Posts com a Tag ‘Edhasa (E)’
Desde el banquillo. Escenas judiciales de la historia argentina | Juan Manuel Palacio
Esta obra colectiva de reciente aparición bajo la dirección de Juan Manuel Palacio viene a llenar un vacío historiográfico debido a varios aspectos: en un mismo libro logra reunir los aportes de un grupo de especialistas de nuestro país (posiblemente los mayores referentes en cada uno de los momentos y temáticas abordadas), recorriendo un período de larga duración, y haciéndolo, además, con un lenguaje y un estilo accesible al gran público. No obstante, también resulta relevante porque pone sobre el tapete algunas de las cuestiones que atraviesan las discusiones en la esfera pública actual en torno de la justicia y el funcionamiento del poder judicial en Argentina (aunque habría que decir que estos debates no se están produciendo solo en ella, sino coetáneamente en otros ámbitos estatales). Leia Mais
Diario de una temporada en el Quinto Piso | Juan Carlos Torre
La publicación de un libro de Memorias de un hombre público abre siempre una puerta a los laberintos del Estado. El libro de Torre asoma a las dificultades que presupuso la conducción económica al nacer la democracia argentina en la década de 1980. Libro de recuerdos, evocador de sentimientos pero también reflexión sociológica sobre los mismos hechos que narra como miembro del equipo del ministro Juan Vital Sourrouille. El autor advierte que la “democracia formal” implicaba un giro trascendental en la forma de entender el Estado, más lejos de Leviathán y más cerca del consenso. La democratización implicaba reconocer que la ley requería deliberación, confrontación y que la política económica era uno de los temas centrales en debate. Leia Mais
Florentino Ameghino y Hermanos: empresa argentina de paleontología ilimitada | Irina Podgorny
Florentino Ameghino (1854?-1911) dispensa apresentações para os historiadores das ciências, em especial da paleontologia, da zoologia, da antropologia, da etnografia, da arqueologia. Sua vasta obra, referência obrigatória para os especialistas europeus e norte-americanos de sua época, de Paris a Princeton, permanece consulta imprescindível, não só para a história da geologia, da paleontologia, da antropologia, da historiografia latino-americana, como para o esclarecimento de prioridades de pesquisas.
É certo que desde sua morte não faltaram obituários, biografias laudatórias do “sábio”, notas nas revistas científicas internacionais das diversas áreas disciplinares para as quais Ameghino deixou suas inúmeras contribuições. Leia Mais
Atrapados por la Imagen. Arte y política en la cultura impresa argentina | Laura Malosetti Costa
Los siglos XIX y XX han presenciado, como nunca antes en nuestra historia, coyunturas y continuidades, cambios tecnológicos, científicos y políticos. Nuestro país no fue la excepción. Laura Malosetti Costa y Marcela Gené, a través de la compilación de numerosos artículos de divulgación científica sobre arte, comunicación, diseño y política, nos invitan a un diálogo histórico a través de la cultura visual impresa en Argentina.
En palabras de las autoras “hay una línea de reflexión en común que reúne a estos textos, articulando arte, tecnología y política en relación con los artefactos impresos. Qué lugares ocuparon las imágenes en la vida política a partir de su presencia en publicaciones partidarias tanto como humorísticas o de formato magazine, cómo operaron en las transformaciones sociales, de qué modos las manifestaciones artísticas se vieron transformadas, impulsadas y multiplicadas por las revistas para llegar a un público cada vez más amplio”. Leia Mais
San Martín. Una biografía política del libertador | Beatriz Bragoni
La biografía como género nunca desapareció, quizás lo que ocurrió fue que los historiadores profesionales lo abandonaron o al menos lo dejaron de lado dentro de sus formas narrativas principales. No obstante, en los últimos años, se observa un nuevo interés de la comunidad académica por este tipo de producción. Inclinación que se ha materializado en la publicación de una gran cantidad libros que ponen a los protagonistas del pasado, más o menos conocidos, en el centro de sus indagaciones, e incluso en el armado de colecciones completas que buscan traer nuevas lecturas e interpretaciones sobre actores claves del devenir histórico. Leia Mais
Especias. Una historia de descubrimiento/ codicia y lujo | F. Antinucci
El presente libro se encuentra a medio camino entre esos dos campos tan recelosos como disputados: la escritura académica y la divulgación histórica. Hay que leerlo en su especificidad. Se trata del ejercicio histórico-ensayístico de un académico especializado en otra área, [1] amante de la gastronomía. Esto no implica que el libro falle en lo que se propone. Es pertinente en la mayor parte de lo que se plantea exponer, aunque sin dudas el lector académico encontrará incomodidad en ciertas faltas de precisión, tales como los mapas meramente ilustrativos del texto (sin referencia alguna) y en las ausencias de notas y referencias expuestas de un modo uniforme. Esto, sin embargo, no logra disminuir la calidad narrativa de Antinucci, que es sumamente amena. Leia Mais
San Martín. Una biografía política del Libertador | Beatriz Bragoni
El libro de Beatriz Bragoni forma parte de una colección de biografías argentinas editadas por el sello editorial Edhasa, en la que son abordadas diferentes figuras de la historia argentina a partir de interrogantes nuevos y complejos, con arreglo a los diversos aportes que ha ido recuperando el género biográfico en el ámbito de la producción e investigación históricas. He ahí, entonces, que podemos hablar de un género que goza de una vitalidad importante y que se cultiva en sintonía con las exigencias de la producción académica sin menoscabo de una narrativa amena que permite afirmar que se trata de libros destinados a un público curioso cuyo alcance excede al de los estudiosos. Leia Mais
Mar del Plata/ un sueño de los argentinos | Elisa Pastoriza e Juan Carlos Torre
Mar del Plata… es una hermosa pieza literaria a la vez que un sólido ensayo histórico, con un riguroso trabajo de archivo. Los seis capítulos que lo componen están atravesados por la hipótesis de que un impulso igualitario, basado en la creencia de que ninguna persona es por nacimiento inferior a otra, dio sostén a una experiencia fuera de lo común en el mundo: un balneario para todos los sectores sociales. Los autores analizan a la Perla del Atlántico “desde los orígenes, a comienzo del siglo […] hasta fines de la década de 1960” (p. 11), planteando un paralelo entre el desarrollo de la ciudad balnearia y las transformaciones de la sociedad argentina, en donde la ampliación del bienestar social durante el siglo XX hizo accesible a una porción creciente de la población unas vacaciones junto al mar.
