La espiritualidad del subdesarrollo: trabajo/ trabajadores y ocio en la prensa católica colombiana (1958-1981) | Andrés Felipe Manosalva Correa

La lectura de este interesante y sugestivo libro no solo me permite decir cosas, sino también remojar la memoria. De adolescente conocí el semanario El Campesino, que se vendía los domingos en la plaza de mercado que quedaba justo al frente de la imponente iglesia de Corinto, Cauca. Era un mercado fabuloso, generoso, grandioso, esplendoroso, que cubría la vastedad toda de la plaza. Era colorido también. De abajo subían los negros con su bulla y sus productos, y de arriba bajaban los indios con sus cosechas a cuestas de cebolla larga, zanahoria, remolacha, y tanta cositería comestible de tierra fría y alta. Del mercado corinteño se surtía todo el sur del próspero y pujante Valle del Cauca. Era una mezcla dominguera de razas que le daban al pueblo un aire de cosmopolitismo nacional. Era la vida misma puesta en escena. Al pueblo llegaban todos los periódicos que en domingo seducían por sus ediciones enormes y coloridas: El Tiempo, El Espectador, la Voz Proletaria y El Campesino. Mi padre compraba El Espectador y Voz Proletaria. Yo, al escondido, compraba El Campesino. Me gustaba el formato, la dimensión de sus fotografías y lo elemental de sus mensajes. Era un periódico para gente simple, apenas para los que supieran leer, pero bien diseñado. Se notaba la buena financiación con la que contaba. Llegaba a la parroquia y de allí se voceaba en la plaza compitiendo con los culebreros que nunca faltaban, con los vendedores de menjurjes, de telas y tanta cosa rara de un mercado que parecía del medioevo. Eran los tiempos de Pablo VI, el papa del progreso de los pueblos, que había estado en Colombia o estaba por llegar. Páginas enteras lo promocionaban. Corría el final de la intrépida década de 1960 y el general Rojas asustaba amenazando regresar al poder. Su prensa, pequeña pero pegajosa e insidiosa emulaba con El Campesino y le peleaba la feligresía en plazas liberales.

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A Vulva é uma Ferida Aberta e Outros Ensaios | Gloria Anzaldúa

Gloria Anzaldua Imagem American Statesman 1
Gloria Anzaldúa | Imagem: American-Statesman

O ato de falar e de escrever é marcado por relações de poder e atravessado por modelos epistemológicos que tentam suprimir línguas e formas de existir (Conceição EVARISTO, 2021). Questiona-se: quem ousa falar tem o poder de se fazer ouvir? É da complexidade que envolve essa pergunta que sugerimos a leitura de Gloria Anzaldúa. A autora, ao produzir teorias sobre a sua existência nas fronteiras, dá cores e tons a sua linguagem insubmissa que desafiou os olhos do homem branco. A tradução do livro de Gloria Anzaldúa, A Vulva é uma Ferida Aberta e Outros Ensaios, foi lançada no Brasil em 2021, pela editora A Bolha.

O livro reúne seis ensaios e um poema produzidos em momentos distintos da sua carreira. Neles se encontra uma amálgama de discussões sobre as questões de mestiçagem, fronteira, raça, gênero, sexualidade, classe, saúde, espiritualidade, escrita e linguagem, que são questões centrais em sua obra. Cláudia de Lima Costa e Eliana Ávila (2021), tradutoras da obra de Gloria Anzaldúa no Brasil, assinam o prefácio do livro e destacam a importância da autora para o surgimento da discussão sobre diferenças – sexual, étnica e pós-colonial – no bojo feminismo norte-americano. Já o posfácio é um ensaio de AnaLouise Keanting (2021), professora na Texas Women’s University, em estudos de mulheres, e é a atual depositária do Gloria Anzaldúa Literary Trust. Nesse texto encontramos uma importante reflexão sobre as teorias mais recentes de Gloria Anzaldúa, pós-Borderlands/La Frontera, tornando a leitura de A Vulva é uma Ferida Aberta e Outros Ensaios ainda mais instigante. Leia Mais

Jinga de Angola: a rainha Guerreira da África | Linda M. Heywood

Cercada por mitos e controvérsias, a história da Rainha Jinga já inspirou livros, canções, filmes e movimentos sociais. No Brasil, trabalhos como de Selma Pantoja (2000) e de Mariana Bracks Fonseca (2018) ilustram a importância da rainha Jinga no contexto africano as representações dela ao longo do tempo. Atualmente, o livro “Jinga de Angola: a rainha guerreira da África”, escrito por Linda M. Heywood, é o mais recente e um dos mais completos estudos sobre a história da rainha africana que enfrentou disputas internas e externas para reconstruir o reino do Ndongo entre os séculos XVI e XVII.

