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Neurociencia para educadores – BUENO (I-DCSGH)
BUENO, D. Neurociencia para educadores. Barcelona: Octaedro, 2017. Resenha de: GARCÍA ANDRÉS, Joaquín. Íber – Didáctica de las Ciencias Sociales, Geografía e Historia, n.95, p.84-85, abr., 2019.
David Bueno, investigador en genética de la Universidad de Barcelona, aborda en este libro un amplio repertorio de cuestiones sobre el cerebro de los alumnos y alumnas a través de diecisiete preguntas que, partiendo de la premisa de que este órgano que dirige, gestiona y rige las múltiples actividades que realiza nuestro cuerpo es el que, a partir del comportamiento, nos permite adaptarnos al ambiente al mismo tiempo que lo transformamos. En tal sentido, la educación –la profesión más antigua del mundo, como él la denomina– incide de una forma sustancial en el funcionamiento del cerebro. Por ello, esta obra pretende definir cuál ha de ser el objetivo consciente de la educación, desde un punto de vista social, familiar y, por supuesto, pedagógico, ya que, según sea la respuesta así serán las estrategias educativas a adoptar.
A su juicio, ese objetivo ha de ser ayudar a las personas a crecer con –pero sobre todo en– dignidad. El autor asegura que «la educación ha de ser un elemento de satisfacción que surja de la utilidad que estimula nuestra imaginación», a través principalmente del insustituible papel de las emociones y del trabajo cooperativo. Y las páginas del libro van desgranando respuestas que explican aquello que busca el cerebro cuando aprende algo y, en consecuencia, qué se le puede y se le debe ofrecer al estudiantado.
Cuestiones como ¿las capacidades cognitivas dependen de nuestros genes? ¿cómo funciona el cerebro? o ¿existen las inteligencias múltiples? encabezan esta nómina de interrogantes que gradualmente van concretándose en aspectos más puntuales referidos a los motivos por los que se aburren los niños en clase, cómo se puede desaprender o por qué a los adolescentes les gusta saltarse las normas. Las páginas finales atienden a inquietudes vinculadas a la motivación, la creatividad, la influencia del ambiente social o la «utilidad» de las materias consideradas marías.
A modo de conclusiones, incluye una relación de once «aspectos clave del cerebro» relacionados con la práctica educativa que aluden al hecho de que el cerebro es un órgano muy plástico, en continua reconstrucción, en el que las conexiones neuronales más sólidas son las que se nutren de las emociones, aunque solo fuera porque se vinculan con la supervivencia.
Un imperativo vital no solo del individuo, sino también de la sociedad; de ahí que los aprendizajes cooperativos y colaborativos resulten más significativos y activen muchas más redes neuronales que otros. De modo análogo, El autor destaca el hecho de que las novedades y las sorpresas facilitan la captación de la atención del alumnado de un modo automático, lo que las convierte en resortes motivadores de primer orden, un incentivo para el aprendizaje que también estimula el optimismo.
Otro aspecto que se señala es el relacionado con las actitudes, cuya adquisición se hace en gran medida por imitación, en un proceso en el que las neuronas espejo son fundamentales a su vez para lograr estimular ese otro gran objetivo educativo que es el de dar alas a la creatividad. Un propósito que lleva a resituar a determinadas asignaturas en un lugar de preeminencia junto con las denominadas materias «instrumentales», en el seno de un funcionamiento integrado y no parcelado de las funciones cerebrales, como habitualmente se hace en el marco académico.
En sintonía con esta línea argumental también se tienen en cuenta a los enemigos del cerebro, el aprendizaje y la educación, entre los que destaca el estrés cuando este es crónico, dado que altera las conexiones neurales de determinadas zonas del cerebro, en particular las vinculadas con la reflexión, el control de las emociones, la toma de decisiones y el control ejecutivo.
De ahí su trascendencia, más aún en la medida en que deja una huella imborrable en el cerebro que puede afectar a la conducta de las personas para toda la vida.
En suma, una obra tan interesante como útil que acerca la neurociencia al lector de un modo comprensible, riguroso, ameno y estimulante, hasta el punto de introducir referencias y ejemplos muy ilustrativos, así como un original bonus track que, a modo de recompensa, vincula muchas de las ideas primordiales que desliza a través de sus páginas con ese oscuro objeto de deseo que es el placer.
Muchas de las enseñanzas que se pueden adquirir con la lectura de este libro permiten reivindicar el valor de los aspectos formales del aprendizaje, situando estos en el mismo nivel que los contenidos teóricos, tantas veces «idolatrados» por los docentes. No en vano, en palabras del autor, «las emociones siguen siendo el elemento multiplicador de la ecuación del aprendizaje».
Joaquín García Andrés – E-mail: joagarand@gmail.com
[IF]La nueva educación: Los retos y desafíos de un maestro de hoy – BONA (I-DCSGH)
BONA, C. La nueva educación: Los retos y desafíos de un maestro de hoy. Barcelona: Plaza & Janés, 2015. Resenha de: GARCÍA ANDRÉS, Joaquín. Íber – Didáctica de las Ciencias Sociales, Geografía e Historia, n.84, p.83-84, jul., 2016.
