, algunas versiones contenidas en las páginas de la serie conmemorativa no gustarán a las personas iniciadas en algún rito masónico o incluso, de los “altos cuerpos” de algunas obediencias, como tampoco serán del aprecio de los todavía existentes detractores de esta sociabilidad. En todo caso, creo que serán valoradas por las y los amantes de la verdad histórica, que nunca deja de estar en construcción.

Notas

1 Ricardo Martínez Esquivel, Yván Pozuelo Andrés y Rogelio Aragón (editores). 300 años: Masonerías y Masones (1717-2017) (México: Palabra de Clío, 2017 y 2018).

2 Pueden descargase gratuitamente en: www.palabradeclio.com.mx

3 José Antonio Ferrer Benimeli, “Utopía y realidad del liberalismo masónico. De las cortes de Cádiz a la Independencia de México”, en 300 años: Masonerías y Masones (1717-2017), tomo I, Migraciones (México: Palabra de Clío, 2017), pp. 12-13.

4 Ferrer, “Utopía y realidad…”, p. 21.

5 María Eugenia Vázquez Semadeni, “Del mar a la política. Masonería en Nueva España/México, 1816-1823”, en 300 años: Masonerías y Masones (1717-2017), tomo I, Migraciones (México: Palabra de Clío, 2017), pp. 128-130.

6 Vázquez, “Del mar a la política”, pp. 131-133.

7 María Eugenia Vázquez Semadeni, “La teoría de la conspiración masónica en Nueva España/México, 1738-1949”, en 300 años: Masonerías y Masones (1717-2017), tomo II, Silencios (México: Palabra de Clío, 2017), p. 9.

8 Felipe Santiago del Solar, Secreto y sociedades secretas en el mundo hispánico en la crisis del antiguo régimen”, en 300 años: Masonerías y Masones (1717-2017), tomo II, Silencios (México: Palabra de Clío, 2017), pp. 150-167.

9 Andrew Pink, “‘Cuando cantan’: la interpretación de canciones en las logias inglesas del siglo XVIII”, en 300 años: Masonerías y Masones (1717-2017), tomo III, Artes (México: Palabra de Clío, 2017), pp. 9-18.

10 Fernando Anaya Gámez, “Y la lira volvió a sonar: breve estudio sobre las relaciones semánticas entre música y masonería”, en 300 años: Masonerías y Masones (1717-2017), tomo III, Artes (México: Palabra de Clío, 2017), pp. 19-39.

11 Juan de Dios López Maya, “La tercera columna: la música como herramienta mediática de la masonería en la Venezuela del siglo XIX”, en 300 años: Masonerías y Masones (1717-2017), tomo III, Artes (México: Palabra de Clío, 2017), pp. 40-60.

12 David Marín López, “Arte y masonería: consideraciones metodológicas para su estudio”, en 300 años: Masonerías y Masones (1717-2017), tomo III, Artes (México: Palabra de Clío, 2017), pp. 71-84.

13 José Antonio Ferrer Benimeli, “La masonería en la literatura. Una panorámica general”, en 300 años: Masonerías y Masones (1717-2017), tomo III, Artes (México: Palabra de Clío, 2017), pp. 110-128.

14 Ferrer, “La masonería en la literatura”, p. 128.

15 Yván Pozuelo Andrés, “Kipling y su sorprendente primera novela”, en 300 años: Masonerías y Masones (1717-2017), tomo III, Artes (México: Palabra de Clío, 2017), pp. 129-157.

18 María José Lacalzada de Mateo, citada en 300 años: Masonerías y Masones (1717-2017), tomo IV, Exclusión (México: Palabra de Clío, 2017), p. 90.

19 Margaret C. Jacob, “La ilustración radical y la masonería”, en 300 años: Masonerías y Masones (1717-2017), tomo V, Cosmopolitismo (México: Palabra de Clío, 2017), pp. 9-21.

20 Pierre-Yves Beaurepaire, en “Sociabilidad y masonería. Propuestas para una historia de las prácticas sociales y culturales en el siglo de las luces”, en 300 años: Masonerías y Masones (1717-2017), tomo V, Cosmopolitismo (México: Palabra de Clío, 2017), pp. 22-30.

21 Jessica Harland-Jacobs, “Fraternidad global: masonería, imperios y globalización”, en 300 años: Masonerías y Masones (1717-2017), tomo V, Cosmopolitismo (México: Palabra de Clío, 2017), pp. 65-81.

22 Ricardo Martínez Esquivel, “Imperialismos, masones y masonerías en China (1842-1911)”, en 300 años: Masonerías y Masones (1717-2017), tomo V, Cosmopolitismo (México: Palabra de Clío, 2017), pp. 94-119.

23 Andrew Prescott, “En busca del Apple Tree: una revisión de los primeros años de la masonería inglesa”, 300 años: Masonerías y Masones (1717-2017), tomo V, Cosmopolitismo (México: Palabra de Clío, 2017), pp. 168-191.

Marco Antonio García Robles – Universidad Autónoma de Aguascalientes, México. E-mail: marcogarciarobles@gmail.com

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300 años: masonerías y masones, 1717-2017 – ESQUIVEL et al (ME)

ESQUIVEL, Ricardo Martínez; POZUELO, Yván; ARAGÓN, Rogelio (Ed). 300 años: masonerías y masones, 1717-2017. Ciudad de México: Palabra de Clío, 2017. Resenha de: LIRA, Salvador. El teorema de la hermandad: dissertaciones a 300 años: masonerías y masones (1717-2017). Melancolia, v. 3 p. 190-198, 2018.

  1. El Rizoma y el Teorema

Hace ya tiempo de la propuesta del concepto filosófico del Rizoma y la nueva muerte del Edipo ensayado por los autores Gilles Deleuze y Felix Guattari. En resumidas cuentas, la imagen del Rizoma –como superestructura o bien la ausencia y por tanto la ruptura de la estructura– se adelantó a su época, tanto por las posibles redes o interconexiones, como por sí el proceso de la comunicación-conocimiento, que desafió al concepto del árbol de Porfirio. Las nuevas tecnologías y las denominadas “redes sociales” –como si un libro o una sonata no lo fueran– hacen más asequible las posibles conexiones que componen al Rizoma, de allí su adelanto en una era actual que nos asume y abruma por la infinitud de la conexión y la huella rastreable.

En este sentido, según Deleuze y Gauttari, las sociedades se construyen por núcleos, por redes de asociación. A este conjunto le denominaron El Teorema de la Amistad, en la explicación de redes árboles o estructuras jerárquicas. Así argumentan1:

[…] “si en una sociedad dos individuos cualquiera tienen precisamente un amigo común, entonces siempre existirá un individuo que será amigo de todos los otros” (como dicen Rosenstiehl y Petitot, ¿quién es el amigo en común: “el amigo universal de esta sociedad de parejas: maestro, confesor, médico? –ideas que por otro lado no tienen nada que ver con los axiomas de partida–“, el amigo del género humano, o bien el filósofo tal y como aparece en el pensamiento clásico, incluso si representa la unidad abortada que no vale más que su propia ausencia o de su subjetividad, al decir: Yo no sé nada, No soy nada”). A este respecto los autores [Rosenstiehl y Petitot ] hablan de teoremas de dictadura. Éste es el principio de árboles raíces, o la salida, la solución de raicillas, la estructura del Poder. (Deleuze y Gauttari, 2009:50.)