A autora tem uma carreira consagrada ao estudo das sociedades na África Centro Ocidental (grosso modo atual Angola), tendo publicado monografias e organizado livros sobre o tema. Seus trabalhos versam sobre assuntos relacionados à política, cultura, poder e diáspora no contexto africano. Entre nós, a produção de Heywood é tímida, resumindo-se ao livro de organização “Diáspora Negra no Brasil” (2008), da editora Contexto, versão do livro Central Africans and Cultural Transformations in American Diaspora, mas composta apenas com artigos relacionados ao Brasil. Leia Mais

Sócrates y la práctica de la espiritualidad – GUTIÉRREZ (RA)

GUTIÉRREZ, D. Sócrates y la práctica de la espiritualidad. Avellaneda: Teseo, 2019. Resenha de: IVERSEN, Francisco. Revista Archai, Brasília, n.30, p 1-8, 2020.

La quaestio socratica, la pregunta por la vida y la obra de Sócrates, punza desde los orígenes de occidente. Muchos han asociado la vida efectiva del Sócrates histórico con la práctica que – supuestamente – el personaje Sócrates refleja en los primeros diálogos de Platón (Guthrie, 1971, p. 5-6). Por otra parte, Charles Kahn (2004, p. 35) señala que aunque los diálogos de Platón son – a su criterio – más vívidos y filosóficos que los otros diálogos socráticos 1 que conservamos, son tan ficcionales los unos como los otros. Má rsico (2014, p. 1-4) ha ido más allá, a lude a que Sócrates es una x vacía que adquiere una dimensión caleidoscópica dada s las grandes diferencias entre los pensamientos de sus tantos discípulos. Así, Platón – como l os demás discípulos de Sócrates – no queda completamente atado a las enseñanzas de su maestro (Clay, 1994, p. 39-45; Iversen, 2016, p. 18; Iversen & Remesar, 201 8, p. 1).

De este modo, inserto en este debate y en la línea de las propuestas de Hadot (1995; 2002) y Dodds (1973) respecto de los ejercicios físicos y espirituales asociados a la figura de Sócrates – y a la filosofía griega en general –, Daniel Gutiérrez se embarca en las oscuras aguas de la figura socrática. Así, Sócrates y la práctica de la espiritualidad se abre con un índice que lista siete secciones.

En “Comité editorial de la colección Pensamiento Antiguo”(Gutiérrez, 2019, p. 9-10) se señala el marco en el cual se publica el trabajo. Se trata de una obra de la colección dirigida por Cla ud ia Mársico y Est eban Bieda, enmarcada en su cátedra de Griego Filosófico en la carrera de Filosofía radicada en Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Se lista allí el comité editorial compuesto de una lista de grandes helenistas especialistas en diversas aristas del área oriundos de diversos lugares del mundo. La colección sigue mostrando, con este título, por un lado, el rigor filosófico, por otro, la originalidad y las preocupación por las áreas de vacancia – y los enfoques plurales y alternativos – que ya venía mostrando  desde  otras  obras  como El  enigma  de  Cleobulina (Gardella & Juliá, 2018).

Tras el listado del comité editorial y los agradecimientos, nos encontramos en la “Introducción”donde Gutiérrez admite seguir a Hadot (2002, p. 5) en su noción de “ejercicio espiritual ”. El autor, tras un somero pantallazo de su noción de ejercicio espiritual – ejercicio preparatorio focalizado en la interioridad del practicante que tiene p or objetivo el acceso al saber – señala que su obra estará dedicada a analizar la noción de “ejercicio espiritual”utilizando el caso de Sócrates como figura paradigmática. En una palabra, el libro reseñado  analiza  los  ejercicios  espirituales  que  habrían  sido practicados por Sócrates. En este sentido, G utiérrez expone su hipótesis de trabajo: Sócrates no era sólo un filósofo sino también un epimelétes (practicante de  la  espiritualidad), un phrontistés (meditador) y un symbouleutés (consejero de vida). Para él, de aquí se sigue que hay una interrelación entre filosofía y espiritualidad. El autor señala que muchos testimonios y fragmentos apoyan lo anterior y muestran que  Sócrates  desarrollaba  fundamentalmente  dos ejercicios: epimeleîsthai tês psychês/ heutoû (preocuparse del alma / de uno mismo) y phrontízein ti (meditar en algo). En este respecto, arma un corpus textual con tres grandes grupos de textos: de Platón, de Jenof onte y de Aristófanes. Posteriormente, esclarece el objeto de cada  capítulo: señala que  los  dos  primeros  son  propedéuticos mientras que el tercero es el núcleo de la obra y es seguido por una conclusión.