Esta estimulante autobiografía profesional del maestro aragonés César Bona (Ainzón, 1971) resume sus últimos seis años como docente en la escuela pública que, recogidos inicialmente en un vídeo, le permitieron optar al premio Global Teacher Prize, lo que le supuso ser seleccionado entre los cincuenta mejores docentes del mundo el pasado año.
Como desde un primer momento el autor explica con un lenguaje claro, fl uido, directo y ameno, en estas páginas sólo encontraremos «ideas sencillas y básicas que a veces se nos olvidan» y que, en consecuencia, no necesariamente han de resultar novedosas pero sí renovadoras. Por eso mismo gozan de un valor muy singular, en la medida en que devuelven al primer plano de las necesidades educativas ideas «viejas» para esa escuela «nueva» a la que se aspira. De hecho las páginas están salpicadas de aforismos y extractos del propio texto que resumen en pocas palabras su forma de entender la enseñanza, al tiempo que facilitan una rápida lectura. Ya sólo los títulos de cada uno de sus breves capítulos delatan de un modo didáctico sus ideas esenciales respecto a la educación, como por ejemplo: «Salir de uno mismo y hacerse preguntas», «De los libros a la acción», «Deberes y a dormir» o «Somos emociones». Puede decirse que el elenco de frases memorables es ciertamente amplio, tanto como orientador.
Partiendo de una concepción funcional de la escuela, orientada a facilitar la vida y no la mera consecución de unos objetivos de evaluación, su premisa esencial radica en confi ar en el poder de los alumnos, en su imaginación, creatividad y curiosidad. Unas características que, a su vez, Bona asume como condiciones básicas que deberían compartir los docentes, a quienes exhorta a transformarse en personas curiosas, con deseos de aprender de todo lo que nos rodea. De ahí que una de las motivaciones que, aprovechando su proyección mediática, le han llevado a desvelar públicamente sus pensamientos, concepciones y convicciones sea, precisamente, la de invitar al lector a redescubrir que la esencia de la profesión docente no radica tanto en tener vocación y conocimientos como en saberlos compartir. Ideas sobre el sentido de las tareas, el fomento de la lectura, el trabajo en escuelas unitarias, el papel de las familias, la formación docente o la educación emocional, son algunos ejemplos de sus inquietudes y preocupaciones.
Pero también las hay sobre la organización y la gestión del aula, la convivencia, la disciplina o la participación activa. A lo largo de este personal periplo y a través de algunas de sus experiencias más singulares y llamativas, podremos conocer de primera mano –y aprender con ello– proyectos y actividades innovadoras, algunas ciertamente evocadoras, como sus llamadas «historias surrealistas», desde la considerable valoración que el propio Bona otorga a esta dimensión de la imaginación humana. Pese a la singularidad de cada una de ellas, en todas es posible advertir el fermento común que las alimenta: la actitud, muy particularmente la del respeto, pero también la de la autoexigencia y la autocrítica, tanto de los estudiantes como, sobre todo, de sus profesores.
Sin lugar a dudas la palabra actitud es una de las que más se repite, siempre en clave positiva y en torno al esfuerzo, la tolerancia y la pasión por lo que se hace, a ser posible de una forma contagiosa.
Porque, según sus propias palabras, «nuestra actitud, la forma de ver las cosas y cómo las conduzcamos a la hora de sentir y vivir toda experiencia en nuestra compañía les marcará para siempre» (p. 65).
No en vano, de nuestra profesión salen todas las demás y, en tal sentido, considera que los docentes somos unos privilegiados que tenemos al alcance la posibilidad de convivir con la imaginación, la ilusión y la inspiración, la que nos proporciona nuestro alumnado, y de las que podemos obtener nuevas e inspiradoras ideas. Un privilegio del que nace una responsabilidad recíproca: la de estimular la creatividad y la curiosidad.
En connivencia con la actitud, otros dos pilares esenciales en torno a los cuales este maestro hace pivotar su práctica escolar son la sensibilidad y la empatía, invitando al lector a meterse en la piel de los aprendices y hacer que se sientan importantes; porque lo son. Así lo evidencian experiencias como la realización de un cortometraje mudo que logró reconciliar a dos familias enfrentadas del pueblo en el que ejercía, o la creación de una sociedad protectora de animales para evitar la actuación de animales vivos en el circo, que ha sido amadrinada por la primatóloga Jane Goodall, entre muchas otras.
Siguiendo su consejo, «cualquier cosa puede inspirarte, una canción, una línea mal dibujada, una frase, un dibujo: en eso radica la maravilla, en mirar todo a nuestro alrededor como una oportunidad para crear» (p. 163). Espero que estas últimas palabras sirvan de aliento para provocar el interés por este libro, cuya lectura es tan fácil, tan provechosa e inspiradora como recomendable. En definitiva, un libro como su autor: sobresaliente.
Joaquín García Andrés – E-mail: jgandres@ubu.es
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