El Teorema de la Amistad supone entonces el encuentro Universal de los individuos, pues no debe olvidarse que tal palabra deviene de Un-Verso, es decir, un solo giro, movimiento. El asunto de este punto radica en primero la posibilidad de que alguien se sienta parte de la red, de la superestructura. Lo segundo, la suposición de quién es el “Amigo Visible-Invisible”, el principio del árbol, la raíz, esto es el Principio del Poder.

Suposiciones han sido muchas, en tanto las posibilidades filosóficas, ficcionales, imaginarias y en sí el entendimiento del poder, por cuanto se han reflexionado las Edades del Mundo. Los cortes temporales, distribuidos por una búsqueda e intención que recae en la propia historiografía universal, tienen que ver en específico con la manera de conceptualizar los modos de vida y las superestructuras.

De tal modo, cuando la estructura era el árbol de Porfirio, la voz en el imaginario colectivo era el soberano, situación radicada en el periodo de la Edad Moderna. Como posibles disgregadores lo eran piratas, bucaneros, entre otros. El siglo XX demostró que no hay individuo sin capital, el mercado tiene toda posibilidad. El siglo XXI integra una supercomunicación con alter-egos sin superposición. La ficción, que no mito, funciona como bloques en las construcciones del poder. De allí, a manera de suposición, los juicios y chivos expiatorios al creador del Libro de Caras o el señalamiento político de La mafia del Poder.

El siglo XIX asumió el fin de las estructuras “absolutistas” y dio paso a las superestructuras construidas por la democracia, término también resemantizado. Con el todavía cariz de la emblemática y sus raíces herméticas y neoplatónicas, fue una asociación, asumida por sí y por otros de Liberal, la que ocupó ese rango de la estructura del poder: la Masonería como red, el Teorema de la Hermandad-Amistad.

Más allá de las posibles ideas de dominación, comprobadas o no, la masonería como organización fue la primera superestructura en modelo de Rizoma, que dio la impresión de unidad universal, al menos en ambos lados trasatlánticos del Occidente. Si alguien es amigo de alguien más, en las múltiples redes de la teoría de Deleuze y Gauttari, la masonería bajo el principio de Fraternidad otorgó en la impresión la pertenencia de una red superior. No era es necesario el Reconocimiento o en sus términos Regularidad, lo que importa es la pertenencia.

De allí, las ficciones en torno a la red y a la estructura han estados ligadas en los propios y extraños, afines y detractores. La historiografía en torno a la masonería es diversa, con altibajos. Tan disímil como la ya nueva forma de enunciarla en plural, Masonerías, debido a sus múltiples acciones y formulaciones. Ninguna superestructura ha durado más tiempo en el espacio común del diálogo como otra, incluso en los tiempos actuales tan vertiginosos, ni mucho menos con discursos que aún legitiman prácticas, para bien o para mal, en la formación de producciones.

Ahí su singular naturaleza. Ahí, la base del Teorema de la Hermanad.

  1. Estudiar la Estructura, 300 años: Masonerías y Masones

300 años: Masonerías y Masones (1717-2017) es un conjunto de estudios, reunidos en cinco tomos temáticos, que tiene como intención el análisis, la reflexión y la presentación de estudios sobre fenómenos culturales, sociales, políticos y artísticos bajo el cariz temático de la Francmasonería. No se trata en sí de un estudio unificado, por el contrario, es, si se permite la metáfora, un abanico de cinco terminales, de los cuales cada uno abre otras múltiples posibilidades.

Prudente es abogar la riqueza metodológica con que los autores recogieron las obras que componen el compendio de volúmenes. Se parte de una distinción con respecto a la historiografía masónica, entre los pro y anti masones que han formulado un compendio de historias –las más ficcionales– sin rigor. De allí que el libro más allá de ser un compendio de estudios es en sí un proceso de la Masonología, con las posibilidades que el término acuñado ya hace tiempo conviene.

Además, reafirma un quehacer con respecto al entendimiento y construcción de las Historiografías. De hecho, ese es el rasgo fundamental inicial con el que los editores de los volúmenes partieron: la firme convicción de formar procesos historiográficos, dependiendo de su perspectiva teórica como la micro historia, la interconexión de Carmagnani, la Historia Cultural, la Historia Política, la Historia con profundidad de Estudios de Género o la Historia del Arte.

Los cinco volúmenes son una reunión de la actividad de la red de investigadores agrupados o con algún tipo de relación en torno a la Revista de Estudios Históricos de la Masonería Latinoamericana y Caribeña (REHMLAC) y también cabe decirse del colectivo de trabajo en relación al Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española (CEHME). La mayoría de los autores que presentan en el volumen actual, su desarrollo académico y producción de investigación puede comprobarse en las múltiples ediciones y publicaciones promovidas por los centros y redes antedichos.

El alcance temporal pudiera acaso servir de conmemoración al inicio de la Masonería especulativa en 1717. Los propios editores derogan el encasillamiento, pues su visión fundamental es alejarse de la Historia de Bronce o de Lata que ha envuelto a la producción historiográfica. Es por tanto, también un ejercicio metodológico ejemplar, pues el oficio de historiar en sumas cuentas no se queda en las primeras tientas en las ideas de las fuentes. Se trata de contrastar, medir, alimentar, proporcionar y comparar.

Los cinco volúmenes que componen la serie son los siguientes:

  1. Migraciones.
  2. Silencios.

III. Artes.

  1. Exclusión.
  2. Cosmopolitismo.

Cabe resaltar que cada tomo tiene una independencia con respecto al concierto en sí del conjunto de libros. De hecho, como se ha indicado antes, se nota el tipo de lecturas y trabajos que se han alimentado alrededor de REMLAC y el CEMEH.

Por tal motivo, el tomo I “Silencios” es el que presenta mayores alcances, solidez de las fuentes e interconexión de perspectivas y datos. En este se retoman las ideas de imperialismo, modernidad, utopía, sociabilidad y “mito” (que en realidad es ficción, pues el contenido mítico refiere a una práctica simbólica, con tintes verificables en el imaginario colectivo, no es por tanto sinónimo de mentira). Asedios entre Europa y América, enmarcados por fechas ahora conmemorativas, siendo en sí el conjunto de procesos históricos de los cuales la red y el Teorema se ponen en juego.

El estudio de la masonería ha tenido que ver con el estudio de las Independencias en Latinoamérica. Si de entender procesos históricos se trata, es evidente que las conmemoraciones de los Bicentenarios (en todos los países latinoamericanos) otorgaron posibilidades de reflexión. De esto también fueron parte los estudios en torno a las Masonerías, de allí que se pueda notar una generación de investigadores, quienes todos ellos alcanzaron posgrados entre el 2005-2017 con temas de masonería y atendiendo a su estudio con miradas teóricas más frescas, acordes a las generaciones de Historiadores del siglo XXI. Dicho sea de paso, con una generación previa apuntalada por investigadores como José Ferrer Benimeli o Carlos Stein quienes abrieron el abanico de posibilidades para estudiar este fenómeno con rigor investigativo, sin que las vísceras y su sangre-bilis fueran la tinta del historiador.