En la primera de est as dos secciones propedéuticas “1. El problema de la historicidad de Sócrates”el autor llama la atención respecto de que la falta de obra escrita por la pluma directa de Sócrate s amenaza con hacer caer al intérprete en un favoritismo especial en uno de los muchos aspectos que caracterizan a este personaje. A la vez, obliga a tomar un criterio filosófico y un corpus textual para determinar – indirectamente – la historicidad de la filosofía socrática. Esto le da pie a elaborar un completísimo estado da la cuestión donde lista las diferentes posiciones respecto de la reconstrucción del Sócrates histórico a partir de testimonios. El autor, tras señalar los principal es argumentos esgrimidos por cada postura, se alinea con el locus hermeneuticus que pone a todas las fuentes en pie de igualdad para deducir la historicidad de Sócrates, bajo el argumento de que las coincidencias entre diferentes fuentes alegan mayor posib ilidad de acierto respecto de un dato de la vida y obra de Sócrates. Tras poner el foco en los ejercicios espirituales, Gutiérrez señala que los testimonios que refieren a este respecto, en general, coinciden. El capítulo cierra haciendo una mención al problema de la autenticidad de las fuentes. Señala como problemático al Alcíbiades I de Platón, pero alega que no es un problema para su trabajo que la autenticidad de la obra no pueda ser categóricamente determinada, en tanto los testimonios que expone sean acorde s con los de las otras fuentes.

En el siguiente capítulo “2. La noción de eje rcicio espiritual”nos encontramos con el objetivo del mismo: esclarecer la noción de “ejercicio espiritual”y señalar los modos en los que se di o históricamente en Grecia. En este sentido, rescata la figura de Pierre Hadot, quien argumentó que el ejerci cio espiritual es inescindible de la vida filosófica desde el siglo IV a. C. hasta los primeros siglo s de la era cristiana. Distingue las nociones de “ejercicio espiritual”de Hadot y la de “técnica del yo”de Foucault: concluye que el ejercicio espiritual es una cierta experiencia “gestáltica”que involucra todos los aspectos de la psyché y que dichos ejercicios pueden ser clasificados bajo dos crit erios: la corriente de pensamiento a la que se afilian o el “aspecto espiritual”predominante en cada caso. Elabora, finalmente, una lista exhaustiva de los ejercicios espirituales nombrados en la filosofía antigua.

Tras los capítulos que él mismo llamo pr opedéuticos, se nos abre el núcleo del trabajo: “3. Sócrates, practicante de la espiritualidad”. En este capítulo, tendremos 6 subsecciones: “(a) La ejercitaci ón espiritual como propedéutica en la búsqueda del saber”, “(b) El ejercicio respiratorio”, “(c) el  ejercicio  del epimeleîsthai  tês psychês ”, “(d) el ejercicio del phrontízein ti ”, “(e) e xperiencia y expresión del lógos personal”, “(f) l a preocupación por la pólis ”. Las mismas están precedidas por una introducción general al capítulo y seguidas por el cierre del texto: “4. Reflexiones finales”y la bibliografía dividida en “(a) ediciones y traducciones”, “(b) instrumenta studiorum “y “(c) específica”.

Pasamos ahora a presentar algunos hitos que el lector halla en la lectura  del  capítulo  central  de Sócrates  y  la  práctica  de  la espiritualidad. En “(a) La ejercitación espiritual como propedéutica en la búsqueda del saber”nos encontramos con una fundamentación de la investigación de todo el libro basada en testimonios acerca de la vida de Sócrates. El autor muestra cómo era imposible para Sócrates entender la filosofía como algo abstracto y alejado de la vida. El ateniense entendía la filosofía como una actitud concreta que transformaba a quien la ponía en práctica.

En “(b) El ejercicio re spiratorio”nos presenta aquello que está en la base del rasgo más fisiológico de estos ejercicios que Sócrates habría practicado y enseñado según el autor: el empneîn. Gutiérrez, además, nos aporta los matices entre las diferentes fuentes de Platón, Jenofonte y Aristófanes que sustentan esto y entre aquellas fuentes – fundamentalmente los diversos misterios de iniciación filosófica y espiritual, Anaxímenes y Diógenes de Apolonia – que habrían inspirado tales enfoques y que habrían podido influir en la práctica del Sócrates histórico.