El primer capítulo presenta a dos protagonistas de la fundación de la ciudad costera: Patricio Peralta Ramos, de familia colonial tradicional, y Pedro Luro, inmigrante vasco francés que arribó al país en 1837 sin más que su persona y en menos de dos décadas ya era un próspero empresario. El frustrado proyecto productivo y el viraje hacia el turismo empalmó con una clase dominante argentina que refinaba su comportamiento mirando a Europa y se hacía eco de las playas del viejo continente. En el segundo capítulo vemos los esfuerzos de Santiago Luro, hijo de Pedro, por insertar el naciente centro de recreación estival en el calendario de la elite. Dardo Rocha primero y Carlos Pellegrini después fueron fundamentales para que Mar del Plata se terminara imponiendo como el sitio de veraneo. El Bristol Hotel cumplía un papel pedagógico en la sociabilidad de la clase dominante, mientras en la ciudad avanzaban las tareas de urbanización pendientes, como el agua corriente, y la Rambla Bristol y el Club Mar del Plata desplazaban a los pescadores de la playa, desalojados por la policía de sus viviendas costeras. Leia Mais
Mar del Plata: un sueño de los argentinos | Elisa Pastoriza e Juan Carlos Torre
El libro de Elisa Pastoriza y Juan Carlos Torre presenta desde la perspectiva de la historia social, el desarrollo de uno de los destinos turísticos más emblemáticos de la Argentina, la ciudad de Mar del Plata, como una expresión del itinerario de la sociedad argentina entre fines del siglo XIX y principios de los setenta. Mar del Plata condensa, conjeturan los autores, el espíritu igualitario y democrático que caracterizó a la Argentina. En esa línea, revelan como el progreso del balneario acompañó las transformaciones sociales operadas en el país. Desde esta perspectiva de abordaje, el libro realiza una importante contribución a la historia del turismo local, centrada en el tiempo vacacional y sus prácticas. Los autores se proponen hacer un recorrido desde sus orígenes como villa balnearia hasta los años sesenta, cuando se inicia el ocaso de la ciudad producto de la crisis del turismo masivo. Una crisis que estuvo acompañada de los cambios en las condiciones políticas, sociales y culturales en el país. Leia Mais
Mar del Plata. Un sueño de los argentinos | Elisa Pastoriza, Juan Carlos Torre
Esta obra es la culminación de una larga investigación, que profundiza un artículo que Pastoriza y Torre publicaron hace más de 20 años en la colección Historia de la vida privada en Argentina. El libro ofrece un recorrido por un extenso período de la historia argentina que se inicia a fines del siglo XIX, cuando Mar del Plata era un “lugar exclusivo de veraneo junto al mar” para las clases altas argentinas. Los distintos capítulos nos presentan los cambios y las permanencias que se dieron desde 1888 -con la inauguración del Hotel Bristol- hasta fines de la década de 1960 cuando la ciudad balnearia acogió al turismo de masas. Leia Mais
La nación imperial. Derechos, representación y ciudadanía en los imperios de Gran Bretaña, Francia, España y Estados Unidos (1750-1918) | Joseph M. Fradera
La gestación de La nación imperial, obra singular y monumental que consta de 1376 páginas repartidas en dos volúmenes, es fruto de un proceso de maduración que viene a ampliar el campo de acción de varios estudios que el historiador catalán Josep María Fradera ha realizado sobre el colonialismo español decimonónico, entre los que destacan Gobernar colonias (1999) y Colonias para después de un imperio (2005). En su nuevo libro, el autor ha decidido salir del ámbito estrictamente peninsular al comprobar la similitud entre las leyes especiales ideadas por Napoleón para las posesiones ultramarinas francesas a finales del siglo XVIII y el nuevo rumbo de los imperialismos europeos y norteamericano a lo largo del siglo XIX. Las fórmulas de especialidad que Fradera localiza en los principales imperios contemporáneos se verificarían hasta las descolonizaciones iniciadas en 1947 y – algo que queda fuera de los límites cronológicos del libro sin ceñir sus intenciones intelectuales – tendrían repercusiones hasta la actualidad.