Por esto es significativo que sea José Ferrer Benimeli quien abra el volumen con el estudio en torno a las sociabilidades desde los conflictos hispánicos en 1808 hasta la consumación independentista del Imperio del Anáhuac. Sus vaivenes y fuentes trastocan diferentes perspectivas. Es interesante el rescate de la Oda Masónica, de la que comenta el autor es de pertenencia a una logia española afrancesada en 1812. Esto porque se nota una adaptación de procesos y medios a modos hispánicos, la oda que se propone está en heptasílabos con versos pareados átonos, una forma por demás hispánica del Antiguo Régimen. Entonces, el mismo verso da cuenta del proceso de recepción y fortuna (Ferrer Benimeli, 2017a).

El tomo uno va desde este punto histórico, trastoca latitudes de todo el continente americano y cierra con la presencia “civil” en los Estados Unidos de América. Hay una cuestión que quizá sea posible para un estudio global –pues es sabido que Ricardo Martínez Esquivel lo ha trabajado desde Centroamérica, el Pacífico y Oriente–, las redes francmasónicas con paso del mar.

El tomo II “Silencios” y el Tomo V “Cosmopolitismos” son la muestra de una serie de trabajos “novedosos” por cuanto las temáticas que se han podido abrir con respecto a los primeros estudios de este milenio. Del Tomo II, “Silencios”, el objetivo es estudiar el discurso antimasónico, una veta relevante en cuanto a que también es un fenómeno histórico, desde sus fuentes, hasta sus soportes. Es quizá la visión de esta nueva historiografía que se ha propuesto tal generación. Así argumenta Rogelio Aragón:

En fechas recientes los historiadores profesionales han aprendido a revalorar esos textos de temática histórica, escritos más con pasión que con erudición, para a partir de ellos reconstruir el proceso mediante el cual ciertos sectores y grupos han interpretado y explicado la historia. –y, sin temor a equivocarme, el tema de la masonería es probablemente el que más ha inspirado a escritores de todas las tendencias a abordarlo con pasión desmedida, a favor y en contra, a través de los medios disponibles según la época: impresos y electrónicos, virtuales y físicos (2017b:6).

Los vaivenes de María Eugenia Vázquez Semanedi otorgan una visión en el debate de las ideas y también de los estereotipos, como sujetos históricos (2017b). La sola discusión ya supone, aunque el interlocutor no tenga ni idea de las bases epistemológicas, el discurso programable del fondo y la forma.

Del tomo V, “Cosmopolitismo”, la intención es entregar un perfil abierto. Se trata en sí del estudio de los productos de la red. Por ello su reunión quizá con el único tema y el juicio. Por ejemplo, aún quedan pendientes los estudios de rituales funerarios de la masonería “global” y unipersonal, así como una historia comparada. El texto de Jeffrey Tyssens con la conmemoración del rey Leopoldo de Sajonia es singular al momento de las conmemoraciones fúnebres de otros soberanos europeos y americanos (2017e). Entonces, desde sus propias bases simbólicas, se propicia que la Masonería no es una, que el símbolo es interpretado en varios sentidos y que incluso la captación de “Hermanos” no siempre ha tenido un proceso igual. Son por ello el caso de los proyectos, de la globalización y la regionalización con sus fuertes tensiones.

El tomo IV, “Exclusión” si bien lo comentan los mismos editores busca tener una continuidad temática con respecto a los Estudios de Género y la Masonería, aunque con ciertos vacíos. Esto es porque el estudio que se presenta en este tema apenas se está abriendo, con pasos muy sólidos. La historia de la masonería femenina en largo aliento aún no ha sido abordada. Lo interesante es entender cómo esta idea de la masonería femenina no siempre estuvo relacionada o detrás de los movimientos feministas, sobretodo en la participación política. El trabajo de Julio Martínez García sobre la prensa, la mujer y la masonería en el siglo XIX y XX muestran tal desarticulación de ideas, a priori atenidas a un solo proceso.

Más aún, el caso del siglo XX es enigmático en esta cuestión. En el norte de México, y en las perspectivas de la microhistoria, en Zacatecas, los grupos de participación femenina en los sesenta y setenta, que ocuparon puestos de elección popular, fueron en sí las fundadoras y proclives de las logias femeninas de los noventa, esto es una conformación a la inversa de lo que podría alguien suponer. Proceso por cierto aún por estudiarse.

El tomo III, “Artes”, es quizá la que ofrece una serie de balances claroscuros. Sí se encuentran las canciones y la música, relevante en cualquier ritual de los siglos XVIII, XIX y principios del XX. También la literatura, sobre todo por el Estado de la Cuestión que ofrece Ferrer Benimeli sobre los estudios filológicos y la masonería, así como el análisis de algunas novelas con ciertos íconos de la fraternidad. Del ensayo de Ferrer Benimeli, viene ad hoc mencionar una tipología de estudio:

  1. Literatos de renombre que al mismo tiempo fueron masones pero que no reflejan directamente su compromiso con la masonería en sus escritos literarios.
  2. Masones que sí manifiestan su dualismo masónico-literario.
  3. Estudios críticos sobre dichos autores y sus obras.
  4. Autores no masones que aluden a la masonería en sus obras y que incluso la elevan a categoría de protagonista. (2017c:128.)

Directriz y forma que deja abierta para un proyecto de antología, seria, de autores masones o con temática masónica en Latinoamérica y específicamente en México. Incluso en la reunión de los antimasones.

No obstante, es preciso –que no abre todo libro con tinte académico– poner en ciernes ciertos conceptos. El ensayo de David Martín López con respecto a la teorización del “estilo o estética masónica” muestra una serie de elementos que bien pueden destacar por la intención de recuperar e interpretar lo que es quizá más característico de la masonería: sus símbolos. Se coincide en la siguiente cita:

Descifrar y apreciar, por tanto, el carácter masónico en una obra de arte requiere de una serie de precauciones metodológicas y analíticas que deben partir de un profundo conocimiento y un estudio multidisciplinar. Muchas veces, desde la perspectiva del historiador, del receptor de la obra, del ciudadano y hasta incluso del masón, se ha podido pensar, subrayar de manera inexacta y apostillar una curiosa manifestación artística de cualquier índole como masónica, sin entrar en su finalidad o estética. (2017c:74.)

En efecto, no se ha generado aún una historiografía de arte con tema masónico sólida, sencillamente porque el tema la masonería ha estado en el mayor de los casos por encima de la técnica misma, a su soporte o a su motriz del autor, o bien porque la única fuente que se consulta son algunos documentos promasónicos. El problema radica en el símbolo y en la emblemática, de la que la masonería retoma sus productos, tiene ese hálito de las múltiples asociaciones. El ejemplo ya lo había puesto Umberto Eco con la sobreinterpretación que hizo en el siglo XIX sobre si comprobaba que Dante Alighieri era masón y que La Divina Comedia era el camino de paso para los grados filosóficos Rosacruces del Rito Escocés Antiguo y Aceptado (1997).

Aún falta entender el puente simbólico entre la emblemática del XVIII y el XIX, de la que la masonería forja una serie de íconos con referencias de interpretación específica. Así, permitiría por ejemplo el estudio íntegro del retrato de Estado de Masones, no como una invención propia de las logias en el poder, sino como una continuidad del Retrato de Estado iniciada por Tiziano en el siglo XVI y la célebre silla bicéfala sobre la que se sitúa Carlos V.

  1. Las raíces del Teorema

La red que teorizaron Deleuze y Gauttari, en los procesos de la intercomunicación, han quedado abiertos y demostrados por las nuevas formas de comunicación. El Teorema de la Amistad y en sí el Teorema de la Hermandad proveen una serie de pasos en la manera no sólo de entender el presente, sino el pasado.