En “(c) El ejercicio del epimeleîsthai tês psychês “se enfatiza el lugar  de  importancia  que  tiene  tal  ejercicio  espiritual  y  su contraposición por el cuidado del cuerpo y de las cosas materiales: somáton y khrémata. En la línea de las críticas pla tónicas y, posteriormente, aristotélicas a la philopsykhía (Pl. Ap. 37c; L g. 12. 944e; Arist. V V 1251a), según  Gutiérrez,  Sócrates  habría predicado el cuidado de lo más propio e importante frente a lo mundano, secundario y desechable. Asimismo analiza los problemas que hay a la hora de distinguir los matices entre anthrópos, psykhé y heautoû y señala con craso apoyo textual en fuentes de los diversos autores que tal ejercicio es central para lo que más le importaba a Sócrates: obrar y decir auténticamente.

En “(d) El ejercicio del phrontízein ti ”, Gutiérrez profundiza sobre el carácter atópico que se le suele atribuir a Sócrates y señala que esto es debido a que su finalidad es transmitir la conjunción de este ejercicio y el anterior lo que implicaría tal trabajo con la interioridad que daría una apariencia muy inusual para quien pudiera ser testigo de aquella. El saber, para Sócrates, no deja de ser un trabajo con uno mismo que implica dejar todas las concepciones usuales. El autor ejemplifica esto con la refutación que hace Sócrates a Agatón en el Simposio.

En “(e) experiencia y expresión del lógos pe rsonal”pone en relación lo antes dicho con la celebérrima crítica a la escritura del Fedro de Platón y el hecho de que Sócrates no haya dejado escritos propios. Para el autor esto es consecuencia de que la enseñanza de la filosofía supone, no la memorizac ión de una letra muerta, sino un alma ejercitada y una palabra viva y genuina. De ahí que la enseñanza de la filosofía venga siempre acompañada de un consejo de vida: la conjunción de obrar y reflexionar.

Finalmente, en “(f) L a preocupación por la pólis “enfatiza el carácter intrínsecamente colectivo que supone la práctica socrática. Dicha idea rompe con la usual figuración del “filósofo en la torre de marfil”y busca empoderar la libertad del practicante en una experiencia  colectiva.  Ese  empoderamiento vi ene  con  un conocimiento del otro que amplía el conocimiento individual – dándose así el délfico “conócete a ti mismo”tanto en el individuo como en la ciudad – que posibilitaría la realización de una pólis más justa, libre y tolerante.

Para concluir, queremos señalar algunos loci hermeneutici que se hacen claros en la lectura del texto. Gutiérrez mantiene un puntilloso rigor terminológico y una admirable fidelidad a los originales griegos. Eso se pone de manifiesto en detalles tales como señalar las vocales largas y cortas o citar al celebérrimo diálogo platónico acerca del amor como “Simposio “– traducción más atinada que la más usual de Banquete. Asimismo, construye una imagen de Sócrates que podríamos llamar anti-nietzscheana. Si Nietzsche (1995, p. 109) en El  nacimiento  de  la  tragedia había  atribuido  a  Sócrates  una enemistad con lo corpóreo y dionisíaco, Gutiérrez aquí embate con esa propuesta y muestra un Sócrates que lejos de ser alguien que odia lo corpóreo es alguien que debió de haber reivindicado al cuerpo al punto de considerarlo – por la importancia que la da a los ejercicios espirituales y la relación de estos con el ámbito corpóreo – condición de posibilidad para toda filosofía e, incluso, parte central de aquella. De la misma manera, el autor cierra enfatizando la fertilidad de la noción de ejercicio espiritual para los estudios clásicos y la vacancia que hay actualmente en lo que a ellos refiere. La lectura de Sócrates y la práctica de la espiritualidad invita a un nuevo para digma para el estudio de la filosofía antigua y a romper estructuras decimonónicas en ese respecto. La línea presentada con el autor a compaña los últimos eventos en ese respecto como la fundación en 2018 – en Buenos Aires y a cuento del congreso “Socratica IV”– de la Sociedad Socrática que viene a señalar la importancia de los autores socráticos y a realizar la histórica reivindicación que implica ponerlos en pie de igualdad con Platón, Aristóteles, los llamados presocráticos y los llamados neoplatónicos que desde antaño tienen sus sociedades especializadas.

Referências

CLAY, D. (1994). The origins of Socratic dialogue. In: VANDER WAERDT, P. A. (ed.). The socratic movement. Cornell, Cornell University Press, p. 24-47.

DODDS, E. R. (1973). The Gree ks and the Irrational. Berkeley/ Los Ángeles / Oxford, University of California Press. (1ed. 1951)

GARDELLA, M.; JULIÁ, V. (2018). El enigma de Cleobulina. Buenos Aires, Teseo.

GUTIÉRREZ, D. (2019). Sócrates y la práctica de la espiritualidad. Avellaneda, Teseo.

GUT HRIE, W. K. C. (1971). A History of Greek Phylosophy.