Para llevar a cabo su investigación, Fradera cuestiona las categorías de los estudios coloniales y nacionales. En un cambio de escala analítica, el historiador desvela modalidades de concesión y restricción de derechos comunes a distintos imperios, más allá del enfoque clásico y circunscrito del Estado-nación [1]. Con todo, Fradera insiste en el hecho de que su trabajo no se debe comprender como un estudio de historia comparada en la acepción usual de la disciplina, ya que su propósito, como afirma, está menos “pensado para oscurecer las diferencias” que para “razonar las similitudes de casos muy diversos” (p. 1295). En este sentido, siempre vela por matizar las categorías generales de los imperios con las especificidades propias de los espacios considerados. Esta articulación entre lo macro y lo micro le permite centrar su análisis en las experiencias respectivas de los actores de la época [2].
En palabras de Josep M. Fradera, el giro historiográfico global actual “es en algún sentido una venganza contra la estrechez que impusieron las historias nacionales, el férreo brazo intelectual de la nación-estado” [3]. No es baladí indicar que Fradera, joven militante antifranquista, dio sus primeros pasos en la Universidad Autónoma de Barcelona a inicios de los años setenta, en el contexto de la revisión historiográfica alentada por las descolonizaciones posteriores a la Segunda Guerra Mundial [4]. Impregnado por este cambio epistemológico y por las aportaciones más recientes de la historia global, el nuevo estudio de Fradera propone un marco interpretativo que contempla los imperios en sus interrelaciones y supera la anticuada dicotomía entre metrópolis y colonias. Siguiendo a especialistas como C. A. Bayly, Jane Burbank, Frederick Cooper y Jürgen Osterhammel, el historiador catalán quiere demostrar que los imperios desempeñaron un papel activo en la fabricación y la evolución de la ciudadanía y de los derechos, siempre con la idea de denunciar los nacionalismos contemporáneos, así como los atajos teleológicos y esencialistas que pudieron generar en el plano historiográfico.
Más allá de sus orientaciones metodológicas – e intelectuales -, La nación imperial constituye una aportación de primera importancia al ser, que sepamos, el primer estudio redactado en castellano que brinda un abanico espacio-temporal de semejante trascendencia. Al cotejar los grandes imperios de Gran Bretaña, Francia, España y Estados Unidos entre 1750 y 1918 (con algunos apartados dedicados a Portugal y Brasil), el libro proporciona un análisis pormenorizado del proceso sinuoso que empieza con el advenimiento de la idea de libertad a raíz de las revoluciones atlánticas de finales del siglo XVIII y principios del XIX, hasta la consagración de la desigualdad a nivel mundial a lo largo de las centurias siguientes.
Uno de los designios centrales del libro es evidenciar el modo en que las tensiones que sacudieron los grandes imperios occidentales a raíz de la era revolucionaria desembocaron en la adopción de fórmulas de especialidad o de “constituciones duales”, esto es, constituciones que establecían marcos legislativos distintos para las metrópolis y las posesiones coloniales. Es más, Fradera considera la práctica de la especialidad “como la columna vertebral del desarrollo político de los imperios liberales” (p. XV). Según explica, el proceso revolucionario que arrancó con el carácter radical y universalista de la idea de libertad presente en la Declaración de Independencia de Estados Unidos de 1776 y en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano francesa de 1789 conoció una involución notable en el siglo siguiente. La reconstrucción de los imperios tras las revoluciones supuso una delimitación cada vez más marcada en términos de representación entre metropolitanos – es decir, ciudadanos masculinos de pleno derecho – y ultramarinos, cuyos horizontes igualitarios se fueron desvaneciendo a medida que avanzó el ochocientos.
Fradera sostiene que el arduo equilibrio entre integración y diferenciación descansó sobre interrelaciones constantes entre metropolitanos y coloniales. Al comparar múltiples arenas imperiales, el autor muestra también que los paralelismos de ciertas políticas de especialidad respondieron a un fenómeno de emulación en las prácticas de gobierno colonial entre distintas potencias. Por otra parte, una perspectiva de longue durée le permite comprobar que los regímenes de excepción sobrevivieron al ocaso del mundo esclavista atlántico y se reinventaron con los códigos coloniales de la segunda mitad del siglo XIX para extenderse a territorios de África, Asia y Oceanía. El título del libro, al asociar dos conceptos que no se solían pensar como un todo, sugiere, en última instancia, que las transformaciones de los imperios fueron determinantes en la forja de las naciones modernas.
El libro está estructurado en cuatro partes organizadas cronológicamente. La parte liminar resalta el carácter recíproco de la construcción de la idea de libertad entre los mundos metropolitanos y ultramarinos en los imperios monárquicos francés, británico y español durante los siglos XVII y XVIII. Los derechos y la capacidad de representación no se idearon primero en los centros europeos para ser exportados luego a las periferias, sino que se fraguaron de forma simultánea. Este enfoque policéntrico servirá de base analítica para explicitar la estrecha relación entre colonialismo y liberalismo que se impondrá tras la crisis de los imperios monárquicos en el Atlántico.
“Promesas imposibles de cumplir (1780-1830)” es el título de la segunda parte del libro. Se centra en la quiebra de los imperios monárquicos y muestra cómo la adopción de nuevas pautas constitucionales para las colonias y el advenimiento de situaciones de especialidad en el marco republicano contrastaron con los valores radicales sustentados por las revoluciones liberales de la época.