Los debates y diálogos que abre la serie 300 años: Masonerías y Masones (1717-2017) evidentemente dejan una constancia de sociabilidades en pleno debate. La cuestión del “Secreto” –también debatida en los presentes libros– ha sido argumentada como un discurso unificador que tiene un punto clímax en los procesos históricos.

Las temáticas están abiertas en el trasluz de los investigadores que, lejos ya de afianzar una filiación o desprecio, muestran un balance crítico en la medida del hombre y sus circunstancias. Las masonerías en su momento abrieron el debate, incluso sobre su funcionalidad como grupo social o red dentro de una superestructura rizomática.

Sirva entonces que esta nueva red confirme nuevos debates historiográficos continuos, saberes que entretejen las sociabilidades en apoyo de las nuevas fórmulas de interacción y sentido.

  1. Bibliografía

DELEUZE, G. & GAUTTARI, F. (2009). Rizoma. Ciudad de México, México. Distribuciones Fontamara, S. A.

ECO, U. (1997). Interpretación y sobreinterpretación. Madrid, España. Cambridge University Prees.

MARTÍNEZ ESQUIVEL, R., et all. (2017a). 300 años: Masonerías y Masones (1717-2017). Tomo I. Migraciones. Ciudad de México, México. Editorial Palabra de Clío, A. C.

__________. (2017b). 300 años: Masonerías y Masones (1717-2017). Tomo II. Silencios. Ciudad de México, México. Editorial Palabra de Clío, A. C.

__________. (2017c). 300 años: Masonerías y Masones (1717-2017). Tomo III. Artes. Ciudad de México, México. Editorial Palabra de Clío, A. C.

__________. (2017d). 300 años: Masonerías y Masones (1717-2017). Tomo IV. Exclusión. Ciudad de México, México. Editorial Palabra de Clío, A. C.

__________. (2017e). 300 años: Masonerías y Masones (1717-2017). Tomo V. Cosmopolitismo. Ciudad de México, México. Editorial Palabra de Clío, A. C.

Notas

1 Cita que viene en Rizoma de Gilles Delleuze y Félix Gauttari. Pierre Rosenstiehl y Jean Petito (1974), “Automate asocial et systemes acentrés”, en Communications, núm, 22. Sobre el teorema de la amistad, cfr. H. S. Wilf, The Friendship Theorem in Combinatorial Mathematics, Welsh Academic Press; y sobre un teorema del mismo tipo, llamado de indecisión colectiva. (Deleuze y Gauttari, 2009:50.)

Salvador Lira – Doctorado en Estudios Novohispanos. Universidad Autónoma de Zacatecas . Centro de Actualización del Magisterio, Zacatecas. E-mail: slira7687@gmail.com

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300 años: masonerías y masones, 1717-2017 – ESQUIVEL et al (REHM)

ESQUIVEL, Ricardo Martínez; POZUELO, Yván; ARAGÓN, Rogelio (Ed). 300 años: masonerías y masones, 1717-2017. Tomo I: Migraciones. Ciudad de México: Palabra de Clío, 2017. Resenha de: SÁNCHEZ, José-Leonardo Ruiz. Revista de Estudios Históricos de la Masonería. San Pedro, Montes de Oca, v.9 n.1  May./Dec. 2017.

Con el título de Migraciones sale a la luz el primero de los cinco volúmenes que, con ocasión del tercer centenario del nacimiento de la masonería especulativa, constituirán la colección sobre la historia de dicha institución en la que se insertan, además de este, otros volúmenes dedicados a los Silencios, las Artes, la Exclusión y el Cosmopolitismo. Su edición ha sido fruto de la actividad desplegada por la red de investigadores en su mayoría agrupados en torno a la Revista de Estudios Históricos de la Masonería Latinoamericana y Caribeña (REHMLAC+) y la han impulsado comprendiendo la necesidad de luchar contra los mitos y leyendas que se cernían sobre la historia de esta organización, provenientes tanto de quienes la aprecian y están interesados en ella como de sus detractores. En este primer volumen los autores de los distintos trabajos abordan no solo la realidad de la masonería en esa nueva Europa que surge alrededor de la revolución francesa y la nueva América que a partir de entonces se independiza, sino que también describe cómo las redes masónicas de entonces fueron un componente clave de sociabilidad, de migración de ideas, que cimentó los fundamentos de esta nueva realidad por ambos continentes y que permite reconstruir y explicar el devenir histórico posterior.

El primero de los ocho trabajos de que consta el volumen está realizado por el profesor Ferrer Benimeli, fundador del CEHME y en la actualidad su Presidente de Honor; como es bien sabido fue pionero en abordar la temática desde la perspectiva europea y americana, con una dilatadísima producción historiográfica a sus espaldas contribuyendo, con rigor académico, a desmontar en su obra los estereotipos antimasónicos existentes hasta la fecha. En esta ocasión ha centrado su trabajo cronológicamente en el período que va desde las Cortes de Cádiz hasta la independencia de México, en el tránsito del antiguo al nuevo régimen, mostrando la utopía y realidad del liberalismo masónico, cuyo protagonismo hoy se replantea y está en gran parte por demostrar. El autor, haciendo uso de un prolijo conocimiento de los textos del momento a uno y otro lado del Atlántico, muestra cómo y cuándo se prefabricó ese pretendido protagonismo de la masonería; o la importancia que se le atribuyó a ciertos personajes de los que no sabemos con certeza si realmente fueron masones, realidad que se constata en una literatura similar, tanto en la metrópoli como en México, donde también se asocian con los independentistas como Hidalgo. Todo ello no deja de sorprender cuando, lo que sí queda claro, es que las Cortes de Cádiz prohibieron la masonería en los dominios de la Corona española.

Eduardo Torres-Cuevas, director de la Biblioteca Nacional de Cuba “José Martí”, impulsor en el ámbito latinoamericano y caribeño de los estudios sobre la masonería al poner en marcha en 2007 la primera red académica de investigadores sobre la temática, además de gran conocedor de la historia de Cuba, se extiende sobre la instalación de la orden en la Isla y el valor que tuvo para la formación y desarrollo del país. Tras establecer distintas etapas, de la primera de ellas -correspondiente al siglo XVIII- informa de los planes ingleses para fijar logias en la Isla dentro de un plan para el control de La Habana; durante su ocupación por los ingleses, algunos de ellos eran masones, pero nunca criollos. En realidad, los primeros talleres existentes en Cuba a partir de 1798 no lo fueron por influencia de la Gran Logia Unida de Inglaterra sino, paradójicamente, en relación con el Gran Oriente de Francia; el hecho está en relación con el traslado a la mayor de las Antillas de numerosos franceses tras el levantamiento de esclavos en Santo Domingo, incorporándose a los trabajos -ahora sí- algunos criollos y españoles; la primera logia creada en Cuba, en 1804, lo hizo con patente de la Gran Logia de Pensilvania, emigrando en su mayoría tras el movimiento anti galo con la guerra de la independencia. Algo más tarde se constituirían en la Isla los dos cuerpos masónicos, yorkinos y escoceses: los primeros, con connotaciones liberales, formado por criollos, pretendieron influir en el movimiento libertador de México y Cuba; y los segundos, vinculados al Gran Oriente de Francia, mayoritariamente oficiales y comerciantes españoles. Tras un periodo de inactividad, desde comienzos de la década de 1830 hasta 1857 (entonces los cubanos entraron en instituciones masónicas extranjeras, de Estados Unidos, México y Francia), nació la Gran Logia Colón (sin conexión con España, donde no existía masonería) y el Gran Oriente de Cuba y las Antillas (de escaso recorrido, aunque fue en ella donde se gestó el movimiento independentista de 1868) si bien la verdadera reconstitución de la masonería cubana comenzó a partir de esa última fecha, apoyada por los cuerpos masónicos tanto de Estados Unidos como de España, sin que hubiese interferencias en lo político. Esta última masonería influyó en el pensamiento cubano pues buena parte de la intelectualidad, tanto autonomista como independentista, eran masones; tras la primera guerra muchos marcharon del país para sostener desde fuera la lucha por la independencia y se instalaron en cuerpos masónicos extranjeros, entre ellos José Martí. No obstante, el autor indica cómo el movimiento independentista de 1895-1898 no estuvo asociado a cuerpo masónico alguno aunque sí lo fueran sus tres principales figuras (Martí, Gómez y Maceo). Concluye apuntando que la masonería de Cuba contribuyó al desarrollo de las conciencias nacionales y patrióticas así como la cívica individual.