Vol. 3, Part 2. Cambridge, Cambridge University Press. (1ed. 1969)

HADOT, P. (1995). Qu’est-ce que la philosophie antique ? Paris, Gallimard.

HADOT, P. (2002). Exercises spirituels et philosophie antique. Paris, Albin Mitchel. (1ed. 1993)

IVERSEN, F. (2016). ¿Platón como personaje aristofánico del Hipias Mayor? Controvérsia 1, p. 18-22.

IVERSEN, F.; REMESAR, J. M. (2018). The Republic: an evening of dialogue in honor of Bendis ? Ponencia en el IV Congresso de la Asociación Internacional de Estudios Socráticos – Socratica IV, 13-16 de Noviembre de 2018. Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires.

KAHN, C. (2004). Plato and the Socratic Dialogue.

Cambridge, Cambridge University Press. (1ed. 1996)

MÁRSICO, C. T. (2014). Fragmentos de los socráticos.

2 vols. Buenos Aires, Losada.

NIETZSCHE, F. (1995). El nacimiento de la tragédia.

Trad. Á. Sánchez Pascual. México, Alianza. (Pub. orig. 1905)

Nota

1 A partir del análisis de Retórica aristotélica y de los escritos de Isócrates, muchos sostienen que en la antigüedad existía el diálogo socrático como género literario. Es en este género que se incluyen las obras de los distintos representantes de las filosofias socráticas. Véase a este respecto v.g. Clay, (1994, p. 23), Guthrie (1971, p. 5-7) y Hadot (1995; 2002).

Francisco Iversen – Universidad de Buenos Aires – Buenos Aires – Argentina. E-mail: franciscoiversen@hotmail.com

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Mare nostrum: sonhos, viagens e outros caminhos / Fauzi Arap

Dramaturgo, diretor e ator de teatro a partir dos anos 1960 (nasceu em 1938 e morreu em 2013), o paulistano Fauzi Arap publicou em 1998 seu livro autobiográfico Mare nostrum: sonhos, viagens e outros caminhos,um relato livre sobre a “verdade” encontrada pelo artista após seu primeiro contato com o LSD. “Por uma temporada me transformei num tagarela que só falava sobre seu assunto favorito, o ácido lisérgico, e não percebia o enorme escândalo que ia provocando”, relata Arap [2], que diz posteriormente ter passado a suspeitar que viveuuma possessão “por uma espécie de arquétipo messiânico” naquela época, em que agia com uma “compulsão de pregador” proveniente da “euforia vinda do sentimento de libertação que eu experimentara, e que fazia o desejo de repartir irresistível”.

Deslumbrado com o que via como possibilidades revolucionárias e transformadoras da experiência com LSD, Arap queria compartilhar as boas novas com o mundo, tornando-se o que o sociólogo Lewis Yablonsky [3] qualifica como “high priest” em seu livro The hippie trip, em um trocadilho com o duplo sentido da palavra “high” nesse contexto, podendo ter tanto o sentido de “grandes” ou “principais” quanto de “chapados” na qualificação da palavra “priest”, pregador.

Acontecia com Arap o mesmo que com outros integrantes de sua geração que se identificavam com a contracultura nos anos 1960 e 1970, sendo os estadunidenses Ken Kesey e Timothy Leary,provavelmente,os representantes mais famosos desse tipo de pregador do ácido lisérgico e da psicodelia. Com meios diferentes, tinham os mesmos princípios e fins: transformar os males de um mundo à beira da catástrofe atômica com a “abertura da mente” das pessoas através do uso de psicodélicos. Os livros Flashbacks,autobiografia de Leary, e O teste do ácido do refresco elétrico, de Tom Wolfe sobre Kesey e seus seguidores, sublinham bem tanto as diferenças quanto as conexões entre vida e obras de ambos.

Yablonsky tinha 43 anos e era professor universitário quando decidiu percorrer comunidades e eventos hippies no fim dos anos 1960, e o resultado está no livro já mencionado, que foi publicado pela primeira vez em 1968. O autor faz um interessante panorama do momento e do movimento contracultural, com entrevistas de diversos ativistas e moradores de comunidades e também com reflexões pessoais sobre as próprias transformações ocorridas durante essas viagens e encontros. Com abagagem de diversas idas a comunidades e de centenas de entrevistas gravadas, além de outras centenas feitas por questionário, de forma quantitativa, Yablonsky,em dado momento [4],afirma que todasas experiências e eventos que ouviu ou com as quais se relacionou durante sua pesquisa tiveram, de alguma maneira, conexões com o “fenômeno do LSD”.

Mesma ênfase dada por David Farber [5], para quem o uso de drogas ilícitas pelos jovens nos Estados Unidos,neste momento,significou uma “rebelião cultural” e uma “nova orientação cultural”.

