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La luz de Cristo – DÖLGER (PR)
DÖLGER, F. J. La luz de Cristo. Madrid: Ediciones Encuentro, 2015. 98p. Resenha de: SÁNCHEZ, Alejandro Ruiz. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, 2ª época, p.129-131, 2015.
La luz de Cristo, publicado originalmente en 1936, es el segundo libro de Franz Joseph Dölger traducido al castellano, siendo el anterior una selección de sus trabajos con el título Paganos ycristianos. El debate de la Antigüedad sobre el significado de los símbolos. En esta ocasión seabordan las relaciones entre estos distintos credos a través de la luz. La obra es presentadapor Pedro Sabe Andreu, quien realiza una introducción que nos aporta datos claves para podercomprender de forma correcta el texto. Del mismo modo la obra cuenta con un prólogo a cargo deManuel González López-Corps, profesor de la Universidad eclesiástica San Dámaso de Madrid.
El autor de este volumen es Franz Joseph Dolger (1879-1940), un intelectual alemán, sacerdotey profesor en varias universidades de este país como la de Bonn o miembro de instituciones comola Academia Pontificia de Arqueología de Roma. Su ámbito de estudio se centró en el Cristianismoprimitivo, abarcando dentro de este un amplio espectro de temas, sin dejar de abordar los nexos deunión de esta religión con los credos paganos.
La obra está estructurada en seis capítulos, a los que antecede un prólogo y una introducción.
En la segunda se hace un interesante repaso por la vida del autor, que se va combinando con suobra. Por lo que al entrelazar ambas vamos viendo como sus vivencias influyen en sus publicacionesy como estas van evolucionando. A continuación hay una pequeña explicación de los propósitos desu proyecto, indispensable para entender el texto que leeremos en posteriores páginas.
La introducción continúa contando cómo es el método utilizado por Dölger, que se basaprincipalmente en las fuentes literarias, leyendo siempre que es posible los originales griegos olatinos y consultando traducciones de obras en otros idiomas antiguos. Asimismo utiliza elementosvisuales como fotografías o dibujos. También se nos indica la forma en la que están compuestas susobras, a partir de opúsculos sobre temas concretos y un aspecto llamativo, que es su aproximaciónal mundo pagano. La introducción se cierra con la estructura que adopta el libro, así como aspectosrelativos a la traducción del mismo y finaliza con un apartado de carácter bibliográfico.
La luz de Cristo se inicia, con unas consideraciones del autor acerca del motivo que le llevóa escribir esta obra, para pasar posteriormente al primero de los apartados en los que se divide lamisma.
El primer capítulo titulado Salve, amada luz… nos habla de una colección de saludos que enla Antigüedad se utilizaban en relación a la luz. Se comienza con los usados en el contexto paganocomo el saludo al nuevo día o el vespertino. Tanto aplicados al Sol o a las lámparas; en relación conesta iluminación artificial se insiste en la relación que el hecho de encender un objeto iluminadortiene en la antigüedad pagana y posteriormente cristiana tanto en Oriente como en Occidente, conuna gran carga simbólica de corte positivo ya que esta combate a la oscuridad y a las tinieblas.
El segundo de los apartados del libro se llama Luz buena. Como bendición pagana… En estesegundo apartado Dölger se centra en el mundo de cultura griega, en concreto en el simbolismo quetenía la luz artificial. Según el autor la iluminación tanto en el ámbito cultural, como en el domésticode un espacio tras la puesta sol tenía connotaciones beneficiosas. Para explicar este hecho seapoya en autores como Varrón, Clemente de Alejandría y Orígenes.
Continúa el libro con Cristo como la luz sin ocaso. El saludo salve luz sin ocaso. El autorexplica que al inicio de los cantos u oraciones los cristianos utilizaban la fórmula: “salve, luz”. Estaestaba en relación con la ya vista en el primer capítulo, el saludo pagano al Sol. El saludo sepodía completar con variantes como “luz eterna” o “luz santa”. Del mismo modo Dölger explica quesurgieron otras fórmulas como “salve, luz eterna” que contraponían a la divinidad con el Sol astral.
Para aportar claridad sobre los argumentos expuestos utiliza el testimonio de numerosos autorestanto paganos como cristianos como son: Metodio de Olimpo, Prudencio y Cipriano de Cartago.
Tras esto pasa a hablar el autor sobre El himno vespertino cristiano luz gozosa, y la acciónde gracias a la luz, el lucernario de los capadocios. La expresión “luz gozosa” de la que se hablaen este punto equivale a otras que ya anteriormente comentó el autor como luz buena o amadaluz. Como indica el título del apartado, otro aspecto que se comenta en él es la oración que sepronunciaba en algunos lugares de Asia Menor a la hora de introducir una luz en una habitación,esta es la acción de gracias del lucernario según Gregorio de Nisa. El autor nos habla de dos tiposde lucernarios, los religiosos y los domésticos, y a lo largo de la obra se irá jugando con ambosambientes indistintamente. Como conclusión al tema se indica que la invocación “luz gozosa” seenlaza en la tradición del antiguo saludo a Sol que es sustituido por el saludo a la verdadera luz,Jesucristo.
En el punto número cinco de su ensayo, La bendición cristiana de la luz en Occidente. Dölgernos habla del sincretismo que se produce en las provincias occidentales del Imperio Romano entrela religión pagana y la cristiana. Ejemplo de ello es que al encender una luz o introducir una lámparaen una estancia se realizaba una oración. Esta oración vespertina a la luz se podía realizar tanto enámbitos públicos como domésticos; se nos ofrecen referencias de ambos, como Tertuliano, Hipólito,Cipriano de Cartago, Prudencio o Jerónimo. Lo que queda claro de ellas es la comparación deCristo con la luz o con el Sol eterno, ya que en Nicea se le denomina “luz de luz”.
Lumen Christi-Deo gratias… es el sexto y capítulo final del libro, en él se comienza por explicarla ceremonia del sábado santo en la cual se producía la acción de gracias a la luz (lumen Christi);anteriormente este ritual también se efectuaba en otras ocasiones, e incluso fuera de contextoslitúrgicos. Para ilustrar esto último el autor se apoya en una lámpara originaria de Sicilia y dospatenas procedentes de la actual Argelia. Posteriormente se pasa a comentar diferencias en laceremonia de la luz en lugares como Jerusalén e Hispania, para lo que se utiliza como fuente a laperegrina hispana Egeria. Finaliza el apartado expresando la idea de que la luz tras el atardecer,tanto en ámbitos cristianos como paganos, era indudablemente un elemento unido a la felicidad,para lo cual se citan autores como Amiano Marcelino, Apuleyo o Jerónimo.
Para finalizar esta edición cuenta con una serie de cuatro índices, que se articulan de lasiguiente forma: índice de personajes, autores y obras de la Antigüedad y el Medievo de citasbíblicas, de autores modernos y de obras, y trabajos del académico alemán.
Como balance final queda añadir que la obra de Dölger propone una interesante confrontaciónentre las bendiciones y ritos vespertinos, especialmente cantos y oraciones, realizados tanto porpaganos como cristianos en la Antigüedad. Cuenta para ello con una abundante bibliografía, queabarca desde fuentes directas de ambas corrientes religiosas hasta la historiografía más modernaen su momento de publicación. Imprescindible es también aludir a la gran cantidad de notas al pieque resultan muy aclaratorias debido a lo específico de la materia tratada. Con todo ello, el profesoralemán realiza un interesante ejercicio de sincretismo religioso en el que combina los textos con elementos materiales de forma muy acertada.
Alejandro Ruiz Sánchez – Universidad de Murcia.
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