Por su parte Éric Saunier, se extiende sobre el espacio caribeño al plantearlo como enclave estratégico para comprender la masonería francesa y la lucha por el poder entre París y las provincias. Su estudio está centrado en el período cronológico que va desde finales del siglo XVIII a los años de los movimientos independentistas en América latina. Pone en relación la constitución de la masonería caribeña en la lucha de poder entre los altos grados de la de Santo Domingo a finales del XVIII y el control de la vida masónica cubana a comienzos del XIX; sitúa esa masonería caribeña en el contexto del combate entre obediencias francesas y anglosajonas en la zona; insiste en la necesidad de impulsar los estudios sobre las personas y las redes sociales para reconstruir la vida de los iniciados; y los pone en relación con el comercio establecido entre el gran puerto colonial de la Bretaña francesa de El Havre y el área del Caribe, especialmente con Santo Domingo y Cuba, que considera vital para explicar la pronta irrupción de la masonería en el Caribe, que pudo influir en las revoluciones de Portugal y Brasil de los años veinte y treinta.

Interesante el trabajo de Ricardo Martínez Esquivel, profesor de la Universidad de Costa Rica, director de REHMLAC+ y por tanto miembro de una de las mejores revistas académicas sobre este fenómeno. Siguiendo la estela marcada por Miguel Guzmán-Stein añade una visión totalizadora de la cuestión al entender que hablar de la masonería es, también, hablar de toda la sociedad. Su trabajo se centra en el presbítero católico Francisco Calvo, organizador de la primera logia en Costa Rica y alma del Centro Masónico Centro Americano (1865-1876) quien estuvo inmerso -a pesar de su condición eclesiástica- en distintos proyectos civilistas, de promoción de las libertades e inmerso entre la intelectualidad costarricense del momento, buena parte iniciada en la masonería, a cuyo desarrollo no fue ajena la fundación de la Universidad de Santo Tomás. A partir de ahí el autor se centra tanto en la actividad masónica como antimasónica centroamericana, que en Costa Rica tuvo un desarrollo tardío, y que en su opinión tuvo que ver más con un carácter asociativo que propiamente masónico, en el que participaron los ordenados como él, posiblemente más en relación con lo que era la tradición anglosajona que la latina. Cuando esta última se hizo más preponderante, tuvo que abjurar de su condición con lo que se inició el declive y cierre de todas las logias en 1876. Su proyecto regional pudo darse por concluido en 1899 cuando comenzaron a surgir las grandes logias nacionales centroamericanas.

La masonería en la amplia geografía mexicana durante el período de su independencia es el objeto de análisis de María Eugenia Vázquez Semadeni, de la Universidad de California en Los Ángeles, especialista en la historia de su país. La autora comienza su trabajo cuestionando la credibilidad de la historia realizada por los propios masones, imposible de contrastar por las escasas fuentes primarias existentes, razón por la que deben ser utilizadas con espíritu crítico. Se extiende a continuación en el establecimiento de las logias del rito York en las costas del seno mexicano, con autorización de la Gran Logia de Luisiana entre 1816 y 1820, que al poco se incorporaron al rito escoces. Debieron ser estos los primeros talleres y fueron fruto de las relaciones comerciales entre Nueva Orleans y las colonias españolas y francesas de la Indias Occidentales en el Caribe. Su desarrollo en Luisiana debió tener lugar con ocasión de la revuelta de esclavos de Santo Domingo cuando el territorio, tras el breve dominio francés, fue adquirido por los norteamericanos. De ahí, partieron las iniciativas para su instalación en Nueva España, primero en Veracruz, luego en Campeche y otros lugares. Sus componentes estaban de una u otra manera forma vinculados a la marina siendo comerciantes o militares de la armada. Y aunque algunos actuaron en política, su nacimiento no fue necesariamente con ese fin si bien una investigación más profunda, con nuevos fondos documentales, pudiera arrojar más luz.

Por su parte Dévrig Mollès, doctorado en Francia y director científico del Archivo de la Gran Logia de Argentina, analiza las relaciones entre feminismo, librepensamiento y masonería entre Europa y América en el cambio de siglo del XIX al XX. Y para ello traza la implantación de las organizaciones masónicas nacionales en Argentina, Brasil, Uruguay y Chile, que brotaron de aluvión con la presencia de exiliados franceses, británicos, italianos, españoles y portugueses preguntándose, al mismo tiempo, si los talleres pudieron ser el espacio de lucha cultural para las primeras generaciones feministas argentinas. A su modo de ver, las primeras mujeres en logias bonaerenses estuvieron vinculadas desde mediados del siglo XIX al librepensamiento; hace alusión expresa al caso de Brasil, mucho más tardío que el argentino. Refiere en tal sentido la presencia de Belén de Sárraga, discípula de Odón de Buen, en el XIII Congreso Internacional de Librepensamiento celebrado en Buenos Aires en 1906, en representación de la logia Virtud de Málaga, quien participó en la difusión del feminismo por distintos países hispanoamericanos y se erigió en símbolo de la nueva mujer latinoamericana.

Los orígenes y primer desarrollo de la masonería en Chile durante el siglo XIX son planteados por Felipe Santiago del Solar, de la París Diderot-París 7. La ausencia de fuentes fiables, la destrucción de los archivos de la Gran Logia de Chile a comienzos del siglo XX, la dispersión de las fuentes y el carácter no académico de la producción masonológica constituyen en su opinión los principales problemas para su estudio. En este caso, la difusión de la masonería está marcada por su escaso intercambio intercultural con Europa, condicionado por su situación geográfica y la legalidad comercial impuesta desde la metrópoli en el siglo XVIII, situación que cambiaría en algo a comienzos del siglo XIX lo que se tradujo entonces en la presencia de algún masón extranjero en la zona y poco más. Como primer dato cierto de la existencia de un taller cita la logia Lautaro existente entre 1817 y 1820, que vendría a ser parte de un proyecto cuyo objetivo último pudiera ser el derrocamiento del Virreinato del Perú. Ya en los años veinte, pudo tener algún desarrollo mayor en relación con las élites militares de países emergentes como Venezuela y Colombia, siendo la presencia extranjera en ellos importante. En realidad, es desde mediados del XIX cuando se inició el establecimiento de talleres, en un momento de impulso asociativo y de movilización popular, promovido por comerciantes y artesanos extranjeros de origen europeo no hispano y norteamericanos, instalados en los centros comerciales nacionales e internacionales del Pacífico. Fue así el caso de Valparaíso, por franceses, vinculado al Gran Oriente de Francia, pero también de otros promovidos por norteamericanos, argentinos y otros. Así hasta la formación de la Gran Logia de Chile en 1862, al margen del Gran Oriente de Francia. Este proceso se desarrolló de una manera discontinua hasta el inicio del siglo XX cuando el número de talleres rondaba la treintena.