Também no Brasil, seja no momento ou em análises posteriores, houve quem relacionasse diretamente a contracultura com o consumo de drogas, sobretudo maconha e LSD. Após apresentar uma citação do poeta Chacal, para quem “cada ácido que a gente tomava era parte de uma busca”, Lucy Dias [6] afirma que a contracultura brasileira “criou um novo modo de pensar o mundo”, dentro do qual a“experimentação com os psicotrópicos era elemento fundamental das descobertas estéticas e políticas empreendidas por esse movimento”. Estes consumos e experiências estariam “integrados a uma nova atitude, naqual a experimentação se ligava à expansão das possibilidades da consciência e ao exercício de novas formas de sensibilidade”. Opinião alinhada ao jornalista Luiz Carlos Maciel [7] –ele também certamente um “high priest” brasileiro –,em seu livro As quatroestações, no qual escreve que “as drogas alucinógenas foram privilegiadas pelos hippies porque ajudavam a vislumbrar a nova realidade”. Maciel[8] qualifica como “fundamental” a presença das drogas, “drogas alucinógenas –bem entendido –, do LSD ao ayahuasca”, para a “expansão dessa consciência, em lugar da constrição intelectual”.

O encontro de Fauzi Arap com o LSDdeu-se, portanto, dentro docontexto em que a substância começava a ser conhecida e difundida dentro e fora do Brasil, vista como possível chavepara abrir a porta de um outro presente e futuro, e que não seria reprimida antes de 1970. Assim como em outros casos que venho identificando e analisando para minha pesquisa de Doutorado, sobre drogas e contracultura no Brasil nos anos 1960 e 1970, ocorridos principalmente em São Paulo e no Rio de Janeiro, o primeiro acesso do dramaturgo à experiência lisérgica deu-sepor vias médicas. A partir de então, entrou de cabeça nessa busca de autoconhecimento e novas perspectivas, chegando a ser visto e tratado como louco por seus colegas e amigos.

Sintetizado pela primeira vez em 1938 pelo químico suíço Albert Hoffman, o LSD só voltou a receber atenção de seu “descobridor” em 1943, data do famoso passeio de bicicleta posterior a uma ingestão acidental, através da pele, da substância no laboratório. A partir daí a empresa Sandoz, para quem Hoffman trabalhava, passou a buscar utilidades medicinais para o ácido lisérgico a fim de viabilizar sua comercialização em escala internacional. Em troca dos dados resultantesdas experiências, a substância era fornecida gratuitamente para médicos de diversos países –Arap inclusive relata ter tido contato com folhetos de divulgação produzidos pelos suíços. Após sua introdução nos Estados Unidos, no último ano da década de 1940através de doações da Sandoz, o LSD foi bem recebido pela comunidade científica, e no final dos anos 1950 mais de mil artigos científicos haviam sido produzidos, com o número de pacientes envolvidos aproximando-sedos 40 mil [9].

Pelo que pude observar em minhas pesquisas, dois médicos foram fundamentais nesse processo de pioneirismo experimental lisérgico no Brasil durante a década de 1960: Cesário Morey Hossri e Murilo Pereira Gomes. Ambos experimentaram a substância em si mesmos e em seus pacientes, combinando a viagem psicodélica com procedimentos e reflexões provenientes da psiquiatria, da psicologia e, no caso de Hossri, inclusive da parapsicologia.

Em seu livro Prática do treinamento autógeno & LSD, Hossri [10] afirma que a Regional Santo André da Associação Paulista de Medicina criou em 1965 uma seção de “Lisergismo e Parapsicologia”, formada por 32 médicos das cidades de Santo André, Santos e São Paulo com o objetivo de “estudar a fenomenologia lisérgica”. Os resultados das pesquisas teriam revelado que oLSD permite uma “nova abordagem” para o estudo da personalidade humana e pode ser considerado “a droga mais poderosa conhecida hoje como meio ‘revelador do inconsciente’(individual e coletivo) tendo a peculiar propriedade de manter o indivíduo ‘consciente e lúcido’”. Hossri coordenou cursos sobre o uso terapêutico do LSD e também publicou diversos artigos científicos e na imprensa sobre o tema, como uma série de seis artigos escritos na Folha de São Pauloa partir de 12 de maio de 1965, sob o título de “Ácido lisérgico e lucidez”.