La independencia de las Trece Colonias, pese a la igualdad de principio que conllevaba, no supuso una ruptura con los patrones socioculturales instaurados por los británicos en el continente americano. La joven república norteamericana circunscribió la ciudadanía a sus habitantes blancos y libres (valga la redundancia) y estableció una divisoria basada en el origen sociorracial y el género. Indios, esclavos, trabajadores contratados y mujeres no tenían cabida en la “República de propietarios”, aunque permanecían en el “Imperio de la Libertad”.
Para Gran Bretaña, la separación de las Trece Colonias marcó un cambio de era e implicó una serie de transformaciones que llevaron la potencia a extenderse más allá del mundo atlántico – donde le quedaban, sin embargo, posesiones importantes – para iniciar su swing to the East, esto es, el desplazamiento de su dominio colonial hacia el continente asiático y el Pacífico. La administración de situaciones diversas del Segundo Imperio, que ya no se resumía a la ecuación binaria del hiato entre connacionales y esclavos, implicó tomar medidas políticas para gobernar a poblaciones heterogéneas que vivían en territorios lejanos. Entre los ejes principales del gobierno imperial, cabe destacar el papel central otorgado a la figura del gobernador y la no representación de los coloniales en el parlamento de Westminster, si bien se toleraban formas de representación a nivel local.
En Francia, las enormes esperanzas igualitarias suscitadas en 1789 fueron canalizadas dos años después con la adopción de una Constitución que sancionaba la marginalidad de los coloniales y establecía raseros distintos para medir la cualidad de ciudadano. Establecer un régimen de excepción en los enclaves del Caribe francés permitía posponer la cuestión ardiente de la esclavitud – abolida y restablecida de forma inaudita – y mantener a raya a los descendientes de africanos, ya fuesen esclavos o libres. Se postergaría igualmente la idea de una representación de los coloniales en la metrópolis.
La fórmula de “constitución dual” inventada en Francia encontraría ecos en España y Portugal. Los dos países ibéricos promulgaron sus “constituciones imperiales” respectivas en 1812 y 1822, en un contexto explosivo marcado por el republicanismo igualitario y el ejemplo de la revolución haitiana. Mientras que la Constitución española de 1812 limitaba los derechos de las llamadas “castas pardas”, los constitucionalistas portugueses hicieron caso omiso de los orígenes africanos, pero, en cambio, excluyeron a los indios de la ciudadanía. Pese a sus diferencias, los casos españoles y portugueses guardan similitudes que tienen que ver con el fracaso de sus políticas liberales de corte inclusivo en los años 1820, y con el retroceso significativo en términos legislativos que desembocarían en el recurso a regímenes de excepción a partir de la década siguiente.
La tercera parte de La nación imperial, intitulada “Imperativos de igualdad, prácticas de desigualdad (1840-1880)”, versa sobre la expansión de los imperios liberales en las décadas centrales del siglo XIX, época marcada por la estabilización de las fórmulas de especialidad y de los regímenes duales.
El imperio victoriano tuvo que encarar situaciones conflictivas muy diversas en sus posesiones ultramarinas heterogéneas. La resolución del Gran Motín indio de 1857-1858 constituyó una crisis imperial de primer orden que permitió a Gran Bretaña demostrar su capacidad de gobierno en el marco de una sociedad compleja y de un territorio enorme que no se podía considerar como una mera colonia. La India británica era, en palabras de Fradera, “un imperio en el imperio” (p. 504) que carecía de la facultad para autogobernarse y que, por lo tanto, tenía que ser administrada y representada de manera transitoria por la East India Company. El caso de las West Indies era distinto en la medida en que aquellas se podían definir como colonias. La revuelta sociorracial de habitantes del pueblo jamaicano de Morant Bay en 1865 y la sangrienta represión a que dio lugar tuvieron un impacto considerable en la opinión pública británica, ocasionando nuevos cuestionamientos sobre los efectos reales de la abolición de la esclavitud y el rumbo de la política caribeña. Como consecuencia, el Colonial Office decidió suprimir la asamblea jamaicana y conferir a la isla el estatuto de Crown Colony, lo que constituía una regresión constitucional en toda regla. La conversión de la British North America en dominion de Canadá en 1867 se resolvió de manera más pacífica, aunque la población francófona y católica sufrió un proceso de aminoración frente a los anglófonos protestantes, mientras que los pueblos indios de los Grandes Lagos perdieron sus tierras ancestrales.
Los sucesos revolucionarios de 1848 en Francia volvieron a abrir pleitos que el golpe napoleónico de 1804 había postergado. Se decretó finalmente la abolición definitiva de la esclavitud, sin resolver satisfactoriamente la situación subordinada de los antiguos esclavos. La Segunda República también heredó un mundo colonial complejo. Fue a raíz de la toma de Argel en 1830 cuando la política colonial francesa comenzó a diferenciar las “viejas” de las “nuevas” colonias. Mientras que en las primeras las personas libres gozaban de derechos políticos y de representación relativos, las segundas – a imagen de Argelia, que estaría regida por ordenanzas reales – se apartaban del espectro legislativo. En el marco de este replanteamiento imperial, se procedió a una redefinición múltiple de la ciudadanía, que se medía, entre otras cosas, según la procedencia geográfica de cada uno: metropolitanos, habitantes de las “viejas” colonias y, al pie de la escala simbólica de los derechos, habitantes de las “nuevas” colonias.