Por último Guillermo de los Reyes Heredia, historiador mexicano afincado en la Universidad de Houston, se introduce en el papel que juega el asociacionismo -también el masónico- en el seno de la sociedad civil estadounidense. En tal sentido y a pesar de su independencia, intenta monopolizar el poder, dirigir en todos órdenes la vida económica, política y cultural; y desde este territorio intentará de expandirse por otros lugares con el mismo fin. Más adelante se extiende sobre la importancia que tiene la orden en Estados Unidos como organización fraternal.

Nos encontramos pues ante una interesante obra colectiva en la que se nos muestra las interinfluencias, las migraciones, de todo tipo (de los mitos, de las obediencias de distintas nacionalidades, de las personas) que vino a caracterizar la puesta en marcha de la masonería en la América que se independiza de su metrópoli europea a comienzos del siglo XIX. La masonología, como ciencia, está de enhorabuena y es de justicia felicitar a los autores que han aportado sus trabajos para la ocasión.

José-Leonardo Ruiz Sánchez – Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Sevilla. Presidente del Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española. E-mail: leonardo@us.es

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Hipólito da Costa na Filadélfia (1798-1800) | Thais Buvalovas

Hipólito José da Costa é, sem sombra de dúvidas, fundamentalmente conhecido, lembrado e estudado por ter sido o fundador e editor do primeiro veículo de imprensa brasileiro. Apesar de intitulado Correio Braziliense, seu jornal mensal foi publicado em Londres, entre 1808 e 1822. Constitui uma espécie de depositário das ideias de seu criador e gestor, ancoradas essencialmente no liberalismo inglês. Por intermédio do Correio Braziliense, o autor mostrou-se contrário ao poder absoluto, militou pela liberdade de imprensa e de comércio e defendeu o trabalho livre.

A despeito de ter angariado fama com o jornal, as origens de algumas de suas práticas e ideias políticas (como as atividades maçônicas e os ideais abolicionistas) já estavam em desenvolvimento antes de sua atuação como periodista. Elas teriam emergido, ou ao menos se robustecido, durante uma viagem de três anos aos Estados Unidos, para onde partiu quando, aos 24 anos, acabara de se formar em Leis em Coimbra. É o que defende Thais Buvalovas, em Hipólito da Costa na Filadélfia (1798-1800), trabalho originalmente realizado como mestrado no Departamento de História da USP, em 2007, que agora a Editora Hucitec traz acertadamente a um público mais amplo, com sua veiculação em formato de livro.

A viagem de Hipólito aos Estados Unidos ocorreu como encargo da Coroa portuguesa, a mando de D. Rodrigo de Sousa Coutinho, Ministro da Marinha de Ultramar. Correspondia às funções de Hipólito da Costa reunir informações sobre a produção agrícola nos Estados Unidos, estudar métodos empregados na mineração, bem como observar a tecnologia usada na navegação dos rios e canais. Também foi incumbido de coletar exemplares da planta e inseto da cochonilha, para que fossem aclimatados no Brasil, mas para isso ele teria que viajar até a fronteira sul dos Estados Unidos e entrar clandestinamente em território mexicano.

A viagem estava situada no contexto da Ilustração, fonte de inspiração para as viagens científicas do século XVIII, por meio das quais estudiosos das nações europeias mais desenvolvidas buscavam investigar e catalogar os elementos da natureza em escala planetária. Também eram instigados por uma nova lógica de mercado, pautada pela busca de domínio comercial sobre importantes centros produtores de recursos naturais. Fazer parte do círculo das viagens científicas significava, de alguma maneira, integrar um processo de modernização que se espraiava pela Europa e que em Portugal vinha sendo fomentado na esteira das reformas pombalinas. Em suma, era preciso garantir o lugar neste circuito.

O périplo de Hipólito pelos Estados Unidos gerou uma gama de documentos, que constitui a base da pesquisa deste livro. Por ordem de importância, o principal documento utilizado é Diário de minha viagem para a Filadélfia, um caderno de anotações pessoais, no qual Hipólito da Costa narra sua estadia nos Estados Unidos, onde fixou-se na Filadélfia (então capital federal), passando também por outros lugares, como, por exemplo, Boston e Nova Iorque. O Diário narra a viagem de dezembro de 1798 a dezembro de 1799. Por razões ainda inexplicadas, não constam do documento as anotações relativas ao ano de 1800, período durante o qual ainda se manteve no país.

Além do Diário, a autora explora outras fontes, como as cartas de ofício, enviadas por Hipólito da Costa a autoridades de Lisboa, e um relatório sobre a viagem, intitulado Memória sobre a viagem aos Estados Unidos (1801). São documentos de naturezas distintas, ainda que todos se relacionem à viagem: o Diário é pessoal, uma escrita sem pretensões literárias ou acadêmicas; as cartas de ofício eram voltadas para superiores hierárquicos, assim como a Memória, ainda que esta guarde a peculiaridade de poder alcançar um público mais vasto.

Tal diversidade possibilitou a comparação entre os diferentes tipos de documentos, evidenciando contrastes nas informações, omissões e liberdades narrativas de um e outro lado, fato bastante enriquecedor numa investigação. Como mostra Luciana de Lima Martins, em O Rio de Janeiro dos viajantes (2001), a pluralidade da documentação contribui para que se obtenha como resultado de pesquisa uma visão menos homogênea, a que um acesso limitado a obras oficiais poderia levar. De acordo com esta autora, “anotações e imagens inacabadas” dos viajantes ajudam a trazer complexidade ao objeto estudado, mostrando diversificados ângulos, sobretudo por se tratarem de documentos “mais abertos e menos polidos”. (p. 38.) As discrepâncias identificadas por Thais Buvalovas nos documentos de Hipólito revelam os artifícios do autor para escolher o que podia ser publicado e relatado em âmbito oficial, e o que deveria ficar resguardado a um universo mais privado, pessoal.

Nesse sentido, um dos resultados centrais de Hipólito da Costa na Filadélfia foi evidenciar, por meio da análise das distintas fontes, que o autor não deu as mesmas informações sobre seus trajetos e ações nos diferentes papéis que produziu ao relatar a viagem. O confronto das fontes mostra certas inconsistências. O exemplo cabal disso se relaciona aos planos de viajar ao sul dos Estados Unidos e adentrar o território sob domínio espanhol. As cartas oficiais mostram uma pretensão nesse sentido, assim como a Memória, por meio da qual Hipólito afirma ter percorrido a região. Contudo, na leitura do Diário tal percurso parece não ter sido realizado. Isso leva a autora a desacreditar no roteiro oficial, que incluía tais viagens ao sul dos Estados Unidos e ao México. A consulta a catálogos de Botânica e a coleta de informações e espécimes na visita ao horto de um amigo naturalista da Filadélfia, teriam poupado o viajante de realizar este roteiro. Não se trata, entretanto, de um consenso. Segundo Neil Safier, em um capítulo sobre Hipólito da Costa em recente coletânea organizada por Bernard Bailyn e Patricia L. Denault (Soundings in Atlantic History, 2009, p.280), não é possível descartar totalmente a possibilidade de Hipólito da Costa ter cumprido tal trajeto, até que novas fontes sejam investigadas.