Já Murilo Pereira Gomes teve seus primeiros contatos com o LSD em setembro de 1962, como atesta uma reportagem do projeto de jornalismo multimídia Ultraalice [11], naqualé citada uma intervenção dele no XV Congresso Nacional de Medicina. Ali Gomes relata ter experimentado a substância pela primeira vez em setembro de 1962, “atendendo ao convite de um colega”: “Percebi que se abriam de par em par as portas de um campo inteiramente novo e promissor que oferecia a possibilidade de compreender o modo de vivenciar o mundo e a sua patologia”, afirmou então.

Fauzi Arap relata em Mare Nostrumque seu contato com o Dr. Murilo Gomes foi incentivado e mediado por uma “jovem atriz” com quem ele contracenava em uma peça de teatro em 1963, no Rio de Janeiro. Foi ela quem lhe contou a “grande novidade” de que havia “um novo tipo de terapia que se valia de um novo tipo de substância”. “Poucos, na época, saberiam dizer o que era o tal de ácido lisérgico. Em minha ignorância, imaginei tratar-se de algum tipo de remédio muito eficaz, e não mais que isso”, prossegue Arap, apontando que o que conhecia sobre o assunto no momento baseava-sena leitura de alguns artigos publicados pelo escritor Paulo Mendes Campos na revista Mancheteepelos livros de Aldous Huxley.

Segundo seu relato, no momento havia “uma série de artistas plásticos paulistas que vinham se submetendo à experiência para terapia e experiências visuais”, e no Rio de Janeiro quem conduzia esse tipo de procedimento era o médico Murilo Pereira Gomes. Sua amiga informou-lheque o tratamento acontecia com sessões a cada quinze dias e que além delas havia também entrevistas preparatórias e de avaliação. Em seu primeiro encontro com Gomes, o médico teria prometido a Arap [12] que este encontraria “sua essência” no uso terapêutico do LSD –que se dava num consultório, com ingestão através de injeção muscular.

O relato dessa primeira experiência ocupa sete páginas de Mare Nostrum e inclui gargalhadas, medos, um passeio de carro até um parque com o médico, uma experiência de regressão até o útero materno e a sensação final de importantes descobertas, de ter atingido uma “dimensão mágica”: “Uma superconsciência, um self, um si mesmo, tanto faz. E o LSD me propiciara a oportunidade de descobrir que essa consciência preexistia, quem sabe desde o momento da fecundação”, descreve.

Murilo Pereira Gomes também foi quem conduziu a primeira experiência do escritor Paulo Mendes Campos. Publicada na revista Manchete e depois no livro Cisne de feltros [13],a série de textos “Experiência com LSD” narra que o interesse do escritor pelo tema também surgiu através da leitura das obras de Huxley sobre a mescalina. Nesse caso,a ingestão deu-sepor “bolinhas coloridas” na sala do apartamento do médico, e os efeitos surpreenderam o escritor sobretudo por conta de uma mudança na percepção do tempo: “o tempo não está interessado em nós e portanto não podemos nós estar interessados nele”. “Certo ou errado, o primeiro contato com o ácido lisérgico me deu a impressão muito razoável de se tratar de um elemento útil à pesquisa da natureza humana”, concluiu.

Segundo Arap, o Dr. Murilo Gomes conduziu outras experiências com escritores e artistas, e inclusive Clarice Lispector teria participado. Relata também que foi apresentado em 1965 pelaatriz Maria Alice Vergueiro a um psiquiatra que atendia num consultório na Avenida Paulista e também trabalhava com LSD –neste caso o uso também se dava por comprimidos. O diretor de teatro não seguiu a relação com este médico, mas vemos por esse depoimento que havia diversos médicos trabalhando com a substância no Rio e em São Paulo.

“Foi com o uso do LSD, no ano de 1963, que eu vi descortinar-se toda uma realidade paralela que eu estava acostumado a ignorar em meu cotidiano”, afirma Arap na introdução [14] de Mare Nostrum. Posteriormente [15], ele aponta que o LSD passou a lhe servir de “reaferidor de minha consciência, e até mesmo de apoio para que eu conseguisse reconhecer meus limites”. “Ele vinha sendo o veículo que me facultava o aprofundamento necessário para fazer leituras da realidade descondicionadas do senso comum”, complementa.

Céu ou inferno, o LSD evidencia a natureza subjetiva de nossa viagem. No fundo a ética do viajante acaba refletida na experiência. Ninguém escapa de si mesmo através de uma viagem lisérgica. E até por isso não existe vício. O desejo de repetir a experiência, quando acontece, é mais um anseio natural por completá-la ou aprofundá-la, o mesmo desejo que leva alguns a estenderem suas sessões de análise por oito ou dez anos. Nem porisso psicanalistas são acusados de serem o vício de seus pacientes. É claro que pode acontecer uma crise, a exemplo do que acontece na Psicanálise, pela desorganização temporária dos valores e da racionalidade do sujeito. Mas isso é fatal em qualquer transformação profunda [16].