En Estados Unidos, los términos de la ecuación se presentaban de forma algo distinta. En efecto, a diferencia de los imperios europeos, las fórmulas de especialidad se manifestaron en el interior de un espacio que se entiende comúnmente como “nacional”. Con todo, dinámicas internas fraccionaron profundamente el espacio y la sociedad de este “imperio sin imperialismo” (p. 659). La expansión de los Estados esclavistas en el seno del “imperio de la libertad” constituyó una paradoja que solo se resolvería – aunque no totalmente – con la guerra de Secesión. De hecho, la “institución peculiar”, como se la llamaba, ponía al descubierto la diversidad social, étnica y cultural de una población norteamericana escindida en grupos con o sin derechos variables. La expansión de la frontera esclavista no solo concernía a los esclavos, sino que afectaba a poblaciones indias desposeídas de sus tierras y recolocadas en beneficio de oleadas sucesivas de colonos norteamericanos procedentes del Este y de europeos.
El carácter del Segundo Imperio español se aclaró con la proclamación de una nueva Constitución en 1837, que precisaba en uno de sus artículos adicionales que “las provincias de ultramar serán gobernadas por leyes especiales”. A pesar de que dichas leyes nunca fueron plasmadas por escrito, quedan explícitas en la práctica del gobierno colonial. A años luz de las promesas igualitarias de las primeras Cortes de Cádiz, las nuevas orientaciones políticas para Cuba, Puerto Rico y Filipinas pueden resumirse en una serie de coordenadas fundamentales: la autoridad reforzada del capitán general, el silenciamiento de la sociedad civil, la expulsión de los diputados americanos y la política del “equilibrio de razas” (es decir, la manipulación de las divisiones sociorraciales y la defensa de los intereses esclavistas).
La cuarta y última parte del libro, que lleva por título “La desigualdad consagrada (1880-1918)”, coincide con la época conocida como el high imperialism. Sus páginas prestan especial atención al desarrollo y consolidación de enfoques de corte racialista. El hecho de que las ciencias sociales se hicieran eco de las clasificaciones raciales propias del desarrollo de los imperios a partir de la segunda mitad del ochocientos demostraba que el Derecho Natural del siglo anterior ya no estaba al orden del día.
El mayor imperio liberal de la época, Gran Bretaña, refleja muy bien la exacerbación de la divisoria racialista con respecto al Segundo Imperio. Los discursos que defendían la idea de razas jerarquizadas se nutrieron de los debates en torno a la representación de los coloniales e impregnaron los debates relativos al imperio. Tal fue el caso, por ejemplo, de Australia, donde se excluyó de los derechos a una población tasmana diezmada por la violencia directa e indirecta del proceso de colonización. Sin embargo, conviene no olvidar que los discursos racialistas actuaron como coartada de la demarcación entre sujetos y ciudadanos.
Argelia fue una pieza esencial del ajedrez político de la Tercera República, en particular, porque se convirtió en laboratorio para las legislaciones especiales del Imperio francés. El Régime de l’indigénat representó la quintaesencia del ordenamiento colonial galo. Este régimen de excepción dirigido inicialmente contra la población musulmana de Argelia fue el broche de oro jurídico de las fórmulas de especialidad republicana hasta tal punto que fue exportado al África francesa y a la mayoría de las posesiones del sudeste asiático y del Pacífico. Esta política de marginalización y de represión propia de la lógica imperial se tiñó de acusados acentos etnocentristas para justificar la “misión civilizadora” de Francia.
La Revolución Gloriosa de 1868 llevó el Gobierno español a mover ficha en sus tres colonias. Si la Constitución del año siguiente anunciaba reformas políticas para Cuba y Puerto Rico, las islas Filipinas quedaban sometidas a la continuidad de las famosas – e inéditas – “leyes especiales”. El ocaso del sistema esclavista explicaba en buena medida el cambio de rumbo colonialista en los dos enclaves antillanos, así como sus dinámicas propias. El archipiélago filipino pasó por un proceso de transformación económica, acompañado de reformas locales de alcance limitado y por una racialización política cada vez más intensa. Los fracasos ultramarinos de la España finisecular tendrían repercusiones en el espacio peninsular con la exacerbación de no pocos afanes de autogobierno a nivel regional.
Estados Unidos conoció serias alteraciones en su espacio interno tras la Guerra Civil. La reserva india, que emergió en el último tercio del siglo XIX, era un zona de aislamiento cuyos miembros no gozaban de derechos cívicos y a los se pretendía incluir en la comunidad de ciudadanos mediante políticas de asimilación. En este sentido, las reservas eran espacios de la especialidad republicana. La victoria de los unionistas distó mucho de significar la superación del problema esclavista y, sobre todo, de sus secuelas. El hecho de que el voto afroamericano se convirtiera en realidad en el mundo posterior a 1865 – conquista cuya trascendencia conviene no subestimar – no impidió que las elites políticas blancas siguieran llevando las riendas del poder, tanto en el Norte como en el Sur. En los antiguos Estados de la Confederación, ya no se trataba de mantener la esclavitud, sino de preservar la supremacía blanca. La segregación racial, que se puede asemejar a una práctica de colonialismo interno, contribuyó a instaurar situaciones de especialidad en las que los afroamericanos serían considerados como súbditos inferiores. En el ámbito externo, el fin de siglo sentó algunas de las bases futuras de este “imperio tardío” (p. 1276). Estados Unidos expandiría sus fronteras imperiales al ejercer su dominio sobre las antiguas colonias españolas y al formalizar el colonialismo que practicaba de hecho en Hawái y Panamá.