De qualquer maneira, a discussão que Thais Buvalovas faz em seu livro sobre as fontes é rica e interessante. A autora alerta que as inconsistências na Memória e nas cartas – documentos oficiais – “indicam que eles não refletiam a realidade dos fatos”. Por outro lado, o Diário revela “um esforço muito grande para encontrar alternativas e alcançar resultados em sua missão” (p.73). A despeito disso, a autora não trabalha com a perspectiva de que este seja mais “verídico” do que os primeiros. De acordo com Buvalovas, o Diário também “sonega dados” (p.24), não só em razão de ser uma escrita pessoal, não precisando, assim, esclarecer tudo, mas também porque tem intenção clara e deliberada de omitir nomes, fatos, opiniões, relacionamentos. Mesmo sendo um documento não oficial, está permeado por filtros, omissões e pela auto- censura (como as de motivações políticas).

Este exemplo é particularmente interessante para reforçar os questionamentos, presentes em trabalhos historiográficos contemporâneos, sobre a ideia de fidedignidade das fontes, independentemente do tipo de documento em questão. No caso específico da literatura de viagem, a relativização passa pela discussão do caráter extremamente ambíguo dessa documentação, que trafega entre a materialidade da experiência e a subjetividade do olhar. Para o estudioso que lida com esta fonte, tudo parece ser motivo para dúvidas, e o fato do viajante declarar ter visto, ouvido, sentido, experimentado, nem sempre é suficiente para garantir a credibilidade da narração. Com a viagem e o Diário de Hipólito da Costa não haveria de ser diferente.

Apesar de usar fontes diversificadas, o Diário pessoal de Hipólito da Costa é o documento primordial da pesquisa, que norteia o desenvolvimento dos capítulos, com exceção do primeiro – intitulado A serviço do rei – , que cumpre a função de apresentar as origens familiares e sociais do autor e o contexto histórico no qual se inseria. Neste primeiro capítulo a autora perfaz a trajetória do personagem desde o seu nascimento, na Colônia do Sacramento, em 1774, até se tornar agente da Coroa Portuguesa. Também procura analisar aspectos da história familiar de Hipólito, entremeada nos conflitos entre lusos e castelhanos. Em 1777, quando os portugueses foram expulsos de Sacramento, Hipólito da Costa tinha três anos. A família seguiu para o exílio em Buenos Aires e aí permaneceu até 1778, partindo para Rio Grande de São Pedro, onde Hipólito viveria até os 18 anos, antes de rumar a Portugal.

A respeito deste capítulo, cabe destacar a preocupação da autora em distanciar-se do modelo biográfico. Sua intenção não é saciar a curiosidade a respeito da vida do periodista (p.31-32). A pergunta norteadora no caminho que constrói para explorar as origens de Hipólito da Costa é de cunho social. A autora parece questionar a ideia, por demais geral e talvez banalizada, de que ele fazia parte da elite. Assim, tenta recompor historicamente as condições de vida de seus familiares: as dificuldades enfrentadas pelo lado materno da família, como primeiros lavradores na região da Colônia do Sacramento no início do século XVIII; as inseguranças e deslocamentos a que a família foi submetida em razão das disputas fronteiriças entre lusos e castelhanos, o que resultou na necessidade de exílio em Buenos Aires, onde aparentemente as condições também não foram nada satisfatórias. Uma situação mais favorável só se concretizaria com a mudança para a Vila de Rio Grande, região que se desenvolveu, a partir de fins do século XVIII, seja pela concessão de sesmarias, fruto do processo de demarcação de fronteiras, seja pelo comércio irregular de animais entre os dois lados da fronteira. Na parte referente à fase da vida de Hipólito da Costa como estudante em Coimbra aborda, sobretudo, o contexto de desenvolvimento das reformas ilustradas em Portugal, que acabaram dando ensejo à inserção no circuito das viagens científicas.

Os capítulos que se seguem são primordialmente marcados pela experiência da viagem aos Estados Unidos e calcados na análise das fontes desta viagem. Pode-se dizer que um dos intuitos da autora nos capítulos dois a quatro é identificar as diferentes “vozes” que ajudaram a compor as ideias de Hipólito da Costa e contribuíram para a construção de suas representações. Dessa maneira, temas como a maçonaria, a imprensa, a religião e a política perpassam estes capítulos.

No capítulo 2, intitulado a Aurora da Filadélfia, analisa a “profusão de papéis” que permeiam a construção do Diário de Hipólito da Costa. Segundo a autora, a imprensa fazia a “mediação entre a experiência e a representação da realidade” (p.61). Isto é, entende que o Diário “falava” também por intermédio dos impressos, não sendo compreendido como um tradutor fidedigno da realidade. A ênfase do capítulo é sobre a apropriação que Hipólito fez da gazeta Aurora General Advertiser no Diário. Fundada em 1790, por Benjamin Franklin Bache (neto de Benjamin Franklin), o jornal defendia os republicanos jeffersonianos, grupo no interior do qual alguns emigrados radicais que não tinham espaço na Europa vieram se instalar. Este foi o caso de Willian Duane, diretor do jornal após a morte de Fanklin Bache. A sobrevivência da gazeta se deveu a uma insistência do próprio Thomas Jefferson, que via nela uma chance para a perpetuação da causa republicana.

O contexto político é o da disputa entre os federalistas e republicanos. Ao descrever cada uma das tendências, talvez por forte envolvimento com sua fonte, a autora acaba por tecer um perfil mais simpático dos republicanos, entre os quais se envolveu Hipólito da Costa. De acordo com sua descrição, os federalistas advogavam pelo fortalecimento da União, reuniam grupos do norte, representantes da aliança entre o grande capital e o comércio. Os republicanos, por seu turno, eram adeptos do autogoverno e autonomia em relação ao poder central, concentrados mais ao sul do país e praticantes da agricultura e auto- suficiência da indústria doméstica, incluindo aí o sistema de plantation. Os jeffersonianos criticavam os federalistas pela centralização política, pela cobrança de novos impostos e formação de um exército permanente e apoiavam as liberdades e direitos individuais, o trabalho intelectual, a austeridade moral, o mérito e não os privilégios. A Aurora vinha nesta esteira, denunciando o perfil aristocrático dos federalistas com acusações de um desejo recolonizador. Há algumas questões neste rol de características que merecem ser evidenciadas. Como conciliar a crítica aos privilégios e o apoio às liberdades e direitos individuais com o sistema de plantation? Não haveria interesses concretos, defendidos pelos republicanos, ao criticarem, por exemplo, as propostas federalistas de especularem comercialmente com as propriedades rurais? Até que ponto o perfil assumido pela pesquisadora em relação aos republicanos não reproduz, com pouco distanciamento, a posição mantida por Hipólito no próprio Diário, que possivelmente não diferia da propaganda do próprio partido e os seus partidários?

O livro não trata apenas da política stricto senso. A política, na perspectiva da autora, está entremeada a questões de ordem cultural. É esta compreensão que permite trafegar entre temas como os ideais de limpeza, asseio, simplicidade, austeridade e trabalho, defendidos pelos quacres, entre os quais Hipólito circulou. Também explora temas correlatos, expressões dos republicanos jeffersonianos e da Aurora da Filadélfia, como a crítica ao luxo e ao ócio e a valorização da virtude em oposição à degeneração, ao mundanismo, ao exagero.