Instruído por seu “guia”, o Dr. Murilo Gomes, o dramaturgo diz ter descoberto “um sentido subjacente à vida, muito mais abrangente que qualquer ideologia materialista ou teoria científica, e um sentido surpreendente para a palavra cura, que converge para a mesma ideia difundida por seitas que acreditam no milagre como caminho”. “Ao lado de Murilo, descobri um patamar não-físico de existência, no qual a palavra doença perde totalmente o sentido, diante da possibilidade de sua transmutação alquímica na compreensão do que seria sua concreção”, escreveu na introdução do livro [17].

Arap frequentou o consultório de Gomes entre 1963 e 1965, prosseguindo por conta própria em suas experiências posteriores –em algumas ocasiões, passou a exercer ele mesmo com amigos o papel de “guia”. Ocupa espaço importante no livro o relato de uma casual e talvez mística conversa entre o dramaturgo e o artista plástico Mário Gruber, na qual este lhe conta sobre a morte de Gomes, de quem também era discípulo –isso ocorreu logo depois, em 1966. Em paralelo ao crescimento profissional, no meio teatral, o livro mostra a evolução espiritual de Arap, que agregou a seu “barômetro espiritual”, como disse Baudelaire, uma série de outros elementos e experiências provenientes do espiritismo, da astrologia, da ayahuasca, da meditação, do candomblé etc.

Além disso, o livro rememora o trabalho do artista comNise da Silveira, psiquiatra que se tornaria referência para o posterior movimento antimanicomial brasileiro.

Escrito de forma pouco formal e bastante fluida, Mare Nostrum é a descrição das descobertas decorrentes dabusca espiritual do autore das buscas decorrentes de sua descoberta do LSD. Reflexões filosóficas e místicas são entremeadas por relatos de alguns eventos e momentos da vida do jovem ator no contexto de efervescência política e cultural dos anos 1960 e 1970 no Brasil. Em sua trajetória tão única, Arap repetiu os passos de tantos outros integrantes de sua geração, ávidos por mudanças no mundo, na família, no cotidiano, em si mesmos. Em meio a tantos outros relatos e livros de artistas que viveram os anos contraculturais como ele, o texto de Arap é único em sua forma e conteúdo, sendo uma leitura tão interessante quanto prazerosa.

Notas

  1. Resenha submetida à avaliação em junho de 2017 e aprovada para publicação em novembro de 2017.
  2. ARAP, Fauzi. Mare Nostrum: sonhos, viagens e outros caminhos.São Paulo: Senac, 1998. p. 45.
  3. YABLONSKY,Lewis. The hippie trip. Califórnia: toExcel, 2000.
  4. YABLONSKY, op. cit., p. 224.
  5. FARBER, David. The intoxicated state/ Illegal nation: drugs in the sixties counterculture.In:BRAUNSTEIN, Peter;DOYLE, Michael William. Imagine nation: the American Counterculture of the 1960s and 70s. Nova York, London: 2002. p.18
  6. DIAS, Lucy. Anos 70: enquanto corria a barca. São Paulo: Senac, 2003.p.97.
  7. MACIEL, Luiz Carlos. As quatro estações. Rio de Janeiro: Editora Record, 2001.p. 40.
  8. Ibid., p. 154.
  9. LEE, Martin A.;SHLAIN, Bruce. Acid dreams: the complete social history of LSD. NovaYork: Grove Press, 1992.
  10. HOSSRI, Cesário Morey. Prática do treinamento autógeno & LSD.São Paulo: Martin Claret, 1984.p. 161.
  11. MAC CORD, Ciro. Um resgate da pesquisa psicodélica no Brasil. Ultralice: projeto de conclusão de curso em Design Gráfico,2009. Disponível em http://projetoultralice.blogspot.com.br/2009/05/materias-um-resgate-da-pesquisa.html.
  12. ARAP, op. cit., p. 30.
  13. CAMPOS, Paulo Mendes. Cisne de feltro. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 2001.p. 113.
  14. ARAP, op. cit. p.25.
  15. Ibid.p.207.
  16. ARAP, op. cit., p. 271
  17. Ibid., p.26.

Júlio Delmanto – Doutorando em História Social. Universidade de São Paulo (USP). juliodelmanto@hotmail.com.


ARAP, Fauzi. Mare nostrum: sonhos, viagens e outros caminhos. São Paulo: Senac SP, 1998. Resenha de: DELMANTO, Júlio. O LSD dentro da busca espiritual de Fauzi Arap. Outros Tempos, São Luís, v.14, n.24, p.273-278, 2017. Acessar publicação original. [IF].