Resulta difícil restituir de forma tan sintética los mil y un matices delineados con una precisión a veces quirúrgica en los dos gruesos volúmenes que componen La nación imperial. La elegancia del estilo, la erudición del propósito y los objetivos colosales del libro – que se apoya en una extensa bibliografía plurilingüe – acarrean no pocas repeticiones. Pese a una edición cuidada, se echa en falta la presencia de un índice temático (además del onomástico) y de una bibliografía al final de la obra. Estos escollos, que incomodarán sin duda al lector en busca de informaciones y análisis sobre temas específicos, no cuestionan de modo alguno el hecho de que La nación imperial sea un trabajo muy importante y sin parangón.
Creemos que Josep María Fradera ha alcanzado su objetivo principal al mostrar, como indica en sus “reflexiones finales”, que “la crisis de las ‘monarquías compuestas’ (…) no condujo al Estado-nación sin más, sino a formas de Estado imperial que eran la suma de la comunidad nacional y las reglas de especialidad para aquellos que habitaban en los espacios coloniales” (p. 1291). Otra de las grandes lecciones del libro es que el etnocentrismo europeo no basta para explicitar el modo en que se articularon definiciones y jerarquizaciones cada vez más perceptibles de las poblaciones variopintas de imperios cuyas fronteras políticas, sociales y culturales fueron mucho más borrosas de lo que se suele pensar. El racismo biológico a secas nunca estuvo en el centro de las políticas imperiales, aunque pudo manifestarse puntualmente para justificar algunas de sus orientaciones. Lejos de responder a esquemas estrictamente dicotómicos, las lógicas imperiales, además de relaciones de poder evidentes, estuvieron condicionadas por una tensión permanente en cuyo marco la capacidad de representación – por limitada y asimétrica que fuese -, la sociedad civil y la opinión pública fueron decisivas. En última instancia, el largo recorrido por las historias imperiales invita a adoptar una mirada más crítica acerca de problemáticas tan actuales como el lugar ocupado por ciudadanos de segunda categoría en el interior de antiguos mundos coloniales que no han resuelto las cuestiones planteadas por el despertar de los nacionalismos, la inmigración de nuevo cuño y la construcción de apátridas modernos.
Notas
1. Al respecto, véase Jane Burbank y Frederick Cooper, “Empire, droits et citoyenneté, de 212 à 1946”, Annales. Histoire, Sciences Sociales, 3/2008, pp. 495-531.
2. Sobre el valor heurístico del vaivén entre varias escalas de análisis puede consultarse el estudio de Romain Bertrand, “Historia global, historias conectadas: ¿un giro historiográfico?”, Prohistoria, 24/2015, pp. 3-20.
3. Josep M. Fradera, “Historia global: razones de un viaje sin retorno”, El Mundo, 04/6/2014 [http://www.elmundo.es/la-aventura-de-la-historia/2014/06/04/538ed57f268e3eb85a8b456e.html].
4. Jordi Amat, “Josep María Fradera y los estados imperiales”, La Vanguardia, 23/5/2015.
Karim Ghorbal – Institut Supérieur des Sciences Humaines de Tunis, Universitéde Tunis El Manar (Tunísia). E-mail: karim.ghorbal@issht.utm.tn
FRADERA, Joseph M. La nación imperial. Derechos, representación y ciudadanía en los imperios de Gran Bretaña, Francia, España y Estados Unidos (1750-1918). Barcelona: Edhasa, 2015. 2 vols. Resenha de: GHORBAL, Karim. Los imperios de la especialidad o los márgenes de la libertad y de la igualdad. Almanack, Guarulhos, n.14, p. 287-295, set./dez., 2016.
El sistema federal argentino. Debates y coyunturas (1860-1910) | Paula Alonso e Beatriz Bragoni
Paula Alonso y Beatriz Bragoni editan este libro dedicado a revisitar la temática del federalismo argentino entre la caída del régimen rosista y el centenario de la revolución de mayo. Para ello, nos proponen una revisión sensible del relato historiográfico prevaleciente en el país hasta hace unos pocos años, caracterizado en general por otorgar a la construcción del Estado nacional la capacidad de erosionar las autonomías provinciales y los arreglos federales de mediados del siglo XIX. De ese modo, los trabajos reunidos en El sistema federal argentino ofrecen una mirada atenta a la heterogeneidad de los contextos simbólicos, materiales y temporales en que se desenvolvieron los actores políticos y restituyen protagonismo a los espacios provinciales en los años formativos del Estado argentino.