Todos estes elementos são recuperados no Diário e explorados pela autora que, recompondo uma trama delicada, consegue enxergar as articulações entre religião, política, partido e imprensa. Situa então o texto do autor num ideário próprio a denominações do protestantismo anglo-americano, entendendo, entretanto, que a leitura religiosa estava conectada com a política. O ideário de ordem, limpeza, trabalho e austeridade estavam presentes também no discurso republicano democrata da Aurora.

No terceiro capítulo explora a presença de uma tendência da maçonaria – a chamada Maçonaria Antiga – nas entrelinhas do Diário de Hipólito. Ele fora admitido entre os “Antigos” da Filadélfia em 1799. Esta ala da maçonaria surgiu em Londres, em meados do século XVIII, formada por irlandeses e ingleses dissidentes da Grande Loja da Inglaterra, que condenavam os “Modernos” por adulterarem antigos rituais da ordem. Do ponto de vista social eram constituídos por grupos menos favorecidos, como os artesãos urbanos, e politicamente eram mais combativos do que os “Modernos”. A corrente prosperou nos Estados Unidos – sobretudo na Pensilvânia –, que acolheu exilados políticos de diferentes partes da Europa (França, Escócia, Irlanda). Ali, associavam-se aos quacres e também aos políticos republicanos. Atuariam politicamente contra os federalistas.

A entrada na maçonaria propiciou a integração de Hipólito da Costa a uma rede de sociabilidades que reunia, além de maçons, republicanos, quacres e refugiados europeus. Sua participação nesta rede garantiu acesso a fontes privilegiadas para a realização de seus encargos. As viagens que faria in loco para estudos e pesquisas teriam sido, de acordo com a autora, poupadas pelo fato de ter conseguido pesquisar material já sistematizado por outros cientistas. No lugar de viajar para coletar espécimes, teria conseguido importá-las por meio de intermediários, para o que seus contatos sociais teriam sido muito úteis. O foco do capítulo é a rede de proteção que a maçonaria significava, que estava interligada aos emigrados, aos quacres e aos republicanos. Para cumprir a tarefa de investigar esta rede, teve que perscrutar as trajetórias dos personagens com quem Hipólito da Costa se relacionou, o que contribuiu, inclusive, para a compreensão de suas afinidades políticas.

Finalmente, o quarto e último capítulo está dedicado a analisar temas que continuariam a ter repercussão no trabalho periodístico de Hipólito da Costa, como o projeto de emancipação gradual dos escravos e a imigração. Nestes pontos, conclui que a experiência nos Estados Unidos foi uma referência importante para o autor, e é esta permanência que Thais Buvalovas busca explorar na análise que faz tanto do Diário, quanto das páginas do Correio Braziliense.

O Diário dá mostras de como o seu antiescravismo pode ter sido assimilado pela via do quacrismo, com a qual conviveu na Filadélfia. Dentre os registros sobre o tema destaca uma visita realizada à Penitenciária da Filadélfia, administrada por quacres. Ali, descreve o clima de relativa tolerância que se impunha como norma, entre brancos e negros, ainda que transparecesse um resquício de segregação. A explicação deste resquício a autora busca na visão de mundo quacre, segundo a qual, a despeito da convivência com a diferença, se mantinha um sentido de diferenciação e de valorização das próprias qualidades em relação à sociedade como um todo.

Ao analisar as ideias antiescravistas no Correio, elenca duas principais possíveis inspirações: uma, de origem quacre, segundo a qual a escravidão destruía a moral de seu senhor, transformando-o num déspota, e a outra, pautada na perspectiva iluminista, por meio da qual a escravidão era considerada um inimigo do Estado e da sociedade. A conclusão da autora é de que a primeira perspectiva pesou fortemente sobre a concepção do autor, o que confirma a sua hipótese em relação ao importante papel que a viagem jogou na constituição de sua ideias.

Por outro lado, parecem discrepar com isso as considerações do autor quando esteve em Nova Iorque. Nesta parte, curiosamente, Hipólito da Costa afirma que os negros eram mais bem tratados no sul do que no norte, onde a agricultura se encontrava decadente, as terras incultas e sem recursos para o cultivo. Afirmações como essa, de acordo com a autora, se deviam ao fato de Hipólito ter também como interlocutores os republicanos, que, além de se posicionarem contra o grande comércio do norte, eram aliados dos escravocratas do sul, que davam apoio a Jefferson. De qualquer maneira, o quacrismo parece ter sido preponderante nas defesas que faria posteriormente, de não sujeição e de abolição gradual da escravidão, nas páginas do Correio Braziliense.

Assim, se confirma a relevância do périplo pela América do Norte na formação do pensamento do autor. Para além disso, se atesta ainda um caminho circular percorrido por suas idéias, pois o Correio Braziliense foi escrito na Inglaterra, isto é, ambiente de origem do ideal de insubmissão defendido pelos quacres, que fora herdado de sua origem leveler. Um jogo interessante e não linear se constrói aqui: o exílio londrino está à frente, na escala cronológica e na biografia do autor estudado; contudo, no universo de pensamento esta viagem é retrospectiva, pois une, por caminhos espiralados e tortuosos, as duas pontas – norte-europeia e norte-americana – de um pensamento de tradição anglo-saxã. Uma curiosa aventura, boa para dar nós nas imagens muito lineares que se possa fazer da história.

Para retomar o título desta resenha, trata-se de uma viagem iniciática. Mas a quê, afinal de contas, a viagem de Hipólito da Costa aos Estados Unidos deu início? Entre a primeira fase da vida (capítulo um) e sua experiência nos Estados Unidos (capítulos três a quatro) parece haver um hiato. A leitura parece sugerir que suas origens luso-brasileiras, com o tempo, vão ficando para trás, num lugar recôndito, para o qual, aliás, o autor nunca mais voltou. Seguindo uma sugestão de Isabel Lustosa, Buvalovas afirma haver, em certas temáticas presentes no Correio Braziliense, como é o caso da escravidão, “pouca identidade [do autor] com o mundo luso-brasileiro”. (p.135).

A viagem, de acordo com esta interpretação, não parece ter sido só experiência cumulativa de conhecimentos. Indica também certo distanciamento em relação a sua origem luso-brasileira e uma incursão profunda numa diferente tradição; enfim, um exercício de resignificação das origens, que marcaria sua trajetória dali por diante. O livro propõe a importância de se entender os caminhos e descaminhos de Hipólito da Costa durante sua viagem aos Estados Unidos para melhor compreender as idéias do editor do Correio Braziliense.

Stella Maris Scatena Franco Vilardaga – Professora no Departamento de História da Universidade Federal de São Paulo (EFLCH/UNIFESP – Guarulhos/Brasil). E-mail: stella.franco@unifesp.br


BUVALOVAS, Thais. Hipólito da Costa na Filadélfia (1798-1800). Imprensa, maçonaria e cultura política na viagem de um ilustrado luso-brasileiro aos Estados Unidos. São Paulo: Hucitec, 2011. Resenha de: VILARDAGA, Stella Maris Scatena Franco. Uma viagem iniciática. A experiência norte-americana na constituição do pensamento político de Hipólito da Costa. Almanack, Guarulhos, n.3, p.143-148, jan./jun., 2012.

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