La obra está compuesta por una introducción a cargo de las editoras, nueve capítulos, un epílogo elaborado por Natalio Botana y un apéndice documental. Es necesario señalar que tanto la apertura como el epílogo resultan extremadamente valiosos, estableciendo claves analíticas desde las cuales abordar los trabajos compilados y reconocer la manera en que dialogan con los conocimientos previos sobre el tema. Leia Mais
La escuela en la historia Argentina – FINOCCHIO (Asphe)
Silvia Finocchio é professora na Universidad Nacional de La Plata e na Flacso, Argentina. Dentre suas publicações, podem ser destacadas as seguintes: Lenguaje y nuevas tecnologías, (co-autora); Enseñar hoy: una introducción a la educación en tiempos de crisis, 2003, (organizadora); Pasado y presente del trabajo, 1998, (coautora); Haciendo memoria en el país de nunca más, 1996, (co-autora), Enseñar ciencias sociales, 1993, (organizadora); Curriculum presente, ciencia ausente III: un análisis de los contenidos de Historia, 1993, (co-autora).1
O livro objeto dessa resenha, La escuela en la historia Argentina, com 211 páginas, organiza-se em introdução e cinco capítulos. No primeiro capítulo, Las revistas educativas, são feitas indicações acerca do objeto impresso denominado revista, sua relevância e relações com a circulação de idéias no âmbito escolar e, sobretudo, entre professores. Nos capítulos dois, três e quatro, La escuela en las revistas del siglo 19, La escuela en las revistas de la primera mitad del siglo 20 e La escuela en las revistas de la segunda mitad del siglo 20 são descritas estratégias editoriais, pautas e, sobretudo, discursos postos em circulação acerca dos modos de ser professor na Argentina. No quinto capítulo, Hacia el nuevo siglo, abordam-se publicações apresentadas desde o ano 2000 e propõem-se considerações finais. No geral, as análises das revistas são pautadas a partir da perspectiva de Roger Chartier, com destaque para o conceito de artefato cultural. Leia Mais
La conquista de las vacaciones: breve historia del turismo en la Argentina | Elisa Pastoriza
No final dos anos 1980, quando o historiador francês Alain Corbin escreveu sobre o nascimento do desejo da beira-mar, ele demonstrou minuciosamente o quanto um hábito local é culturalmente constituído de significados que são mutantes no tempo histórico. Assim, aquilo que atualmente parece ordinário ànossa relação com as férias, como as viagens à praia, àserra ou aoutro país, advém de uma prática social construída historicamente.
Na América Latina, o tempo livre, seus usos e representações tem sido objeto de estudo no campo da antropologia e da sociologia do trabalho e do lazer. Esses temas tambémvem desvelando novas possibilidades de investigação no campo historiográfico, que tem prestigiado a investigação do objeto por meio de estudos comparativos, ressaltando e clareando o intercâmbio de práticas e saberes relacionados ao tempo livre e a história dos balneários marítimos no Cone Sul.
O livro La conquista de lasvacaciones: breve historia del turismo enla Argentina, de Elisa Pastoriza se inscreve nessa perspectiva. Seu período de investigação divide-se em três tempos: partindo do final do século XIX, com o surgimento de Mar del Plata e a instalação dos primeiros balneários, prossegue com o fenômeno democratizador e a fundação de novos balneários nos anos 1930, e finaliza com apopularização econsolidação das férias e da vilegiatura marítima nas décadas de 1940 e 1950.
Tanto na Europa quanto nos mares do Sul da América Latina, as águas marítimas foram procuradas inicialmente com finalidades terapêuticas. Neste contexto, o hábito de ir ao mar era uma prática aristocrática, que posteriormentefoi incorporado ao gostodasclasses sociais, tornando-se, inclusive, uma conquista trabalhista. Desde os primórdios até sua democratização, Mar del Plata permite uma reflexão sobre a ascensão e o progresso da sociedade argentina, quereivindicava espaços apropriados para integração e sociabilidade.
Ao que concerte este aspecto que permite uma vida atemporal junto aos espaços de descanso, os centros costeiros podem ser analisados por meio dos seus espaços de sociabilidades, como a orla marítima, arambla, o hotel, o cassino e os clubes de divertimento. Esse arquétipo de balneário europeu teve expressão na América Latina, que ao reconhecer a necessidade do ócio social, incorporou ao imaginário social a ida aos banhos de mar, criando espaços apropriados de integração durante a estação estival.
Para tal hábito, a inauguração do Hotel Bristol em 1888, marca um dos primeiros intentos de modelar a cidade balneária a exemplo dos balneários franceses e ingleses, pois Mar del Plata era o ponto de encontro preferido pela elite portenha. Estas mudanças que se operavam no modo de vida da sociedade Argentina, iam ao encontro da necessidade do ócio e a vida junto à natureza.
Muitos dos balneários surgidos na Argentina nesta primeira fase foram consolidados em terras privadas e seguiram a experiência modelar citadina, com igreja, hotel, serviços, cafeterias e transportes. Este progresso local teve visível impacto no meio ambiente, pois para edificar as cidades necessitou-se conter o movimento das areias por meio do plantio de espécies “adequadas” como pinus, alamos e tamareiras, que acabaram por homogeneizar a paisagem. Ao que concerne esta questão, a autora não contempla em sua análise algumas problemáticas relacionadas ao impacto ambiental, como a drenagem de dunas, a urbanização, a erosão costeira e a poluição, que tanto a vilegiatura marítima quantoo turismo de massa desencadearam no litoral.
As estações balneares podem ser analisadas como um negócio de investimento, que tiveramcomo personagensempresários belgas, franceses e uruguaios, cujo intento foi criar estações marítimas semelhantes aquelas de seus países. A transformação de Mar del Plata em balneário vincula-se ao projeto de modernidade periférica, que por meio de investimentos público e privado, urbanizaram um grande balneário argentino. Além disso, o auspício de Mar del Plata também está relacionado à expansão ferroviária, que apesar de ter sidoum meio de transporte para famílias abastadas, facilitava o acesso de curistas e turistas à beira-mar.
Neste sentido, diferentemente do Brasil, o desenvolvimento de muitas cidades balneárias ocorreram devido à rede ferroviária, no entanto, apesar da ferrovia ser mencionada ao longo do livro, a investigação não prestigia aspectos para uma história das sensibilidades, que poderia abranger o prazer de viajar, a percepção e assimilação da paisagem mutante, a relação com os demais passageiros, ou até mesmo, o antes e o depois da viagem.
Para a maioria da população argentina, osonho de passar férias junto ao mar foi possível a partir da década de1930, quando houve a democratização dos balneários devido à implantação de uma variedade de políticas públicas. Neste período, as estações balneares experimentaram transformações significativas na paisagem social e na estrutura urbana, sendo o governo responsável pelos investimentos em estradas, parques, pavimentação, e ainiciativa privada a responsávelno cuidado com o embelezamento das vias, construção da rambla e dos hotéis. Esta democratização social dos balneários implicou em uma tensão entre a velha e a nova elite, que incorporaram o veraneio com diferentes usos sociais, diferentes daqueles dos primórdios de uma vilegiatura aristocrática.
Com a democratização dos balneários, foram criadas ao longo de uma década novas alternativas para atrair turistas a Mar del Plata e acabar com a ideia de que o veraneio era algo caro e acessível somente a quem possuía recursos financeiros. Para analisar essa questão, a autora investigou fontes diversas, como propagandas de rádio, filmes, revistas, jornais, guias, folhetos e cartões-postais. Sua analise também destaca outros meios de incentivo ao turismo, como a diminuição do valor dos bilhetes de trem, introdução da categoria de segunda classe, criação de pacotes em hotéis, colônias de férias e calendário com programação especial durante o verão.
Na medida em que o veraneio tornou-se turismo possível a todas as esferas sociais, novos lugares de descanso passaram a ser procurados pelos argentinos. Esses locais tinham uma conotação mais alternativa e estavam conectados com a natureza, sendo uma forma de contraponto ao perfil urbano e massivo que Mar del Plata havia adquirido. Assim, a paisagem da serra de Córdoba, as cataratas de Iguaçu e as novas praias solitárias, como Pinamar e Villa Gesell, “marcaram o futuro dos novos âmbitos do turismo na Argentina”.
Elisa Pastoriza sublinha que esses novos balneários se distinguiram dos anteriores devido à nova concepção do traçado urbano e pela valorização do meio natural, que até então não contemplavaespaços para passeios e praças. Como exemplo deste novo modelo de balneário está Pinamar, que surgiu em 1943, como resultado da parceria entre Jorge Bunge e Valeria Guerrero Cárdenas. Estes, por sua vez, intentaram a harmonia entre a natureza e a urbanização moderna, constituindo um espaço de ócio, que se denominava como um “lugar que se recomenda de amigo a amigo”.
O impacto e a significação social das férias se consolidaram na memória coletivadurante os anos do governo peronista, sobretudo para a classe trabalhadora. Em sua presidência, Perón colocou em prática um programa de políticas públicas que, juntamente com as iniciativas geradas desde a sociedade civil, buscava responderas demandas sociaispelo tempo livre em âmbitonacional. É diante deste marco que se apresenta a conquista das férias pagas, que já era privilégio de alguns nos anos 1930, mas que se generalizou nos primeiros anos do governo peronista. Este fator também aumentouo consumo a outros entretenimentos populares, como salas de cinema, espetáculos esportivos e, consequentemente, o crescimento do turismo.
Tal programa de ócio e turismo peronista estava ligado a um discurso político, de caráter nacional, no qual o tempo livre sugere um fomento ao amor à terra em que o indivíduo nasceu, elegeu para viver, mas que pouco conhecia. A ampliação deste “projeto de turismo social” deu-se através de uma aliança entre o governo e os sindicatos, que foram responsáveis por orientar o povo com o argumento de que “viajar, passear e fazer férias era um meio de enriquecer a cultura e conhecer outros trabalhadores”. Sobre as problemáticas e questões relacionadas as férias trabalhistas, a autora sinaliza que esta conquista não deve ser considerada uma mera reinterpretação ou réplica dos costumes da elite, carecendo um melhor cuidado por parte dos historiadores na interpretação dos fatos.
Assim, de alpargatas à beira-mar, os argentinos constituíram uma história da vilegiatura marítima em seu país, da qual a passagem da conquista do veraneio para o princípio do turismo de massa é o fio condutor apresentado por Elisa Pastoriza. A conquista das férias implicou uma nova paisagem, que corresponde a mudanças físicas no território por meio de uma série de equipamentos, como hotéis, ramblas, casinos, estradas, parques e outros, mas também transformações sociais, políticas, culturais e rituais que refletem na prática do veraneio. Este estudo permite repensar as relações entre os países da América Latina, possibilitando novas investigações que fortalecem a identidade eas histórias individuais de cada paíspor meio de um hábito comum que se repete todos os verões à beira mar.
Joana Carolina Schossler – Programa de Pós-graduação da Universidade Estadual de Campinas.
PASTORIZA, Elisa. La conquista de las vacaciones: breve historia del turismo en la Argentina. Buenos Aires: Edhasa, 2011. Resenha de: SCHOSSLER, Joana Carolina. Urbana. Campinas, v.4, n.2, p.184-187, jul./dez. 2012. Acessar publicação original [DR]